• 21 de noviembre de 2024, 6:37
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Apuntes de sociología militante

Por Jorge Elbaum*

                                                                                (Inducir, inclinar, persuadir y convencer para recuperar la Patria) 


La campaña electoral de 2019 ya se inició. Aunque Cristina aún no se haya decidido a competir y Macri esté convencido de poder renovar este vaciamiento sistémico de la soberanía nacional, el activismo y la militancia tienen una fecha tatuada en lo ojos: el 27 de octubre.

Ese día es el aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner. Y será la jornada en que le pueblo argentino tenga la oportunidad de recuperar el gobierno para ponerlo a disposición de los intereses nacionales.

Quedan diez meses para ese evento. Y cientos de miles de compañerxs debaten cómo contribuir a esa victoria frente al coloniaje y la antipatria.  Para lograr ese objetivo, una de las primeras asunciones es saber que no se gana convenciendo a los propios. Ni se logran ventajas intentando persuadir a los militantes macristas ni a los illuminati del núcleo duro del  trotskismo local.

El perfil de votantes de la Argentina se divide en tres tercios: el momento histórico en que el nacionalismo popular consiguió más sufragios en la historia electoral argentina fue la elección de Perón en 1973. En aquel momento alcanzó el 63 por ciento y sus oponentes el 37 restante. Esa ecuación, más la totalidad de las elecciones posteriores desde 1983 en adelante indican que hay un núcleo duro de voto anti popular con un mínimo continente de infantilismo izquierdista. Esa masa de votos se encuentra anclada en el tercio del lectorado y es el hueso más duro de roer en términos de persuasión. Sin embargo hay muchas cosas que se pueden hacer con ese agrupamiento, más allá de que no sea el colectivo prioritario a ser abordado.

Existe también un sector más o menos fidelizado. Grupos de afinidad política e ideológica que son abiertos al discurso del Proyecto Nacional y/o que se sienten en las antípodas del modelo de la derecha neoliberal argentina. A este último grupo hay que empoderarlo, darle confianza, movilizarlo, hacerle sentir que existe una esperanza más allá de esta noche neocolonial.

Pero el agrupamiento más relevante a la hora de ganar las elecciones es sin duda el tercer tercio. El agrupamiento de aquellos que no se sienten identificados con ninguna trayectoria política y que votan por intuición, impulsados por “oleajes simbólicos del momento”. Ese grupo fue el encargado de darle el triunfo a Macri en 2015 bajo la esperanza de un cambio positivo en relación con su esquema de vida previo. Las características genéricas de este colectivo en disputa son:

·       Tiene niveles del politización bajo o nulo

·       Repele la discursividad política basada en análisis comparativos de proyectos ideológicos.

·       Desconfía de los políticos a los que homogeneiza como parte de un sistema corrupto e indiferenciado

·       No divisa la grieta histórica entre Patria y Colonia

·       Es en promedio más apático que el resto de los conglomerados de votantes en términos de concurrir a las urnas: al interior de este tercio se encentra gran parte de quienes se abstienen, votan en blanco o anulan su voto.

·       Son portadores de un voto menos politizado y más condicionado por los discursos mediáticos

·       No logran relacionar causalmente una situación económica desfavorable con las decisiones políticas instauradas por los gobiernos.

·       Son más influenciable –que el promedio nacional—a las operaciones de prensa previas a los actos eleccionarios.

 

 

Frente a estas características, los militantes populares deben saber que ese conjunto puede abordarse desde específicas condiciones de persuasión:

 

·       Toda actitud soberbia y/o “bajada de línea explicativa” que se pretenda ejercer sobre este grupo será percibida como un intento de manipulación que terminará siendo refractaria a la posibilidad de convencimiento: es más importante escuchar que apostrofar. El sólo hecho de escuchar a un integrante de este colectivo es percibido como un mensaje político valioso que permite limitar resquemores y establecer plataformas de diálogo más exitosas.

·       Al ser este grupo el que más está pendiente de situaciones táctico-personales (desgajadas de las políticas que las producen), es clave ayudar a ligar ambos procesos sin que se perciba como una búsqueda de obtener un voto. En estos casos es más fácil lograr que se castigue a quien gobierna que a obtener un voto orientado hacia el caudal nacional y popular. Un voto perdido de la derecha debe ser entendido como una ventaja propia.

·       Hablar sobre el pasado es contraproducente. La historia no suele ser asociada a una relación de causalidad. Sólo aparece como prioritariamente válido hablar del futuro, de las posibilidades y esperanzas que se abren con un nuevo gobierno. La relación del presente con el porvenir es la línea temporal que más los motiva.

·       En el caso de recriminaciones sobre errores cometido en el pasado por los gobiernos populares es imprescindible aceptarlos en el paradigma de que todos los que hacen se equivocan y que los errores pasados no se volverán a cometer en el futuro. La clausura para alojar la crítica es percibida como una constatación de cerrazón que puede ser castigada con el voto: gran parte de los integrante de este grupo exigen interactuar con militantes flexibles, abiertos, que no estén cerrados a los aportes, consejos y sugerencias.  Necesitan ser escuchados y no apostrofados o recriminados en su ignorancia. 

·       Los caminos de llegada a este conjunto son prioritariamente personalizados. Pero en forma concomitante  debe ser abordado a través de sus interacciones más frecuentes. Si es un sujeto imbuido en redes sociales es imprescindible detectar sus gustos/disgustos y “tirar” de esas particularidades para hacer foco en sus preocupaciones y no en las que el militantes descolgado considera prioritarias. Ejemplo: Si tiene problemas para el pago del gas hay que postular la recuperación a futuro de los subsidios para que se reduzcan las tarifas. si es sensible al maltrato animal hay que poner evidencia que se han reducido los programas de educación y sensibilización sobre esa temática para orientar esos recursos al pago de la deuda. Siempre hay que partir de la demanda: de las necesidades sensibilizadas del receptor.

·       El nivel de permeabilidad de la interacción con el futuro votante se viabiliza en el vínculo: los objetivos se deben ir construyendo paulatinamente: Se puede lograr que dude, que castigue, que suscriba a una propuesta propia o que se embandere. Pero eso no se postula a-priori sino que se va construyendo en la interacción. Cada sujeto tiene un máximo de “estiramiento” posible de acuerdo con sus nudos biográficos y sus antipatías (u odios) instalados. Detectar esa flexibilidades parte del logro posible de la  persuasión.

Existen formas de interacción más  eficaces de acuerdo con quiénes son los interlocutores. No a todxs se les puede hablar del mismo modo ni de las misas cosas. Las sensibilidades y los intereses son diversos. Poder conocer y distinguir la diferencia de esos perfiles --y los intersticios que habitan en cada uno de ellos--  es parte imprescindible de lo que se viene.


* Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). 

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