En el pasado, los intelectuales disidentes difundían categorías políticas robustas, tales como «poder» e «intereses» por un lado, e «ideología» por el otro y ambos iban unidos, entrelazados, a la memoria histórica. Hoy, todo lo que queda es el lenguaje blando y despolitizado de «conflictos», «rebeliones populares» instigadas por fuerzas 'alquiladas', foráneas y sin memoria.
El gran historiador británico Arnold Joseph Toynbee (Abril 14, 1889 - Octubre 22, 1975), nos dejó su análisis -en doce volúmenes- del auge y caída de las civilizaciones. Toynbee en su libro «La cuestión occidental en Grecia y Turquía» editado en 1920 (The western question in Greece and Turkey') escribió; «la cuestión de Oriente es una cuestión de Occidente». Toynbee describe las violentas consecuencias provocadas por la desgarradura de los pueblos del Mediterráneo oriental –árabe, otomano y balcánico–, agravada por la Primera Guerra, como el fruto de las ambiciones de las potencias europeas, rivales en Oriente Medio.
Toynbee describe el ascenso y la decadencia de 23 civilizaciones. Su análisis general fue el lugar del desafío moral y religioso, y la respuesta a tal desafío, como la razón de la solidez o el declive de una civilización. Describió ciclos de vida paralelos de crecimiento, disolución, un «tiempo de problemas», un estado universal y un colapso final que condujo a una nueva génesis. Aunque encontró la uniformidad de los patrones, particularmente de la desintegración, suficientemente regulares para reducir a gráficos, y aunque formuló leyes definidas de desarrollo como «desafío y respuesta», Toynbee insistió en que el patrón cíclico podría, y debería, romperse.
El actual conflicto en Siria no es muy diferente de los sucesos en el siglo XIX, el siglo colonial. Lamentablemente, Oriente Medio sigue siendo territorio abonado para toda suerte de especulaciones. La estrategia de la barbarie, la gestión del caos, han provocado también este caos mental a la hora de estudiar su compleja situación.
La bibliografía acerca de esta región es como selva inhóspita y salvaje en la que es muy fácil extraviarse e incluso perder la vida. Por ejemplo, en las más prestigiosas publicaciones internacionales como 'Foreign Affaires' o 'Le Monde Diplomatique', hay siempre una sección para dar cuenta de las obras más destacadas sobre esta laberíntica y polémica historia contemporánea. Con la llegada de las llamadas ‘primaveras árabes’, el caudal de libros que tratan del ‘mundo árabe’, del Islam político, de los nuevos fenómenos de impugnaciones a regímenes que parecían consolidados, o a las posteriores contrarrevoluciones es desbordante.
Un autor indispensable es Patrick Abram Seale (7 May 1930 -11 April 2014) y su libro «La Lucha por Siria: 1945-1958» uno de los primeros libros -que cualquier persona interesada en Siria u Oriente Medio- debe leer. Seale fue el primer especialista en Oriente Medio y en dejar escrita una explicación exhaustiva y extremadamente animada de cómo funcionaba el sistema estatal árabe emergente. Además, lo vinculó con destreza e imaginación a la política interna de la región, algo que nadie había hecho -tan completamente- hasta ese momento, y que pocos han estado cerca de emular desde entonces. Es tan relevante hoy como lo fue en 1965.
La familia de Seale se estableció en Damasco donde su padre -arabista y teólogo judío convertido al presbiterianismo- era misionero cristiano en Siria. Fue gracias a sus vínculos familiares que tuvo acceso a destacadas personalidades -de la república- que le permitieron el más que privilegiado conocimiento de los secretos de Siria, la ‘ciudadela baasista’.
Seale fue uno de los mejores periodistas en Medio Oriente durante la década de 1960. Entrevistó a casi todos los políticos y figuras militares de importancia en Siria, donde su padre enseñaba y donde él creció. Su árabe y francés eran fluidos, y su sexto sentido -de lo que hacía 'funcionar' a la gente- infalible.
Patrick Seale ganó su prestigio como especialista de uno de los temas más opacos, de mayor complejidad interpretativa como es el de Siria, de esta Siria maltratada, en llamas e injustamente tratada, destrozada por unos pocos y mal conocida por muchos.
