1. Una introducción necesaria.
Orígenes y auge del poder mafioso en Argentina (Septiembre de 2017) 5
2. En torno del concepto de
dictadura mafiosa (Septiembre de 2017) 9
3. Argentina en
contrarrevolución accidentada (Abril de 2017) 15
4. Las lumpenburguesías
latinoamericanas. Élites económicas y decadencia sistémica (Mayo de 2016) 21
5. Después del golpe blando
(Abril de 2016) 27
6. Ilusiones progresistas
devoradas por la crisis (Marzo de 2016) 34
7. Tiempos oscuros (Diciembre
de 2015) 40
8. Los avatares de un sujeto
casi inexistente. Democracia ilusoria y reproducción del sistema (Septiembre
de 2015) 45
9. Economía de penuria y
revuelta popular (Agosto de 2001) 48
10. La instalación hegemónica
del parasitismo argentino (1981)
Prólogo del autor (Noviembre de 2017)
Entre la redacción de este prólogo (fines de Noviembre
de 2017) y la del primer capítulo
del libro (Septiembre de 2017) han sucedido hechos que
aceleran la tragedia argentina.
La estrategia gubernamental de control mediático
concluyó exitosamente su primera
etapa: la liquidación del grupo Indalo a través
de una venta forzada (combinación de
presiones fiscales y judiciales siguiendo el estilo
mafioso ya clásico del régimen) y de esa
manera el apoderamiento de canales de televisión como
CN23 o C5N (el más importante
canal de televisión con perfil opositor), radios de
gran alcance como Radio 10, diarios (por
ejemplo “Ambito Financiero”), portales de noticias,
productoras, editoriales, etc. Los
grandes medios de comunicación ya han sido devorados.
Luego del barrido grueso
seguramente comenzará dentro de no mucho tiempo el
barrido fino de medios de
comunicación de menor envergadura (radios y canales de
televisión locales, editoriales y
otras vías de información popular) para ello
seguramente profundizarán y extenderán las
técnicas ya en curso (coacción física, arbitrariedades
policiales y judiciales, etc.). El
objetivo es la conformación de un sistema
comunicacional completamente regimentado no
al estilo de las viejas dictaduras militares sino
siguiendo el nuevo esquema flexible y
embrutecedor de la era de la Guerra de Cuarta Generación (desintegración
cultural de la
población combinada con manipulaciones puntuales de alta intensidad).
También apareció el cadáver de Santiago Maldonado confirmando así su
asesinato
ejecutado por la Gendarmería Nacional actuando bajo ordenes de la
Ministra de
Seguridad, Patricia Bullrrich (evidentemente por encargo del presidente)
y de su Jefe de
Gabinete, Pablo Noceti quien en el pasado se había destacado como
abogado defensor
de militares genocidas1. La cacería racista contra
el pueblo mapuche continuó sin tomarse
siquiera un respiro luego del asesinato de Maldonado y hacia fines de Noviembre
logra
nuevas víctimas. El asesinato de Rafael Nahuel,
cometido por la Prefectura Naval,
nuevamente bajo ordenes directas del Ministerio de
Seguridad, expresa mucho más que
el ensañamiento del gobierno contra el pueblo mapuche,
lo que a comienzos de 2016 se
presentaba como un régimen de CEOs, ladrones de alto
vuelo y guante blanco, comienza
a mostrar su esencia criminal, los hábitos
sanguinarios de la mafia se van instalando en
medio de la podredumbre del país burgués, renace el
terrorismo de estado.
La ola represiva no hace más que comenzar, el círculo
superior del Poder sabe muy bien
que la intoxicación mediática tiene rendimientos
decrecientes a medida que el desastre
económico y social se va profundizando, la perdida de
eficacia de ese instrumento
requerirá cada vez más del empleo de la fuerza bruta.
En estos días fue conocida la
información de que el Grupo Halcón de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires había
realizado un viaje de entrenamiento a los territorios
palestinos ocupados por Israel, allí
recibieron capacitación israelí en técnicas represivas
contra la población civil
2.
1 Pablo Noceti “es abogado y hasta su designación en
el Ministerio de Seguridad, era uno de los
abogados del estudio de Alfredo Battaglia y Luis
Fernando Velasco, que se dedica a ejercer la defensa
de represores acusados por crímenes de lesa humanidad
en distintas provincias, y también lo hizo en
Entre Ríos. Battaglia, por ejemplo, fue defensor del
dictador Leopoldo Fortunato Galtieri…. Noceti fue
defensor de Naldo Miguel Dasso, ex jefe del Regimiento
de Concordia entre 1975 y 1977, condenado a
prisión perpetua por el secuestro de cuatro personas y
las desapariciones forzadas de Sixto Francisco
Zalasar y Julio Alberto Solaga, delitos cometidos en
el marco del “segundo genocidio nacional”, como lo
calificó el Tribunal Oral Federal de Paraná en su
sentencia”, Análisis Digital, 15/08/2017, “Noceti, el
defensor de genocidas que estuvo al frente de la
represión en la que desapareció Santiago Maldonado”,
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=259548
2 “El grupo especial de la
Policía Bonaerense denominado grupo Halcón viajó a territorios palestinos
ocupados para recibir una capacitación…
en prevención, disuasión, planificación y ejecución de
ataques. Asimismo se capacitaron en
conocimiento de explosivos, preparación física y mental de policía
de elite” según la
información oficial disponible. Resumen Latinoamericano /ANRed/ 21 noviembre
2017,1
Respaldados por el gobierno, servicios de inteligencia
de Estados Unidos como la CIA y la
DEA o la Mossad de Israel han penetrado en profundidad
no solo en las estructuras de
inteligencia, policías y sistemas de seguridad
interior en general sino también en áreas
políticas como el Ministerio de Relaciones Exteriores.
La DEA, por ejemplo, especializada
en el tráfico de drogas, tiene una actuación destacada
en países como Paraguay,
Colombia, México… y Argentina. El control de ese
tráfico (y no su eliminación) le permite
manipular a políticos, empresarios, policías y otros
para utilizarlos en sus diversas
operaciones coloniales. En el caso argentino, la
asociación entre servicios
estadounidenses, israelíes y europeos ha logrado en
estos dos últimos años no solo la
consolidación o reconquista de espacios de influencia
anteriores sino además avances
notables en áreas políticas y militares del estado de
gran importancia estratégica3.
Por otra parte aprovechando su buen resultado
electoral el gobierno avanzó rápidamente
en su ofensiva intimidatoria contra la oposición
poniendo en prisión (show-linchamiento
mediático mediante) al ex Vicepresidente Amado Boudou
y al ex Ministro de Planificación
Julio De Vido al mismo tiempo que lanzaba iniciativas de “reformas”
laboral, previsional y
fiscal que iban mucho más lejos en la agresión a trabajadores y
jubilados que lo que
habían logrado gobiernos civiles derechistas como los de Menem y De la
Rua o la última
dictadura militar, transfiriendo suculentos beneficios a los grupos
económicos más
concentrados.
Tampoco estuvo ausente el espacio ya bombardeado del poder judicial,
prosiguió la
limpieza de magistrados fuera de control como la Procuradora General de
la Nación Gils
Carbó o los jueces Freiler y Arias. La mafia necesita de manera urgente
disciplinar
completamente a ese sector no solo para poder utilizarlo de manera
cómoda en sus
acciones represivas sino también para amortiguar la ola ascendente de
descubrimientos
de sus negocios ilegales, desde los Panamá Papers hasta el affaire
Odebrecht4, pasando
por innumerables casos de corrupción que involucran a la casi totalidad
del gobierno.
Avanzando a
toda máquina
Luego de dos años de avance sistemático la sombra de la dictadura
mafiosa se extiende
ahora sobre el conjunto de la sociedad argentina, una pequeña camarilla
concentra los
tres poderes del estado así como los poderes económico y comunicacional,
lo que resta
fuera de su alcance se presenta como un abanico de fuerzas impotentes
ante la
aplanadora del régimen. El bloqueo completo del sistema institucional
podría ser logrado
próximamente si Macri consigue imponer el voto electrónico, la farsa
electoral coronaría el
show macrista. Como en los viejos tiempos de la dominación oligárquica
la soberanía
popular, hoy bastardeada por la conjunción mediática-judicial, sería
totalmente anulada
por el fraude.
“El grupo Halcón de la policía argentina se entrenó en
territorios ocupados palestinos”,
http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/11/21/el-grupo-halcon-de-la-policia-argentina-se-entrenoen-
territorios-ocupados-palestinos/
3 “Varias fuentes señalan que, concretado el triunfo
(de Macri) en las elecciones presidenciales, estas dos
embajadas (las de Estados Unidos e Israel) dieron
nombres para la conformación del Gabinete
Nacional. La norteamericana habría “sugerido” a Susana
Malcorra para conducir la política exterior
argentina, y la israelí habría “pedido” que la titular
del Ministerio de Seguridad sea Patricia Bullrich. Las
políticas llevadas adelante desde cada una de estas
Carteras tienden a confirmar esas apreciaciones”.
Héctor Bernardo, “, "La seguridad argentina en
manos de Israel y la Mossad", Contexto, Nov 19, 2016,
http://www.diariocontexto.com.ar/2016/11/19/la-seguridad-argentina-en-manos-de-israel-y-la-mossad/
4 “Revelan que Mauricio Macri es socio de Odebrecht”,
Ámbito Financiero, domingo 6 de Agosto de
2017,http://www.ambito.com/892596-revelan-que-mauricio-macri-es-socio-de-odebrecht2
Sin embargo el ascenso de las acciones represivas que culminaron con la
captura y
asesinato de Santiago Maldonado o la sucesión de atropellos a docentes,
discapacitados
y jubilados no afectaron a su base electoral, el bombardeo de los medios
de comunicación
alcanzó para preservarla.
