
Publicado el 24 mar. 2025 | Política
Zona Militar se llama un portal que está a cargo del Licenciado Juan José Roldán, quien en todas las redes expresa puntos de vista sobre las Fuerzas Armadas Argentinas. Allí, en una extensa nota la semana pasada, señaló que actualmente las FAA "no tienen vehículos aéreos no tripulados capacitados para vigilancia, reconocimiento e inteligencia del espacio aéreo nacional, así como del extenso y vasto litoral marítimo".
El artículo asegura además que "con esta imperiosa necesidad a cuestas, se ha formulado una serie de estudios, los cuales serán ampliados con próximas visitas que comisiones de la Armada Argentina (ARA) y la Fuerza Aérea Argentina (FAA) realizarán a Italia e Israel, en el marco del aceitado vínculo bilateral que la Presidencia de la Nación mantiene con ambos gobiernos". De ahí que al menos una de esas comisiones, según Roldán, "podría aunque no necesariamente, coincidir con una futura visita del presidente Javier Milei a esos países".
Todo ello en un contexto en el que las autoridades militares vienen evaluando diversas alternativas y propuestas para incorporar drones que puedan operar durante largos períodos de tiempo.
Pero lo más interesante resulta el cuestionamiento de Daniel Arias, otro experto en la materia egresado del Colegio Nacional Buenos Aires y ex profesional del INVAP, del Instituto Campomar y el CONICET, el INTI y la CNEA, quien acredita muchos años de experiencia trabajando en diversos proyectos con INVAP y con Arsat. El debate entre ambos es apasionante.
En Zona Militar se afirma que el viaje de los representantes argentinos a Italia tendría como destino Trieste, ciudad del norte donde la firma "Leonardo" ha ofrecido vehículos aéreos no tripulados de la familia FALCO". Y también se adelanta que en la eventual visita a Israel la comisión tendría previsto visitar las instalaciones de la empresa Israel Aerospace Industries (IAI), la cual buscaría posicionar su dron "Heron", que es de hecho un MALE (sistema aéreo no tripulado de Altitud Media y Larga Autonomía) utilizado por clientes de todo el mundo en misiones de seguridad nacional y una de cuyas virtudes es su "capacidad de realizar operaciones continuas durante hasta 45 horas a altitudes de hasta 35.000 pies".
El Heron israelí es una plataforma robusta y "probada en combate”, que dispone de “…hasta seis cargas útiles de misión diferentes de forma simultánea, lo que permite ejecutar misiones complejas de inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento sobre terrenos variados, incluidos montañas, bosques, selvas, pantanos, entornos marítimos o áreas urbanas”, según describe con entusiasmo el licenciado Roldán.
Claro que el debate técnico está ahí nomás y radica en el comentario de Arias en el portal AgendAR. Reconocido especialista en materias nucleares, a través de las redes la semana pasada le recordó amablemente al licenciado Roldán que "se olvida un error frecuente: que en su breve intervención en FAdeA, entre 2014 y 2015, INVAP diseñó dos drones MALES bimotores, e incluso construyó y testeó los motores "Industria Argentina» de ambos. "Sabemos un poco de todo –dijo además–. De guiado robótico, mucho, y de que INVAP construye (o construía) satélites, los SAC y SAOCOM de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales y los ARSAT 1 y 2, todos nacionales".
Los satélites –explica Arias en su portal– son básicamente drones que vuelan por fuera de la atmósfera. Necesitan de mucha autonomía de navegación y respuestas rápidas, porque en órbita baja las cosas se mueven a veces a 28.000 km/hora y hay que esquivar o mitigar impactos, tormentas solares, cambios de densidad de la ionósfera, etc.
No sin un toque de humor, recordó también el Cordobazo y evocó al cordobés y barilochense proyecto SARA (Sistema Aéreo Robótico Argentino) que Mauricio Macri liquidó al toque de asumir. Y también los satélites ARSAT 2,3,4,5 y 6, así como los SAOCOM 3 y 4, y el SABIAMAR, mucho más sencillo que los SAOCOM porque es óptico, y no de radar.
Este columnista no deja pasar que los ARSAT 1 y 2 que supimos conseguir siguen en vuelo y todavía tienen vida útil garantizada hasta 2030 o 2031. Permiten ganar así entre U$ 40 y 50 millones por año. Mientras los SAOCOM 1 y 2 también siguen en órbita.
"Eso lo descubrimos –destaca Arias– después de ponerlos en órbita, porque los SAOCOM son satélites básicamente civiles y dedicados a medir agua en el suelo. Por eso sucesivos gobiernos atrasaron 20 años su construcción y despliegue, negándole fondos...".