Algunos acusaron a Seale de ser blando con el nacionalismo árabe y los primeros Ba'thists, pero nadie puede afirmar que no los conocía y comprendía su visión del mundo. Todos los especialistas en Siria le deben a Seale una enorme deuda. Sin él, incluso no comprenderíamos ni la mitad de lo que sucedió en la Siria del siglo XX y menos aún en el presente siglo XXI.
Patrick Seale -cuando comenzó la rebelión contra el poder de los Assad- fue muy solicitado por periódicos, revistas, radios y canales de televisión, interesados en su opinión. Era uno de los raros intelectuales europeos respetados en un ambiente de confusión y de pensamiento único. Pero también su posición se hizo cada vez más comprometida siendo acusado de complacencia e incluso de apología del régimen. Abogaba por una solución pacífica del conflicto armado, en la que el gobierno fuera parte en las negociaciones con la oposición. El avance de su cáncer cerebral lo apartó de los debates. Patrick Seale, como Robert Fisk, era irlandés y nació en Belfast. En su homenaje el embajador de Gran Bretaña, en Beirut, dijo: «Fue un sabio león, curioso, y prendido de la historia del Levante».
La principal obra de Patrick Seale es su biografía sobre Hafez al Assad con el subtítulo de «La lucha por el Oriente Medio». Cuando Hafez falleció -en el año 2000- su hijo Bashar, el actual presidente, asumió el poder. Como si se tratase de un régimen republicano de estilo monárquico.
Anteriormente Patrick Seale había publicado la «Lucha por Siria», un estudio de la política árabe luego de la la Segunda Guerra, entre 1945 y 1958, y recientemente «La Lucha por la independencia árabe», donde describe la época del primer ministro Riad El Solh del Líbano.
Seale percibía a Hafez al Assad, al que Henry Kissinger, nada menos, llamó el 'Bismark del Oriente Medio', como un magistral estratega que aspiraba a convertir a Siria en un poder dominante en la región, desvelando sus misterios y sus relaciones con dirigentes árabes e internacionales, esclareciendo el caleidoscopio -los tres espejos; geográficos, económicos y sociales- de la sutil diplomacia oriental.
En 2011 Francia y EEUU creyeron que los días de Bashar al Assad estaban contados. Luego de las elecciones presidenciales, en 2014, que Bashar ganó ampliamente, algunos dirigentes árabes recomiendan, a los gobiernos de Occidente, que se acostumbren a ver a Bashar al Assad como el presidente de Siria, elegido por su pueblo y con un mandato que finaliza en 2020.
En 1965, cuando Patrick Seale publicó su clásico: «La lucha por Siria: 1945-1958», relataba la historia de los primeros 13 años de la República siria. Seale la presentó como un Estado frágil y débil, desgarrado por conflictos domésticos y golpeado por actores regionales e internacionales más poderosos. Seale argumentó que Siria era el premio que buscaban estos actores externos para establecer la hegemonía en el área central del Medio Oriente. Hoy, Siria se enfrenta a una situación muy similar, siete años después de lo que comenzó como un levantamiento pacífico -que nada tenía de guerra civil- se ha transformado en una viciosa guerra, con una feroz competencia, entre actores regionales e internacionales por el futuro de Siria. Y como la dimensión interna parece estar disminuyendo, después de la captura de Alepo a finales de 2016, los conflictos regionales e internacionales se han exacerbado.
El conflicto sirio se remonta cien años atrás, durante la Primera Guerra, cuando Francia y la entonces Gran Bretaña negociaron el reparto del Imperio Otomano - herido de muerte- en el entonces 'secreto acuerdo Sykes Picot'. Su firma implicó la creación de un nuevo país, Siria, en el que se concentraban numerosas etnias y religiones que no tuvieron la opción de decidir su propio destino.
A este hecho de enormes repercusiones -en la actualidad- debemos sumar la 'assadista' y el acceso al poder del Partido Baaz, en 1963, que implicó el dominio de la minoría alauí sobre la mayoría suní de la población, además del fin del sueño de una unión de países árabes a lo largo de Oriente Medio.
