• 21 de noviembre de 2024, 7:01
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Muere el insobornable Juan Marsé

Por Lidia Penelo

Ser políticamente correcto no era uno de los rasgos característicos de Juan Marsé. El escritor, que ha muerto a los 87 años después de convivir durante años con problemas cardíacos, deja una obra que ha seducido a miles de lectores. Nacido en la Barcelona de 1933, en una familia en la que no había muchos libros, antes de dedicarse a escribir trabajó en muchos oficios como el de empleado en un taller de joyería. Se ganó el sobrenombre de escritor obrero (pero se quitaba las etiquetas), publicó el primer libro en 1961 Encerrados con un juguete, que escribió en París donde vivió un par de años y en 1965 ganó el Premio Biblioteca Breve con Últimas tardes con Teresa, su novela más leída, y con la que se ganó un lugar en la liga de los autores determinantes de la segunda mitad del siglo XX.

Su familia y los amigos que se reunían en la tertulia habitual de los fines de semana saben que deja un vacío insustituible. Durante años, la editora de Marsé fue Silvia Querini y desde hace tres años heredó la misión María Fasce. “Era uno hombre con un sentido del humor muy negro, me recordaba uno poco a Borges. Por las grabaciones y clases Borges era un hombre que cuando hablaba parecía que estaba escribiendo, y con Marsé me pasaba lo mismo. Si nos poníamos a hablar de un libro me daban ganas de sacar la grabadora porque siempre decía cosas inteligentes”.

“Tenía una presencia muy fuerte, incluso cuando al final me recibía en bata mantenía su elegancia. Hablábamos mucho de cine, era fanático de las películas clásicas. Tenía ese humor tan característico de su literatura, por ejemplo cuando le llamé para preguntarle qué le parecía cómo había quedado El viaje al Sur me dijo: El libro ha quedado muy bien, el que no está bien soy yo, ¡lo dicen los médicos, no lo digo yo! pero su voz seguía fresca”, comenta la editora.

A Marsé le dio tiempo de revisar El viaje al Sur, un libro que su editora califica de “extraordinario” y que tiene  “lo mejor de Marsé”. “En el libro Marsé concentra esa capacidad única para retratar una sociedad o un personaje. Es la voz del Marsé que viajó por Andalucía en el 62 y el libro es la crónica de ese viaje. Es muy impresionante, lo publicamos en septiembre”, adelanta la editora María Fasce.

Juan Marsé
Juan Marsé en sus libros construyó un mundo propio habitado por niños, prostitutas personas derrotadas que han perdido los ideales y muchos anarquistas. Foto: Cortesía

Juan Marsé en sus libros construyó un mundo propio habitado por niños, prostitutas personas derrotadas que han perdido los ideales y muchos anarquistas. Unos personajes a través de los cuales el autor articulaba una picaresca y disparaba críticas y que vivían en Gràcia, el Guinardó, Torre Baró o el Carmel. Ahora bien, no caigamos en el equívoco de tildarlo de un autor de Barcelona que escribe de la ciudad porque las historias de Marsé atraviesan fronteras. Lectores de todo el mundo han sucumbido a Últimas tardes con Teresa, seguramente su novela más leída. El pijoaparte probablemente es y será uno de sus personajes más universales.

“Juan Marsé está por encima de cualquier juicio. Últimas tardes con Teresa es un libro al que vuelvo y vuelvo, es la máxima expresión de deslumbramiento del charnego ante la burguesía y de la caída de la burguesía. Juan Marsé era una persona con la que te gustaba hablar. Era muy cinéfilo. También era una persona con bastante mala leche y tenía un gran sentido del humor con la gente a la que no tragaba. Oírle hablar con Jaime Gil de Biedma en petit comité era un espectáculo “recuerda el periodista y escritor Jorge de Cominges, que fue director de la revista Qué Leer desde 1996 hasta 2007.

Jaime Gil de Biedma fue uno de sus maestros y mentores, y quien presentó Pere Gimferrer a Marsé. “Le conocí en 1967 y le traté de forma intermitente pero con buena sintonía. A partir de 2015 nos volvimos a tratar muy a menudo, hablábamos más de cine que de literatura, y siempre me impresionó mucho su vitalidad y energía. Cuando nos conocimos buscaba una cita de Pavese que había apuntado en una pequeña libreta mientras vivía en París y en el año 16 todavía buscaba aquella cita y eso denota una actitud extraordinaria. De su obra valoraba mucho Caligrafía de los sueños y Esa puta tan distinguida libros escritos después de recibir el Cervantes y que estilísticamente le interesaban, y claro también valoraba Últimas tardes y Si te dicen que caí. De su misma generación quedan algunos escritores como Caballero Bonald o Luis Goytisolo pero él era un caso único porque no procedía del mundo universitario y también era de un origen social diferente a sus compañeros, ahora sus referentes literarios eran los mismos “, recuerda Gimferrer.

Juan Marsé
Con Juan Carlos Onetti, otro grande. Foto: Cortesía

La importancia de la memoria

“Quizás hemos acabado con el pasado, pero el pasado no ha acabado con nosotros”. Marsé eligió esta cita de Berger Evans para encabezar Noticias felices en aviones de papel (Lumen, 2014). La memoria, el pasado y los recuerdos son temas recurrentes en sus obras. Marsé decía las cosas como las sentía, pero a él lo que le preocupaba era dominar la lengua y hacer buenas novelas, escribir literatura. En Un día volveré, uno de los personajes se mea sobre la cara de Franco estampada en una esquina roñosa de los años cuarenta. ¿Un ejemplo del poder catártico de la escritura?

Juan Marsé era una figura incómoda para algunos, quizás porque era un insobornable que consideraba que la política envenena la literatura. Él se consideraba un escritor. Eso de ser un intelectual que esparce sus arengas no le interesaba. En 2008 fue distinguido con el Premio Cervantes, el gran galardón de las letras españolas. Ese día, cuando se plantó ante los periodistas, a pesar de querer jugar a presentarse como un malcarado, no pudo ocultar la ilusión que le producía el premio. Aquel día bromeó y anunció las ganas de celebrarlo. Ahora ya no está, pero las palabras de sus personajes nos acompañarán para siempre y las ganas de caminar lentamente sobre una cama de confeti, como lo hacen Teresa y el pijoaparte, también.

Fuente: Público y Maremoto Maristain

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