Las sanciones de
EE.UU. a Venezuela
“Los Estados Unidos parecen destinados por la
providencia
para plagar la América de miseria en nombre de la
libertad”.
Carta del Libertador
Simón Bolívar al Cnel. Patricio Campbell
Guayaquil, 5 de agosto de
1829
Para entender los acontecimientos que condujeron al 23F en Venezuela
hay que introducirse en las sucesivas acciones del imperialismo estadounidense que
precedieron al intento de golpe. Es una conducta que tiene antecedentes
históricos que se remontan a más de un siglo.
El bloqueo no es algo nuevo. Es un arma que se usa en las guerras desde
que estas existen. Se trata de aislar y debilitar al enemigo impidiéndole
abastecerse para obligarlo a la rendición o no ofrecer una resistencia eficaz
en caso de ataque.
Hoy ya no hay que utilizar la política de las cañoneras para bloquear. La globalización, la concentración del poder
financiero, la velocidad con que circula la información, el alineamiento de los
medios de comunicación que a su vez pertenecen a grandes conglomerados
económicos, le brinda al imperialismo
las herramientas para lograr objetivos similares al uso directo de la fuerza. A
ésta se la reserva como recurso de última instancia en caso de que la resistencia
de los pueblos sea tal que exija su utilización.
Ya no se busca que un general deponga su espada y firme la rendición.
De lo que se trata es de generar el mayor de los sufrimientos al pueblo del
país bloqueado con el objetivo de que éste sea el protagonista del
derrocamiento de gobiernos insumisos al mando imperial.
Estas acciones fueron siempre ampliamente visibilizadas porque daban un
mensaje de fortaleza al bloqueador para que sirviera de ejemplo para aquellos
que pretendieran desafiar a los designios imperiales. Valga el ejemplo de Cuba.
Pero ocurre que en el mundo actual esta política, como los golpes de
estado, ha merecido el repudio de los pueblos. Por eso en Venezuela se da la
paradoja de un bloqueo económico-financiero brutal que no tiene ninguna o muy
poca prensa, porque se quiere desvincularlo de una presunta crisis humanitaria
utilizada como pretexto para un golpe e intervención armada extranjera.
Un poco de historia
A principio del siglo XX, durante los años 1902 y 1903, las marinas de guerra del Imperio Británico, el Imperio
alemán y el Reino de Italia bloquearon las costas y puertos de Venezuela exigiendo el pago inmediato de las obligaciones
contraídas con las compañías de sus connacionales. A las deudas tomadas por el
gobierno se agregaron la de los caudillos regionales que solicitaron préstamos para financiar las sangrientas guerras
civiles que asolaron al país desde 1898 hasta que finalmente triunfa Cipriano
Castro y se hace cargo de la presidencia.
Cada vez hay más elementos de juicio que confirmarían que la
decisión de bloquear fue una jugada destinada a mostrar el músculo a EE.UU para que morigere su política
expresada en la Doctrina Monroe y permitirse la libre expansión de la
influencia de las potencias europeas en Sudamérica. Un rol fundamental en esa
decisión lo jugó el Imperio Alemán a partir de la doctrina de la Welttpolitik (1) [2]con
la que el II Reich fijó sus objetivos de expansión colonial tardía en el siglo
XIX.
Para entonces EE.UU. había consolidado su dominio total sobre
la cuenca del Caribe con su participación en 1898 en la derrota de España en su
última colonia americana, Cuba, y le impone a este país un estatus colonial
mediante la Enmienda Platt. Al principio
el presidente de EE.UU. Theodore Roosevelt aceptó el bloqueo como recurso para
cobrar las deudas –algunos sostienen que lo hizo para provocar el conflicto- pero,
al agravarse la conflagración con bombardeos a las costas y puertos
venezolanos, interviene ante Gran
Bretaña y Alemania y fuerza un acuerdo de pago
para finalizar el bloqueo, que
se firma en Washington el 13 de febrero de 1903.
A este conflicto se debe la formulación el 29 de diciembre de
1902 de la famosa doctrina Drago, por entonces Ministro de Relaciones
Exteriores argentino en el segundo gobierno del presidente Julio Roca, que establece que ningún Estado extranjero
puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar
una deuda financiera
Las
consecuencias del bloqueo naval se manifestaron en un incremento de la
influencia norteamericana en América Latina mediante la promulgación del Corolario
Roosevelt de 1904, una sustancial “enmienda” a la Doctrina Monroe por
parte del presidente Roosevelt
que
ahora consideraría a América Latina como
territorio para expandir los intereses comerciales de los Estados Unidos en la
región, adicional a su propósito original de mantener a la hegemonía europea
fuera del hemisferio. . Fue el fin de la
posibilidad de intervención directa de las potencias europeas en América
Latina. .