Aunque INVAP es reconocida como notable diseñadora y fabricante, el Ejército Argentino no participará de esta misión de compras –advierte Arias– y la explicación que da es que "fueron la única Fuerza Armada que respaldó el proyecto SARA, ignorado extrañamente por las otras dos fuerzas". Pero además el Ejército fundó YPF, Fabricaciones Militares, las acerías más importantes de Sudamérica e incluso, en 1927 la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. "Y todo eso se llama tradición industrial", añade sin ocultar su orgullo. Y todavía cabe reconocer una tercera lógica: "el Ejército es la única fuerza armada que ve la atmósfera como terreno de operaciones a conquistar. La Fuerza Aérea y la Armada deberían hacerlo por definición, pero parece que no ejercen".
Lo cierto es que como algo debe hacer el Ejército al respecto, y de bajo costo y despliegue rápido, se ha buscado un modelo de observación óptica desde baja altura, con guiado autónomo, cámaras multiespectrales e infrarrojas, y de la mayor autonomía posible en vuelo, aunque no de gran distancia porque como se le dijo entonces a INVAP-FAdeA, sólo "necesitamos 40 kilómetros, que es el alcance máximo de nuestra artillería". Por eso el modelo de demostración, es decir el pre-prototipo, era chiquito, con un motor de 14 HP que sonaba como una cortadora de pasto, sonríe Arias.
Hoy lo que más importa, sigue, es que los drones recuperables sean muchos, simples, de alta velocidad de reposición y de fabricación local. Porque de lo contrario el país proveedor boicotea seguro, y se quedan en tierra. Y además hay una desconfianza en el aire, que domina la conversación: "Los licenciados en defensa de universidades privadas como la UCES –dice Arias– son demasiado jóvenes para acordarse de Oreste Berta y de la Escuadra Torino, y demasiado faltos de escuela pública como para haber compartido aulas con hijos de obreros y técnicos industriales. En suma, suelen ser demasiado chetos y algunos criados en un Tupperware como para entender que no hay Argentina posible sin fábricas, y demasiado liberales para entender que un país sin industria de armamentos propia es, básicamente, inepto para su autodefensa". Y enumera, no sin tristeza: la vieja FM, la FMA y los Astilleros TANDANOR y Río Santiago "tenían miles de proveedores industriales privados, metalúrgicos, metalmecánicos, químicos, electrónicos, dedicados mayormente al mercado interno", con cantidad de exportadores. En los ’60 –sigue– en el complejo industrial aeronáutico cordobés se producían aviones militares y de transporte y también "Rastrojeros". Arias mismo, particularmente, se dedicaba al maquinado de ruedas de ferrocarril para exportar... a China.
La industria de defensa, cuando la tuvimos, fue ante todo defensa de nuestra industria, evoca con nostalgias. Por eso a AgendAR le gustaría conocer la opinión del Gral. de Brigada (RE) Juan Paleo, uno de esos industrialistas que a veces produce el Ejército, sobre este asunto de comprar a Italia o Israel aparatos que podemos fabricar sin ellos, en cantidad serial, con motores y sensores ya desarrollados y probados por INVAP y aprobados por la Fuerza Aérea y la Armada. Se pagan en pesos y los drones resultantes la Argentina los puede exportar a quien se nos dé la gana".
Y compara también: Fíjese que nunca pudimos exportar un avión Pampa, porque de sus alrededor de 20.000 componentes, sólo 3.400 son de industria nacional. Peor aún, nunca pudimos fabricarlo en series de 6 o 12 por año, porque el resto del avión viene de afuera y en dólares. Y si un buen avión de precio razonable no se vende durante 43 años, algo está fallando en el país, más que en el avión. Por eso nuestra idea fija –reconoce– es que los drones argentinos sean argentinos en su casi totalidad, para producir trabajo en lugar de deuda externa, y que sean pagables en pesos argentinos a empresas argentinas.
La política de comprar chatarra OTAN –concluye con tristeza– sólo sirvió para perder las islas del Atlántico Sur, así como la política de desarme unilateral de nuestra democracia fue una rara forma de castigar a todos los militares para perdonar a los genocidas, y eso nos costó unos 2,2 millones de km2 adicionales de territorios marinos.
Los drones argentinos como los SARA, degollados en la cuna, pueden resucitar no bien la Argentina renacionalice sus tres poderes, limpie de basura legislativa reciente su Constitución Nacional, y logre detener el avance del Reino Unido sobre nuestro Atlántico Sur y nuestra porción de Antártida, continente del que fuimos los primeros ocupantes fijos, y desde 1904.
Restituir el proyecto SARA implicaría poder sostener guerras largas sin ayuda ajena, sobre todo en Recursos Humanos calificados en sistemas de navegación, sensores y aviopartes. Es lo que al parecer hoy no logra hacer Ucrania, aunque en 2022 tenía el puesto número 14 entre los países exportadores de armas. Los ucranianos no están perdiendo por cobardes o por pocos, o porque las tácticas rusas sean geniales. Están perdiendo porque los rusos fabrican cada vez más su propio armamento, y la OTAN, no. Europa Occidental depende en más o menos un 65% de armas y componentes fabricados en EEUU.
