• 21 de noviembre de 2024, 6:52
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La bala de plata

Por Dardo Esterovich[1]

Las sanciones de EE.UU. a Venezuela


 “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia

para plagar la América de miseria en nombre de la libertad”.

Carta del Libertador Simón Bolívar al Cnel. Patricio Campbell

Guayaquil, 5 de agosto de 1829

 


Para entender los acontecimientos que condujeron al 23F en Venezuela hay que introducirse en las sucesivas acciones del imperialismo estadounidense que precedieron al intento de golpe. Es una conducta que tiene antecedentes históricos que se remontan a más de un siglo.

El bloqueo no es algo nuevo. Es un arma que se usa en las guerras desde que estas existen. Se trata de aislar y debilitar al enemigo impidiéndole abastecerse para obligarlo a la rendición o no ofrecer una resistencia eficaz en caso de ataque.

Hoy ya no hay que utilizar la política de las cañoneras  para bloquear.  La globalización, la concentración del poder financiero, la velocidad con que circula la información, el alineamiento de los medios de comunicación que a su vez pertenecen a grandes conglomerados económicos,  le brinda al imperialismo las herramientas para lograr objetivos similares al uso directo de la fuerza. A ésta se la reserva como recurso de última instancia en caso de que la resistencia de los pueblos sea tal que exija su utilización.

Ya no se busca que un general deponga su espada y firme la rendición. De lo que se trata es de generar el mayor de los sufrimientos al pueblo del país bloqueado con el objetivo de que éste sea el protagonista del derrocamiento de gobiernos insumisos al mando imperial.

Estas acciones fueron siempre ampliamente visibilizadas porque daban un mensaje de fortaleza al bloqueador para que sirviera de ejemplo para aquellos que pretendieran desafiar a los designios imperiales. Valga el ejemplo de Cuba.

Pero ocurre que en el mundo actual esta política, como los golpes de estado, ha merecido el repudio de los pueblos. Por eso en Venezuela se da la paradoja de un bloqueo económico-financiero brutal que no tiene ninguna o muy poca prensa, porque se quiere desvincularlo de una presunta crisis humanitaria utilizada como pretexto para un golpe e intervención armada extranjera.   

Un poco de historia

A principio del siglo XX, durante los años 1902 y 1903, las marinas de guerra del Imperio Británico, el Imperio alemán y el Reino de Italia ​bloquearon las costas y puertos de Venezuela exigiendo el pago inmediato de las obligaciones contraídas con las compañías de sus connacionales. A las deudas tomadas por el gobierno se agregaron la de los caudillos regionales que solicitaron préstamos para financiar las sangrientas guerras civiles que asolaron al país desde 1898 hasta que finalmente triunfa Cipriano Castro y se hace cargo de la presidencia.

Cada vez hay más elementos de juicio que confirmarían que la decisión de bloquear fue una jugada destinada a mostrar el músculo a EE.UU para que morigere su política expresada en la Doctrina Monroe y permitirse la libre expansión de la influencia de las potencias europeas en Sudamérica. Un rol fundamental en esa decisión lo jugó el Imperio Alemán a partir de la doctrina de la Welttpolitik  (1)  [2]con la que el II Reich fijó sus objetivos de expansión colonial tardía en el siglo XIX.

Para entonces EE.UU. había consolidado su dominio total sobre la cuenca del Caribe con su participación en 1898 en la derrota de España en su última colonia americana, Cuba, y le impone a este país un estatus colonial mediante la Enmienda Platt.  Al principio el presidente de EE.UU. Theodore Roosevelt aceptó el bloqueo como recurso para cobrar las deudas –algunos sostienen que lo hizo para provocar el conflicto-  pero, al agravarse la conflagración con bombardeos a las costas y puertos venezolanos, interviene  ante Gran Bretaña y Alemania y fuerza un acuerdo de pago  para finalizar el bloqueo, que se firma en Washington el 13 de febrero de 1903.

