Bienvenido
Gustavo! Agradecido de tenerte en la página de Liliana…
-Cómo
siempre hay un principio, al menos para lo conocido hasta hoy… El principio del
mundo Spinetta es Arribeños. ¿Qué es de ese jardín familiar? ¿Cómo fue la
siembra?
El
jardín sigue existiendo aún, habitado por Ana, mi hermana y yo. Se sigue
cultivando música y amor, como nos enseñaron los fundadores Julia y Luis
Santiago, mis padres. La siembra fue dura sobre todo, por los avatares
políticos que suelen azotar este país, pero le pusieron todo su esfuerzo y así
tuvimos unas infancias que nos llenaron de buenos recuerdos porque siempre
teníamos amor y protección. Cuando nací en casa vivían también mi abuela
materna Catalina Ana, mi tía Yaya (María) y el tío Oscar. Yaya, Mario (otro
hermano) y mi padre trabajaron en Odeón Columbia, uno de los sellos más
importantes de la época. Ellos traían todas las novedades discográficas a casa
y con la vitrola que tenía Yaya escuchábamos música siempre, aparte de los
programas radiales habituales.
Referencia
circunstancial: a mi viejo Luis Santiago lo despiden de la empresa luego del
derrocamiento del presidente Perón en 1955 por su condición de militante
peronista y delegado gremial al año de mi nacimiento, lo cual provoca la caída
de la economía familiar y por lo tanto el bienestar. Mi viejo consigue trabajo
en otra multinacional, por muy poco dinero, trabajando hasta en tres turnos,
por lo tanto no lo veíamos nunca… hasta Lila, la perra comía mate cocido con
pan como el resto de la familia, cualquier referencia con los tiempos actuales
no es mera coincidencia.
-Siendo
el menor de todos los hermanos en una casa donde se respiraba música y poesía…
¿Cómo se da tu acercamiento a interesarte por la música y que instrumento es el
que primero llama tu atención?
La
música siempre primó en casa, así fue natural escuchar a mi padre y madre, mi
hermano Luis; desde muy chico, cantar muy bien. Me incliné por el Bajo
eléctrico (me mataba el sonido de Paul Mc Cartney y Luis me lo reproducía
cantándomelo a los oídos mientras escuchábamos la música de Los Beatles). A mis
quince años Luis me regala un Bajo, pero al tiempo, luego de una zapada con él
solos en casa es donde me siento por primera vez en una Batería… no quise
enfriar nunca esa banqueta.
-Luis
Santiago Spinetta, el papá. Cantor de tangos y poeta. ¿En qué sitio lo ubicas y
que te aportó y les aportó a todos en la casa?
Mi viejo fue una gran persona, amó profundamente a su familia y vivió para ella; cantaba muy bien acompañado por dos guitarristas pero se casó y fundó Arribeños. En sus años de jubilado comenzó a hacer lutería, arreglos de guitarras acústicas y me sorprendió con sus poemas y esculturas en madera.
-¿Cuáles
fueron tus primeros pasos en la música? Fueron de forma grupal, tipo barrial o
desde un lugar en soledad. Tempranamente llega un instante emocional y de
proyección muy importante y marcatorio en tu vida. Luis te invita a ser
baterista en el disco: “Artaud”, al que considero entre los diez mejores de
nuestra larga historia. ¿Cómo atrapaste en tu corazón semejante golpe artístico
existencial?
Empecé tocando con amigos del barrio en diferentes formaciones tocando siempre la Batería. Una que me marcaría será Aschabel, quinteto con rasgos de fusión y rock progresivo. Con Marcelo Vidal, bajista de la banda seguí tocando y finalmente hicimos unos shows con Luis y grabamos en a 18 minutos del sol el tema Viento del Azur, pero yo ya había grabado con Luis en el disco Artaud, lo cual representó siempre una Magia en mi vida. Obra que le brotó a Luis en un momento de amor del cual nacería su familia. En esa época convivíamos juntos en Arribeños y viví muy de cerca la gestación de ese disco. Hasta el estudio de grabación quedaba cerca. Todo cercano y familiar
Me
apasiona el 3D de la escultura y el modelado en arcillas, el mundo del esmalte,
el dibujo y la pintura. Esto me nace porque en casa tenía al mejor maestro de
plástica; verlo a Luis dibujar y pintar fue una constante en mi niñez, me
fascinó siempre verlo crear sus obras, lo que nacía de la hoja blanca. Sin
dudas hubiese sido un artista plástico revolucionario… sino fuera por la
música. Mis obras cerámicas pueden verse en Arribeños en buena parte. Las
últimas obras las pensé en función de Amel, mi banda actual; unos cuencos
conmemorativos para la salida del segundo disco: “2853” y el nombre de la banda
en 3D para usarlo en fílmicos y fotos, una de las piezas más lindas que tengo.