Se trata de un fenómeno novedoso, dictatorial pero civil y adornado con
títulos
constitucionales, esgrimiendo su origen “democrático” (evidentemente
impuesto por una
gigantesca manipulación mediática). Heredero de la euforia gorila de
1955 que reunió a
clases medias y altas rodeando a los militares golpistas, aparentemente
extinguida pero
reapareciendo luego de una prolongada latencia, escondida en lo más
profundo del alma
de la derecha argentina y heredando también la obsesión antisubversiva
de 1976, prima
hermana de lo anterior.
En suma una dictadura que ha podido instalarse sin sacar los tanques a
la calle,
exhibiendo buenos modales que de todos modos no pueden ocultar su
incultura
(subcultura primitiva de la lumpenburguesía).
Respaldada por masas clasemedieras
excitadas no solo contra los pobres (como sus
ancestros gorilas) sino también contra el progresismo y su espacio cultural
considerado una cueva de ladrones y transgresores por sus hipnotizadores
mediáticos a los que aún obedecen arrastrando en el delirio a fragmentos
importantes de la clases bajas. Y como otras veces combinando cínicamente
moralismo discursivo, cruzada retórica contra la corrupción, con robos
descomunales y demás delitos flagrantes presentados como sinceramientos,
ajustes necesarios o simplemente negocios normales.
Mezcla neofascista del siglo XXI cuyos conductores
juegan al pocker al borde del abismo,
inflando sin cesar una burbuja financiera destinada a
estallar.
Nunca antes los argentinos habían conocido algo
parecido, la irrupción de un régimen civil
dictatorial ejercido directamente por el nivel
superior del poder económico aparece como
un hecho sorprendente.
Lo que presenta la historia nacional es una larga
sucesión de gobiernos populares
estratégicamente débiles, dictaduras militares más o
menos sanguinarias y gobiernos
civiles conservadores inestables bajo el control de la élite empresaria
y en ciertos casos muy presionados por el poder militar. La secuencia
confirmaba la permanencia del círculo vicioso del subdesarrollo
cuya dinámica logró finalmente producir un salto cualitativo monstruoso. Ya que
mirando hacia atrás podemos comprobar que ese proceso degradaba
más y más a la estructura social en su conjunto, engendraba y expandía
tendencias
destructivas no solo a nivel de las élites dominantes, que se iban
transformando en
bandas depredadoras, sino también de amplios sectores de las clases
medias
encandiladas por los de arriba y acumulando desprecio hacia los de
abajo. Barbarie que
se fue extendiendo hacia las clases bajas fragmentadas por décadas de
desindustrialización, donde se acentuaban las diferencias entre los
integrados y los
marginales, donde la mayor parte de los aparatos sindicales pasaron a
ser las plazas
fuertes de burócratas sumergidos en el delito. La mansedumbre de los
jefes la CGT ante
las arremetidas del gobierno contra los asalariados se explica no solo
por la proximidad
ideológica entre ambos sino también, principalmente, por la
vulnerabilidad judicial de los
burócratas.
La élite mafiosa fue imponiendo decisiones que perjudican a la inmensa
mayoría de la
población, pero esa mayoría objetiva está escindida entre quienes
reaccionan y se
defienden (sin atreverse, por ahora, a traspasar los límites que les
fijan sus verdugos) y
los que festejan estúpidamente a los bandidos que les roban. Dentro de
este último sector
podemos diferenciar a quienes la euforia fascista les hace privilegiar
el odio social por
sobre el deterioro concreto de su situación material, de los que
consiguen mantenerse a
flote, como frágil clase media, transfiriendo el daño recibido hacia
otros más débiles que
ellos.
Neofascismo periférico del siglo XXI, novedoso y entonces difícil de
describir empleando
esquemas conceptuales del pasado. Asistimos a una gigantesca crisis de
percepción
donde lo evidente se hace invisible. El sector derechizado de la
población celebra la
derrota del “populismo”, vota contra el “populismo”
mientras
la nave en la que está
embarcado se encamina hacia el desastre financiero y sus inevitables
tragedias sociales.
Frente a ello el grueso de la oposición aparece dominada por una suerte
de droga
pacificadora que le impide reconocer la realidad, se aferra a los mitos
de una
institucionalidad podrida, quiere creer que la dictadura mafiosa es una
democracia
“restringida” o “de baja intensidad” o “condicionada” o “burguesa” según
la inclinación del
observador. Pero se niega a reconocer a la dictadura como dictadura ni a
su naturaleza
mafiosa, decadente, como un aspecto decisivo, irreversible de la alta
burguesía argentina
y en consecuencia de la cultura dominante penetrando en un amplio
abanico de
jerarquías sociales inferiores.
Porque hacerlo significa sacar los pies del plato, romper con el
sistema, postular una
resistencia popular que apunte hacia la transformación (democratización)
profunda de la
sociedad, regenerada sobre la base de la erradicación del poder
elitista, de sus
estructuras mediáticas, institucionales, financieras, agrarias,
industriales, de los lazos de
sometimiento colonial.
El de Argentina no es un caso aislado, en América Latina asistimos a
fenómenos
parecidos, basta con observar las realidades de Paraguay gobernado por
un
narcopresidente, de Brasil después del golpe de estado con un gobierno
de bandidos
completamente impopular e inestable, de México, Colombia, República
Dominicana...
Una mirada más extendida nos permitiría ver a un planeta capitalista
todavía bajo
dominación (declinante) occidental controlado por lumpenburguesías
basadas en los
negocios financieros y una amplia variedad de actividades gangsteriles
donde se destaca
el Imperio estadounidense con una economía desquiciada y “gobernado” por
un
presidente grotesco. Desde el punto de vista global Macri no es una
excepción aunque
tiene sus rarezas, producto tal vez de la especificidad de la
degeneración argentina. El
hecho de que un país se encuentre gobernado por el primogénito de un
clan mafioso
sobre el que sobrevuela la sombra de la ‘Ndrangheta no es un caso
habitual. Suena
extraño, parece un film fantasioso inspirado en “El Padrino”. Aunque la
realidad es mucho
más compleja, Macri es una suerte de primus inter pares, número uno (no
sabemos
durante cuanto tiempo) de una articulación mafiosa que reúne a los
dueños reales del
país. Asociación inestable excitada por el saqueo, inmersa en un mundo
burgués
financierizado acosado por la crisis económica y geopolítica.
La ideología de la élite argentina no se nutre de paradigmas imperiales
relativamente
estables como ocurrió con la vieja oligarquía y su relación cipaya con
el Imperio Inglés o
incluso con la clase alta del pasado más reciente alimentada por la
ilusión de formar parte
del Imperio norteamericano considerado el imbatible centro del mundo.
Esta es una
camarilla nihilista navegando a la deriva, solo interesada en el corto
plazo. Ni siquiera
esgrime valores autoritarios viejos o nuevos sino solo la brutalidad del
poder
autolegitimado a través del periodismo mercenario.
4
1
Una introducción necesaria.
Orígenes y auge del poder mafioso en Argentina
Septiembre de
2017
Este libro reúne una serie de textos producto de la reflexión acerca de
la prolongada
degradación de la sociedad argentina. Nos encontramos ante una situación
que escapa a
los viejos paradigmas aunque las cabezas de muchos argentinos no
perciben esa nueva
realidad, en especial las de su clase política.
No es la primera vez que eso sucede, la derecha pero también la izquierda
(salvo unas
pocas excepciones) no supieron entender la naturaleza de los cambios que
se habían
producido en los años 1940; la industrialización, la emergencia de las
masas obreras y de
formas culturales nuevas descolocaron a quienes seguían pensando en
términos de una
realidad superada. El ascenso peronista quebró prejuicios, hizo
obsoletas interpretaciones
que formaban parte del llamado sentido común. El fenómeno se produjo en
un contexto
internacional signado por la declinación de la superpotencia imperial
dominante:
Inglaterra, que entre las dos guerras mundiales fue perdiendo fuerza
acosada por
candidatos a la primacía que fracasaron como Japón o Alemania y de otros
que desde
1945 pasaron a dominar el escenario global: los Estados Unidos y la
Unión Soviética.
La mutación industrial con fuerte contenido nacionalista con sus
sindicatos obreros, las
masas populares peronistas, los discursos encendidos de Evita, la
llegada del voto
femenino... aparecían ante los ojos y oídos de los grupos sociales
tradicionales como una
aberración destinada a evaporarse como un mal sueño o como una
desviación
demagógica pasajera. No se daban cuenta que, más allá de la duración de
la presidencia
de Perón, se habían producido cambios estructurales y culturales
profundos enlazados a
nivel global con el ascenso del keynesianismo, de la intervención del
estado en la
economía, la promoción del mercado interno, la integración de las clases
bajas y la
ampliación del espacio de los “países socialistas” desplegado por
Eurasia desde Alemania
oriental hasta China.
Como sabemos, la dictadura militar instaurada en 1955 no pudo retrotraer
al país al
mundo anterior al aluvión peronista. La república oligárquica
agroexportadora había
quedado enterrada en el pasado aunque muchos de sus mitos persistieron
en extendidos
grupos de las clases medias y altas nutriendo al régimen dictatorial
iniciado en 1976 y
reapareciendo triunfalistas en el golpe blando de 2015.
