No sé si es verdad o sólo un cuento que alguien escribió desde el dolor que produce el misterio de la muerte. Dicen que en Pehuajó, al monumento de Manuelita se le cayó un lagrimón de cemento. Y los chicos que rodeaban a la tortuga no rieron, sino que ellos también se pusieron a llorar. Me cuentan que al Mono Liso cuando conoció la noticia se le escapó la naranja y que ésta se paró, y ya no se pasea de la sala al comedor. De pronto, para vestirse, fue imposible juntar tira con tirita y ojal con botón. Todos fuimos “desinvitados” a tomar el té. La tetera es de porcelana y se ve. Y lo que si se confirmó es que el azúcar siempre fue negro y ahora del susto se puso blanca. Dejó de nadar el pájaro y de volar el pez. Y tres morrongos elegantes/ de bastón, galera y guantes/dando muchas volteretas,/ prepararon sus maletas para irse con María Elena. Finalmente el brujito de Gulubú se quedó sin brujerías.
María Elena
Fue hija de un padre irlandés que vuelto a casar tuvo dos hijas una de las cuales fue María Elena y la otra su hermana Susana. Agradeció haber nacido en un hogar de clase media con sensibilidad hacia la cultura en donde la música, la lectura y el arte formaron parte inescindible de su vida. Poetisa precoz, a los 17 años publicó “Otoño imperdonable” obteniendo el segundo Premio Municipal de Poesía. Luego tuvo como mentor a Juan Ramón Jiménez y residió en su casa en Nueva York durante varios años. En su libro de memorias cuenta: “Juan Ramón Jiménez nos amó, nos exaltó, nos poetizó, desprovisto de la típica manía española de venir a aconsejarnos: “Argentinos ¡a las cosas!”, o “Evitad el gerundio, o “Cultivad coles en el trastero” y otras fórmulas de padres patrios, cuyos descendientes nos siguen aleccionando sobre derechos, tangencia y cubismo.”
Al regreso y luego de la muerte de Evita, se radica en París. En su último libro, “Fantasmas en el parque” relata: “En París, allá por 1953, cuando huí como pude de la monótona escenografía peronista, un invierno llovió más de la cuenta y el plácido Sena se salió de madre, creció y desbordó hasta cubrir los bellísimos puentes.”
En la ciudad capital de la intelectualidad argentina empezó a escribir literatura infantil, considerando a los chicos con un respeto poco frecuente que le granjeó el reconocimiento adulto y el amor infantil eterno.
María Elena para adultos
Sé que es verdad, no sólo un cuento que alguien escribió desde el dolor que produce el misterio de la muerte. Dicen que cuando gente grande que educaron a sus hijos con sus canciones, constituidas en la banda sonora de ese período de su vida; o aquellos que se durmieron soñando con sus creaciones y hoy hacen lo mismo con sus hijos comprendieron su real significación: “Porque el idioma de infancia/ es un secreto entre los dos.” Esa complicidad surgida en aquello que el poeta Rilke sostuvo que “la infancia es la patria del hombre.” O cuando María Elena se remitía a su propia adolescencia: “Te acordás hermana qué tiempos aquellos/ la vida nos daba la misma lección/ En la primavera del 45/ tenías quince años lo mismo que yo/….Te acordás de la Plaza de Mayo/ cuando el que dije salía al balcón/ Tanto cambió todo que el sol de la infancia/ de golpe y porrazo se nos alunó/…..Te acordás que más tarde la vida/ vino en tacos altos y nos separó./ Ya no compartimos el mismo tranvía,/ sólo nos reúne la buena de Dios.” O la precisa definición sobre los ejecutivos cuando aún no se denominaban ceos como ahora: “Sonriente y afeitado para siempre/ trajina para darnos la ilusión/ de un cielo en tecnicolor donde muy poquitos/ aprender a jugar el golf/……siempre tiene razón/ y además tienen la sartén/ la sartén por el mango y el mango también.”