Se unieron la música y la escultura. Gané un montón de premios y menciones y
podría haber hecho una gran carrera… sino fuera por la música.
-El grupo del que formás parte se llama: Amel, con quien entre otros músicos está tu sobrino Gonzalo, hijo de Ana. Tienen dos discos y van por el tercero, que en breve estará listo, no? Hablemos de Amel: su música, su sonido, sus horizontes. ¿Qué es en tu vida musical formar parte de este grupo de talentosos músicos y tus sentires?
Amel
es la banda de la que siempre quise ser parte con Gonzalo, mi sobrino,
Francisco, Pablo y el Pollo; tan talentosos, es la gloria. Me siento en
constante crecimiento. Además toco con un Trío junto a Tito Losavio y Dhani
Ferrón llamado: “Los chispeantes”
-Te
pido una referencia a como pueden seguir al grupo: links, si se consiguen sus
discos de forma material, aparte de las plataformas digitales habituales, que
las podés nombrar.
Nos
pueden seguir en Facebook como: Amel música, en Instagram también como Amel
música, en Spotify están colgados los discos: Amel, 2853 y un single, por ahora
del nuevo disco, que se llama: “Entre planetas”, en Youtube también nos
encuentran como Amel música y los discos físicos, al menos 2853 lo consiguen en
disquerías como Mondo Rabioso y Samy Records.
-¿Cuál
es tu punto de vista de la situación actual de la cultura argentina?
Las
modas pasan, quedan los artistas. Hay un hervidero de talento en todos los
órdenes. Es triste en el contexto político actual que se desfinancie la
educación, eso significa atraso cultural y falta de libertad.
-Es
inevitable no hacerlo, y aunque me gusta respetar las individualidades, desde
su propio ser. No puedo dejar de preguntarte por Luis. Simplemente es decir…
¿Qué significa Luis para vos, la familia, para la gente y la enorme importancia
de su sitio en la cultura argentina?
Hablé
de Luis varias veces ya, porque es inevitable hacerlo para describir mi propia
historia. Ha sido, para mi siempre, un maestro pero familiar. Y me bendijo
generosamente incluyéndome en sus proyectos.
Era
inevitable que semejante corazón inteligente se metiera en la cultura
argentina.
-¿Qué deja en la historia de nuestra música ese enorme concierto de “Las Bandas Eternas”? Un recorrido de más de seis horas por la creación y los matices de un Artista único.
Las
Bandas Eternas es la concreción de un imposible. Ver ese desfile de talento
argentino sólo Luis podía concretarlo y tocar esas canciones que después de
grabadas nunca más las hizo como “Cementerio club” y “Bajan”, del disco Artaud
del cual participé fue lo máximo, estar tocando con Luis una vez más, verme
rodeado de semejante banda y sentir la reacción del público fue estar en la
gloria.
-Hay
una anécdota graciosa y de una carga emocional muy grande. Cuando Luis toca en
el Salón Blanco de la Casa Rosada. Una es cuando dice: “Esto no es un Oscar, es
un Néstor”. Merecido homenaje a Luis! Hay una foto en la que están: Luis,
Néstor Kirchner y la mamá Julia a pura sonrisa. ¿Te dejo para que vos cuentes
esa anécdota producida por tu mamá?
Hace
referencia a que Néstor felicita a Julia por su hijo, y mi mamá, le pregunta:
¿Cuál de ellos, porque tengo tres? (Risas)
-En
el final… dejo esta hoja en blanco para que vos escribas sobre ella lo que
desees y sientas necesidad de decir y no te haya preguntado.
Me
gustaría que las cosas fueran diferentes en relación a la vida de los
argentinos que no se perdiera la memoria
y se construya a partir de ella, para no volver a caer en los mismos errores
que traen tanta injusticia y dolor.
Muchas
Gracias Gustavo!