Fuente: Pagina 12
El artículo asegura además que "con esta imperiosa necesidad a cuestas, se ha formulado una serie de estudios, los cuales serán ampliados con próximas visitas que comisiones de la Armada Argentina (ARA) y la Fuerza Aérea Argentina (FAA) realizarán a Italia e Israel, en el marco del aceitado vínculo bilateral que la Presidencia de la Nación mantiene con ambos gobiernos". De ahí que al menos una de esas comisiones, según Roldán, "podría aunque no necesariamente, coincidir con una futura visita del presidente Javier Milei a esos países".
Todo ello en un contexto en el que las autoridades militares vienen evaluando diversas alternativas y propuestas para incorporar drones que puedan operar durante largos períodos de tiempo.
Pero lo más interesante resulta el cuestionamiento de Daniel Arias, otro experto en la materia egresado del Colegio Nacional Buenos Aires y ex profesional del INVAP, del Instituto Campomar y el CONICET, el INTI y la CNEA, quien acredita muchos años de experiencia trabajando en diversos proyectos con INVAP y con Arsat. El debate entre ambos es apasionante.
En Zona Militar se afirma que el viaje de los representantes argentinos a Italia tendría como destino Trieste, ciudad del norte donde la firma "Leonardo" ha ofrecido vehículos aéreos no tripulados de la familia FALCO". Y también se adelanta que en la eventual visita a Israel la comisión tendría previsto visitar las instalaciones de la empresa Israel Aerospace Industries (IAI), la cual buscaría posicionar su dron "Heron", que es de hecho un MALE (sistema aéreo no tripulado de Altitud Media y Larga Autonomía) utilizado por clientes de todo el mundo en misiones de seguridad nacional y una de cuyas virtudes es su "capacidad de realizar operaciones continuas durante hasta 45 horas a altitudes de hasta 35.000 pies".
El Heron israelí es una plataforma robusta y "probada en combate”, que dispone de “…hasta seis cargas útiles de misión diferentes de forma simultánea, lo que permite ejecutar misiones complejas de inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento sobre terrenos variados, incluidos montañas, bosques, selvas, pantanos, entornos marítimos o áreas urbanas”, según describe con entusiasmo el licenciado Roldán.
Claro que el debate técnico está ahí nomás y radica en el comentario de Arias en el portal AgendAR. Reconocido especialista en materias nucleares, a través de las redes la semana pasada le recordó amablemente al licenciado Roldán que "se olvida un error frecuente: que en su breve intervención en FAdeA, entre 2014 y 2015, INVAP diseñó dos drones MALES bimotores, e incluso construyó y testeó los motores "Industria Argentina» de ambos. "Sabemos un poco de todo –dijo además–. De guiado robótico, mucho, y de que INVAP construye (o construía) satélites, los SAC y SAOCOM de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales y los ARSAT 1 y 2, todos nacionales".
Los satélites –explica Arias en su portal– son básicamente drones que vuelan por fuera de la atmósfera. Necesitan de mucha autonomía de navegación y respuestas rápidas, porque en órbita baja las cosas se mueven a veces a 28.000 km/hora y hay que esquivar o mitigar impactos, tormentas solares, cambios de densidad de la ionósfera, etc.
No sin un toque de humor, recordó también el Cordobazo y evocó al cordobés y barilochense proyecto SARA (Sistema Aéreo Robótico Argentino) que Mauricio Macri liquidó al toque de asumir. Y también los satélites ARSAT 2,3,4,5 y 6, así como los SAOCOM 3 y 4, y el SABIAMAR, mucho más sencillo que los SAOCOM porque es óptico, y no de radar.
Este columnista no deja pasar que los ARSAT 1 y 2 que supimos conseguir siguen en vuelo y todavía tienen vida útil garantizada hasta 2030 o 2031. Permiten ganar así entre U$ 40 y 50 millones por año. Mientras los SAOCOM 1 y 2 también siguen en órbita.
"Eso lo descubrimos –destaca Arias– después de ponerlos en órbita, porque los SAOCOM son satélites básicamente civiles y dedicados a medir agua en el suelo. Por eso sucesivos gobiernos atrasaron 20 años su construcción y despliegue, negándole fondos...".
Aunque INVAP es reconocida como notable diseñadora y fabricante, el Ejército Argentino no participará de esta misión de compras –advierte Arias– y la explicación que da es que "fueron la única Fuerza Armada que respaldó el proyecto SARA, ignorado extrañamente por las otras dos fuerzas". Pero además el Ejército fundó YPF, Fabricaciones Militares, las acerías más importantes de Sudamérica e incluso, en 1927 la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. "Y todo eso se llama tradición industrial", añade sin ocultar su orgullo. Y todavía cabe reconocer una tercera lógica: "el Ejército es la única fuerza armada que ve la atmósfera como terreno de operaciones a conquistar. La Fuerza Aérea y la Armada deberían hacerlo por definición, pero parece que no ejercen".
