En la manzana que se forma entre Riobamba, Córdoba, Viamonte y Ayacucho se alza un imponente edificio que es una caja de sorpresas. Por fuera una llamativa fachada de terracota, compuesta por una amalgama de estilos. Por dentro una gran estructura de hierro fundido, según dicen, una de las más grandes de América.
Actualmente, este palacio es un Monumento Histórico Nacional perteneciente a la empresa AySA (Agua y Saneamientos Argentinos), pero por mucho tiempo fue un tanque de agua gigante llamado Gran Depósito Distribuidor. Su construcción comenzó en 1887 y finalizó en 1894.
Se construyó tras un periodo de graves y devastadoras epidemias, la fiebre amarilla y el cólera, relacionadas directamente a la falta de servicios públicos esenciales. Esas enfermedades habían dejado muertes que representaban casi el 10% de la población de ese momento. La construcción de este gigantesco reservorio de agua era esencial: evitaría el uso de aljibes y otros métodos de extracción y traslado de agua poco higiénicos.
Para demostrar la importancia que le daban a la higiene pública, el gobierno quería un monumento, un edificio impresionante. El agua filtrada demostraba modernidad, progreso y con la implementación de este gran tanque de agua se dejaba atrás al pánico epidémico.
Un rompecabezas internacional
El palacio fue compuesto parte por parte con materiales extranjeros. Unas 300 mil piezas de terracota esmaltadas y vitrificadas configuran su llamativa fachada. Fueron traídas de las fábricas inglesas Royal Doulton & Co. de Londres y Burmantofts Co. de Leeds. Cada una de ellas fueron identificadas con letras y números. Se pueden ver más de cerca en el interior del Museo del Agua y la Historia Sanitaria del palacio: se encuentran expuestos repuestos de terracota idénticos a los que recubren el exterior.
En esta coraza de terracota se representa el escudo Nacional, el de la Ciudad de Buenos Aires, el de la Ciudad de Rosario y el de las 14 provincias que existían hasta ese momento. Además, tiene como ornamento diferentes columnas en forma de cariátides. La carpintería de puertas y ventanas es de cedro traído de Paraguay y las herrerías son de Inglaterra.
Sin embargo, al interior del edificio se termina el monopolio de materiales ingleses y comienza el belga. La estructura de hierro interior fue construida por la empresa Marcinelle y Coulliet con sede central en Bélgica. Ganaron la licitación por ofrecer el menor precio de construcción.
Durante los 7 años que tardó su construcción trabajaron 400 personas. “El edificio debería haber estado funcionando antes, si no hubiera sido porque los materiales venían de afuera. Venían en barco y algunos se hundían, no llegaban”, explica la arquitecta Celina Noya durante el tour por las instalaciones del palacio.
La configuración de una de las obras más importantes de su época
La enorme estructura de hierro belga del Gran Depósito Distribuidor se dividió en 3 pisos con cuatro tanques cada uno, sostenidos por 180 columnas. Este gran contenedor tenía capacidad para 72 millones de litros de agua necesarios para abastecer a todo Buenos Aires. En el siglo XIX fue considerada una de las estructuras más grandes fuera de Europa. En 1978 se desafectó el servicio de agua que proporcionaba este edificio y sus espacios se utilizaron para fines culturales y administrativos.
La biblioteca escondida