Nos encontramos ahora ante una transformación completamente opuesta a la
de los años
1940. No se trata de una mutación industrial integradora sino por el
contrario de una
degeneración parasitaria del sistema que ha llegado a un punto de
inflexión caracterizado
por el rápido ascenso hacia el poder total de una élite mafiosa con
aspiraciones
dictatoriales. No se trata de un fenómeno inesperado sino del resultado
de un largo
proceso de envilecimiento social motorizado por las clases altas,
expandiéndose hacia
abajo, zigzagueante, pudriendo estructuras estatales, sindicales,
políticas y formas
culturales. El primer salto cualitativo se produjo en 1976 cuando la
cúpula del capitalismo,
devenido lumpenburguesía, se adueñó del poder bajo la forma de dictadura
militar. Tomé
nota del hecho en un texto publicado en el exilio hacia 1981 reproducido
ahora en este
libro (ver Capítulo 10, “La instalación hegemónica del
parasitismo argentino” ). Se trató de
5
una arremetida sangrienta cuyo nivel de criminalidad es solo comparable
al exterminio de
los pueblos originarios y al aplastamiento de las resistencias criollas
del interior del país,
ocurridos aproximadamente una siglo antes.
La democracia condicionada establecida en 1983 no erradicó el mal, por
el contrario se
adaptó a las imposiciones de las élites que siguieron con sus
depredaciones amparadas
en el sometimiento colonial hasta llegar al desastre de 2001. En esos
años se iba
imponiendo (recesión mediante) la dinámica de una economía de penuria
para las
mayorías populares funcionando a baja intensidad, destruyendo
(devorando) segmentos
enteros del tejido productivo. Ello fue descripto en un artículo que
publiqué en Agosto de
2001 (ver el Capítulo 9, “Economía de penuria y revuelta popular”) donde
señalaba que la
reproducción del capitalismo colonial-parasitario que venía de obtener
victorias decisivas
en los años 1990 llevaba a la conformación de un sistema caracterizado
por bajas, nulas
o negativas tasas de crecimiento económico, afectado por la rapiña
incesante de las élites
dirigentes ampliando el espacio social de la pobreza y la indigencia.
Esa trayectoria fue
cortada por la rebelión popular de 2001 y la llegada del kirchnerismo en
2003 que revirtió
el proceso de desindustrialización y concentración de ingresos, aunque
no lo hizo
destruyendo al sistema heredado, sino integrando de manera provisoria e
inestable a la
población saqueada. Lo logró combinando formas keynesianas
mercado-internistas
suaves con el aprovechamiento de una coyuntura económica y política
regional y global
favorable. Más adelante la profundización de la crisis mundial a partir
de 2008-2009, que
se aceleró en 2014, sumada al agotamiento de la ampliación indolora del
mercado interno
sentaron las bases para la derrota del entreacto progresista y la
reinstalación de la
derecha. No se trató de la simple repetición de las viejas políticas
neoliberales sino del
despliegue de una contrarrevolución cuya originalidad y magnitud ha
sorprendido a sus
víctimas que no esperaban semejante avalancha de atropellos (ver el
capítulo 3,
“Argentina en contrarrevolución accidentada”). Durante 2016 se produjeron
enormes
transferencias de ingresos hacia las clases altas, especialmente hacia
un reducido núcleo
de intereses convertido en una articulación de bandas saqueadoras que se
apropiaron
velozmente de ingresos fiscales, masas salariales y beneficios comerciales
e industriales
y que pusieron en marcha mecanismos de endeudamiento público y evasión
de capitales
hacia el exterior. La depredación quedó bajo el triple paraguas
protector de la corrupción
parlamentaria, la complicidad judicial y sobre todo de la manipulación
mediática. En 2017
se prolonga el saqueo y la intoxicación mediática comienza a mostrar
signos de
saturación, persiste y se amplía el descontento popular y en
consecuencia va emergiendo
la marea represiva. La fuerza bruta y la intimidación física apuntan a
bloquear las
protestas que ya no pueden amortiguar los medios de comunicación.
Convergen hechos que van conformando el último tramo del camino que
conduce hacia
la dictadura mafiosa. La desaparición de Santiago Maldonado inmersa en
una escalada
represiva coincide con la criminalización mediática de opositores reales
mezclados con
enemigos imaginarios convertidos en enemigos absolutos, apestados a
exterminar, masa
“subversiva” confusa señalada en las operaciones arbitrarias del Poder.
A ello se suma el
fraude comunicacional (o probablemente algo peor) en las elecciones
primarias de agosto
marcando un antes y un después en el proceso reaccionario en curso.
La ola contrarrevolucionaria de 1976 contó con la intermediación
militar; la de los años
1990 empleando principalmente a la clase política, pero la de 2015 es
protagonizada de
manera directa por la cúpula mafiosa prescindiendo de intermediarios
significativos,
rodeada por una corte sumisa de comunicadores, jueces, sindicalistas,
gendarmes y
policías. Esta hiperconcentración de poder es no solo peligrosa para las
víctimas sino
también para la propia mafia dirigente, ahora visible para todos, sin
chivos expiatorios
ante eventuales rebeliones de los de abajo.
6
La historia nos enseña acerca del rol de los eunucos en la decadencia
del imperio
romano, perros fieles del emperador, incapaces de usurpar su poder y al
mismo tiempo
ejecutores de sus decisiones por encima de aristócratas y plebeyos. De
tanto en tanto
cuando el descontento de los súbditos amenazaba convertirse en huracán o
cuando el
gran chambelán eunuco adquiría demasiada independencia respecto de su
amo, este
último lo liquidaba o lo entregaba a la venganza de los descontentos. La
ceocracia
macrista parece señalar la superación burguesa-mafiosa del eunuquismo
tanto
político
como militar, resultado de la acumulación de poder directo por parte de
la élite y tal vez
también de la ineficacia operativa de esos sirvientes ante un sistema
que para
reproducirse necesita de la mano política dura y despiadada, y de la
inteligencia
saqueadora de la alta lumpenburguesía. El fenómeno también aparece como
la resultante
de un complejo proceso de degradación de las mediaciones políticas y
militares expresión
de la decadencia general del sistema. La que forma parte de la crisis
global -marcada
entre otros
aspectos por el enfriamiento económico y en consecuencia de las
oportunidades comerciales y financieras internacionales de la élite
local y de los capitales
transnacionales instalados en la colonia argentina- acentuando la rapiña
del mercado
interno comprimido más y más por los sucesivos saqueos.
La debilidad estratégica de los integrantes de la actual oposición, su
incapacidad para
superar los límites de un sistema decadente, permitió antes de diciembre
de 2015 que las
fuerzas reaccionarias ampliaran su capacidad operativa, agruparan clases
medias,
penetraran ideológicamente en las clases bajas aprovechando su
fragmentación y facilita
ahora la instalación dictatorial del poder mafioso. El realismo mediocre
del progresismo y
de la pequeña izquierda herbívora aferrados a los resquicios formales
del sistema, a sus
ficciones institucionales, ha formado y forma parte del proceso de
degradación de la
sociedad argentina. Su negativa delirante a reconocer la magnitud del
desastre, a llamar
al poder dictatorial en desarrollo por su nombre, ayuda a la
legitimación de este último,
entorpece el necesario despliegue de la resistencia popular. Navega en
fantasías
justificadoras de su impotencia acerca de un gobierno cuyo origen
electoral
(evidentemente tramposo) le otorgaría credenciales democráticas. Algunos
aspirantes a
eunucos han llegado a referirse a la existencia de una “derecha
democrática” gobernante,
autoritaria pero constitucional, salvaje pero civilizada, depredadora
pero en última
instancia responsable. El culto “progresista” al oxímoron convierte a su
mamarracho
discursivo en una suerte de pensamiento confuso, ni siquiera ideológico,
resultado de una
grave crisis de percepción de la realidad, tal vez desbordado por ella,
tal vez como forma
de adaptación al infierno mafioso. Como la dictadura mafiosa no está
todavía
completamente instalada sino en proceso de instalación afirman
sabiamente que “esto no
es una dictadura”… ¿entonces estamos en
democracia?, tampoco o si pero no del todo.
Así es como se pierden en un mar de conceptos rebuscados tratando de
describir algo
que todavía no es completamente pero que está empezando a ser, que ya ha
recorrido
una buena parte del camino siniestro. Se niegan a admitir la orientación
del proceso, su
dinámica concreta. El presunto paciente está vivo o está muerto y si
está vivo no hay
porque alarmarse. Razonando de esa manera enfermedades y agonías serían
inventos
extremistas y la ciencia médica carecería de sentido.
Este libro no pretende oponer soluciones positivas, proyectos o medidas
de gobierno
alternativas, solo trata de describir la realidad tal cual es, llamar a
las cosas por su
nombre, poner al descubierto protagonistas y fenómenos decisivos, lo que
constituye una
tarea muy osada apuntando a romper telarañas conservadoras, hipocresías
oficialistas y
opositoras. Goethe señalaba que quien en tiempos oscuros distorsiona la
realidad
contribuye a la confusión general pero que quien se atreve a mostrarla
sin ocultamientos
abre las puertas de un mundo nuevo. Nietzsche agregaba
que el valor de unser humano
7
se mide según la cantidad de verdad que es capaz de
soportar. Estos son tiempos de
dura prueba para las mayorías populares, de demostración de su nivel de
compresión de
la tragedia que está viviendo y por consiguiente de su capacidad de
reacción.
Este libro se refiere a Macri pero no se limita a él sino que trata de
insertarlo dentro de
una historia más amplia de la que emerge el personaje, señala indicios
de la trama
mafiosa de su clan familiar pero no busca colocarlo en el centro de la
escena. No busca
echarle toda la culpa a una familia mafiosa pero tampoco intenta diluir
sus fechorías en el
océano inasible de la “burguesía” o del “capitalismo” en general. Ambos
procedimientos
tienden a ocultar a la élite dominante concreta con sus estructuras
visibles u ocultas,
donde pululan los magnetto, los rocca, los ratazzi, los benetton y
también los macrì.