El eterno dilema de muchos argentinos de ser europeos en Latinoamérica quedó reflejado en “Serenata para la tierra de uno”: “ Porque me duele si me quedo/ pero me muero si me voy…” En la “Zamba para Pepe” entrelaza “Cuando un amigo se va/ nadie nos devolverá…..Un amigo nuevo no es lo mismo, Pepe,/ nos quiere por la mitad.” Pero es interesante observar cómo la nacionalización de las clases medias en su mayor comprensión del peronismo queda reflejado cuando escribe: “Todo cambia desde que te fuiste/ ya los argentinos no somos así/ Estamos mirándonos por dentro/ y olvidándonos de París/…..Quedan pocos de los que decían/ que en este país no se puede vivir…”
Pepe es el fotógrafo argentino José María Fernández, que estuvo radicado en París hasta su muerte en el año 2006. Nacido en Ramos Mejía, se conocían con María Elena desde el año 1948.
Posiblemente la canción de mayor arraigo popular para adultos de la poetisa fue “La Cigarra”, expresión de la vida durante los años de plomo: “Tantas veces me mataron tantas veces me morí/ Sin embargo estoy aquí resucitando/Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal/Porque me mató tan mal/ Y seguí cantando/ Cantando al sol como la cigarra/Después de un año bajo la tierra/Igual que sobrevivientes que vuelven de la guerra/…….. Tantas veces te mataron tantas resucitarás/ Cuántas noches pasarás desesperando/ Y a la hora del naufragio y de la oscuridad/Alguien te rescatará para ir cantando.”
En otras, como sábana y mantel se alcanzan originalidad y poesía: “Uno manchado de vino/que señal de gozo es / y la otra humedecida/ con rocío de querer/ que no le falten a nadie/en este mundo tan cruel.”
O en el reclamo poético de “Requiem para una mujer”: “Aquí yace una pobre mujer/que se murió de cansada./ En su vida no pudo tener/jamás las manos cruzadas. De este valle de trapo y jabón/ me voy como he venido, / sin más suerte que la obligación, /más pago que el olvido.
Aleluya, me mudo a un hogar / donde nada se vuelve a ensuciar./ Nadie me pedirá de comer/en mi última morada/ no tendré que planchar ni coser/ como condenada.”
Las definiciones políticas
María Elena fue una francotiradora de la izquierda del establishment. Sus miradas más transgresoras están en el campo de la vida cotidiana, como la reivindicación del género, la oposición a la pena de muerte, la libertad sobre la elección sexual, entre otras.
Cuando Carlos Menem amenazaba con frecuencia en establecer la pena de muerte, escribió una página memorable que entre otras cosas decía:
“Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos. Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado. Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial. Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.
Fui enviada a la guillotina porque mis camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente……. Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.” Y más adelante concluía: “A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo fuera ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas”.
Su famosa nota en el diario Clarín del año 1979, más que la valentía de María Elena Walsh, lo que refleja es el clima de época y el terror que circulaba por las arterias de la sociedad. Para hablar de la censura: “Sí, la firmante se preocupó por la infancia, pero jamás pensó que iba a vivir en un País-Jardín-de-Infantes. Menos imaginó que ese país podría llegar a parecerse peligrosamente a la España de Franco, si seguimos apañando a sus celadores. Esa triste España donde había que someter a censura previa las letras de canciones, como sucede hoy aquí y nadie denuncia; donde el doblaje de las películas convertía a los amantes en hermanos, legalizando grotescamente el incesto”, era necesario efectuar estas consideraciones para garantizar la seguridad personal: “Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabernos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué….. Quienes desempeñan la peliaguda misión de gobernarnos, así como desterraron —y agradecemos— aquellas metralletas que nos apuntaban por doquier en razón de bien atendibles medidas de seguridad, deberían aliviar ya la cuarentena que siguen aplicando sobre la madurez de un pueblo.”
Luego de su pertinaz antiperonismo, le dedicó un bello poema a Evita, sin dejar de enarbolar algunas aristas prejuiciosas:
“Calle Florida, túnel de flores podridas./ Y el pobrerío se quedó sin madre llorando entre faroles sin crespones./ Llorando en cueros, para siempre, solos…. La cola interminable para verla y los que maldecían por si acaso no vayan esos cabecitas negras a bienaventurar a una cualquiera…. Buenos Aires de niebla y de silencio./ El Barrio Norte tras las celosías encargaba a París rayos de sol./ Flores podridas para Cleopatra./ Y los grasitas con el corazón rajado, rajado en serio. Huérfanos. Silencio./ Calles de invierno donde nadie pregona El Líder, Democracia, La Razón…../ Y el odio entre paréntesis, rumiando venganza en sótanos y con picana./Y el amor y el dolor que eran de veras gimiendo en el cordón de la vereda./Lágrimas enjuagadas con harapos, Madrecita de los Desamparados./Silencio, que hasta el tango se murió…./ Cuando juntas las reas y las monjas y las violadas en los teleteatros y las que callan pero no consienten arrebatemos la liberación para no naufragar en espejitos ni bañarnos para los ejecutivos./…..Cuando hagamos escándalo y justicia el tiempo habrá pasado en limpio tu prepotencia y tu martirio, hermana./…..Tener agallas, como vos tuviste, fanática, leal, desenfrenada en el candor de la beneficencia pero la única que se dio el lujo de coronarse por los sumergidos.”
