Fútbol sin pelota
Ya no es más “el yerno perfecto” como lo definió el expresidente de FIFA, Joseph Blatter. Ese chico tan correcto, criado y educado en La Masía del Barcelona Fútbol Club le gustaba a todo el mundo, menos a los argentinos.
A Lionel Messi, que de él estamos hablando, los argentinos lo criticaban porque según la mayoría de ellos “no había ganado nada” con la camiseta de la selección, a pesar que ganó dos Mundiales Sub 20 y la medalla de Oro de los Juegos Olímpicos y porque “no cantaba el himno”, pero además despectivamente decían que era un gran jugador, pero que no era un líder, que no hablaba en la cancha con árbitros y rivales y que no se imponía en la cancha con sus compañeros.
Por eso, la versión de Messi que se mostró en la pasada Copa América hizo pensar al mundo que el jugador está en un declive futbolístico, pero hizo que los mismos argentinos que lo criticaban, empezaran a amarlo. Vieron a un Messi cantando el himno nacional con fruición y en voz alta. A un jugador que protestaba y devolvía golpe por golpe, el que le pegaban los rivales (la imagen de los pechazos con Gary Medel algunos la tienen en su teléfono celular y la miran seguido) y que al mejor estilo Maradona terminara tratando a los dirigentes de la Conmebol de corruptos y que los árbitros salieron a perjudicarlos, con la complicidad del VAR.
Ese Messi al que le cuesta apilar rivales, como lo hacía hasta hace muy poco, pero que tiene la lengua más larga y ya no se reprime es el que los argentinos quieren, porque lamentablemente siempre lo compararon con Maradona y son personas muy distintas, aunque jueguen parecido. Por eso Messi se tuvo que maradonizar y volverse un rebelde, a veces sin causa, para ganarse el corazón de la “hinchada”.
Con los mismos argumentos que antes lo denostaban, ahora lo elogian. Empezó a valer ser subcampeón Mundial en Brasil 2014 y ya no importan las dos finales perdidas por penales ante Chile en la Copa América, sino el haber llegado a esas finales.
Lionel Messi es el goleador histórico de la selección Nacional con 68 goles, 35 más que Maradona y 12 más que Gabriel Batistuta. Nunca dudó en jugar en la selección argentina a pesar que en España le ofrecieron todo para que juegue en la Roja. Después de perder la final del Mundial 2014 ante Alemania se retiró de la selección decepcionado, pero volvió por el amor que le tiene a la camiseta, pero recién la gente lo empezó a amar cuando se enojó y salió desencajado a insultar a los dirigentes de la Conmebol, como cuando Maradona en Italia puteaba al público que le silbaba el himno. Ahora sí es Argentino, aunque no juegue tan bien.
Foto tomada de https://historia-biografia.com