Macrì no es un aventurero solitario sino el engendro de la degradación
estructural y
cultural de la sociedad argentina, fenómeno complejo que fue madurando
durante muchas
décadas. Tampoco la marcha hacia el poder dictatorial es la irrupción
sorpresiva de una
aberración a contramano de la democracia sino la etapa presente de la
degeneración de
una seudo-democracia, de una “democracia” condicionada por la élite
dominante con sus
jueces, sus medios de comunicación, sus aparatos de inteligencia, sus
capos financieros
y las intrusiones imperiales de los Estados Unidos (ver el capítulo 8, “Los
avatares de un
sujeto casi inexistente. Democracia ilusoria y reproducción del
sistema”). Quienes
entendíamos eso no nos sorprendemos ahora, quienes no querían entender
antes se
hacen ahora los sorprendidos. Quienes entendemos el carácter
profundamente decadente
del capitalismo argentino no vemos otra posibilidad de regeneración
social que la que
pasa por la erradicación de las estructuras básicas del sistema. Quienes
siguen viviendo
de ilusiones, buscan y buscan resquicios, pequeñas reformas posibles que
hagan
soportable la degradación general.
Conclusión: Argentina se encuentra al borde de la instalación de un
régimen dictatorial
con rostro civil en cuya cúpula se encuentra una articulación de
carácter mafioso donde
se combinan negocios empresarios de alto vuelo con otros claramente
ilegales como la
trama del narcotráfico. En ese sentido es posible hablar de
lumpenburguesía dominante y
transnacionalizada subordinada a los Estados Unidos. En la base de ese
poder aparecen
espacios sociales de clase media impregnadas de un neofascismo muy
agresivo
alimentado por una manipulación mediática abrumadora. Falta muy poco
para que la
dictadura se despliegue de manera integral sobre la sociedad argentina.
Su destino
depende de varios factores entre ellos el futuro de su amo imperial
norteamericano
actualmente en retroceso geopolítico a nivel global, acosado por su
crisis económica y
sometido a fuerzas entrópicas internas de gran envergadura. También
depende de los
avatares de la vorágine saqueadora en la que esta sumergida la élite
dominante donde se
destaca una burbuja financiera que crece en progresión geométrica y de
la durabilidad del
fascismo rabioso de sus apoyos de clase media a los que la degradación
económica
general terminará por afectar. Finalmente la gran incógnita es la futura
masividad y
radicalización de una resistencia popular que viene demostrando su
magnitud pero que
aún no ha dado el salto hacia la confrontación total desplegando todas
las formas posibles
de lucha contra un régimen que debe ser destruido para que el país
supere su
decadencia.
8
2
En torno del concepto de dictadura mafiosa
Septiembre de
2017
La utilización del concepto de dictadura mafiosa busca
diferenciarse de
conceptualizaciones más convencionales y el hecho de que se refiere hoy
en Argentina a
un fenómeno en formación, inestable, que aún no ha llegado a su
realización completa y
con un futuro incierto, hace difícil su instalación incluso en los
ambientes más politizados.
Empiezo por señalar que no es la dictadura mafiosa.
No se trata de una tentativa de control totalitario de la sociedad al
estilo de los regímenes
fascistas clásicos, tampoco se trata de una dictadura militar como las
que han atravesado
la historia latinoamericana y de otras regiones de la periferia, ni de
una dictadura
oligárquica con imagen civil donde una pequeña élite basada en un área
central de la
economía real controlaba el aparato del Estado adaptándolo a sus
necesidades como fue
el régimen oligárquico argentino fundado en la propiedad terrateniente
(aunque con
intereses diversificados hacia otras áreas como el comercio y las
finanzas).
Todos esos sistemas formaron parte del mundo económico e ideológico del
siglo XX y en
algunos casos emergieron desde las últimas décadas del siglo XIX, fueron
algunas veces
las componentes subdesarrolladas de la modernidad capitalista en
expansión global y en
otras, tentativas de recomposición, de superación dictatorial de sus
crisis. Ahora
transitamos las primeras décadas del siglo XXI en plena decadencia
general de la
civilización
burguesa donde la financierización y otras formas parasitarias han establecido
su hegemonía.
Es precisamente el carácter parasitario-depredador lo que la distingue
de otras
experiencias dictatoriales y es su intento por concentrar en una pequeña
camarilla la
totalidad del poder lo que establece el punto de encuentro entre todas
ellas.
Cuando profundizamos el caso argentino constatamos que la tentativa
macrista incluye
herencias, restos más o menos explicitados del pasado, junto a novedades
(dominantes)
que marcan su originalidad. Hereda nostalgias oligárquicas presentes en
todos los golpes
militares referidas al viejo orden conservador centrado en la economía
agroexportadora
apoyada en una jerarquía social elitista, “abierta al mundo” como
satélite colonial. En ese
sentido comparte las ilusiones de las aventuras militares, desde 1930 a
1976,
empecinadas en someter de manera definitiva a las mayorías populares,
antes con el
poder de las armas y ahora con los poderes mediático y judicial,
complementado con
dosis crecientes de violencia física. También alberga componentes
fascistas
descongeladas o renovadas que a veces saltan la barrera de la discreción
a través de
alguna declaración “desafortunada” o “mal interpretada” de un
funcionario desprolijo o de
un comunicador demasiado suelto de lengua. Las antiguas latencias
gorilas se combinan
con intentos tortuosos de suavización de la imagen criminal de la última
dictadura militar y
de redemonización de sus víctimas, especialmente de quienes la
enfrentaron. En este
último caso la cosa va más allá de la reconstrucción cultural
reaccionaria, de la
legitimación de
un pasado tenebroso y aparece formando parte del intento de
recomposición de lo que fue la pata civil de la dictadura
de 1976, instalando condiciones
psicológicas y cambios en los dispositivos represivos que permitirían
poner nuevamente
en escena a la pata militar ante las previsibles
resistencias de los de abajo.
La contrarrevolución macrista nutre su comportamiento desde todas esas
fuentes del
pasado, subsuelo ideológico de su base social, pero introduce novedades
a tono con el
contexto global que sobredeterminan su funcionamiento y que expresan de
manera clara
9
el nivel al que ha llegado la clase dominante argentina resultado de un
prolongado
proceso degenerativo.
La reproducción del capitalismo argentino fue incorporando de manera
creciente
elementos parasitarios desplazando desarrollos productivos, desde la
especulación
financiera y comercial hasta llegar a un amplio espectro de actividades
ilegales donde se
mezclan el contrabando, estafas de todo tipo, narconegocios, etc. En la
cumbre del
sistema la reproducción productiva quedó subordinada a la reproducción
parasitaria.
Los Macri
El apellido Macri, su localización en Argentina, su origen y extensiones
en Italia ilustran
bien, tanto la mutación globalista de las redes mafiosas tradicionales,
como la
transformación mafiosa de la alta burguesía argentina coincidente con
fenómenos
similares a escala global. Ese apellido hunde sus raíces en Calabria,
algunos biógrafos
señalan que se trata de una familia que en el siglo XIX se destacaba
como propietaria
terrateniente de la región con lo que tal vez intentan adornarla con un
cierto pasado
aristocrático. En realidad como es bien
sabido las estructuras mafiosas no solo de
Calabria, sino también de Sicilia y otras zonas de Italia se originaron
precisamente en
grupos terratenientes tradicionales que buscaban preservar su poder ante
la irrupción del
estado moderno. El abuelo Giorgio Macrì hizo buenos negocios en Italia
vinculados al
poder fascista en el sector de la construcción pero después de 1945 con
la derrota de sus
protectores debió emigrar, se instaló en Argentina y su primogénito
Franco desplegó una
fulgurante (y sospechosa) carrera empresaria fundada también en negocios
en el sector
de la construcción rápidamente diversificados y casi siempre enredados
en la corrupción
estatal. Durante la última dictadura militar dio el gran salto que lo
ubicó en el más alto
nivel del poder económico argentino: el grupo Macri poseía formalmente 7
empresas en
1976 y 47 en 19835. En esa época aparecen
relaciones tanto de él como de su hermano
Antonio con la logia mafiosa italiana P2 que había asociado a varias
estructuras
criminales de Italia (provenientes de la Cosa Nostra siciliana, la
‘Ndrangheta calabresa,
etc.) en estrecha relación con el aparato de inteligencia de los Estados
Unidos (eran los
tiempos de la Guerra Fría)6.
El nombre “Antonio” recorre buena parte de la historia familiar
-que en ciertos casos está
misteriosamente atravesada por espacios en blanco-, recordemos entre
otros a Antonio,
hermano de Franco, a Antonia hija de Mauricio o a Antonio hijo de su
primo Jorge, etc.
Curiosamente el nombre Antonio se reitera sistemáticamente a lo largo
del árbol
genealógico familiar. Aunque si buscamos a “Antonio Macri” en Wikipedia
en inglés7
encontraremos la historia de aquel nacido en Siderno, Calabria en 1902 a
solo 24
kilómetros de la ciudad de Polistena donde nació el abuelo Giorgio (en
1898). Antonio se
hizo más adelante célebre como Zzi'ntoni, el capobastone
o
jefe mafioso más importante de Calabria. En su biografía figura como el gran
modernizador de las prácticas mafiosas
calabresas al introducir al tráfico de drogas como actividad central lo
que le permitió a esa
red, más conocida como ‘Ndrangheta, convertirse rápidamente en la
principal estructura
mafiosa italiana8. Se trata del tráfico de
cocaína y de la conexión Calabria-Colombia de la
5
Eduardo Aspiazu y Miguel Khavisse, “Deuda externa y poder económico en
Argentina”, Siglo XXI, 2004.