En esta
enmienda el presidente Roosevelt afirmó que si un país latino-americano y del
Caribe bajo influencia de los EE.UU. amenazaba o ponía en peligro los derechos
o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno de EE.UU.
estaba obligado a intervenir en los asuntos internos del país
"desquiciado" para reordenarlo, restableciendo los derechos y el
patrimonio de su ciudadanía y sus empresas.
El
Corolario Roosevelt –institucionalización del Big Stick (gran garrote)- fue invocado como sustento de las
intervenciones armadas norteamericanas
que asolaron a la región.
La primera
prueba tuvo lugar en diciembre de 1908 cuando naves de EE.UU., con apoyo británico y francés,
bloquearon el puerto de La Guaira para impedir el regreso del presidente
nacionalista Cipriano Castro que volvía
dispuesto a recuperar el poder del que había sido despojado por JuanVicente
Gomes, impuesto por los intereses estadounidenses con el advenimiento de la era petrolera en
Venezuela. Desde ese momento EE.UU. no ha dejado de intervenir para conservar
el dominio de ese recurso estratégico tan cercano a su territorio.
Más historia, pero reciente
En una
conferencia en la Carnegie Endowmen for Internacional Peace, en marzo de
2016, Jacob J. Lew Secretario del Tesoro
de EE.UU. durante la presidencia de Barack Obama, haciendo un balance de las
políticas de sancione de la última década de su país, manifestó que “las
sanciones son la bala de plata de la política exterior
de Estados Unidos porque son más efectivas y baratas para doblegar a sus
enemigos que el poder tradicional, porque tienen influencia en los mercados
financieros estadounidenses, el nervio central de la economía globalizada”(2).[3] A
confesión de parte, relevo de pruebas.
Veamos como aplica esto a Venezuela. Desde el comienzo de los gobiernos
chavista hace 20 años, EE.UU. no ha hecho otra cosa que intentar derrocar a los
sucesivos presidentes Comandante Hugo
Chávez y Nicolás Maduro. La sorpresiva derrota electoral -a manos de un militar nacionalista- de los
partidos tradicionales venezolanos Acción Democrática y COPEI, con los cuales mantenía históricos vínculos
que le garantizaban la expoliación del petróleo, prendió una luz amarilla en
Washington sobre el rumbo que tomaría el nuevo gobierno. Muy rápidamente se percataron
que no sería el que les mantendrían sus privilegios. Entonces se encendió la luz roja.
A partir del año 2000, EEUU definió
hacia Venezuela una política de “cambio de régimen”. Esta estrategia condujo al
Gobierno de George W. Bush a financiar y apoyar el Golpe de Estado de abril de
2002 contra el presidente Hugo Chávez y el paro petrolero de 2002/2003.
Fracasados estos intentos, continúan tratando de reorganizar a la oposición
mediante la participación de ONGs y agencias gubernamentales. En 2006 consiguen
presentar un candidato consensuado a presidente, Manuel Rosales, quien resulta ampliamente derrotado por
Chávez, 63% a 37%.
Pero en 2007 logran derrotar al
gobierno en el referéndum del primer
intento de reforma constitucional. Este triunfo les permite vislumbrar el
cambio de régimen por la vía electoral, por lo que al año siguiente se crea el
Acuerdo de Unidad Nacional que unifica a más
de 20 partidos de oposición. Las dificultad
de consensuar candidaturas para las elecciones regionales de 2008 dan lugar
a una reestructuración en 2009 bajo el nombre de Mesa de Unidad Democrática,
MUD, en la cual se acuerda un mecanismo de primarias para las elecciones. La
MUD es derrotada nuevamente en las presidenciales de 2012 por Chávez –llevó
como candidato a Henrique Capriles Radonski- y nuevamente en las presidenciales
de 2013 realizadas por el fallecimiento de Hugo Chávez que fue ganada por
Nicolás Maduro. El chavismo también triunfó en las regionales de 2012 y en las
municipales de 2013
Esta sucesión de derrotas provocó que
en 2015, la política de “cambio de régimen” experimentara una etapa de
aceleración cuando el presidente Obama emite la Orden Ejecutiva 13692[4]que
considera a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad
nacional y la política exterior de los EEUU”. Con la Orden Ejecutiva de marzo
de 2015, renovada desde entonces tanto por Barack Obama como por Donald Trump,
el régimen estadounidense legalizó lo que hasta entonces era una política no
oficial, que se ejecutaba mediante operaciones financieras, políticas,
mediáticas, paramilitares y diplomáticas encubiertas, como lo han demostrado
las filtraciones de Wikileaks y centenares de documentos desclasificados del
gobierno estadounidense.