En la historia de Patrick Seale, sobre Siria, las dos monarquías hachemitas en Irak y Jordania intentaron tomar el control del estado sirio, mientras que sus rivales árabes -el eje egipcio-saudita- lucharon para frustrar estos esfuerzos. Gran Bretaña y Francia, las antiguas potencias coloniales, intervinieron en la política siria directamente a través de sus socios árabes. Estados Unidos intervino en la política siria cuando la CIA colaboró con el primer dictador militar sirio, Husni al-Zaim.
Husni al-Za'im, de ascendencia kurda, había sido oficial en el ejército otomano. Después de que Francia estableciera su mandato colonial en Siria, luego de la Primera Guerra, se convirtió en oficial del ejército francés. Al llegar la independencia siria, en 1946, fue nombrado Jefe de Estado Mayor y se le ordenó conducir al ejército sirio a la guerra con el ejército israelí en la Guerra árabe-israelí de 1948. La derrota de las fuerzas de la liga árabe en esa guerra sacudió a Siria y socavó la confianza en la caótica democracia parlamentaria del país.
El 11 de abril de 1949, al-Za'im tomó el poder en un golpe de Estado que -de acuerdo con los registros desclasificados y las declaraciones de los ex-agentes de la CIA- fue patrocinado por los Estados Unidos. La toma del poder de al-Za'im, fue el primer golpe militar en la historia de Siria y tendría efectos duraderos, ya que rompió el frágil, más que defectuoso, régimen democrático del país y desencadenó una serie de revueltas militares cada vez más violentas.
La Unión Soviética aún no era un actor en este campo, y Turquía miraba hacia el oeste en lugar de hacia el sur. El estado sirio estaba controlado por la vieja elite sunita, urbana y nacionalista, que había luchado contra los franceses por la unidad y la independencia de un país cuyos límites fueron establecidos, arbitrariamente, por las potencias coloniales europeas. El proceso de integración de las áreas periféricas, las regiones de Alawite y Druso en el oeste y el sur y el Jazeera en el noreste, resultó difícil. El sistema parlamentario no funcionó bien, y el ascenso de los partidos ideológicos radicales además de la intervención de los militares en la política, fragmentaron y radicalizaron aún más la política del país. Finalmente, los sirios encontraron refugio al fusionar su país con Egipto en la República Árabe Unida.
Siria se separó de esa unión fallida en 1961 y luchó durante varios años para consolidar su renovada existencia independiente. El partido Ba'ath fue llevado al poder en marzo de 1963 por una camarilla militar afiliada al partido. Un miembro de esa camarilla, Hafez al Assad, finalmente se hizo cargo en noviembre de 1970 y gobernó Siria durante 30 años hasta su muerte en junio de 2000. Assad construyó el Estado sirio y lo convirtió en un importante actor regional. También se destacó en la explotación de la rivalidad soviético-estadounidense y en presentarse a sí mismo como el campeón de la «resistencia» (muqawama) tanto para Israel cuanto para Occidente. Bajo la pátina de un régimen árabe revolucionario, Assad construyó un sistema neo-patrimonial, con su familia y la comunidad Alawite como su núcleo. El epítome de este neo-patrimonialismo fue la sucesión: Hafez al Asad murió en junio 10 de 2000. En los días siguientes a su muerte el Parlamento sirio votó rápidamente para bajar la edad mínima del presidente de 40 a 34 años, con el fin de elegir a Bashar.
La capacidad de Hafez al Assad para controlar Siria durante 30 años y la capacidad de su hijo para mantenerse en el poder, durante 18 años, también se derivan del hecho de que su poder no se basó exclusivamente en la minoría alawita. Hafez al Assad construyó un sistema de mecenazgo, además de puentes con la burguesía sunita, y también contó con el apoyo de otros grupos minoritarios, como los cristianos y los drusos.
Bashar, su hijo, mantuvo -con ligeras modificaciones- el sistema que su padre construyó. En algunos casos no podía y en otros no estaba dispuesto a introducir reformas políticas y económicas. Cuando la «Primavera Árabe» estalló -a finales de 2010- derrocó a tres regímenes dictatoriales y amenazó a otros.
