• December 12, 2024 at 9:15 PM
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Las pasiones tristes agenciadas por los nuevos modos de la derecha y el fascismo

Por Enrique Carpintero

El fascismo histórico

El 28 de octubre de 1922 Benito Mussolini celebra el triunfo de la insurrección que él mismo denominó “la marcha sobre Roma”; de esta manera logra tomar el poder en Italia. Un día después escribió un editorial en el diario Il Popolo d´Italia: “La situación es esta: la mayor parte de Italia septentrional está completamente en poder de los fascistas. Toda la Italia central (…) está ocupada por los ‘camisas negras’ (…) La autoridad política -algo sorprendida y muy consternada- no ha sido capaz de enfrentarse al movimiento (…). El gobierno debe ser claramente fascista (…). Esto ha de quedar claro para todos (…). Cualquier otra solución será rechazada (…). La inconsciencia de ciertos políticos de Roma oscila entre el grotesco y la fatalidad; que se decidan de una vez. El fascismo quería el poder y lo tendrá.”1

La novela gráfica Maus, que ganó el premio Pulitzer, nos plantea abordar el tema del Holocausto desde una mirada emocional que la asemeja al desgarrador documental Shoah

Es cierto, lo tuvo durante más de 20 años.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, en Italia se empezaron a enfrentar dos formaciones políticas contrapuestas. Por una parte, los veteranos que habían sido partidarios de la guerra donde, desde posturas nacionalistas se consideraban los defensores de la victoria; por el otro, los socialistas y comunistas que denostaban la guerra, eran internacionalistas y querían hacer una revolución proletaria al estilo del gobierno soviético de la Rusia de Lenin. En este contexto aparece en la escena política Benito Mussolini, quién tenía una gran ambición política y era un reconocido orador; siendo director del diario socialista Avanti! escribía incendiarios editoriales políticos. No obstante, al poco tiempo considera que no puede liderar el partido, con lo cual no duda y renuncia para fundar otro periódico que llama Il Popolo d´Italia. Fiel a su pragmatismo hace un giro a la derecha y empieza a escribir las primeras consignas que nuclean al fascismo; el eje de su política era la violencia contra los socialistas, los comunistas, los liberales y todos aquellos que se opusieran a un gobierno nacional autoritario. Era un grupo muy pequeño cuando funda los Fasci di combattimento quienes junto a los futuristas de Gabriele D´Anunzio y los Arditti (nombre con que se conocía a los antiguos comandos del ejercito creados para la guerra y que tenían una ideología ultranacionalista) participaban de acciones violentas contra los opositores del fascismo. En ese primer momento Mussolini era un hombre aislado dirigiendo un pequeño grupo que no obtenía el apoyo de la población. De allí que, ante los triunfos electorales de los socialistas y comunistas y las movilizaciones de los sindicatos, se presenta como un movimiento “surgido como una reacción a la degeneración bolchevique del PUS” que se va afianzando “por medio de tiros de revolver, incendios y destrucciones (…) el fascismo no es una reunión de políticos, sino de guerreros.”2 Frente a este panorama, los sectores de poder dominantes y la clase media encuentran en Benito Mussolini y sus “camisas negras” a quienes pueden poner orden y disciplina para hacer una “limpieza de los elementos subversivos”. Los errores políticos de los partidos de izquierda afianzan una guerra civil antisocialista que se desarrolla en varias provincias. En ese momento escribe en Il Popolo d´Italia: “las manías ministeriales se obstinan en considerar la marcha sobre Roma como una metáfora, pero la marcha ya está en curso, en la historia, porque Roma está infectada y hay que marchar para purgar la herida, para arrebatársela de las manos a los politicastros ineptos. La milicia está lista reformada por la violencia de un ejército en guerra, la profecía de la violencia se hace realidad, hay una violencia que libera y otra que encadena, la masa es manada, el siglo de la democracia ha terminado, el Estado liberal es una máscara, el fascismo es la Italia joven, fuerte, viril, el impacto es inevitable, el momento es propicio, la hora del ataque es esta, la profecía es ahora. Cuando suene la campana, marcharemos como un solo hombre.”3

En este período Italia tenía un gobierno democrático liberal que aprobaba los métodos violentos de Mussolini contra los sindicatos obreros y los partidos de izquierda. Cuando se produce “la marcha sobre Roma” el gobierno se asusta y le pide al rey Víctor Manuel que le declare la guerra a los fascistas. Era tarde: el rey apoyado por los grandes empresarios se niega; lo cual lleva a que se produzca la dimisión del gobierno y se declare a Mussolini presidente de Italia. Es así como cuestionando la democracia “del número” restringe el sufragio universal masculino, censura a la prensa, elimina los sindicatos de izquierda, el derecho de huelga, anula los partidos políticos, establece la policía secreta y organiza, bajo el liderazgo absoluto del Duce, un Estado sostenido en la represión a toda disidencia.