6
"La relación entre la mafia masónica P2 y la familia Macri, posible
próximo presidente de la Argentina" (reportaje a Gabriela Cerruti):
http://praiadexangrila.com.br/la-relacion-entre-la-mafia-masonica-p2-y-lafamilia-macri-posible-proximo-presidente-de-la-argentina/
José Steinsleger, “Trump y Macri: entre la Cosa Nostra y la logia P2”, La
Haine,
http://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/trump-y-macri-entre-la
7
Wikipedia, Antonio Macri, https://en.wikipedia.org/wiki/Antonio_Macr%C3%AC
8
https://en.wikipedia.org/wiki/Antonio_Macr%C3%AC 10
que Antonio (Zzi’ntoni) Macri fue un arquitecto decisivo. Lo que nos
lleva inevitablemente al apellido Mancuso, entre otros a Salvador o Salvatore
Mancuso (italo-colombiano) líder de los
paramilitares colombianos cuya relación con la DEA en especial y más en
general con las
fuerzas de intervención estadounidenses en Colombia está fuera de duda.
Era
considerado en la década pasada como “el más importante
aliado de la mafia calabresa”9.
Pero el apellido Mancuso figura también en Argentina10
en
el centro de las actividades de
la ‘Ndrangheta local.
Queda abierta la investigación acerca de las relaciones de parentesco
entre Antonio
(Zzi'ntoni) y Giorgio Macrì así como de las
posibles redes comunes de negocios en los
que ambos y sus descendientes estarían o no involucrados. Como sabemos,
en estos
casos se trata de posibles lazos difíciles de detectar, de trayectorias
que llevan a cualquier
lugar desviadas por pistas falsas o embrolladas en espacios
clandestinos.
Las relaciones entre las mafias y el aparato de inteligencia
norteamericano y sus
prolongaciones latinoamericanas están plagadas de accidentes,
cooperaciones estrechas,
traiciones, golpes bajos, protecciones y desprotecciones. A comienzos de
Junio de 2017
Vicenzo Macri, con pedido de detención de Interpol, era capturado en
Brasil, según la
información periodística “Macri pertenece a la familia mafiosa
de la 'Ndrangheta que
opera en Siderno, Calabria, es descendiente del
antiguo jefe de la familia Antonio Macri,
conocido como el "Boss de los dos mundos"
señalado por los fiscales italianos como la
"prueba viviente de la omnipotencia del crimen
organizado”...”11.
Retornando a la Argentina este entrecruzamiento transnacionalizado entre
narconegocios
y otros negocios ilegales, legales y semilegales ha ido conformando una
esfera
“empresaria” depredadora que otorga una identidad definida al
lumpencapitalismo local.
Hacia 2007 un experto en el tema entrevistado por Clarín pronosticaba
que "en una o dos
décadas como máximo, las actividades centrales de la
mafia calabresa en la Argentina no
tendrán más centro en el tráfico de cocaína. Serán los
negocios legales, fruto de la
extraordinaria acumulación de capitales de origen criminal,
los que les brindarán
beneficios enormes"12. Corresponde
agregar que, como lo está demostrando la realidad
argentina, esos “negocios legales” están casi siempre impregnados de
componentes
gangsteriles donde pululan políticos, comunicadores, jueces y otros
funcionarios públicos.
Mafia del
Siglo XXI, capitalismo del Siglo XXI
El caso Macri constituye un buen ejemplo local de un fenómeno global que
marca al
capitalismo del siglo XXI cuyos orígenes se remontan a las últimas
décadas del siglo XX
cuando la pérdida de dinamismo de la esfera productiva engendró un
proceso de
financierización (en el centro de un ascenso parasitario mucho más
amplio) que devino
hegemónico.
Podríamos describir un recorrido histórico en la cumbre del sistema
mundial que parte de
la desviación de fondos originados en la esfera productiva (con
rentabilidad decreciente)
9
Clarín Noticias, “La Santa,
la nueva estructura de la mafia calabresa. Un viejo grupo criminal que se
expandió a los cinco continentes”, Clarín Noticias, 22/10/2007,
http://www.clarin.com/edicionesanteriores/ viejo-grupo-criminal-expandio
continentes_0_BJ9fVykAKx.html
10
Redacción de "Dia-a-Dia", "Buscan al hijo del jefe de la mafia
calabresa. Pantaleone Mancuso era buscado por Interpol desde hace un año y
medio", 14-09-2014,
http://diaadia.viapais.com.ar/policiales/buscan-al-hijo-del-jefe-de-la-mafia-calabresa
11
"PF anuncia prisão de mafioso no aeroporto de Guarulhos". Do UOL, em
São Paulo 09/06/2017.
https://noticias.uol.com.br/internacional/ultimas-noticias/2017/06/09/pf-anuncia-prisao-de-mafioso-noaeroporto-de-guarulhos.htm
12
Clarín Noticias, artículo citado.
11
hacia las operaciones financieras “clásicas” (compra de títulos
públicos, de acciones, etc.)
y de allí (a medida que estas últimas eran saturadas), hacia formas de
especulación cada
vez más veloces y enmarañadas (productos financiaros derivados, etc.)
para finalmente
desembocar en los negocios ilegales, los saqueos, etc. (desde el
desmantelamiento de
empresas públicas periféricas hasta el narcotráfico, las empresas de
seguridad y las
contrataciones masivas de mercenarios)13. De Trump a
Macri pasando por Berlusconi y
Porochenko señalan la culminación del proceso que arranca en el
capitalismo clásico y
sus muletas keynesianas para llegar al capitalismo mafioso global.
Ingresando a esa corriente se hace visible el camino que va desde la
mafia tradicional al
capitalismo parasitario global, así como el gran capital y sus apéndices
estatales devienen
mafiosos, la viejas mafias con mayor ímpetu empresario encontraron en el
capitalismo
decadente el caldo de cultivo para su expansión global. Finalmente unos
y otros,
capitalistas criminales y criminales mafiosos transitando por el nivel
más alto de los
negocios globales terminan confundiéndose en las redes burguesas
dominantes.
La
reproducción dictatorial del poder mafioso
No se trata aquí de desarrollar la hipótesis de que la ‘Ndrangheta made
in Calabria haya
tomado el poder en Argentina sino de que una articulación mafiosa de la
alta burguesía
local globalizada se ha hecho cargo del gobierno y que la lógica de su
permanencia
dominante la impulsa hacia el establecimiento de un régimen dictatorial.
Esto incluye a
las componentes mafiosas tradicionales-modernizadas instaladas en
Argentina pero va
mucho más allá de las mismas y abarca a un complejo proceso de
decadencia sistémica
que desde el quiebre golpista de 1955 fue convirtiendo gradualmente a la
rapiña en el
centro de las ganancias del alto capitalismo local. Dicho proceso,
matizado con algunos
relámpagos de desarrollo productivo que no cambiaron la tendencia
dominante, debilitó
sensiblemente el crecimiento económico general lo que incentivó los
apetitos
depredadores de la élite dirigente lo que a su vez desordenó y pudrió
cada vez más, no
solo al tejido económico sino también a la estructura estatal. Todo ello
acompañado por
cambios decisivos en la cultura de las clases superiores, en sus
comportamientos. La
subcultura (barbarie) del depredador, del especulador improductivo se
fue apropiando del
cerebro del burgués de alto rango con propagaciones caóticas hacia
abajo. La alta
burguesía rural, industrial, comercial o financiera (en numerosos casos
todas esas
componentes se combinan en un solo grupo o persona) se fue convirtiendo
en
lumpenburguesía, en un avispero de bandidos sin ley, sumergidos en una
loca fuga hacia
adelante. Durante un largo recorrido temporal (desde el fin de la
dictadura en 1983) esa
élite coexistió con las formas “democráticas” vigentes mientras avanzaba
en su
transformación-degradación, se demostró muy eficaz para presionar
gobiernos o cuando
fue necesario bloquear decisiones adversas de los mismos.
A esta altura de la reflexión se hace necesario vincular la aceleración
de la mutación
lumpenbuguersa de la cúpula del capitalismo argentino durante los tres
primeros lustros
del siglo XXI con la internacionalización de sus negocios que pasaron a
formar parte de
la acelerada degeneración del capitalismo occidental. Asociando también
a la euforia
neofascista de capas medias y altas argentinas con fenómenos similares
en América
Latina pero también en Europa y Estados Unidos.
En casos latinoamericanos como los de Brasil y Argentina, entre otros,
es imprescindible
contraponer durante los períodos progresistas, a la histeria
reaccionaria clasemediera con
la mejora de su situación material que acentuó su tentativa de
diferenciación respecto de
13 Jorge Beinstein, “La gran mutación del
capitalismo”, Le Mode Diplomatique, edición Cono Sur, Número
10, Abril 2000,
https://www.insumisos.com/diplo/NODE/2019.HTM
12
las clases bajas destilando odio contra ellas y sus protectores
gubernamentales. La
prosperidad progresista-burguesa en una sociedad que no superaba de
manera radical la
fragmentación heredada de la etapa anterior (neoliberal) no volcó a las
clases medias
hacia el progresismo sino hacia la derecha. Alentadas por los medios de
comunicación
engendraron delirios racistas, reclamos de re-marginalización de los
pobres, de represión
al desorden creativo de los jóvenes, asimilando redistribución de
ingresos hacia abajo y
corrupción, conformando una suerte de masoquismo histórico caracterizado
por su
adhesión a las banderas políticas de las élites depredadoras que tarde o
temprano las
iban a esquilmar.
