La lluvia, el frío y la frustración por
haberse quedado sin picado, hizo que a un grupo de adolescentes se les
prendiera la lamparita y decidieran fundar un club de fútbol. Eran adolescentes
de principios de siglo veinte en un Tigre que era suburbano profundo, con sus
famosos recreos en las islas, pero también con sus mareas que hacían difícil la
vida de sus pobladores, la mayoría pescadores o agricultores. Esto ocurrió,
según cuenta en su gran libro Nazareno Scialpini el 2 de agosto de 1902 y la
“pandilla” de jóvenes que fundaron un día después el Club Atlético Juventud del
Tigre, hoy Club Atlético Tigre, era capitaneada por José Dellagiovanna, el hijo
del almacenero, que tenía como casi todos alrededor de 15 años cuando fundó el
club y fue elegido como primer presidente. Un club al que le dedicó la vida y
hasta fue canchero en la que fue conocida como la “cancha del lechero ahogado”
y que estaba al borde del Río Reconquista (en aquel momento Río Las Conchas)
muy cerca de donde Santiago de Liniers desembarcó con sus hombres para
recuperar Buenos Aires de las Invasiones Inglesas.
Volviendo al momento de la fundación, los
muchachos jugaban en el centro de Tigre, Avenida Cazón y Sarmiento, en lo que
hoy es la Plaza San Martín y enfrente de donde estaba el almacén de Don Antonio
Dellagiovanna, el papá de José y esa tarde se juntaron en el cordón de la
vereda, al lado de una alcantarilla a deliberar y formar un club “de verdad”,
con cancha pintada, arcos con redes y vestuarios.
Con relación a los vestuarios Dellagiovanna
donó una especie de galpón de madera y chapas que era en realidad la cucha de
su perro, donde llegó a funcionar la secretaría y la tesorería del club, además
de los vestidores. La pintaron de azul y rojo, los colores que habían elegido y
le pusieron rueditas para trasladarla a la cancha cada vez que jugaban. Así,
sin dinero, pero con mucha imaginación se fundó la institución más grande de la
zona norte del conurbano bonaerense, por un grupo de chicos con voluntad de
hierro y la garra que le daba su nombre.
Era todo tan precario, que las primeras
reuniones se seguían haciendo en la alcantarilla donde se les ocurrió la idea
de fundar el club. La primera cuota social fue de 20 centavos mensuales. Tanto
es así que cuando tuvieron que jugar el primer partido se dieron cuenta que no
tenían camisetas y la tesorería había juntado nada más que 9 pesos con 90
centavos, que no alcanzaba para comprarlas, pero un comerciante de la zona
Adolfo Leber (con los años un sucesor
sería tesorero del club) les fió lo que faltaba.
La primera cancha, fue un campo aledaño a
la Plaza donde jugaban que les prestó el carnicero de la zona y así fueron
sorteando dificultad, tras dificultad hasta empezar a crecer como institución.
En 1911 se afiliaron a segunda división de la Asociación de Football, pero al
año hubo un cisma y pasaron a integrar la Federación Argentina de Foot Ball, en
la que en un año ascendieron a primera. Fue uno de los clubes fundadores del
profesionalismo y el representante de la zona norte, luego de que tanto el Club
Atlético San Isidro, como el Club San
Fernando decidieran desistir de jugar fútbol por estar en contra del
profesionalismo.
En su historial futbolístico descendió 6
veces, pero siempre se rehízo hasta que en 2007 volvió a primera luego de
superar en cadena a Platense, Chacarita y Nueva Chicago (a este en la promoción
con equipos de primera) y consiguió su periodo más largo en primera división
con 12 años consecutivos hasta ahora y con tres subcampeonatos en el Apertura
2007, en el Apertura 2008 y en el Clausura 2012. Lucha por permanecer en
primera, con un promedio muy desfavorable, pero la lucha (como dice el himno a
Sarmiento) fue siempre su elemento, desde estos chicos que lucharon con su
pobreza de recursos económicos para llevar adelante un club de fútbol que los
sobrevivió en el tiempo, hasta la actualidad donde uno de los subcampeonatos
(el de 2012) se logró en una última fecha, donde si perdía descendía de
categoría y estuvo a punto de ser campeón.
La famosa cancha del “Lechero ahogado” que
Tigre utilizó entre 1913 y 1936, según la leyenda dice que tiene que ver con
que un lechero se quedó encajado con su carro en una marea y terminó
ahogándose, pero Scialpini descubrió que eso era una mentira y en realidad le
decían así porque los rivales pensaban que Tigre tenía mucha suerte en su
cancha (mucha leche) y cuando le ganaban cantaban “ahogamos al lechero”,
relacionándolo también con la cercanía del río y con las mareas, que hicieron suspender
más de un partido. A partir de 1936 Tigre mudó su estadio a Victoria, partido
de San Fernando, donde instaló una hermosa cancha que con el tiempo tuvo (la
posee actualmente) una gran tribuna de cemento con movimientos de tablones como
la de Boca (también construida por el ingeniero Delpini) y una platea con un
techo de cemento singular, que le da una característica especial. Esa cancha
lleva el nombre actualmente y con mucho tino de José Dellagiovanna y allí
también hubo un canchero histórico que se llamó José Noaín (hay una tribuna con
su nombre) y que murió de ataque cardíaco porque a su club lo habían acusado
(injustamente) de sobornar a un rival.
El goleador histórico de Tigre es Juan
Andrés Marvezzi con 116 tantos, un delantero que jugó en la selección Nacional
y es recordado por marcarle 5 goles a Ecuador en un partido, jugó entre 1937 y
1943 en Tigre, pero el club tiene tres goleadores centenarios ya que Edgardo
Paruzzo marcó en los 80, 104 goles con esta camiseta y Carlos “Chino” Luna, quien
sigue en el club, lleva marcados 103. El jugador que disputó más partido con
esa camiseta fue Pedro Daniel Pellegatta, un zaguero de gran personalidad, que
jugó 362 partidos entre 1969 y 1980. Pero además de estos jugadores en una
galería de ídolos podemos nombrar a Adolfo Heinsiger (que jugó en la selección
nacional en el amateurismo); Bernabé Ferreyra (que fue vendido a River junto a
Alberto Cuello en 1932, donde fue un gran ídolo); Fernando Rubio; Manuel
Gianserra, Enrique Brunetti, Jorge Hidalgo (los tres armaron una línea media
histórica); Luis Cesareo; Cándido González, Ernesto “Tito” Cucchiaroni (ídolo
de Boca y en Italia); Héctor De Bourgoing (que llegó a jugar un Mundial para
Francia); Miguel Rugilo (el famoso León de Wembley); Norberto “Tucho” Méndez; Antonio
Villamor; Luis Fortunato, Santiago Faris Alé; Carlos “Forli” Santana, Raúl de
la Cruz Chaparro, Juan Carlos Bravo; Miguel Lemme; Ezequiel Maggiolo y en la
última época Diego Castaño, Leandro Lázzaro, Martín Galmarini, Juan Carlos
Blengio, Román Martínez, Martín Morel, Daniel Islas, Lucas Orban, Javier García
y Matías Pérez García.