• 21 de noviembre de 2024, 6:40
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La experiencia Kirchner

Por Abel Langer*

La muerte de Néstor Kirchner abre el instante de pensar acerca de su acción y las consecuencias de sus actos. A partir de la noticia de su muerte el tiempo se detuvo para permitir soportar y digerir esta noticia y si esto fue así es que su lugar, en los últimos años de vida comunitaria en la sociedad argentina, estuvo marcado por su impronta, en el múltiple sentido de este significante: nos remite a la dimensión de lo apresurado, urgente, rapidez que nos impuso su ritmo y que fue su propia vida la que nos envolvió, tanto a los partidarios como a los opositores, no dejando ningún lugar ni persona sin tocar y sin argumentar tanto con sus palabras como con sus actos.

Este espacio temporal y espacial, esta abertura beance que sólo esta muerte produjo en nuestra subjetividad nos permite pensar en el momento histórico que nos ha tocado y nos toca vivir y digo tocado y toca porque pienso en un estilete que al tocar produce efectos en nosotros: quiero decir: no seremos los mismos después de la experiencia Kirchner. Este verdadero huracán que se instaló contra todas las opiniones y toda lógica, que levantó tormentas de todo tipo a su alrededor y en los lugares más profundos y alejados de la sociedad argentina merece encontrarle, al menos, alguna racionalidad argumental y escribo racionalidad argumental porque precisamente esta experiencia vivida y que desde el instante de su muerte nos ha sumido en silencios y perplejidades diversas merece ser esgrimida argumentalmente y pienso en el lugar de excepción en que se colocó y en el lugar de excepción que tuvo su acción y sus actos en estos siete años en que estuvo asomado, interviniendo e interviviendo en la escena comunal, nacional y latinoamericana. 

En determinados momentos, en algunos espacios histórico-sociales, la historia deja de transcurrir tal como todos pensábamos que estaba predeterminada, hay una lógica que se rompe, hay una lógica que se interrumpe, un espacio temporal que se suspende e irrumpe algo diferente, hay un tiempo que se disjunta, que se rompe, que se descoyunta: tiempo dislocado the time is disjoint , dirá Hamlet es la experiencia del instante donde en ése instante se rompe la continuidad temporal-lógica de la experiencia vivida y es el momento en donde el instante y la eternidad se tocan porque algo al irrumpir como diferente hace, produce diferencia y a partir de ahí ya no seremos los mismos, es la irrupción de un alguien nuevo, de un actor histórico no esperado que dice, hace, produce, habla, gesticula y como consecuencia marca, y seremos y somos marcados, y provoca y produce diferencia y diferencias: será ese mismo efecto que cataliza a la sociedad y que promoverá un futuro diferente; quiero decir: la Argentina fue diferente a partir de la aparición del torbellino Evita. Es a ese huracán al que se subió el efecto de la experiencia Kirchner. Estos huracanes que rompen la lógica experiencial cotidiana, ese tiempo roto de la continuidad lógico-experiencial-formal es lo que hace que el futuro ya no nos será igual, porque el instante es el pasado que no se lo re-vivirá más como pasado sino como una experiencia siempre presente. Este será un hito, un mojón de algo que durante algunos años, rápidos, veloces nos hizo y nos arrojó nuevamente a las discusiones, intercambios, dudas, razonamientos y peleas de política, de ideas, de argumentaciones.

El sujeto Kirchner, con su ideología setentista, como le gustaba llamarse, con sus arbitrariedades, con sus importunismos, con su rapidez caradurística, con sus intuiciones, con su carisma de contrahecho-impresentable creó su propio escenario y montó una Argentina y una sociedad tan espectacular en su desarrollo y crecimiento como la Argentina en disolución que le había precedido y heredado en la inmediatez y con sus lazos sociales en disolución siendo el "rayo que no cesa", el rayo que en poco tiempo, intrépidamente, haciéndose y haciendo añicos con creencias y poderes pudo nadar contra la corriente.

En El papel del individuo en la historia, Jorge Plejanov escribe: Pero si yo sé en qué sentido se modifican las relaciones sociales en virtud de determinados cambios en el proceso social y económico de la producción, sé también en que sentido se modificará a su vez la psicología social; por consiguiente tengo la posibilidad de influir sobre ella. Influir sobre la psicología social es influir sobre los acontecimientos históricos. Se puede afirmar, por lo tanto, que, en cierto sentido, yo puedo, con todo, hacer la Historia, y no tengo la necesidad de esperar hasta que la Historia se haga. 2

Néstor Kirchner no esperó y no nos dejó esperando a que la historia se haga irrumpió en el tiempo, este viento patagónico que nos arrasó, nos perturbó y nos seguirá perturbando se metió en nuestras vidas de manera diferente a los otros mortales a los que nos habíamos acostumbrado y ese es el rasgo distintivo, no nos dio la posibilidad de dejarnos esperando que la historia se haga (o la hagan otros), de alguna manera, esta historia que se hacía sola o la hacían otros los dueños del tiempo fue interrumpida y dislocada con su presencia y con sus actos y esta dislocación es lo que produce un antes y un después, ya no será la misma historia y también su muerte, muerte estratégica porque se detiene en el instante en donde se tocan instante y eternidad es, será, un hito que marcará un antes y un después; repito, ya no somos ni seremos iguales a antes de la experiencia Kirchner porque esta experiencia marca, con el tiempo disjunto, como un acto de amor que se despoja de los atributos vivientes para pasar a ser un atributo estratégico: es decir Néstor Kirchner se murió en el momento justo y al sacar el cuerpo rompió el tiempo de los mortales, único tiempo conocido de nuestra modalidad experiencial-lógica nos dejó el legado y la experiencia de ese legado y por otro lado y ahí lo de muerte estratégica, que ahora seremos nosotros los que deberemos arreglárnosla, bien o mal, para bien o para mal pero seremos el cuerpo social argentino, es decir los que habitamos en esta región del mundo, los que deberemos decirnos y decir, hacer y construir y deconstruir con nuestras historias y herencias, con nuestras miserias y fracasos, con nuestros proyectos y triunfos, qué haremos con nuestros narcisismos y como encontrarnos en nuestras pequeñas diferencias y en nuestros tiempos del burocrático vivir.

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1. El concepto de la angustia, S. Kierkegaard

2. El papel del individuo en la historia, J. Plejanov, pág. 74, Bs. As. Editorial Intermundo, año 1959. Traducción de Ediciones Lenguas Extranjeras de Moscú, año 1946

 * Psicoanalista


Fuente: Letra Viva

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