Esta Orden
Ejecutiva inició las acciones de bloqueo financiero contra Venezuela y, con
ella, el gobierno estadounidense hizo del ataque económico contra el país un
asunto legal. La Casa Blanca colocó en estado de alerta a su sistema
financiero, a través del Departamento del Tesoro, respecto a operaciones
venezolanas.[5]
La caída de
los precios del petróleo generó un deterioro de la economía por falta de
ingreso de divisas. Aprovechando esta circunstancia se constituye en Miami en 2010
una compañía que crea un sitio web llamada Dolar
Today, que empieza a operar con un dólar paralelo al que devalúan en forma
artificial con el fin de iniciar una escalada inflacionaria.
Otro
instrumento utilizado fueron las calificadoras de riesgo, que pese al
cumplimiento estricto de Venezuela con sus compromisos exteriores, comenzaron a
subir sistemáticamente a partir de 2015 el riesgo país, obstaculizando la
entrada de financiamiento internacional.
El inicio de
las sanciones en 2015 complicó aún más la situación porque, enmascarada en el
bloqueo a cuentas personales de funcionarios, este instrumento legal ha atacado el uso del
sistema financiero estadounidense para importar alimentos y medicinas por parte
del Estado venezolano.
El
antichavismo ganó la mayoría en la Asamblea Nacional en 2015,
impulsado por el descontento social producido por la baja de los precios
petroleros, la escasez, el desabastecimiento y la ola de saqueos, en el marco
de las acciones de guerra económica llevadas a cabo por Fedecámaras y
Consecomercio, las dos principales entidades privadas del país. A partir de ese
triunfo se configuró un piso más alto, ahora desde la instancia
parlamentaria, para las agresiones financieras contra Venezuela.
En la página
de Misión Verdad, un observatorio de las sanciones y agresiones externas, se
dice al respecto: “La Asamblea Nacional,
en desacato por incorporar a tres miembros cuyas elecciones fueron
demostradamente fraudulentas, aprobó instrumentos legales en mayo
y agosto que declaraban "nulos" los contratos petroleros,
inversiones internacionales y la emisión de nuevo endeudamiento por parte del
país, intentando con ello obstaculizar que
dinero fresco entrara a las arcas del Estado”.[6]
Como
resultado, en 2016 y 2017 fueron cerradas las cuentas del gobierno del Citibank
y el JP Morgan en EE.UU. Poco tiempo
después ocurre lo mismo con el Commerzbank, el segundo banco de Alemania. Las presiones sobre otros bancos continuaron que
adoptaron la misma actitud.
A las medidas
de bloqueo se le sumaron en 2017 hechos de violencia inusitada, generadas por las
denominadas guarimbas, que, además de numerosas víctimas fatales como ocurriera
en 2014, pusieron al país al borde del caos. El gobierno de Maduro reacciona
convocando a una Asamblea Nacional Constituyente en agosto de ese año. Más de ocho
millones de venezolanos asistieron a la elección y se cerró a partir de ahí un
traumático escenario de violencia.
Ante este
fracaso desestabilizador se hizo más virulenta la agresión económica. Más
bancos se plegaron a las sanciones, Trump prohibió la compra de bonos de deuda
venezolana, la repatriación de dividendos de Citgo, filial de PDVSA en EE.UU.,
la emisión de cartas de crédito a los bancos estadounidenses para la compra de
petróleo venezolano al que rápidamente se unieron los principales banco de la UE y otras
regiones del mundo por temor a las sanciones. Tenía razón Jacob
J. Lew cuando calificaba a “los mercados financieros
estadounidenses, el nervio central de la economía globalizada”. Se emitieron las denominadas “banderas rojas”, un mecanismo
de control del flujo financiero venezolano para impedir la compra de alimentos
y medicinas.
