“¡A veces encuentro cosas tan bellas en el alma!
Nosotros, los buenos, los que tenemos el alma libre y dispuesta, sentimos más.
No dejes que la tristeza sea amarga.
Haz que sea dulce.
Y si duele mucho, huye.
Piérdete dentro de una flor que mires
o deja que tu alma se eche a volar para coger una nube
o tocar un color del cielo
o deja que viaje sobre las notas de una música
o convierte, la tristeza, en poesía o algo.
Úsala para encontrar poesía.
Cuanto más grande y dolorosa es la tristeza más fuerza tiene para darte impulso y llevarte hasta los lugares donde hay paz y belleza dentro de ti.
Fuera de ti.”
José Masiques - pintor
Alguien que escribe así debe ser un tipo muy sensible y muy triste tal vez, esa es la sensación que me causa este pintor José Masiques.
Nacido en La Habana - Cuba, el 11 de marzo de 1940 y muere en París, Francia el 3 de octubre de 1968 en el Centre de Saint Moulinet, París “ávido de vivir y de continuar su obra”.
En el año de 1968 Silvio Rodríguez compone el tema "El pintor de las mujeres soles" inspirado en su amigo José Masiques.
Tan sólo escuchar la canción sobre este pintor, me produjo una sensación de que era algo imaginario de Silvio, pero luego con el tiempo supe que este pintor existía, que pintaba cuadro de mujeres soles efectivamente, algo sicodélicos quizás influenciado por la época (década de los 60s).
Fue pintor, grabador, escultor y diseñador cubano que pintaba mujeres soles, mujeres que irradiaban rayos de sol.
Era un talentoso autodidacta, practicó la talla en madera, la fotografía y la cerámica.
Se le diagnosticó cáncer con tan sólo 28 años y se trasladó a París para encontrar un tratamiento que le pudiera salvar la vida, pero ese viaje sobre el oceáno Atlántico fue su último viaje con vida.
A los formales dibujos en blanco y negro de los inicios, opuso una pintura mucho más libre, basado en el color y sensuales líneas que plasman su visión de la naturaleza, al individuo en su entorno.
"Yo vi pintar ese cuadro"
Moraima Clavijo Colom en el 2005 cuenta que "Cuando nos encontrábamos concluyendo el montaje con vistas a la reinauguración del museo, recibimos la visita inesperada de Silvio.
Comenzamos a hablar de los viejos amigos y a recorrer rápidamente las salas, pensando en las horas que nos separaban del acto y lo que aún faltaba por montar.
Él se detuvo largo rato ante la obra de Masiques y se emocionó visiblemente. "Yo vi pintar este cuadro" -me dijo- "no sabía que estuviera aquí". Creo que desde entonces comenzó a obsesionarle la idea de que se le hiciera un homenaje.
Como son propicios los aniversarios, su hermana Elisa, su hija Ana y el resto de su familia, pensaban que los 65 años de su nacimiento podrían constituir la ocasión ideal.
Aunando voluntades, y con la gran colección que el museo posee, porque su madre con total desprendimiento la había donado desde su fallecimiento, se concretó la idea de hacer realidad la publicación de un libro, y paralelamente la presentación de sus obras en una exposición personal. Si pensamos en que su vida fue tan corta historiado puede parecer una empresa difícil, pero ante el enorme caudal de piezas de diversas manifestaciones, etapas definidas en su obra, seis exposiciones personales e innumerables colectivas y un caudal de vivencias excepcionales para su corta edad; es evidente que el artista tenía trazada su ruta y transitó por ella intensamente, hasta que la muerte lo apartó prematuramente del camino. Su lenguaje es inconfundible, su labor docente aún es recordada, su impronta en el Gran Mural del Salón de Mayo de 1967 es una de las más impresionantes. Estuvo en muchas partes, viajó por medio mundo, se enroló en todos los proyectos de aquella década fecunda en que aceleradamente transcurrieron los últimos años de su vida".