Así fue como la acumulación de poder por parte de la alta lumpenburguesía
le permitió
asumir “legalmente” el gobierno en diciembre de 2015 aprovechando la
convergencia
entre las debilidades del kirchnerismo acorralado por el agotamiento de
su keynesianismo
light y la fascistización de los sectores sociales ya mencionados. Ya en
el gobierno sus
saqueos iniciales causaron recesión, la torta económica se achicó lo que
la impulsa a
realizar nuevas depredaciones, la inevitable interacción entre
depredación y recesión (o
estancamiento o crecimientos anémicos) debería entrar tarde o temprano
en contradicción
con las normas constitucionales existentes abriéndose el horizonte
probable de un
régimen dictatorial novedoso que combinaría inestabilidad y
autoritarismo.
Una primera característica importante del proceso en curso (su posible
culminación
dictatorial) es que a diferencia de las dictaduras anteriores cargadas
de ideologías
(liberalismo oligárquico, conservadorismo fascista, etc.) el poder
mafioso desborda
pragmatismo, asume perfiles preideológicos, culturalmente confusos, primitivos.
La
explicación “estructural” de esa barbarie se encuentra en la dinámica
inmediatista de sus
negocios (financieros y turbios en general) donde el largo o mediano
plazo no existe, el
futuro aparece como una fina capa pegada a un presente vertiginoso. El
burgués mafioso
argentino del siglo XXI se distingue del viejo mafioso clásico europeo
que parasitaba
sobre actividades más o menos estables (extorsión a comerciantes e
industriales,
prostitución, etc.) y del burgués tradicional (agrario, industrial,
etc.), su cerebro funciona
aprisionado por la vorágine de los negocios rápidos, sin localización
durable, burlando
permanentemente las normas. No tiene un alma conservadora, amante del
orden (el
“orden” pasa a ser un instrumento pasajero) sino un espíritu hundido en
el nihilismo, se
presenta con ideologías reaccionarias tradicionales en un segundo plano
(nostalgias
residuales) superadas por un voluntarismo saqueador solo interesado en
devorar lo
existente. La reproducción ampliada negativa de fuerzas productivas que
provoca su
dominación lo incita a saquear y saquear, no se trata entonces de
neoliberalismo sino de
draculismo.
Una segunda característica del poder mafioso es que, más allá de sus
discursos acerca
de la necesidad de un “cambio cultural” de signo reaccionario, no tiene
ilusiones
totalitarias, no aspira a reformatear el pensamiento de todos los
argentinos, desde el
humilde obrero o marginal hasta el más encumbrado burgués, tomando como
paradigma
al conservador rutinario o al conquistador despiadado miembro de una
“raza superior”,
etc. Eso le da una apariencia liberal pero por debajo de esa máscara se
esconde el
depredador solo
interesado en anular, bloquear o desviar las resistencias de sus victimas.
Su control de los medios de comunicación no le sirve para adoctrinar al
pueblo sino para
caotizarlo, para convertirlo en una masa de seres disociados,
entretenidos en
estupideces, hundidos en una pesadilla donde rige la ley de la selva.
La tercera característica es que esta vez no parece ser necesaria la
asunción formal de la
suma del poder público, todo indica que el régimen mafioso podría
afirmarse
dictatorialmente de manera informal sin necesidad de disolver el
parlamento ni de
intervenir al poder judicial ni de de establecer de manera explícita la
censura
13
gubernamental de prensa. La camarilla mafiosa ya dispone de un Poder
Judicial
mayoritariamente controlado, las redes de corrupción han ido pudriendo
esa estructura y
solo harían falta algunas defenestraciones (que podrían ser obtenidas
mediante
mecanismos legales más o menos distorsionados), tampoco aparece como
necesaria la
censura de prensa, el sistema mediático se encuentra actualmente en su
casi totalidad en
manos de la mafia, solo restan algunas disidencias que podrían en el
futuro ser ahogadas
“legalmente”; tampoco parece por el momento necesario disolver el
parlamento, Macri
pudo imponer sus leyes extorsionando parlamentarios a partir de sus
pasados turbios o
bien a través del soborno. Además la dictadura podría, a partir de
algunos retoques como
la imposición del voto electrónico y/u otros mecanismos, liberarse del
fantasma de la
soberanía popular. Como lo demuestra una densa experiencia internacional
la fachada
democrática puede ser preservada, el sistema de elecciones “libres”
(fraude mediante)
puede seguir existiendo sin que la mafia corra el menor riesgo.
La frutilla del postre sería el despliegue de mecanismos propios de la
Guerra de Cuarta
Generación, de violencia prolijamente desprolija con judicializaciones
de la protesta social
y asesinatos selectivos mezclados con narcocrímenes y delitos comunes de
todo tipo en
parte como una suerte de mexicanización aunque seguramente con
innovaciones
autóctonas.
Finalmente una cuarta característica es que su fuerza radica en la
disgregación social, no
pretende ordenar jerárquicamente a la sociedad en torno de una
estructura productiva
esclavizante sino establecer una dualidad caótica: por un lado la élite
y sus
prolongaciones hacia las capas medias y obreras en contracción
manteniéndose a flote
en medio de las
turbulencias cotidianas y por otro lado la masa sumergida
desestructurada,
sin identidad, imaginada como residuo social.
El poder mafioso ha sido engendrado por la decadencia del capitalismo
argentino
(estructural, cultural), emerge como un parásito no como un impulsor y
beneficiario del
desarrollo de las fuerzas productivas; su dominación se expande al ritmo
de la decadencia
general, en ese sentido queda planteado el antagonismo histórico entre
el crecimiento de
esa fuerza tanática y las resistencias y ofensivas sociales desde los
sumergidos y los que
se están hundiendo, tendientes a regenerar (preservar y construir)
identidades colectivas
solidarias. Antagonismo que se resuelve teóricamente mediante el
enfrentamiento entre
dos tendencias destructivas: la del parásito mafioso devorando todo lo
que encuentra a su
paso (destrucción pura), marchando hacia el sometimiento colonial
completo y la de las
masas populares que al ir destruyendo al parásito estarían construyendo
cultura
superadora.
La victoria del parásito no es otra cosa que la muerte
de Argentina como sociedad
civilizada, la muerte del parásito abre la posibilidad
del renacimiento nacional. La revolución
(popular, nacional, democrática, social) y la
contrarrevolución (mafiosa, elitista, colonial) se
presentan como polos de atracción del devenir, como
alternativas posibles extremas, como
tendencias pesadas contrapuestas no confesadas y en
ciertos casos ni siquiera imaginadas por
sus potenciales protagonistas. Ninguno de ambos
atractores está inexorablemente destinado a
imponerse de manera definitiva, el proceso histórico
puede oscilar entre ellos durante mucho
tiempo describiendo un empate hegemónico siniestro
donde las víctimas no consiguen eliminar al
verdugo y este último no logra aplastar de manera
durable a los de abajo. En el primer caso nos
encontraríamos ante un bloqueo cultural que no puede
ser superado y que sujeta al pueblo dentro
de los límites del sistema, en el segundo caso el
proceso destructivo desatado por el poder
engendra turbulencias (sociales, económicas,
políticas) que le impiden consolidarse, todo ello
inmerso en un proceso de reproducción ampliada de la
podredumbre elitista.
14
3
Argentina en contrarrevolución accidentada
Este texto fue difundido en la web desde abril de 2017 con el título
“Argentina en
contrarrevolución (accidentada). La tentativa de construcción de una
dictadura mafiosa”,
http://beinstein.lahaine.org/b2-img/Beinstein_Argentinaencotrarrevolucion_ab.pdf
La hipótesis de que Argentina se encuentra actualmente sumergida en un
proceso de tipo
contrarrevolucionario puede parecer exagerada, no tendría sentido hablar
de
contrarrevolución cuando no había en 2015 ninguna amenaza revolucionaria
sino una
experiencia que desde el punto de vista económico podría ser
caracterizada como
keynesianismo light extremadamente sensible a las presiones del
establishment y
asociada a un paquete político-cultural igualmente moderado, que, aunque
entre otros
temas reivindicaba a la militancia revolucionaria de los años 1960 y
1970, lo hacía
borrando su programa y sus formas de lucha, reduciéndola a la imagen
herbívora de una
generación “idealista” que “quería cambiar el mundo”. Eso y un poco
más (sobre todo una
gradual transferencia de ingresos hacia las clases bajas) bastaron a las
élites dominantes
para alzar la bandera del combate contra el “populismo” y arrastrar a
grandes sectores de
la capas medias.
No todas la contrarrevoluciones han sido generadas por
situaciones o peligros
revolucionarios,
en ciertos casos se trataba de procesos que buscaban liquidar reformas o
bloqueos que impedían la ofensiva elitista. Si nos atenemos a la experiencia
histórica esa moderación del adversario constituye una condición importante
para la irrupción de
avalanchas
reaccionarias. Ignazio Silone se refirió al ascenso del fascismo italiano como
“la victoria de una contrarrevolución enfrentada a una revolución
inexistente”14, ausencia que
incentivó la agresividad fascista segura de su impunidad.
De 1955 a
1976
Podríamos ubicar en 1955 a la primera tentativa contrarrevolucionaria15; el objetivo de
sus
protagonistas locales era el retorno a la vieja sociedad oligárquica de
comienzos del siglo
XX. El intento fracasó pese a las represiones y proscripciones desbordado
por el nuevo
país con sus sindicatos obreros, sus industrias y sus nuevas clases
medias. Aunque no
fracasó del todo ya que inició un complejo proceso de sometimiento a los
Estados Unidos,
de extranjerización industrial y financiera, de concentración de
ingresos, de reconversión
policial de las Fuerzas Armadas. El mismo despertó resistencias
populares que se fueron
extendiendo y radicalizando hasta llegar a disputar el poder hacia
comienzos de los años
1970. Su cuerpo político era el peronismo que como lo señalara Cooke se
había
convertido en “el hecho maldito del país burgués” bloqueando su
estabilización. Los
círculos dirigentes no podían consolidar su predominio mientras que las
fuerzas populares
no conseguían derrocarlos, es lo que Portantiero definió como empate
hegemónico. No se
trató de un tira y afloje con resultado cero, ese pantano cubierto por
una densa capa de
podredumbre política engendró gérmenes, primeros desarrollos y
articulaciones de un
14 Ignazio Silone, “L’école des dictateurs”, Gallimard,
Paris, 1981.
