• 21 de noviembre de 2024, 6:49
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Balance del primer año de gobierno

Por Artemio López*


Las dos pandemias: herencia macrista y Covid-19.

El Gobierno Nacional culmina su primer año de mandato habiendo enfrentado de manera correcta la doble pandemia que resultara de la herencia del macriato y el Covid 19. En materia socioeconómica, y a pesar de los esfuerzos realizados en este primer año de gestión, la coyuntura es muy compleja. El gobierno tiene por delante dos grandes temas: Resolver el tema de carencia de empleo y hacer que los salarios, jubilaciones, pensiones y planes de ingresos varios evolucionen por sobre la inflación. 

El Gobierno Nacional culmina su primer año de mandato habiendo enfrentado de manera correcta la doble pandemia que resultara de la herencia del macriato y el Covid 19.

Respecto a la segunda, el reciente inicio de la etapa de vacunación pone una bisagra decisiva a la estrategia gubernamental que se hizo paso entre la incerteza general y una oposición política y de medios cuyo solo objetivo fue obstruir todo intento de solución a los problemas enormes que supuso, y aún supone, enfrentar la pandemia más importante de la historia contemporánea y el operativo de vacunación más extendido de la historia nacional.

Para enfrentar la parálisis económica y social inducida por la pandemia el gobierno puso en marcha diversos planes de protección de los ingresos familiares y transferencia de ingresos a sectores sociales y productivos en problemas, cuyos emblemas fueron el congelamiento de tarifas, el IFE y el ATP que atendieron la necesidad urgente de empresas y familias afectadas por la crisis.

El total de la ayuda puesta en juego por el gobierno nacional para enfrentar la pandemia supuso el equivalente a 4,9 puntos del PBI. Inédito en la historia nacional.

Para enfrentar la herencia de los cuatro años de gestión macrista, sin duda el peor gobierno desde la recuperación democrática y probablemente de la historia nacional, el gobierno nacional puso también en marcha una exitosa renegociación de deuda con los acreedores privados que ganó plazos de pago y supuso un ahorro para la nación de 37.000 millones de dólares.

Por otra parte, logró empalmar jubilaciones y pensiones mínimas con el ritmo de la inflación -que bajó 20 puntos respecto al último año del gobierno de Macri- deteniendo la caída propiciada por el macrismo que supuso en cuatro años la pérdida de 20 puntos de poder adquisitivo en jubilaciones y pensiones, quedando para este año y sucesivos la recuperación del poder adquisitivo perdido y las mejoras respecto al ritmo inflacionario, materia pendiente que seguramente se logrará paulatinamente con la nueva fórmula de cálculo de actualización de jubilaciones y pensiones.

Como dato significativo para un segmento bastante extendido de la población (en especial mujeres jóvenes), el gobierno nacional dio impulso a la aprobación del IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo), una antigua reivindicación progresista urbana, hoy convertida en ley nacional.

En materia socioeconómica y a pesar de los esfuerzos realizados en este primer año de gestión, la coyuntura es muy compleja.

Al respecto, ya lo había anticipado el INDEC – cuando el instituto difundió la información del tercer trimestre – que, en el cuarto trimestre de 2020, habría más de 45 puntos de pobreza. 

La pobreza por ingresos tiene dos componentes básicos: pérdida de los perceptores de ingreso en los hogares por desempleo en alza y/o, por otro lado, un nivel de ingresos familiar que no es suficiente para alcanzar el ritmo inflacionario y cae por debajo de la canasta ampliada que valoriza la línea de pobreza (hoy $52.000 mensuales para un hogar metropolitano tipo, de 4 miembros).

Son los dos grandes temas que tiene el gobierno nacional por delante.

Resolver el tema de carencia de empleo – habrá más de 12 puntos de desempleo abierto cuando se restituya la actividad económica y veamos cuánta gente que quiere volver a emplearse lo logra o no – y hacer que los salarios, jubilaciones, pensiones y planes de ingresos varios evolucionen por sobre la inflación.

 

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En este sentido las noticias no son buenas. El INDEC también dio a conocer ahora la evolución del índice de salario: Entre septiembre 2019 y septiembre 2020 los salarios crecieron 31,8% en promedio, formales e informales, pero la inflación en ese mismo lapso creció 36 puntos, y alimentos y bebidas 42%.

O sea que por este camino de pérdida del poder adquisitivo del salario real con respecto a la inflación, es inexorable tener cada vez más pobreza por ingreso. 

Para tener una idea del nivel de penuria salarial existente, hoy, la línea de pobreza está valuada en 52 mil pesos para un hogar de cuatro miembros y el salario que más se repite en la economía argentina o «moda» es de 45 mil pesos, por debajo de lo que requiere para no ser pobre, mientras el salario promedio es de $55.000 mensuales.

El promedio de ingreso de los hogares pobres es hoy de 25 mil pesos, la mitad de lo que debieran tener para superar la línea de pobreza, por lo que la brecha de pobreza asciende aproximadamente al 50%, esto es que los hogares debieran recibir extra el equivalente al 50% del valor de la Canasta Ampliada de Pobreza para dejar de ser pobres. Es la mayor brecha de pobreza desde el año 2002. Una calamidad.