A este conflicto se debe la formulación el 29 de diciembre de 1902 de la famosa doctrina Drago, por entonces Ministro de Relaciones Exteriores argentino en el segundo gobierno del presidente Julio Roca,  que establece que ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera

Las consecuencias del bloqueo naval se manifestaron en un incremento de la influencia norteamericana en América Latina mediante la promulgación del Corolario Roosevelt de 1904, una sustancial “enmienda” a la Doctrina Monroe por parte del presidente Roosevelt que ahora consideraría a América Latina como territorio para expandir los intereses comerciales de los Estados Unidos en la región, adicional a su propósito original de mantener a la hegemonía europea fuera del hemisferio. . Fue el fin de la posibilidad de intervención directa de las potencias europeas en América Latina. .

En esta enmienda el presidente Roosevelt afirmó que si un país latino-americano y del Caribe bajo influencia de los EE.UU. amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno de EE.UU. estaba obligado a intervenir en los asuntos internos del país "desquiciado" para reordenarlo, restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadanía y sus empresas.

El Corolario Roosevelt –institucionalización del Big Stick (gran garrote)- fue invocado como sustento de las intervenciones armadas norteamericanas que asolaron a la región.

La primera prueba tuvo lugar en diciembre de 1908 cuando naves de EE.UU., con apoyo británico y francés, bloquearon el puerto de La Guaira para impedir el regreso del presidente nacionalista  Cipriano Castro que volvía dispuesto a recuperar el poder del que había sido despojado por JuanVicente Gomes, impuesto por los intereses estadounidenses con el  advenimiento de la era petrolera en Venezuela. Desde ese momento EE.UU. no ha dejado de intervenir para conservar el dominio de ese recurso estratégico tan cercano a su territorio.

Más historia, pero reciente

En una conferencia en la Carnegie Endowmen for Internacional Peace, en marzo de 2016,  Jacob J. Lew Secretario del Tesoro de EE.UU. durante la presidencia de Barack Obama, haciendo un balance de las políticas de sancione de la última década de su país, manifestó que las sanciones son la bala de plata de la política exterior de Estados Unidos porque son más efectivas y baratas para doblegar a sus enemigos que el poder tradicional, porque tienen influencia en los mercados financieros estadounidenses, el nervio central de la economía globalizada”(2).[3]  A confesión de parte, relevo de pruebas.

Veamos como aplica esto a Venezuela. Desde el comienzo de los gobiernos chavista hace 20 años, EE.UU. no ha hecho otra cosa que intentar derrocar a los sucesivos presidentes  Comandante Hugo Chávez y Nicolás Maduro. La sorpresiva derrota electoral  -a manos de un militar nacionalista- de los partidos tradicionales venezolanos Acción Democrática y COPEI,  con los cuales mantenía históricos vínculos que le garantizaban la expoliación del petróleo, prendió una luz amarilla en Washington sobre el rumbo que tomaría el nuevo gobierno. Muy rápidamente se percataron que no sería el que les mantendrían sus privilegios.  Entonces se encendió la luz roja.

A partir del año 2000, EEUU definió hacia Venezuela una política de “cambio de régimen”. Esta estrategia condujo al Gobierno de George W. Bush a financiar y apoyar el Golpe de Estado de abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez y el paro petrolero de 2002/2003. Fracasados estos intentos, continúan tratando de reorganizar a la oposición mediante la participación de ONGs y agencias gubernamentales. En 2006 consiguen presentar un candidato consensuado a presidente, Manuel Rosales,  quien resulta ampliamente derrotado por Chávez, 63% a 37%.

Pero en 2007 logran derrotar al gobierno en el referéndum del primer intento de reforma constitucional. Este triunfo les permite vislumbrar el cambio de régimen por la vía electoral, por lo que al año siguiente se crea el Acuerdo de Unidad Nacional que unifica a más  de 20 partidos de oposición. Las dificultad de consensuar candidaturas para las elecciones regionales de 2008 dan lugar a una reestructuración en 2009 bajo el nombre de Mesa de Unidad Democrática, MUD, en la cual se acuerda un mecanismo de primarias para las elecciones. La MUD es derrotada nuevamente en las presidenciales de 2012 por Chávez –llevó como candidato a Henrique Capriles Radonski- y nuevamente en las presidenciales de 2013 realizadas por el fallecimiento de Hugo Chávez que fue ganada por Nicolás Maduro. El chavismo también triunfó en las regionales de 2012 y en las municipales de 2013

Esta sucesión de derrotas provocó que en 2015, la política de “cambio de régimen” experimentara una etapa de aceleración cuando el presidente Obama emite la Orden Ejecutiva 13692[4]que considera a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los EEUU”. Con la Orden Ejecutiva de marzo de 2015, renovada desde entonces tanto por Barack Obama como por Donald Trump, el régimen estadounidense legalizó lo que hasta entonces era una política no oficial, que se ejecutaba mediante operaciones financieras, políticas, mediáticas, paramilitares y diplomáticas encubiertas, como lo han demostrado las filtraciones de Wikileaks y centenares de documentos desclasificados del gobierno estadounidense.