Si algo se puede aprender de la Historia, es que para emitir juicios sobre un acontecimiento presente debemos, primero, preguntarnos por el pasado, donde verdaderamente reside la explicación de todo aquello que sucede hoy en el mundo. Sólo habiendo conocido el antes, podemos cuestionar el después. Así, lo que en principio asumimos como cierto termina, en muchos casos, pasando a ser una verdad a medias.
Gran Bretaña y Francia, las antiguas potencias coloniales, intervinieron en la política siria directamente y no es casual la manera en la que «dibujaron» Siria, luego de dividir el antiguo Imperio Otomano.
Siria forma parte de Oriente Medio, sus frontera son muchas para controlar: Turquía, Iraq, Jordania, Líbano e Israel. Resulta crucial tener presente su carácter como enclave geográfico privilegiado, pues es el punto donde convergen tres continentes: el europeo, el asiático y el africano, y dos culturas: la Occidental y la Oriental. Además, es un lugar de acceso directo al Mediterráneo, vía privilegiada para la obtención de petróleo desde Europa.
Las tres religiones monoteístas, el Cristianismo, Judaísmo y el Islam, surgen en Oriente Medio, desde donde inician su expansión a Occidente y luego al resto del mundo. Su aparición en esta zona ha condicionado, en buena medida, la historia de los países árabes, debido a la enorme diversidad religiosa que presentan. El Islam es la confesión mayoritaria, aunque no la única. Sin embargo, no existe un Islam único y unido, sino que en él conviven una gran variedad de corrientes. De ellas, las que más fieles/devotos posee son la suní y la chií que, a su vez, se subdividen en: wahabíes, malikíes, hanbalíes, alawitas, ismaelitas y drusos respectivamente.
Además de un enclave geoestratégico, Oriente Medio es un espacio con amplios recursos energéticos, reservas de petróleo y gas, que lo convierte en un lugar muy codiciado por el mundo industrializado y dependiente de las energías no renovables. La ruptura del sueño nacionalista árabe, provocada por la caída del Imperio Otomano y el reparto de sus despojos --entre los países Occidentales- en los más que lamentables 'Acuerdos de Sykes Picot' y la 'Declaración Balfour', supuso la división artificial del territorio y su posterior neocolonización.
Con el fin de la Segunda Guerra,se inicia una oleada descolonizadora y aparece entonces un nuevo factor en el conflicto, Israel, un estado judío creado dentro de otro musulmán, Palestina.
Desde el mismo momento de su «creación» el principal objetivo del régimen sionista era neutralizar la región para terminar con el nacionalismo árabe, cada vez más extendido.
El problema sirio ha sido catalogado por la ONU como el más grave después de la Segunda Guerra y el primero de tal magnitud del siglo XXI. Es además un acontecimiento de
rigurosa actualidad en las noticias internacionales y en el que intervienen numerosos países, posicionándose en favor de Bashar al Asad o de los 'rebeldes' que no son tan sirios.
Patrick Seale ha fallecido y en ésta casi exasperada interpretación -básicamente religiosa- de los conflictos, hemos consultado otros libros, por ejemplo, de Georges Corm, economista, historiador, exministro libanés que defiende la «lectura profana» de los problemas del Oriente Medio. En sus escritos Corm intenta explicar esta región, con independencia y oponiéndose a los titulares en boga, tanto los académicos cuanto los periodísticos.
Leer a Corm es ampliar la visión sobre Oriente Medio y su «Contribución al estudio de las sociedades multiconfesionales y sus consecuencias jurídico-políticas del pluralismo religioso» que se publicó en 1971, es imprescindible.
Sus obras sobre los temas de Oriente Medio, y las relaciones de Oriente y el Occidente del Nuevo Orden Mundial, han sido traducidas a varios idiomas. Acaba de editarse en España «Para una lectura profana de los conflictos».
Su pensamiento fundamental es que se han olvidado los factores demográficos, económicos, geográficos, históricos y sociales, a la hora de estudiar los acontecimientos que sufren las poblaciones árabes.
¿Cómo se puede explicar todo el conjunto sin tener en cuenta su exuberancia demográfica?