Algunos prejuicios: “repartiendo ….limosnas, bruta como un diamante en un chiquero”
Sus críticas a la carpa blanca tenía argumentos pueriles como la ocupación del espacio público como escenario de la protesta y uno certero: al eternizarse el método terminaba imperceptible para la sociedad.
Fue alfonsinista y cocondujo un magazine televisivo con Susana Rinaldi y María Herminia Avellaneda, al comienzo del retorno a la democracia. En pleno gobierno de la Alianza le declaró a la revista Tres Puntos: “La ineficiencia es muy peligrosa, mucho más que la corrupción.”
En el mismo reportaje se mostraba desilusionada de los radicales al punto de afirmar: “Siento más simpatía hacia los peronistas…. Con el peronista te entendés o no te entendés. Te peleás, te agarrás a los bifes, te gritás, te amigás, lo que vos quieras. El otro es un ser soberbio que te da cátedra y te convence de que estás equivocada y ahí terminó todo.”
En un reportaje de la revista Radar afirmó: “Al ver los manejos de la Revolución Libertadora recapacité sobre todo lo que había sido obra de peronismo ….. Años después viajé por el interior y la única escuela que había y el único puente eran restos de esa época del peronismo”
María Elena Walsh fue una contestaría de gran honestidad intelectual en el interior del establishment. A su muerte, los diarios que se consideran progresistas reivindicaron su labor literaria, sus vivencias vinculadas a su infancia o la influencia sobre los hijos. Los hegemónicos, el reconocimiento a los servicios prestados y realizaron una instrumentación de su figura para las luchas del presente, que posiblemente la hubieran indignado. El editorial del diario La Nación del 13 de enero dice en algunos de sus párrafos: “No es fácil -no lo será tampoco en el futuro inmediato, probablemente- encontrar un nombre que, como el de ella, sea prenda de unión entre nosotros los argentinos, siempre divididos por las pasiones, sean del origen que sean, políticas, intelectuales o futbolísticas...Porque María Elena Walsh tenía, y todos se lo reconocieron, el derecho de decir lo que pensaba. Había sustentado eso en momentos en que muchos callaron. Su texto sobre el País-Jardín-de-Infantes de 1979 aún hoy conserva actualidad, lo mismo que la nota que escribió en este diario sobre la carpa docente. Y porque conocía como nadie a sus compatriotas, sabía de nuestra endémica inmadurez para convivir los unos con los otros y respetarnos, y, por ello, solía alertar con ironía y muchas veces con honestidad brutal sobre los excesos y los prejuicios a los que la sociedad argentina es tan propensa…. Lo que importa ahora no es sólo recordarla con la admiración y el cariño merecidos, sino también tomarla como ejemplo de conducta democrática…. Por eso, en estos tiempos de divisiones y enfrentamientos entre argentinos, la muerte de María Elena Walsh debería hacernos reflexionar también sobre el valor de la unidad nacional”
El llanto de la infancia
No sé si es verdad o sólo un cuento que alguien escribió desde el dolor que produce el misterio de la muerte. Dicen que en Pehuajó, al monumento de Manuelita se le cayó un lagrimón de cemento. Y los chicos que rodeaban a la tortuga no rieron, sino que ellos también se pusieron a llorar. Doña Disparate y Bambuco bajaron el telón. La vaca de Humahuaca no sabe si seguirá estudiando. La luna ya no baja en camisón.
Si sé que es verdad que “Cuando un amigo se va/ nadie nos devolverá…..Un amigo nuevo no es lo mismo, María Elena, / nos quiere por la mitad”
Los versos que María Elena le dedicó a Juan Sebastián Bach hoy pueden aplicarse a su autora: “Está contándonos un cuento/ que no terminará jamás”
13-01-2011
Fuente: Liliana López Foresi