Disculpe el Señor que lo moleste, ya sé que debe tener tantas preocupaciones y tareas como Presidente, pero es que se me llenó de pobres el recibidor y al escucharle hace unos días en la Conferencia de prensa, por ese temita del Correo, qué había usted dejado su anterior vida para dedicarse a trabajar por todos nosotros, se me ocurrió que quizás pudiera donar esos 70.000 millones de pesos en cuestión –pesito más, pesito menos-.
Ya sé que por ahora todo volvió a fojas cero, pero si total a usted le sobra, para qué esperar lo que resuelva la Justicia.
Pero no me escuche a mí, escuche al “Papa de todos los Argentinos”:
“En este sentido, animo a los expertos financieros y a los gobernantes de los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (Evangelii Gaudium N. 57). Por si no sabe latín le cuento que Evangelii Gaudium significa “la Alegría del Evangelio”, fíjese que distinto de “la Revolución de la Alegría”!
Ese sabio es San Juan Crisóstomo en su comentario a una parábola de Jesús:
“Había un hombre rico, que se vestía con ropa finísima y comía regiamente todos los días. Había también un pobre, llamado Lázaro, todo cubierto de llagas, que estaba echado a la puerta del rico y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico…” ( Lucas 16, 19ss).
Cualquier parecido con la realidad, en este caso y lamentablemente, no es pura coincidencia.
Para que no se aburra yo le cuento el final, el rico se fue al Infierno, el pobre al Cielo.
Quizás me equivoque pero no pareciera que condonar 70.000 millones de pesos pudiera ser legal pero le aseguro que desde todos los puntos de vista es inmoral y obsceno. Y no es lindo tener de Presidente a un inmoral y un ladrón; por eso, hágale caso al Papa, seguirán habiendo pobres pero habrá dado el ejemplo y estaremos más cerca de la declamada pobreza cero.
Mire, quizás sea una locura, pero se me ocurre que a lo mejor hasta podría animar a muchos de sus ministros y funcionarios – algunos me parece tienen cuenta por Panamá o alrededores) y a varios de sus amigos (como esos que le invitan a descansar en el Sur) y hasta a sus familiares a hacer lo mismo.
Entonces le aseguro que la pobreza cero sí que estaría a la puerta. No me diga que no soy mejor asesor que Durán Barba y encima no le cobro.
Y es que como decía nuestro querido mártir P. Carlos Mugica: “Hasta ahora para que los pobres dejen de ser pobres, no se ha inventado otro más que este sistema: que los ricos dejen de ser ricos. Hay que ayudar a los ricos a liberarse de esas riquezas que los oprimen y los llevan hacia el camino del infierno”.
Señor Presidente, además de blanquear sus cuentas, blanquearía su corazón.
Francisco Olveira
El cura de la Isla Maciel