• 19 de abril de 2024, 20:10
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Mirar el mar y contar sirenas

Por Ana Pérez del Cerro*


El insomnio es temer y contar en la alta noche las duras campanadas fatales”  (J. LBorges)

 

El insomnio es quizá el momento de mayor soledad, máxima introspección, silencio alumbrado por el discurrir interno.

Nada más terrible que un insomnio crónico. Quienes lo padecen probablemente habitan un infierno liso, una celda llena de fantasmas.  

Sin embargo, un  insomnio de vez en cuando, interpela: cae las máscara y ahí estás, frente a frente con las profundidades del ser y la nada.

Se siente el cansancio y el dormir se convierte en una utopía o en una obsesión. Hay algo de un juego de dados con la muerte y, si gana el sueño, quizá no haya despertar.

¿Cuánto de libertad hay en una noche de insomnio? De alguna manera, el insomne se adueña del tiempo trastocado, deja el mandato de producir en tiempo y forma que el sistema impone.

El silencio de la noche trae voces, recuerdos, una alteración del ritmo   que permite saltar sobre un@ mismo y flotar en un espacio – tiempo sin relojes.

“Ser libre es tener el coraje de quedar mal con mucha gente, despedirse de otros tantos y estar dispuesto a ser odiado” (Anónimo)

Quedarse despierto puede ser un pasaporte al delirio, una ruptura con  los controles externos y , quizá, el deseo de recuperar 'la fragancia' del tiempo pleno.

 

“A la actual crisis del tiempo yo la llamo "discronía". El tiempo carece de un ritmo que ponga orden, carece de una narración que cree sentido. El tiempo se desintegra en una mera sucesión de presentes puntuales. Ya no es narrativo, sino meramente aditivo. El tiempo se atomiza. En un tiempo atomizado tampoco es posible una experiencia de la duración. Hoy cada vez hay menos cosas que duren y que con su duración den estabilidad a la vida. El tiempo ha perdido hoy su fragancia. A la civilización actual le falta sobre todo vida contemplativa. Por eso desarrolla una hiperactividad, que le quita a la vida la capacidad de demorarse y recrearse. Ya no es posible experimentar un tiempo pleno. A causa de esta falta de tranquilidad nuestra civilización se está tornando una barbarie”  ( (Buyng – Chul Han)

 

Hay en el insomne alguien insatisfech@ o rebelde o desesperad@ o alguien que quiere quedarse con la luna y ser el primero en mirar el amanecer. 

Conciliar el sueño es una premura que  suele ir de la mano con el imperativo de estar bien al día siguiente para cumplir con el deber. En este sentido, el insomnio  sería  la impunidad de los podeosos, pero también, la tortura de lxs que se quedaron afuera después de un portazo y han perdido la fe.  

Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo” Borges, Funes el memorioso

 

El insomnio  acorrala o libera. Es una duermevela capaz de arrinconar en la desesperación  o llevar en un salto sin red al universo de la máxima lucidez. 

En Cien años de soledad, a mitad de la noche, Visitación oye un extraño ruido intermitente, y al incorporarse ve a la pequeña Rebeca en la mecedora, «chupándose el dedo y con los ojos alumbrados como los de un gato en la oscuridad». La mujer reconoce en esos ojos la «peste del insomnio» que desoló Macondo.

Las pesadillas son las que abren la caja de Pandora para el insomne.  Quitan el sueño y arrastran la crueldad del carcelero.

El insomnio es metáfora  y es la pregunta de la esfinge.

El insomne es el emigrante en una nave sin timonel. Si el mar se encrespa, puede encallar.

 

Hay en el insomnio un despojo y una promesa; una intemperie y una fuerza despierta.  

En cambio, la vigilia colectiva frente al  poder, puede salvar del naufragio tan temido.

 

“- Hola papá.
- ¿Que hay,G?
- Te llamé porque tenía la sensación de que no podías dormir.
- ¿Recuerdas lo que usabas cuando no me podía dormir?
- ¿Dosis de opiáceos?
- No. Mirabas al mar y contabas sirenas.  
(De la película ‘Californication’)

 

La cuestión sería lograr que del insomnio nazcan sueños nuevos…


*Semióloga.

Foto: Noches de insomnio, nueva propuesta del artista plástico Markos Kura

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