En la Guerra, su alianza con Hitler, lo lleva a que su política comience a deteriorarse y en 1943 es destituido y detenido; lo encierran en una cárcel del Norte de Italia donde, a los pocos meses, un comando alemán lo libera. Trata, sin éxito, de fundar una república Social Fascista en Saló. Al finalizar la guerra intenta fugarse de Italia, pero es apresado por partisanos que lo fusilan.

Maus: el gato que intentó exterminar a todos los ratones

El fascismo encuentra la forma de extenderse en las particularidades propias del nazismo en Alemania que, probablemente no hubiera existido sin el peso que tenía Mussolini en muchos países de occidente. Recordemos que el Duce consideraba a Hitler un discípulo y este sentía una profunda admiración por su maestro.

La Shoah es la expresión paradigmática de la barbarie nazi. Mucho se ha escrito -aunque nunca es suficiente- sobre las tremendas consecuencias que llevaron a la idea de implementar “la solución final” con la población de origen judío. La novela gráfica Maus -nada mejor que utilizar la expresión que usó Oscar Masotta sobre la historieta como “literatura dibujada”- que ganó el premio Pulitzer, nos plantea abordar el tema del Holocausto desde una mirada emocional que la asemeja al desgarrador documental Shoah dirigido por el francés Claude Lanzmann.

La historieta creada por Art Spiegelman tiene un estilo sencillo en blanco y negro que refuerza lo que el ser humano es capaz de hacer si se deja llevar por el odio con promesas ilusorias. De una manera irónica y trágica el autor nos cuenta hechos históricos y personales que se refuerzan al estar los personajes representados por animales: los nazis son dibujados como gatos y los judíos como ratones; las pocas personas polacas que encontramos son chanchos y los franceses conejos. Si bien el autor no explica esta forma de representación, la podemos entender como una ironía al leer los epígrafes que aparecen en los dos tomos que componen la obra. En el primero de 1986, cuyo título es “Mi padre sangra historia”, lo encabeza con una frase de Hitler: “Es indudable que los judíos son una raza, pero no son humanos.”; la segunda parte de 1991, titulada “Y aquí comenzaron mis problemas”, transcribe como epígrafe un artículo periodístico publicado en Alemania durante 1935: “El ratón Mickey es el ideal más miserable que haya habido…las emociones sanas le indican a cualquier joven independiente y muchacho honorable que esa sabandija inmunda, el mayor portador de bacterias en el reino animal, no puede ser un tipo ideal de personaje…¡Fuera la brutalización judía del pueblo! ¡Abajo el ratón Mickey! ¡Usemos la cruz esvástica!”4

Sin palabras: ¡los dibujos empiezan a hablar por sí solos!

Art Spiegelman nació en Estocolmo en 1948, sus padres Anja y Vladek eran judíos polacos que sobrevivieron al campo de concentración de Auschwitz. La familia se traslada a EEUU cuando Art tenía tres años.

La historieta relata las terribles vivencias de los padres de Spiegelman durante los años previos a la guerra hasta que finaliza en 1945. A través de varias conversaciones con su padre reconstruye historias que carga sobre sus hombros. Además, incluye la difícil relación entre ambos. Con toda la empatía que podemos sentir por un sobreviviente, su hijo no escatima en señalar a una persona egoísta, ingrata, misógina, y racista; como cuando llama Schvartze (un término despectivo en idish para referirse a las personas negras) a un afroamericano. Regaña a su hijo por la ropa que lleva puesta o como come; persigue a su segunda esposa con interminables quejas. Sin embargo, mientras pedalea con su bicicleta o cuando caminan juntos va relatando historias tremendas que reflejan lo peor del Holocausto.

Dos suicidios son muy importantes en el texto. El primero, el de la madre de Art que había publicado años antes de dibujar Maus, y que en este texto aparece como una pieza separada e insertada; es una secuencia de cuatro páginas donde es la única parte de la historia que dibuja a seres humanos reales. En ella vemos como Art al final se encuentra rodeado de un laberinto interminable de celdas con barrotes y grita: “Me asesinaste, mami, y me mandaste aquí para recibir la culpa.”

En los encuentros con su padre quiere conocer la historia de su madre. Cuando descubre que ella escribió un diario trata de encontrarlo; pero, a su pesar, se entera que Vladek los quemó. Su reacción es de mucha bronca, que se va atemperando a medida que transcurre el relato; al final del primer volumen le susurra a su padre la palabra “asesino” ya que considera que volvió a matar a su madre al quemar los diarios.