15
Queda abierta la reflexión acerca del significado del golpe de estado de 1930.
15
abanico social parasitario que se fue adueñando de los circuitos
económicos e
institucionales del país interrelacionado con la expansión imperial de los
Estados Unidos.
La dictadura instalada en 1976 marcó el salto cualitativo del proceso
degenerativo del
sistema, la acumulación de cambios perversos se convirtió en victoria
del capitalismo
gangsteril donde convergían viejos oligarcas reconvertidos y burgueses
advenedizos,
militares, propietarios rurales y de grandes medios de comunicación,
contratistas del
estado, industriales, banqueros y comerciantes, masa difusa atravesada
por la integración
de la cultura de la especulación financiera y de los negocios rápidos en
general con
prácticas criminales a gran escala.
Mas allá de su final político grotesco, la contrarrevolución de 1976
implantó cambios
duraderos ya que a partir de ella, la clase dominante transformada en
lumpenburguesía
dejó definitivamente atrás sus componentes industrialistas-nacionales
(poco serias) u
oligárquicas-aristocráticas (con turbios pasados no muy lejanos).
También obtuvo otros
éxitos no menos significativos como la consolidación en los espacios
políticos, judiciales,
sindicales y comunicacionales de redes mafiosas que pasaron a ser el
elenco central del
sistema, sobre
todo al hundir en el pasado a los desafíos revolucionarios de los años
1960-1970.
De todos modos no consolidó estructuras estables de dominación, la
dinámica
cortoplacista y transnacionalizada fue llevando al sistema hacia el
desastre de 2001 que
aparentó sellar su agotamiento histórico aunque en realidad solo se
trató del repliegue
táctico de élites aturdidas y algo asustadas por el derrumbe a la espera
de tiempos
mejores.
La era Menem, había marcado en los años 1990 el auge ideológico de ese
ciclo, coincidió
con los fenómenos globales de financierización y unipolaridad
estadounidense y dejó
entre sus varias herencias a una derecha peronista política y sindical
que venía de antes
pero que pasó a formar parte del instrumental operativo normal de los
círculos
dominantes.
De 2001 a
2015
La degradación de los años 2000 y 2001 no derivó en una nueva
contrarrevolución, las
clases dirigentes deterioradas fueron incapaces de superar por derecha
su propia crisis,
no pudieron aglutinar a sus núcleos centrales imponiendo un régimen
durable de penuria
generalizada para las clases bajas y la posibilidad de agrupar a las
capas medias como
furgón de cola fue quebrada por el desenlace económico catastrófico de
fines de 2001.
Entonces se produjo una situación que al parecer reproducía la de los
años del “empate
hegemónico” aunque en realidad se trataba de otra cosa: un pantano sin
alternativas, sin
banderas a la vista, donde la clase dominante no podía mostrar las suyas
y las clases
populares carecían de ellas.
El resultado fue la irrupción en 2003 de un híbrido progresista que fue
avanzando en el
espacio de “lo posible”, la mejoras de los
precios internacionales de las materias primas,
la expansión del mercado de Brasil y otros beneficios externos fueron
combinados con
estrategias de ampliación prudente del mercado interno. Aumentaron los
salarios reales
recuperando los niveles de mediados de los años 1990 pero por debajo de
los de
mediados de los 1980 inferiores a su vez de los de mediados de los 1970.
Se redujo la
desocupación, se duplicó el número de jubilados (y se renacionalizó el
sistema jubilatorio)
pero quedaron
intactos los intereses de los grupos parasitarios dominantes.
La experiencia alcanzó su techo cuando comenzó el desinfle de los
precios
internacionales de las materias primas mientras la expansión indolora
del mercado interno
16
tocaba los límites del sistema. Se agotó la ampliación de ese mercado
apelando al
achicamiento del desempleo con salarios reales en alza moderada, el paso
siguiente
necesario habría sido distribuir ingresos hacia las clases bajas a gran
escala acelerando
las subas salariales, lo que requería establecer un fuerte control
público del comercio
interior (bloqueando las corridas inflacionarias), del comercio exterior
y del mercado de
divisas (para liberar a la economía del chantaje de los exportadores
concentrados) y del
sistema bancario (para reducir costos financieros). Pero eso no se podía
hacer sin el
quiebre del poder de bloqueo de las mafias cuyos instrumentos mediáticos
y judiciales
cumplen un rol decisivo. Dicho de otra manera para que la economía
siguiera creciendo
era necesario ir más allá de los límites concretos del país
burgués-mafioso desplegando
una revolución popular democratizadora del conjunto de las relaciones
sociales, objetivo
inexistente en el imaginario de aquel gobierno. Los argumentos básicos
del kirchnerismo
eran que esa ofensiva no solo no era necesaria sino que además resultaba
suicida dado
el enorme poder de la derecha, o bien que no existía el respaldo popular
necesario para
dicha aventura. Claro, el respaldo no aparecía porque no era incentivado
mediante
grandes medidas sociales (salariales, crediticias, etc.). Así fue como
la dinámica astuta de
“lo-posible” se convirtió en el camino hacia la derrota, el híbrido pudo
reinar durante doce
años gracias al repliegue inicial de las élites dirigentes, pero su
reinado posibilitó la
recomposición de esas élites, su redespliegue económico, mediático,
político y judicial,
orquestando un enorme tsunami reaccionario.
La
contrarrevolución
Con la llegada de Macri a la presidencia se desencadenó un fenómeno que
combina
aspectos propios de una restauración conservadora y sus brotes
neofascistas, con otros
que expresan una desaforada fuga saqueadora hacia adelante. Nostalgias
de los tiempos
de la dictadura militar y del menemismo más algunas pequeñas dosis
desteñidas de viejo
aristocratismo oligárquico unidas al ímpetu del saqueador completamente
desinteresado
de esas u otras nostalgias a lo que se agrega el desprecio hacia los
pobres, todo ello
atravesado por componentes de barbarie altamente destructivas.
Observemos en primer lugar el comportamiento del sujeto del desastre,
reiteración
ampliada y radicalizada del espectro lumpenburgués de los años 1990,
donde se
presentan personajes de configuración variable inmersos en complejas
tramas de
operaciones que van desde actividades industriales mezcladas con
embrollados negocios
de exportación e importación, hasta turbios contratos de obras públicas,
ganando mucho
dinero con la compra-venta de jugadores de fútbol vinculada el blanqueo
global de fondos
provenientes del
narcotráfico, concretando emprendimientos agrícolas, subas
desaforadas de precios, contrabandos, manipulaciones financieras,
estafas al Estado y
manejos de multimedios. Mundo tenebroso protegido por redes mediáticas y
judiciales,
reducida lumpenburguesía transnacionalizada, rodeada por un círculo más
extendido de
aspirantes a la cumbre donde se revuelcan jueces, políticos, burócratas
sindicales,
periodistas y comerciantes audaces, ejerciendo su influencia sobre
grandes masas
fluctuantes de clase media.
Es posible visualizar a la cima de la clase dominante argentina como a
una suerte de
articulación mafiosa inestable que puede en ciertas coyunturas unir
fuerzas en torno de
una ofensiva saqueadora pero que más adelante aparece sumergida en
interminables
disputas internas acosada por las consecuencias sociales y económicas de
sus saqueos y
por un contexto global de crisis.
Dos personajes sintetizan el recorrido histórico de esa clase desde sus
lejanos orígenes
en la colonia hasta hoy: José Alfredo Martínez de Hoz y Maurizio Macrì.
17
La familia Martínez de Hoz se instaló en Buenos Aires hacia fines del
siglo XVIII y amasó
una primera fortuna con el contrabando y el tráfico de esclavos,
convertida luego en gran
propietaria terrateniente (exterminio de pueblos originarios mediante)
en 1866 el
descendiente José Toribio Martínez de Hoz fundó en su casa la Sociedad
Rural Argentina,
bastión de la oligarquía, mucho tiempo después José Alfredo Martínez de
Hoz
encabezando negocios legales e ilegales muy diversificados fue en 1976
el cerebro civil
de la dictadura militar dándole cobertura institucional a los negocios
parasitarios
dominantes como el dictado de la Ley de entidades
financieras vigente hasta la
actualidad. Los Martínez de Hoz representan el ciclo completo que va
desde los orígenes
coloniales pasando por la consolidación aristocrática-terrateniente
hasta llegar a su
transformación lumpenburguesa.
Por su parte Maurizio Macrì es el primogénito de un clan mafioso
originario de Calabria,
su abuelo Giorgio acumuló una importante fortuna en la Italia
mussoliniana como
contratista del estado en obras públicas (principalmente en la Abisinia
ocupada por el
ejercito italiano). Terminada la guerra fundó una fuerza política
neofascista, pero acosado
por los nuevos tiempos democráticos emigró a la Argentina seguido luego
por sus hijos en
1949. Su primogénito Franco continuando la especialidad de su padre se
convirtió al poco
tiempo en empresario del sector de la construcción haciendo grandes
negocios como
contratista del estado y contrajo matrimonio en los años 1950 con Alicia
Blanco Villegas
perteneciente a una tradicional familia de terratenientes de la
Provincia de Buenos Aires.