La ignorancia del factor geográfico es la más grave equivocación al tratar de comprender esta turbulenta historia en movimiento. Los actores en el 'poder mundial' no consideran un acto hostil que los EEUU quieran imponer su ley sobre estos países situados a quince mil kilómetros de sus fronteras. Pero en cambio estiman que es 'una amenaza bélica' que Irán y Siria quieran ejercer su influencia en la región. Fueron estadounidenses y saudíes los que -a raíz de la guerra de los jihadistas contra los soldados soviéticos, que invadieron Afganistán- destaparon esta truculenta caja de Pandora de la que emergen toda suerte de organizaciones terroristas, comenzando con Al Qaeda y Osama Bin Ladden.
La ayuda recibida desde Occidente y, en particular, desde los EEUU ha aumentado el peligro y la radicalización de los grupos jihadistas que -desde Irak a Libia y luego Siria y El Líbano- alientan enfrentamientos de sunis y chiis. Las monarquías del Golfo impulsan la piedad hipócrita que, unida al analfabetismo y a la miseria, refuerzan el sentimiento religioso. El ambiente jihadista es, con algunas excepciones muy especiales, de gran pobreza.
Leyendo al historiador Arnold Joseph Toynbee, a Patrick Seale uno de los mejores periodistas en Medio Oriente y luego a Georges Corm que también ha combatido -en sus libros- la instrumentalización religiosa, por parte de los gobernantes, los movimientos opositores y especialmente la guerra en Siria, llegamos al presente siglo XXI en el que grupos llamados 'rebeldes' han enfrentado, por primera vez, al bloque Occidental con Rusia y China -dos potencias derivadas del comunismo- que apoyan a Irán en su programa de enriquecimiento de uranio y, además, ayudan al régimen de Bashar al Assad, que está sometido a poderosas presiones militares y mediáticas.
No es el Islam la solución como tampoco lo es el neoliberalismo. Reducir los conflictos del Oriente Medio a cuestiones religiosas sirve para demonizar al 'Otro', convertiendo al enemigo en bárbaro, es poner de relieve criterios genéticos que esconden su total dimensión. Mientras el neoliberalismo sólo alimenta y suma uno más, el conocido Estado Islámico, hasta ahora el grupo terrorista más brutal que inició un proceso de conquista -de territorios sirios- con el objetivo de crear un único 'Estado Islámico' que se extienda por todo el territorio de lo que fue su imperio durante la época medieval. Eso es lo que el neoliberalismo desea y para 'ésa empresa' está colaborando, con armas, dinero y mercenarios. La excusa de EEUU son los sucesos del 11 de septiembre 2001. La realidad es que el Medio Oriente tiene riquezas que el neoliberalismo imperial necesita a cualquier precio.
El Imperio Otomano estuvo en el centro de las interacciones entre el Este y el Oeste durante seis siglos. A causa de su ubicación geográfica, los otomanos eran intermediarios imprescindibles de todos los intercambios entre Europa y el este, sur y sudeste de Asia.
Hoy, diferentes estados europeos (Francia, EEUU, Rusia, Alemania, Turquía y desde siempre Israel) intervienen en el conflicto sirio, bombardeando zonas de potestad alauí en contra del régimen de Bashar al Assad que, a su vez, bombardea las zonas bajo control del Estado Islámico o apoyando a la minoría kurda.
Estados Unidos, sin dudas, es el responsable de la desestabilización de Oriente Medio. EEUU luego de la Primera Guerra, presionando a Francia e Inglaterra, se atrevió a cambiar el curso de la historia en función de sus propios intereses. Después de cien años Oriente Medio continúa siendo un territorio convulso. Es debido a su enorme riqueza, en gas y petróleo, que sufre la constante intervención de países que nada tienen que ver con su cultura, religión o sociedad y que no hacen sino desestabilizar el entorno político-social de Siria y sus fronteras.
http://www.age-of-the-sage.org/history/unfolding_history.html
http://www.age-of-the-sage.org/philosophy/history/toynbee_study_history.html
http://blogs.lavanguardia.com/beirut/patrick-seale-gran-historiador-de-siria-86194
http://coat.ncf.ca/our_magazine/links/issue51/articles/51_12-13.pdf
Fuente: Liliana López Foresi