Decir palabras que no dicen…
Al hablar o escribir, pronunciamos palabras. Pero no se trata solamente de un idioma en común entre emisor y receptor, sino también que la palabra pronunciada o escrita “diga” lo mismo a uno y a otro. Caso contrario, creemos habernos comprendido, pero la incomunicación continúa, o, peor aún, se añade una nueva dificultad que es, precisamente, creer que ambos dicen lo mismo, cosa que, en realidad, no ocurre. Y veamos algunos ejemplos:
VIDA. Escuchamos hablar de la “defensa de la vida”, de “cuidar la vida”, de las “dos vidas” o cosas semejantes. Pero, curiosamente (¿curiosamente?) algunos de los excelsos defensores de la vida están de acuerdo con la pena de muerte, o con la aniquilación del adversario… Pareciera que, para muchos de estos, la vida que se cuida y defiende son solamente los 9 meses intrauterinos, pero después no hay atención al hambre, la salud y la vida digna.
PAZ. ¿Quién no estará de acuerdo con la primacía de la paz? Pero, ¿qué decimos al decirla? Ante la urgencia de la paz, por ejemplo, en Colombia, era evidente que el uribismo lo que pretendía era la rendición total, o, eventualmente, la aniquilación y desaparición del adversario / enemigo. ¿Es paz eso? La “paz de los cementerios” no parece algo demasiado constructivo para una sociedad. La paz de los barrios privados, con custodias, muros altos y rejas no se parece demasiado a lo que quisiera elegirse para “vivir en paz”.
LIBERTAD. Tan mencionada en nuestros tiempos, ¿quién no la buscaría y pretendería? Pero la libertad no se trata solamente de un punto de partida (ciertamente necesario) sino también de una dirección. No se trata solamente de ser “libres de” sino también de un “ser libres para”. La liberación es una construcción del cotidiano. Es evidente que ser “libres de” no es suficiente para ser verdaderamente libres, y los 40 años del grupo judío en el desierto son evidencia de ello: Egipto seguía “estando en la cabeza” de los que añoraban “los ajos y cebollas”. El mismo Moisés no lo entendió y por eso tampoco él ingresó en la tierra de la libertad (que es tarea, no solo punto de partida).
Y podríamos seguir. Se trata de palabras fundamentales de la vida y la existencia, las que cada quién las traduce según su propia ideología, concepciones o pensamientos. Ahora bien, no desconocemos, además, que, aunque todos tengamos las palabras, no todos tienen voz (o, más precisamente, la tienen, pero es ignorada, o desconocida, o no interpretada…). Y es evidente, que hay quienes tiene más voz que otros. Y modos de hacerla resonar. Más aún en tiempos de nuevos modos de pronunciarlas en los cuales muchos somos analfabetos, como es el caso de ciertas redes sociales. No parece sensato ignorar que hay quienes (“curiosamente” los poderosos) tienen la capacidad de repetición y repercusión, con importante recepción, aunque los receptores crean entender y en realidad las palabras emitidas digan otra cosa, algo que conviene a los emisores. Y valga esto también para palabras como violencia, terrorismo, traición, estado, verdad, y muchas otras. No estaría de más – si pretendemos entender y ser entendidos – intentar ahondar seriamente en el significado de las palabras que se utilizan, caso contrario – caso cotidiano – seguiremos caminando detrás de palabras maravillosas, pero que los manipuladores las utilizan en su propio provecho… Provecho de ellos que es precisamente nuestro perjuicio. Y perjuicio al que nos dirigimos felices y convencidos detrás de modernos “espejitos de colores”.
Me cuesta entender
Quizás yo sea “de otra época”, quizás no hable la misma lengua, o quizás sea algo cultural… No lo sé, pero lo cierto es que no entiendo.
- No entiendo que a una le digan “asesina, tira bombas en jardines de infantes” y al día siguiente sea ministra del anterior (y tire bombas – lacrimógenas – a ancianos, mujeres y niños).
- No entiendo que a un colectivo, sean gobernadores o legisladores, se los acuse de ratas y otros improperios y al día siguiente estos coman de la mano del ofensor.
- No entiendo que alguien insulte, ofenda, agreda, ataque a destajo a grupos y que al día siguiente se actúe como si “aquí no ha pasado nada” y se favorezca sumisamente, sin criterios razonables, al agresor.
Y no se trata de “perdón”, que “son palabras mayores” … El perdón es otra cosa, es un reencuentro en el que las dos partes, ofensores y ofendidos, reconstruyen puentes que se habían roto. El perdón nunca es unilateral (como no lo es el abrazo), porque el ofensor puede pretenderlo, pero la parte ofendida – habitualmente de modo sensato – puede no querer darlo, o, la parte ofendida puede quererlo, pero no lo busca el ofensor. Nada de eso sucede en estos casos. Estamos en un terreno que, para mi mentalidad, es incomprensible. Me resulta, por un lado, una notable falta de dignidad, y por el otro lado, una actitud de sometimiento servil a las víctimas. Notable. Triste. Sado-masoquista, quizás. Enfermo. La Patria está enferma.
La Patria no se vende, “¡el senado, sí!”
Desde que, hace años, Cristina dijo “la patria es el otro” (y la otra, acotemos) no puede negarse la hondura y seriedad de la frase. Pero… pero “la dijo Cristina”, y por tanto “¡está mal!” Por eso, el macrismo puso en el Centro Cultural Kirchner (entonces llamado “CCK” para no llamarlo por su nombre) una frase de Borges que pretendía contrastarla: "Nadie es la Patria, pero todos lo somos". Pero “patria” es algo colectivo, y ahora vino a imperar el individualismo, por tanto, hay que deshacerla, como “topos”. La patria no existe, porque “el otro y la otra” no existen. Cada uno debe hacer lo que pueda para sobrevivir porque no puede esperar que alguien “le ponga el hombro”.
Pero sigo sin entender. Si alguien se “autopercibe” topo (entre otras tantas múltiples autopercepciones bastante esotéricas, de Aarón a Moisés, a Gladiador o Terminator), porque su objetivo, casi orgiástico, es acabar con el estado,
- ¿por qué su amor por los Estados Unidos?
- ¿por qué viaja a una cumbre (G7) de “jefes de estado”?
- ¿qué le molestaría el dizque intento de “golpe de estado” que un grupo de manifestantes pacíficos y desarmados estarían provocando?
No deja de ser curioso, para los que nos confesamos cristianos, que, para Jesús de Nazaret, el máximo adversario de Dios es el dinero, y este personificado [por eso, cuando Jesús lo menciona lo hace sin artículo: “no se puede servir a Dios y a Dinero (mamona)”]. La propuesta de Jesús radica en el encuentro con el/la otro/a, y es en el encuentro fraterno-sororal donde Dios empieza a reinar. El dios dinero quiebra ese encuentro, lo deshace… Cuando se adora a Dinero no hay otro, no hay patria, no hay hermandad… No hay Evangelio (por más que juren por él y que la patria y Dios se lo demanden; simplemente señalo que tanto Kueider como Espíndola, por ejemplo, juraron como senadores por la Patria, por Dios y por los “Santos Evangelios” … Ah, y ¡Milei también!). ¿Se entiende por qué a Jesús lo crucificaron?
Fuente: Liliana López Foresi