Esta Orden Ejecutiva inició las acciones de bloqueo financiero contra Venezuela y, con ella, el gobierno estadounidense hizo del ataque económico contra el país un asunto legal. La Casa Blanca colocó en estado de alerta a su sistema financiero, a través del Departamento del Tesoro, respecto a operaciones venezolanas.[5]

La caída de los precios del petróleo generó un deterioro de la economía por falta de ingreso de divisas. Aprovechando esta circunstancia se constituye en Miami en 2010 una compañía que crea un sitio web llamada Dolar Today, que empieza a operar con un dólar paralelo al que devalúan en forma artificial con el fin de iniciar una escalada inflacionaria.

Otro instrumento utilizado fueron las calificadoras de riesgo, que pese al cumplimiento estricto de Venezuela con sus compromisos exteriores, comenzaron a subir sistemáticamente a partir de 2015 el riesgo país, obstaculizando la entrada de financiamiento internacional.

El inicio de las sanciones en 2015 complicó aún más la situación porque, enmascarada en el bloqueo a cuentas personales de funcionarios,  este instrumento legal ha atacado el uso del sistema financiero estadounidense para importar alimentos y medicinas por parte del Estado venezolano.

El antichavismo ganó la mayoría en la Asamblea Nacional en 2015,  impulsado por el descontento social producido por la baja de los precios petroleros, la escasez, el desabastecimiento y la ola de saqueos, en el marco de las acciones de guerra económica llevadas a cabo por Fedecámaras y Consecomercio, las dos principales entidades privadas del país. A partir de ese triunfo se configuró un piso más alto, ahora desde la instancia parlamentaria, para las agresiones financieras contra Venezuela.

En la página de Misión Verdad, un observatorio de las sanciones y agresiones externas, se dice al respecto: “La Asamblea Nacional, en desacato por incorporar a tres miembros cuyas elecciones fueron demostradamente fraudulentas, aprobó instrumentos legales en mayo y agosto que declaraban "nulos" los contratos petroleros, inversiones internacionales y la emisión de nuevo endeudamiento por parte del país, intentando con ello obstaculizar que dinero fresco entrara a las arcas del Estado”.[6]

Como resultado, en 2016 y 2017 fueron cerradas las cuentas del gobierno del Citibank y el JP Morgan en EE.UU. Poco tiempo después ocurre lo mismo con el Commerzbank, el segundo banco de Alemania. Las presiones sobre otros bancos continuaron que adoptaron la misma actitud.  

A las medidas de bloqueo se le sumaron en 2017 hechos de violencia inusitada, generadas por las denominadas guarimbas, que, además de numerosas víctimas fatales como ocurriera en 2014, pusieron al país al borde del caos. El gobierno de Maduro reacciona convocando a una Asamblea Nacional Constituyente en agosto de ese año. Más de ocho millones de venezolanos asistieron a la elección y se cerró a partir de ahí un traumático escenario de violencia.

Ante este fracaso desestabilizador se hizo más virulenta la agresión económica. Más bancos se plegaron a las sanciones, Trump prohibió la compra de bonos de deuda venezolana, la repatriación de dividendos de Citgo, filial de PDVSA en EE.UU., la emisión de cartas de crédito a los bancos estadounidenses para la compra de petróleo venezolano al que rápidamente se unieron  los principales banco de la UE y otras regiones del mundo por temor a las sanciones. Tenía  razón Jacob J. Lew cuando calificaba a “los mercados financieros estadounidenses, el nervio central de la economía globalizada”. Se emitieron las denominadas “banderas rojas”, un mecanismo de control del flujo financiero venezolano para impedir la compra de alimentos y medicinas.