El segundo suicidio es el de su hermano Richieu. En la época del nazismo sus padres envían a su hijo de cinco años a vivir con su tía, ya que era un gueto más seguro. Al poco tiempo, cuando los nazis entran para exterminar a los habitantes de ese gueto, la tía Tosha le da al niño y a otro primo veneno y se mata. El peso de esta historia es tan fuerte que lo lleva a Art a iniciar el segundo volumen con una foto de su hermano.

El tema del suicidio de los sobrevivientes del Holocausto nunca se ocultó: muchos judíos se suicidaron. Sin embargo, en el Estado de Minnesota en EEUU lo “políticamente correcto” llevó a que Maus se “cancelara” -como se nombra a una nueva forma de censura- por mostrar “escenas crudas sobre el suicidio.” Sabemos que no se puede exponer el Holocausto sin encontrarse con sentimientos incomodos de tristeza, miedo, rabia, dolor, desesperación. Vladek es un héroe sobreviviente de la barbarie de la historia: junto a su esposa, cuando se quedaron sin un hogar donde se podían proteger, caminaban las calles heladas de Polonia refugiándose en graneros; en Auschwitz, inhalando las chimeneas de los crematorios y conviviendo con los cadáveres de sus compañeros; sin embargo, encontraron formas creativas de sobrevivir. Esta es su enseñanza, aunque sus contradicciones no solo molesten a su hijo, sino también al lector que puede dar cuenta del costo de haber padecido un horror imposible de ser narrado. En este intento, Art Spiegelman logra con-movernos.

Los nuevos modos de la derecha y el fascismo: el fascismo neoliberal

En la actualidad, predomina una gran frustración que se manifiesta -en especial, en los sectores jóvenes- en el desarrollo de los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada; la depresión y la violencia son los síntomas paradigmáticos de nuestra cultura. Es en este marco donde aparecen nuevos modos de la derecha y del fascismo cuya política -como en el fascismo clásico- es gestionar el odio de la clase media y de algunos sectores obreros para dirigirlo hacía grupos sociales estigmatizados: inmigrantes, musulmanes, mujeres feministas, judíos, la casta de los políticos, etc.5

Nos equivocamos si limitamos el miedo al fascismo a cierta imagen de Mussolini, de Hitler o del Holocausto. No debemos olvidar sus políticas de barbarie: es necesario seguir recordando

Desde esta perspectiva, nos equivocamos si limitamos el miedo al fascismo a cierta imagen de Mussolini, de Hitler o del Holocausto. No debemos olvidar sus políticas de barbarie: es necesario seguir recordando. Sin embargo, la forma que actualmente gestionan el odio las diferentes formas de la derecha y del fascismo tienen otras particularidades. El fascismo clásico, en Italia, era de origen popular donde sostenía una violencia que llamaba purificadora, en la que adhería al triunfo de la voluntad sobre la razón. El nacional-socialismo ha trocado en nacional-liberalismo. De allí que hoy abarca una multiplicidad de corrientes e ideas, algunas de fuerte contenido neofascista, como en Italia con “La Liga” de Matteo Salvini y de “Los Hermanos de Italia” de Giorgia Melani, y neonazi con “Alternativa para Alemania”. Pero también aparecen variantes, que dan cuenta de particularidades propias de la cultura de cada país entre las que podemos mencionar el anarcocapitalismo (donde podemos ubicar a Milei), el nacionalcatolicismo (cuyo eje es atacar lo que llaman “la ideología de género”, propuesta por los movimientos feministas y las diversidades sexuales), el nacionalbolcheviquismo y podríamos seguir. Una mención aparte es el movimiento populista liberal de Trump (amigo de Mauricio Macri y Patricia Bullrich) donde se nuclean los supremacistas blancos, el Ku Klux Klan, los negacionistas del cambio climático, los que sostienen la teoría paranoica del “Gran Reemplazo” en la que los blancos van a ser reemplazados por negros, hispanos, judíos o mahometanos. Esta diversidad de perspectivas se entrecruzan y potencian mutuamente ya que encuentran su fuerza en crear un enemigo común donde dirigen su odio en la defensa de un individualismo a ultranza. La importancia de su propuesta radica en que es un nuevo tipo de fascista que ganó porque apoyándose en la devastación social y subjetiva producida por el capitalismo financiero y la digitalización supo expresar y construir subjetividades fascistas, racistas y sexistas. De esta manera le supo dar “voz” y expresión política a los miedos y angustias del hombre endeudo desplazando la confrontación al campo identitario poniendo a los blancos contra los migrantes, mujeres, extranjeros, afroamericanos y otras minorías.6