Estamos, como señalamos, en una muy situación compleja por esta doble condición: bajos salarios, jubilaciones y pensiones y planes sin actualizar respecto a la inflación, en especial alimentos y bebidas, y pérdida de perceptores de ingreso en los hogares por impacto del desempleo abierto. 

En efecto tanto las jubilaciones y pensiones mínimas – que afectan al 60% de la base previsional- como el salario Mínimo Vital y Móvil se ubican – aún actualizados – por debajo de la línea de indigencia o hambre para un hogar tipo metropolitano fijada en $23.000 mensuales hoy. Un verdadero disparate que debe corregirse.

Y debe corregirse esta circunstancia de penuria salarial y previsional no solo por un hecho de elemental justicia social en un gobierno peronista, sino porque el 80% de las familias argentinas recibe su ingreso bajo forma de salario, jubilación o pensión, y este ingreso familiar es el motor central del consumo doméstico que a su vez explica el 75% del crecimiento económico.

Sin embargo, y a pesar de lo números actuales tanto de pobreza como de ingresos familiares, pareciera que de cara al año 2021 el gobierno nacional puede llegar a las elecciones de medio mandato con un rebote importante de la economía, y que aún ante las dificultades de un cuadro social crítico, el apoyo que obtuvo el gobierno en las elecciones del año 2019 se renovará.

Incluso, como se ponen en juego las bancas obtenidas en el año 2017 donde a Juntos por el Cambio le fue relativamente bien, es probable que el gobierno sume bancas y hasta pueda tener mayoría en las dos Cámaras, en particular, mejorar su posición en diputados.

Complementariamente, la oposición tiene el volumen electoral que tuvo, y al igual que el oficialismo lo mantiene. No hay muchas chances de que en un período de salida de la recesión el oficialismo pierda votos ni la oposición gane demasiado.

 

En el primer aniversario de gobierno, Alberto Fernández y Cristina Kirchner volvieron a mostrarse juntos

 

Con respecto al funcionamiento de la coalición gobernante, todos los actores coaligados saben que electoralmente el volumen central lo tiene Cristina Fernández. Es poseedora del 80% de los votos del FdT, donde obviamente cada liderazgo tiene miradas diversas: negociadora, progresista, socialdemócrata, popular-democrática, pero en esta coalición con un liderazgo electoral dominante, esos matices conviven perfectamente y en unidad. 

O sea, que nadie saca «los pies del plato» siendo fieles al tantas veces incumplido «Todos Unidos Triunfaremos», que de manera vehemente se advierte en el jingle peronista partidario, más conocido como “La Marchita”.

La estructura de unidad con dominante, sostenida en la asimetría de liderazgos, amplía los márgenes de juego interno dentro de la coalición oficialista y no parece que el hecho de que cada actor se defina o sea definido de una manera u otra, importe demasiado a nadie, en especial a Cristina Fernández y su liderazgo asimétrico ordenador.

Finalmente, si hubiera que sintetizar un análisis de lo más positivo y lo más negativo de este primer año de gobierno:

Lo más positivo fue la renegociación de la deuda, por el volumen que implicó – 37.000 millones de ahorro efectivo – con los acreedores privados, el cambio de la fórmula de cálculo previsional para restituir la que regía en el año 2008 con actualizaciones trimestrales junto a la aprobación legislativa de la IVE.

Lo más negativo fue la política judicial del gobierno que, en líneas generales, consistió en acompañar sin más las arbitrariedades de la justicia federal  – sólo comentando sus decisiones de manera crítica – y el poco músculo en la política de ingresos familiares. 

Falta mucho camino por recorrer, hay que dar un mayor impulso a los ingresos familiares, tomar decisiones más contundentes con respecto a mejoras salariales, permitir paritarias y efectivamente ir a fondo con la mejora de jubilaciones y pensiones. El gran déficit sigue siendo los ingresos de las familias argentinas que continúan estando muy bajos, en eso se está muy mal.

Y esa realidad de deterioro de ingresos no se resuelve discutiendo derechos de tercera, cuarta o quinta generación.

Si queremos abandonar el ya casi lustro de recesión, el gobierno nacional debe impulsar la recomposición de los ingresos familiares para lo cual la agenda que plantó Cristina Kirchner en el estadio Diego Armando Maradona de La Plata, es estratégica e imprescindible:

Alinear tarifas, salarios, jubilaciones y precios resulta imprescindible para desandar la herencia macrista, distribuir el ingreso con un patrón progresivo, poner el país a crecer y de paso, ya que estamos, como quien no quiere la cosa, enfrentar con chances de éxito las elecciones de medio mandato fijadas para octubre.

Hay entonces que generar empleo genuino – la obra pública que el gobierno desplegará en este año entrante es condición necesaria pero no suficiente – y distribuir el ingreso de manera más enérgica y progresiva para resolver las carencias socioeconómicas tan extendidas, porque como señalaba Néstor Kirchner: “No podemos ser el ala progresista de un partido conservador”.

*Director Consultora Equis

Fuente: La Tecl@ Eñe

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