La enumeración de cada una las sucesivas sanciones adoptadas por EE.UU. -especialmente a partir del gobierno de Donald Trump- excede las posibilidades de esta nota. Para quien quiera consultarlas hay una enumeración muy completa en la página web de Ministerio del Poder Popular de Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela y en el sitio de Misión Verdad antes mencionado.[7]

Un punto culminante de esta fase de agresiones, sin duda, es el embargo de Citgo, anunciado por John Bolton el director del Consejo de Seguridad Nacional,  en consonancia a la imposición de un embargo petrolero contra el país. 

De esta manera se fue configurando el escenario para crear una supuesta "crisis humanitaria" que sirve a las pretensiones intervencionistas que apuntalan el interinato de Juan Guaidó. Y no es que no existan dificultades, ni que el gobierno no tenga una cuota de responsabilidad por el manejo de economía –que por otro lado la asume-, ni que una parte de la población tomara la decisión de emigrar a otros países por la difícil situación que se está atravesando.

Pero la mayoría está resistiendo porque no le ha perdido la confianza a un gobierno que en medio de todas las dificultades, no cerró ni una escuela, continuó manteniendo el sistema de salud, salió a enfrentar los aumentos desmedidos de alimentos y el boicot a su distribución, mediante las cajas CLAP. Dichas entregas contienen un conjunto de productos básicos de la canasta alimentaria de los venezolanos a precios altamente subsidiados y que atienden a seis millones de hogares, no dejó de construir viviendas de las que lleva más de 2,5 millones y se fijó como meta llegar a los 3millones a fin de año. Tampoco dejó de cumplir con los otros planes específicos de apoyo a la población. Pero está resistiendo fundamentalmente porque es un pueblo patriota que rechaza la intervención extranjera y a sus sirvientes locales. Basta ver las multitudinarias manifestaciones repudiando el golpe fallido del 23F a lo largo y ancho del país para confirmar lo dicho.[8]

Un párrafo final por la falacia de la “ayuda humanitaria”. Como mencionamos al comienzo de esta nota, el plan para hacerle creer al mundo sobre la necesidad de entregar ayuda humanitaria a la población venezolana no podría funcionar sin el ocultamiento de los principales medios internacionales de las criminales sanciones económicas y financieras que tienen una gran responsabilidad, no toda pero sí la principal, por las dificultadas que hoy atraviesa Venezuela.

A su vez esos mismos medios llevaron a cabo una campaña tratando de convencer sobre el carácter humanitario de la ayuda dispuesta por Trump de 20 millones de dólares -que representa apenas el 6% de lo que distribuye el gobierno por medio de las cajas CLAP en un día- y que pretendía ser distribuida forzando la entrada desde Colombia y Brasil violando la soberanía venezolana, sin la participación de los organismos internacionales que normalmente se ocupan de la ayuda humanitaria.

Y el tercer ocultamiento fue ignorar que el gobierno venezolano no se niega a recibir ayuda humanitaria siempre y cuando que provenga de organismos internacionales y países solidarios y que está dispuesto a pagarlos. “No somos mendigos”, afirmó el presidente Maduro.

Nadie mejor que la Cruz Roja para develar el carácter no humanitario de la pretendida ayuda. En un comunicado en su página web, esta vez en conjunto con la Media Luna Roja, señala que  no puede participar en las iniciativas de entrega de asistencia planteadas para Venezuela desde Colombia, porque no cumple con los Principios Fundamentales de Imparcialidad, Neutralidad e Independencia que rigen para la materia.[9]

Queda así en evidencia que la ayuda humanitaria no era ni ayuda ni humanitaria. Era la señal de partida para el golpe contra el presidente legítimo Nicolas maduro. Fallaron.

 



[1]. Periodista, Editor de la Revista Convergencia y vicepresidente del Llamamiento Argentino Judío.

[2]. De cómo la Wettpolitik fue aplastada por la doctrina de Monroe, José Sant Roz. https://bit.ly/2UeixcY

[4].  La Orden tiene como sustento la Ley de Emergencias Nacionales de 1976 [https://www.govtrack.us/congress/bills/94/hr3884] y en la Ley de Poderes de Emergencia Económica Internacional (IEEPA) https://bit.ly/2SBvrjy

[9]. https://bit.ly/2DKSD9q


Foto tomada de https://mx.depositphotos.com

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