El gran salto se produjo durante la última dictadura militar en estrecha
relación con varios
de sus jefes. Fue el caso del Almirante Massera con quien compartió la
pertenencia a la
célebre logia mafiosa italiana P2. Siguiendo la línea sucesoria clásica,
su primogénito
Maurizio aparece, según lo explican diversos autores, como el heredero y
jefe natural del
clan familiar, el capobastone de la ’ndrina
(si empleamos la terminología de la mafia
calabresa: la ‘ndrangheta)16. Es un caso sin
precedentes en la historia argentina y muy
raro a nivel global el que un personaje de este tipo ocupe la
presidencia de un país
aunque esa aberración puede ser comprendida a partir de la degradación
profunda de la
burguesía argentina. Ya no se trata de políticos o militares vendidos a
las mafias ni de
oligarcas devenidos mafiosos sino de un presunto capo mafioso convertido
en Presidente.
Todo esto nos sirve para entender mejor la contrarrevolución en curso.
Desde diciembre
de 2015 se sucedieron vertiginosamente medidas como la hiperdevaluación
del peso, la
reducción o anulación de impuestos a la exportación, la suba de tasas de
interés y de
tarifas de electricidad o la apertura importadora y la liberalización
del mercado cambiario
que aumentaron el ritmo inflacionario, contrajeron los salarios reales,
achicaron el
mercado interno, incrementaron el déficit fiscal, la desocupación y la
fuga de capitales.
Como es lógico las inversiones extranjeras anunciadas nunca llegaron
mientras
aumentaba sin cesar la deuda pública externa. Todo lo anterior puede ser
sintetizado
como un gran saqueo concentrador de ingresos que van siendo
sistemáticamente
enviados al exterior, pillaje desenfrenado sostenido con deudas que en
principio debería
derivar tarde o
temprano en una mega crisis al estilo de lo ocurrido en 2001.
El fenómeno no se reduce al plano económico, extiende sus garras hacia
el conjunto de la
vida social, desde la destrucción sistemática de la educación pública,
hasta la sinuosa
reinstalación de la teoría de los dos demonios alivianando la
carga del genocidio de la
16 Recomiendo la lectura de:- Rocco Carbone,
“Andragathos”, Página 12, 24 de febrero de 2017,
https://www.pagina12.com.ar/22055-andragathos-
“Antonio Macri, italian leader of the ‘Ndrangheta...”,
https://www.revolvy.com/topic/AntonioMacrì&uid=157
-
Horacio Verbitsky, “De Calabria al Plata. El presidente Maurizio Macrì y las
mafias”, Página 12, 9de abril de 2017,
https://www.pagina12.com.ar/30709-de-calabria-al-plata
18
última dictadura (que según el gobierno macrista no sería tan grande) y
el intento de ir
reduciendo los derechos sindicales y de protesta, pasando por el gradual
despliegue
represivo y el bombardeo mediático convencional y a través de las redes
sociales inflando
formas subculturales fascistas. Visualizando su dinámica general y más
allá de los
discursos oficiales, el gobierno macrista apunta desde su instalación
hacia la
consolidación de una dictadura mafiosa, sistema autoritario de gobierno
con rostro civil y
apariencia constitucional, que viene avanzando en medio de
desprolijidades y tanteos. La
lógica del proceso es simple: el achicamiento del mercado local
combinado con un
mercado internacional enfriado que no permite auges exportadores empuja
a las élites
dominantes a acentuar la rapiña interna lo que plantea crecientes
problemas de control
del descontento popular. La intoxicación mediática resulta insuficiente,
la base social del
gobierno se va restringiendo, entonces el recurso a la represión directa
con más o menos
coberturas “legales” se va convirtiendo en un instrumento cada vez más
importante.
El pantano
y el laberinto
Dos imágenes, la del pantano y la del laberinto, facilitan la
comprensión de la tragedia
argentina.
Los primeros meses de 2017 podrían estar marcando el empantanamiento del
proceso, la
impopularidad del gobierno asciende gradualmente, algunos círculos
opositores señalan
fracasos macristas como resultado de la torpeza del presidente, de su
falta de
inteligencia. Sería más acertado verlos como las consecuencias del
choque entre una
mentalidad mafiosa simplificadora y audaz, muy eficaz en el mundo de los
negocios
turbios pero crecientemente ineficaz ante el despliegue de una sociedad
compleja. Un
amplio abanico de complicidades parlamentarias y sindicales, de
no-oficialismos
complacientes, posibilitó el avance arrollador de los primeros meses,
pero la persistencia
de la degradación económica y la multiplicación de perversidades
gubernamentales van
generando una oposición popular creciente. La realidad se presenta como
un pantano que
traba, dificulta la marcha de los depredadores cuyos delirios se hunden
en el barro
viscoso del territorio conquistado. La lógica del poder hace que las
tentativas por salir de
esa situación tienden a agravarla, la intoxicación mediática va
perdiendo eficacia, las
arbitrariedades judiciales y las represiones engendran su contrario:
repudio popular. El
gobierno va cambiando de aspecto, la memoria latente mafiosa-fascista de
la ‘ndrina
original, del mussoliniano abuelo Giorgio, convergiendo con los
recuerdos de los
magníficos negocios realizados en los tiempos de Massera y Videla, asoma
desde el
rostro crispado de Maurizio desplazando a la cara amable fabricada por
los asesores de
imagen. El sello autoritario convocante de minorías feroces aparece como
la bandera de
la contrarrevolución acosada.
De todos modos el actual sistema de poder no se apoya solo en sus
propias fuerzas,
cuenta con un aliado decisivo: la debilidad estratégica de sus víctimas
enredadas en un
laberinto que les ha impedido hasta ahora pasar a la ofensiva. Laberinto
simbólico,
psicológico, pero también construido con aparatos sindicales y
represivos, instituciones
degradadas, dinámicas económicas depresivas.
Como no recordar a los dirigentes opositores y a otros no tanto
repitiendo desde los
primeros días del proceso su deseo de que “al gobierno le vaya
bien porque de ese modo
al país también le irá bien” mientras el
gobierno devaluaba, eliminaba retenciones a la
exportación, subía las tasas de interés, liberaba importaciones, daba
las primeras señales
represivas. Como no tener presentes a esos mismos personajes insistiendo
en que el de
Macri es un gobierno legítimo, avalado por su origen electoral
democrático y que por
consiguiente debería disfrutar de gobernabilidad hasta el final legal de
su mandato (fines
19
de 2019) ignorando su llegada al poder a través una sucesión de
manipulaciones
mediáticas y judiciales que bien podría ser caracterizada como golpe
blando y su
desarrollo posterior como construcción zigzagueante pero sistemática de
un sistema
dictatorial.
Nos encontramos ante el bloqueo ideológico de políticos que predican el
sometimiento a
“las instituciones” (mafiosas) y de jefes sindicales dedicados a enfriar
las protestas
sociales, empezando por la cúpula de la CGT, condenando a las bases
populares a
recorrer un embrollado laberinto regiminoso sin salida real. Tratan de
convencernos de
que ese laberinto tiene una puerta de salida y que un conjunto de sabios
dirigentes ha
podido localizar el hilo de Ariadna que permitirá superar la
encerrona. Recomiendan
aferrarse al mismo y recorrer mansamente pasadizos que atraviesan plazos
electorales (y
sus correspondientes intrigas politiqueras), decisiones arbitrarias de
camarillas judiciales,
avalanchas mediáticas y posibles diálogos con un poder autoritario. En
realidad el
laberinto no tiene salida, la única posibilidad emancipadora es
destruirlo en los cerebros
de las víctimas, en las calles, desplegando una amplia ofensiva popular,
aplastando las
fortalezas elitistas (mediáticas, judiciales, empresarias, políticas).
Lo que aparece como el fracaso económico de Macri derivando en la
normalización de
una “economía de baja intensidad”, de
estancamiento tendencial prolongado (más allá de
algunas expansiones anémicas), puede llegar a convertirse en la
consolidación de una
sociedad desintegrada, caótica, albergando vastas áreas sumergidas en la
pobreza y la
indigencia, gobernada por una cúpula mafiosa (con o sin el capobastone
calabrés).
Si observamos el largo plazo constataremos que desde la formación de la
Argentina
moderna, hacia fines del siglo XIX, se ha perpetuado la reproducción,
como componente
imprescindible del subdesarrollo, de una clase dominante oligárquica que
llega ahora
finalmente a su nivel de degeneración extrema, de articulación mafiosa
navegando en los
circuitos globales de negocios parasitarios. Ese recorrido histórico fue
de tanto en tanto
atravesado por tentativas democratizadoras que buscaban principalmente
integrar al
sistema a capas sociales excluidas. Pero una y otra vez el sistema las
desbarató
imponiendo su dinámica excluyente. Lo ha podido hacer porque esas
oleadas populares
nunca eliminaron los pilares esenciales de su dominación, apaciguadas,
desviadas,
engañadas por los mitos cambiantes del país burgués, sus pasadizos
institucionales,
seudopatrióticos o globalistas, dialoguistas o restauradores del orden.
En última instancia se trata del combate entre la creatividad del
pueblo, reproducción
ofensiva de identidad, desarrollo de luchas, enfrentada hoy a fuerzas
tanáticas desatadas
por una élite cuyo único horizonte es el pillaje.
Ediciones
virtuales Waiwén
Diciembre de
2017
Contacto:
waiwen2017@gmail.com
Jorge Beinstein es Profesor Emérito de la Universidad Nacional de La Plata, actualmente
es Titular del seminario de doctorado “Crisis sistémica global” de la
Universidad de Buenos Aires. Especializado en prospectiva económica y
geopolítica ha sido titular de cátedras en
universidades europeas y
latinoamericanas. Página
web: https://beinstein.lahaine.org