Lo cierto es que como algo debe hacer el Ejército al respecto, y de bajo costo y despliegue rápido, se ha buscado un modelo de observación óptica desde baja altura, con guiado autónomo, cámaras multiespectrales e infrarrojas, y de la mayor autonomía posible en vuelo, aunque no de gran distancia porque como se le dijo entonces a INVAP-FAdeA, sólo "necesitamos 40 kilómetros, que es el alcance máximo de nuestra artillería". Por eso el modelo de demostración, es decir el pre-prototipo, era chiquito, con un motor de 14 HP que sonaba como una cortadora de pasto, sonríe Arias.
Hoy lo que más importa, sigue, es que los drones recuperables sean muchos, simples, de alta velocidad de reposición y de fabricación local. Porque de lo contrario el país proveedor boicotea seguro, y se quedan en tierra. Y además hay una desconfianza en el aire, que domina la conversación: "Los licenciados en defensa de universidades privadas como la UCES –dice Arias– son demasiado jóvenes para acordarse de Oreste Berta y de la Escuadra Torino, y demasiado faltos de escuela pública como para haber compartido aulas con hijos de obreros y técnicos industriales. En suma, suelen ser demasiado chetos y algunos criados en un Tupperware como para entender que no hay Argentina posible sin fábricas, y demasiado liberales para entender que un país sin industria de armamentos propia es, básicamente, inepto para su autodefensa". Y enumera, no sin tristeza: la vieja FM, la FMA y los Astilleros TANDANOR y Río Santiago "tenían miles de proveedores industriales privados, metalúrgicos, metalmecánicos, químicos, electrónicos, dedicados mayormente al mercado interno", con cantidad de exportadores. En los ’60 –sigue– en el complejo industrial aeronáutico cordobés se producían aviones militares y de transporte y también "Rastrojeros". Arias mismo, particularmente, se dedicaba al maquinado de ruedas de ferrocarril para exportar... a China.
La industria de defensa, cuando la tuvimos, fue ante todo defensa de nuestra industria, evoca con nostalgias. Por eso a AgendAR le gustaría conocer la opinión del Gral. de Brigada (RE) Juan Paleo, uno de esos industrialistas que a veces produce el Ejército, sobre este asunto de comprar a Italia o Israel aparatos que podemos fabricar sin ellos, en cantidad serial, con motores y sensores ya desarrollados y probados por INVAP y aprobados por la Fuerza Aérea y la Armada. Se pagan en pesos y los drones resultantes la Argentina los puede exportar a quien se nos dé la gana".
Y compara también: Fíjese que nunca pudimos exportar un avión Pampa, porque de sus alrededor de 20.000 componentes, sólo 3.400 son de industria nacional. Peor aún, nunca pudimos fabricarlo en series de 6 o 12 por año, porque el resto del avión viene de afuera y en dólares. Y si un buen avión de precio razonable no se vende durante 43 años, algo está fallando en el país, más que en el avión. Por eso nuestra idea fija –reconoce– es que los drones argentinos sean argentinos en su casi totalidad, para producir trabajo en lugar de deuda externa, y que sean pagables en pesos argentinos a empresas argentinas.
La política de comprar chatarra OTAN –concluye con tristeza– sólo sirvió para perder las islas del Atlántico Sur, así como la política de desarme unilateral de nuestra democracia fue una rara forma de castigar a todos los militares para perdonar a los genocidas, y eso nos costó unos 2,2 millones de km2 adicionales de territorios marinos.
Los drones argentinos como los SARA, degollados en la cuna, pueden resucitar no bien la Argentina renacionalice sus tres poderes, limpie de basura legislativa reciente su Constitución Nacional, y logre detener el avance del Reino Unido sobre nuestro Atlántico Sur y nuestra porción de Antártida, continente del que fuimos los primeros ocupantes fijos, y desde 1904.
Restituir el proyecto SARA implicaría poder sostener guerras largas sin ayuda ajena, sobre todo en Recursos Humanos calificados en sistemas de navegación, sensores y aviopartes. Es lo que al parecer hoy no logra hacer Ucrania, aunque en 2022 tenía el puesto número 14 entre los países exportadores de armas. Los ucranianos no están perdiendo por cobardes o por pocos, o porque las tácticas rusas sean geniales. Están perdiendo porque los rusos fabrican cada vez más su propio armamento, y la OTAN, no. Europa Occidental depende en más o menos un 65% de armas y componentes fabricados en EEUU.