Después de idas y vueltas, la Unión Europea y el Mercosur sellaron un tratado de libre comercio. A la espera de la letra chica, estas son algunas dudas que faltan resolver.
Bombos y platillos: se firmó el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur. Lo anunció con entusiasmo la Cancillería argentina hace unas horas; Bolsonaro lo bautizó como un hecho "histórico". El acuerdo puede llegar a tener más de mil páginas y varios capítulos con la letra chica que todavía no conocemos. A simple vista, según un documento difundido por el Mercosur (elaborado por Argentina), sabemos que la Unión liberaliza cerca del 100% del acuerdo mientras que el Mercosur lo hace en un 90% y que tendrá un plazo de hasta 15 años para liberalizar gradualmente "sectores sensibles". Por lo demás, en líneas generales el acuerdo mantiene el contenido que se viene negociando hace un tiempo y que retomó impulso a partir del 2016. Carlos Bianco y Sofía Sternberg explicaron las cuestiones estructurales del acuerdo en https://www.cenital.com/2019/06/17/acuerdo-mercosur-union-europea-hay-que-pasar-el-invierno/63778.Mientras esperamos conocer los detalles del acuerdo, estas son algunas preguntas que todavía están sin responder.
1) ¿Qué acceso van a tener los productos agrícolas al mercado europeo?
"La UE liberaliza el 99% de las importaciones agrícolas del Mercosur: para el 81,7% eliminará los aranceles de importación. En tanto, para el 17,7% restante ofrecerá cuotas o preferencias fijas. Sólo se excluyen algo más de 100 productos", dice el documento del organismo sudamericano. El comunicado ( https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/ip_19_3396) difundido por la Unión Europea, en cambio, manifiesta con más claridad el resguardo a los sectores agropecuarios del bloque, una demanda que encabezaron Francia, Irlanda, Bélgica y Polonia, entre otros. "Para que este acuerdo sea beneficioso para todos, solo nos abriremos a los productos agrícolas de Mercosur con cuotas cuidadosamente administradas que garantizarán que no haya riesgo de que ningún producto inunde el mercado de la UE y, por lo tanto, amenace el sustento de los agricultores de la UE", dice Phil Hogan, el responsable de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea. Resta saber, entonces, de qué se tratan esas cuotas y cuales son los productos excluidos. Los detalles pueden ser determinantes dado el hecho de que la mayoría de las exportaciones del Mercosur a Europa son de carácter agrícola.
2) ¿Qué va a pasar con las compras públicas?
Uno de los puntos más discutidos era el de las compras públicas, uno de los instrumentos de los gobiernos para favorecer sectores de la economía según su modelo de desarrollo. Desde el Mercosur dicen que el acuerdo "preserva las compras públicas como política de desarrollo". En Europa afirman que "el acuerdo abrirá nuevas oportunidades de negocios en Mercosur para las empresas de la UE para vender bajo contratos gubernamentales brindar servicios a proveedores en los sectores de tecnología de la información, telecomunicaciones y transporte, entre otros". Esta es una pregunta que tiene que ser respondida, sobre todo por lo estratégico de los sectores mencionados.
3) ¿Y la propiedad intelectual?
Este es un tema que para Europa es importante y acá no ha suscitado mucho debate. Puede ser importante para la denominación de los nombres de productos a exportar y en cuestiones de patentes y datos de prueba, un aspecto trascendental para la industria farmacéutica. En el Mercosur afirman que el acuerdo "no cambia las reglas de juego en materia de propiedad intelectual". Pero el hecho de que Europa no exija modificación en un tema en el que son referentes en el mundo plantea dudas. En negociaciones del bloque con otros países, como India, la cuestión de los medicamentos genéricos fue un punto de quiebre. Desde Europa la cuestión es abordada desde el sector de alimentos. "Los países del Mercosur también implementarán garantías legales para proteger contra la imitación 357 productos europeos de alta calidad de alimentos y bebidas reconocidos como indicaciones geográficas (IG), como Tiroler Speck (Austria), Fromage de Herve (Bélgica), Münchener Bier (Alemania), Comté (Francia), Prosciutto di Parma (Italia), Polska Wódka (Polonia), Queijo S. Jorge (Portugal), Tokaji (Hungría) o Jabugo (España)".
4) ¿Cómo se va a aprobar el acuerdo?
El acuerdo está firmado pero debe ser ratificado en diferentes instancias por los parlamentos nacionales del Mercosur, el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales de la Unión Europea. Los capítulos de comercio deberán ser aprobados por los dos primeros; los de cooperación y diálogo por cada uno de los países europeos. Aún si el desenlace es exitoso, esto va a llevar tiempo y es un proceso complejo. Para poner un ejemplo, el acuerdo de la Unión Europea con Canadá, conocido como CETA, estuvo bloqueado por unas semanas por un veto de Valonia, una región de Bélgica, y todavía no está ratificado de forma completa. Fue firmado en el 2016. Esta cuestión adquiere importancia en este acuerdo porque en el caso sudamericano no fue negociado con sectores de la sociedad civil, el Congreso, sindicatos y Pymes. El hecho de que otros países lo aprueben primero también pone presión al resto de países para que lo hagan, lo que puede influir en las relaciones diplomáticas entre socios regionales. En Europa los acuerdos sellados a espaldas de la ciudadanía ya son moneda corriente, pero en los últimos años estas maniobras son cada vez más objetadas. El mensaje de reacción ante Bruselas y su burocracia -que no es electa democráticamente- viene cotizando al alza en las elecciones nacionales y europeas, donde partidos euroescépticos ganan cada vez más fuerza. Acuerdos de libre comercio anteriores han sido testigo de alta movilización callejera, que condiciona a cada una de las votaciones para ratificarlo. A las demandas por mayor transparencia se le suma otra: la de mayor protección ambiental. Los partidos verdes están en ascenso en Europa, hicieron una elección histórica en las europeas de mayo y serán actores importantes para renovar las autoridades de la Comisión Europea, un proceso que se está llevando a cabo en este momento (el vencimiento del periodo de la actual Comisión apuró las negociaciones del acuerdo). Es factible esperar una respuesta si estos sectores consideran que el acuerdo no cumple con sus demandas o con lo estipulado por el Acuerdo de París, algo que se clarificará con la letra chica. El hecho de que países como Brasil manifiesten un claro desdén por la cuestión ambiental (la deforestación en el amazonas fue un tema de discusión en las negociaciones) complica el panorama.
5) ¿Cúal va a ser el impacto en nuestra economía?
Esta es una pregunta pertinente en este marco ya que el gobierno no difundió ningún estudio que evalúe el impacto del acuerdo. En 2013 la cancillería argentina había realizado un informe para medirlo en comercio exterior: el resultado fue que solo la Unión Europea obtendría ganancias. Hasta ahora el contenido difundido por ambas partes no despeja las objeciones de los críticos, que aseguran que el acuerdo significa una reprimarización de la economía, acentuada por el carácter asimétrico en términos comerciales en la relación entre ambos bloques: Europa exporta principalmente productos de alto valor agregado (maquinaria, automóviles); el Mercosur productos agrícolas y alimentos. El comunicado argentino no menciona qué sectores de la economía se van a beneficiar; el europeo sí. Quizás la difusión de la letra chica brinde más pistas al respecto. Hasta ahora, el acuerdo tiene el consenso político de ambas partes, pero todavía faltan cuestiones técnicas como la traducción a todos los idiomas de los países, la revisión legal y aprobación, entre otras. Las zonas grises, por ahora, persisten.