La enumeración
de cada una las sucesivas sanciones adoptadas por EE.UU. -especialmente a
partir del gobierno de Donald Trump- excede las posibilidades de esta nota.
Para quien quiera consultarlas hay una enumeración muy completa en la página
web de Ministerio del Poder Popular de Relaciones Exteriores de la República
Bolivariana de Venezuela y en el sitio de Misión Verdad antes mencionado.[7]
Un punto
culminante de esta fase de agresiones, sin duda, es el embargo de Citgo,
anunciado por John Bolton el director del Consejo de Seguridad Nacional, en consonancia a la imposición de un embargo
petrolero contra el país.
De esta manera
se fue configurando el escenario para crear una supuesta "crisis
humanitaria" que sirve a las pretensiones intervencionistas que apuntalan
el interinato de Juan Guaidó. Y no es que no existan dificultades, ni que el
gobierno no tenga una cuota de responsabilidad por el manejo de economía –que
por otro lado la asume-, ni que una parte de la población tomara la decisión de
emigrar a otros países por la difícil situación que se está atravesando.
Pero la
mayoría está resistiendo porque no le ha perdido la confianza a un gobierno que
en medio de todas las dificultades, no cerró ni una escuela, continuó
manteniendo el sistema de salud, salió a enfrentar los aumentos desmedidos de
alimentos y el boicot a su distribución, mediante las cajas CLAP. Dichas
entregas contienen un conjunto de productos básicos de la canasta alimentaria
de los venezolanos a precios altamente subsidiados y que atienden a seis
millones de hogares, no dejó de construir viviendas de las que lleva más de 2,5
millones y se fijó como meta llegar a los 3millones a fin de año. Tampoco dejó
de cumplir con los otros planes específicos de apoyo a la población. Pero está
resistiendo fundamentalmente porque es un pueblo patriota que rechaza la
intervención extranjera y a sus sirvientes locales. Basta ver las
multitudinarias manifestaciones repudiando el golpe fallido del 23F a lo largo
y ancho del país para confirmar lo dicho.[8]
Un párrafo
final por la falacia de la “ayuda humanitaria”. Como mencionamos al comienzo de
esta nota, el plan para hacerle creer al mundo sobre la necesidad de entregar
ayuda humanitaria a la población venezolana no podría funcionar sin el
ocultamiento de los principales medios internacionales de las criminales sanciones
económicas y financieras que tienen una gran responsabilidad, no toda pero sí
la principal, por las dificultadas que hoy atraviesa Venezuela.
A su vez esos
mismos medios llevaron a cabo una campaña tratando de convencer sobre el
carácter humanitario de la ayuda dispuesta por Trump de 20 millones de dólares
-que representa apenas el 6% de lo que distribuye el gobierno por medio de las
cajas CLAP en un día- y que pretendía ser distribuida forzando la entrada desde
Colombia y Brasil violando la soberanía venezolana, sin la participación de los
organismos internacionales que normalmente se ocupan de la ayuda humanitaria.
Y el tercer
ocultamiento fue ignorar que el gobierno venezolano no se niega a recibir ayuda
humanitaria siempre y cuando que provenga de organismos internacionales y
países solidarios y que está dispuesto a pagarlos. “No somos mendigos”, afirmó
el presidente Maduro.
Nadie mejor
que la Cruz Roja para develar el carácter no humanitario de la pretendida
ayuda. En un comunicado en su página web, esta vez en conjunto con la Media
Luna Roja, señala que no puede participar en las iniciativas de
entrega de asistencia planteadas para Venezuela desde Colombia, porque no cumple con los Principios Fundamentales de Imparcialidad,
Neutralidad e Independencia que rigen para la materia.[9]
Queda así en evidencia que la ayuda humanitaria
no era ni ayuda ni humanitaria. Era la señal de partida para el golpe contra el
presidente legítimo Nicolas maduro. Fallaron.
[1]. Periodista, Editor de la
Revista Convergencia y vicepresidente del Llamamiento Argentino Judío.
[2]. De cómo la Wettpolitik
fue aplastada por la doctrina de Monroe, José Sant Roz. https://bit.ly/2UeixcY
[3]. Ver: https://bit.ly/2SJKbgs
[4]. La Orden tiene como sustento la Ley de
Emergencias Nacionales de 1976
[https://www.govtrack.us/congress/bills/94/hr3884] y en la Ley de Poderes de
Emergencia Económica Internacional (IEEPA) https://bit.ly/2SBvrjy