Los efectos de las pasiones tristes son agenciados por las derechas y los nuevos modos del fascismo que les dan consistencia a las subjetividades devastadas del capitalismo neoliberal

El odio alimentado por estos grupos es sostenido por las creencias y los prejuicios socialmente asentados y trasmitidos por la cultura hegemónica sobre el género, el color de piel y la orientación sexual. Su difusión a través de Fake news (el eufemismo con que circulan las mentiras en las redes sociales) van dirigidos centralmente a los jóvenes blancos de clase media cisheterosexual. Allí nos encontramos con una masculinidad con fallas identificatorias7 cuyas consecuencias son la misoginia, la LGTBfobia en la defensa de un modelo tradicional de masculinidad que defiende la derecha fascista. Por ello los efectos de las pasiones tristes son agenciados por las derechas y los nuevos modos del fascismo que les dan consistencia a las subjetividades devastadas del capitalismo neoliberal.

El auge de estos movimientos y partidos del fascismo-liberal encuentra su razón en la capacidad que ha tenido el neoliberalismo de hacernos olvidar como éstos se constituyen a través de su violencia fundadora

Como dice Mauricio Lazzarato,8 el auge de estos movimientos y partidos del fascismo-liberal encuentra su razón en la capacidad que ha tenido el neoliberalismo de hacernos olvidar como éstos se constituyen a través de su violencia fundadora; en especial en América Latina con Pinochet en Chile, la dictadura militar genocida en nuestro país y por los generales de los gobiernos en Brasil y Uruguay. Milton Friedman, líder de la escuela neoliberal denominada Los Chicago Boys, fue su principal apoyo y asesor en la organización de la economía de estos gobiernos. En todos debemos reconocer el alcance de estos procesos neoliberales no solo en el aspecto social y económico sino en la dimensión subjetiva; ya que, como decía Margaret Thatcher: “Las ciencias económicas son el método, el objetivo es cambiar el corazón y el alma.”

Por ello la pregunta que se impone es ¿Cómo lograr que este objetivo deje de cumplirse? Debemos reconocer que, en todos estos años aparecieron fuerzas políticas de izquierda y progresistas que se le opusieron, algunas definidas como populismos progresistas, donde -al decir de Ernesto Laclau- el “significante vacío” fue ocupado por el pueblo; sin embargo, no alcanzaron para frenar a la ultraderecha. Al contrario, en ciertos aspectos la potenciaron. Por ello es importante reconocer lo que afirma Lazzarato: “La alternativa ´fascismo o revolución´ es asimétrica, desigual: estamos inmersos en una sucesión en apariencia irresistible de ´rupturas políticas´ ejecutadas por fuerzas neofascistas, sexistas y racistas; y la ruptura revolucionaria resulta ser por el momento una mera hipótesis dictada por la necesidad de reintroducir lo que el neoliberalismo logró borrar de la memoria, de la acción y de la teoría de las fuerzas que luchan contra el capitalismo. Esa ha sido su victoria más importante.”9        

En este sentido, las nuevas formas del fascismo y de la extrema derecha no es una opción más, sino son movimientos y grupos políticos cuyo objetivo es destruir las libertades, la igualdad, la justicia social y el medio ambiente apelando al odio que se sostiene en miedos que generan problemas de Salud Mental y contribuye a que el mundo vaya siendo un lugar imposible de ser habitado.

Notas

1. Scurati, Antonio, M. El hijo del siglo, Penguin Randon Hause, Barcelona 2020.

2. Scurati, Antonio, Op. Cit.

3. Scurati, Antonio, Op. Cit.

4. Art, Spiegelman, Maus, Tomo I, Mi padre sangra historia, Tomo II, Y aquí comenzaron mis problemas, Emecé editores, Buenos Aires 1994.

5. Sobre estos temas ver Carpintero, Enrique, “Los nuevos modos del fascismo en las democracias occidentales” revista Topía N° 85, abril de 2019; “El miedo como forma de perpetuar el sometimiento”, revista Topía N° 86, agosto de 2019 en www.topia.com.ar

6. Lazzarato, Mauricio, El capital odia a todo el mundo. Fascismo o revolución, Eterna Cadencia editora, Buenos Aires 2020.

7. Barzani, Carlos, Vainer, Alejandro, “El malestar en los varones” revista Topía N° 94, abril de 2022.

8. Lazzarato, Mauricio, Op. Cit.

9. Lazzarato, Mauricio, Op. Cit.

Fuente: Revista Topía

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