Los terribles incendios en la provincia de Santa Fe volvieron a los humedales un tema de agenda pública y mediática. Los incendios son la cara visible de un modo de producción que sólo se preocupa por la maximización de las ganancias sin que importen los costos ambientales.
Los ecosistemas de humedales son sistemas complejos. No son ni terrestres, ni marítimos; sino que el ciclo de subas y bajas del agua le da características particulares a estos sistemas sobre el ciclado de nutrientes, su vegetación y su fauna. A su vez, son ecosistemas frágiles, ya que diferentes actividades que interrumpen esta dinámica ecosistémica pueden moldear sus características muy fácilmente.
Los humedales son ecosistemas clave para el desarrollo de la vida silvestre y de los habitantes de la zona. Además, son fuentes de bienes y servicios ecosistémicos muy importantes para las personas. Estos van desde la captura de carbono y la mitigación de inundaciones, hasta la provisión de madera y alimentos. La importancia de estos ecosistemas aumenta exponencialmente en Argentina ya que representan casi un cuarto de la superficie de nuestro país.
¿Qué está pasando en el Delta?
El Delta del Paraná ocupa unos 19.300 kilómetros cuadrados entre las provincia de Santa Fé, Entre Ríos y Buenos Aires. El mismo es muy heterogéneo y tiene todo tipo de producciones. Pero una de ellas ha cobrado mucha importancia en los últimos meses a raíz de los incendios que se están generando para permitir el avance de la actividad: la ganadería.
Desde la ciudad de Rosario, se ven grandes columnas de humo que se levantan desde la zona de islas de Entre Ríos. En lo que va del año, más de 3.700 focos de calor -potenciales quemas- fueron detectados por datos de sensores satelitales. De esos, más del 80 % se concentra en la provincia de Entre Ríos, en su mayoría, en las islas de la reserva municipal de las islas de Victoria.
Ahora bien, ¿el problema es el fuego? En esta zona, la gran mayoría de la superficie tiene pastizales. El fuego es una práctica agronómica utilizada desde hace cientos de años para el rebrote de estos pastos, que mejora la nutrición del ganado. A su vez, también se ha demostrado que hasta puede ser beneficioso para promover una variedad de respuestas de la vegetación e incluso de biodiversidad. Pero para que esta práctica sea beneficiosa tiene que estar fuertemente controlada, y sobre todo, planificada.
A nivel nacional, la Ley 26.815 de Manejo del Fuego prevé apercibimientos y multas, entre otras sanciones, para quienes enciendan fuegos en bosques y pastizales, y para los que no den aviso a las autoridades. En el caso puntual de Entre Ríos, la quema está permitida con permisos de las autoridades competentes, todo enmarcado en la Ley 9.868 de Manejo y Prevención del Fuego, que también dispone sanciones y multas para los infractores. No solo se han violado estas normativas, sino que realizaron esta práctica en un contexto de extrema sequía, y en un año con la bajante del Río Paraná más fuerte en mucho tiempo. Esto demuestra que hubo una falta de planificación y de reconocimiento de los impactos que iba a generar esta práctica en este contexto particular.
Evitar demonizaciones infundadas
Gran parte del énfasis mediático estuvo apuntando a la ganadería, y en parte tiene sentido. Sin embargo, la discusión es mucho más compleja, porque el problema no es la actividad en sí, sino cómo se hace y qué fines tiene.
Hay litros de tinta escritos sobre técnicas y tecnologías que se pueden adaptar a la dinámica de los ecosistemas; que permiten producir en condiciones de vida dignas sin destruir sus funciones ecosistémicas. Y en esas el fuego puede estar, o no. Si se realiza una quema que no fue avisada a la autoridad de aplicación, sin garantizar mecanismos de control y encima en una época de extrema sequía, el resultado va a ser la devastación que estamos viviendo. Ahora, si esa quema está regulada, les productores cercanes están avisades y hay sistemas de cortafuegos, no debería generar grandes impactos.
Por otro lado, es importante tener en cuenta los fines que persigue cada actividad productiva. En este caso, no solo corresponde a grupos de productores de gran escala, sino que también muchos incendios han sido utilizados para despejar cubiertas vegetales y así facilitar el ingreso de maquinaria para elevar las tierras en un proceso de “terrestialización” que permite el avance de otras actividades productivas mucho más dañinas que la ganadería. Nuevamente, ¿el problema es el fuego o son los intereses a los que responde esta práctica?
¿Por qué se necesita una ley de humedales?
Los humedales ocupan casi un cuarto de nuestro territorio nacional. Exceden enormemente la discusión que se presenta vinculada a los fuegos y la ganadería. Cuando hablamos de problemáticas en los humedales, estamos hablando de la minería en las turberas de Tierra del Fuego y en los salares de altura de Jujuy; estamos hablando del avance de la agroindustria forestal a gran escala en todo el NEA; estamos hablando de los emprendimientos inmobiliarios que avanzan en Buenos Aires y en los mallines patagónicos. Si bien el Delta del Paraná hoy ocupa la agenda mediática, es solo la punta del iceberg.
Por estas razones es imperiosa la aprobación de una ley de humedales. No para conservar y evitar la producción en todos los humedales del país. Si no, para poder planificar el territorio en base al respeto de las funciones ecosistémicas, pero también en base a la pautas y prácticas culturales y productivas de cada zona. Para hacer esto, es fundamental abrir un gran proceso de diálogo intersectorial y federal. Porque si hay algo que importa más que la sanción de la ley, es su proceso de construcción. ¿De qué nos sirve tener la ley perfecta sino concertamos con los actores del territorio para que se cumpla? Parte de esto, ya se ha iniciado. El día de hoy a las 18:00 hs, se realizará la primera reunión informativa: “Hacia una Ley Nacional de Humedales” en el marco de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, donde estarán presentes profesionales, expertes y referentes ambientalistas.
Entender la problemática de los humedales es entender que quienes sufren estas consecuencias son les más vulnerables. Es la gente que vive cerca que se ve afectada por el humo, o la gente que vive un poco más lejos que se inunda porque el sistema ya no absorbe el agua como antes. Pero también, la misma gente que habita y produce en los humedales vive en carne propia estas problemáticas; desde apicultores cuya producción se ve afectada por el humo, hasta gente que ve a su casa arrasada que fuegos descontrolados.
Complejizar la mirada para analizar la heterogeneidad que atraviesa a los humedales es central para dar esta discusión. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de reproducir errores del pasado donde se enfrentaron a los actores del agro como un todo. El problema no es “la producción” en los humedales, el problema es la producción que solo se preocupa por la reproducción de las ganancias, que no respeta las dinámicas ecosistémicas y que socializa los costos ambientales que recaen sobre les más vulnerables.
Fuente: Periodismo Popular