• 27 de abril de 2024, 4:21
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Y después, sorprendidos nos preguntaremos: ¿Tanto nos odian? ¿Qué hemos hecho?

Por Gideon Levy*


Un padre [palestino] desconsolado que la semana pasada perdió a su hijo de ocho años por los disparos de los soldados, esta semana se paró en la puerta de su casa —en las cercanías del campo de refugiados de Jenin— y lanzó una simple verdad: “Estos niños nunca perdonarán a los soldados. Estáis levantando otra generación de resistencia. Ahora nuestros hijos quieren que también maten a los niños israelíes”.

Visité la casa de Samer al-Roll, el padre, después de visitar el campo de Jenin, donde las FDI [Fuerzas de Defensa de Israel] volvieron a causar devastación en los últimos días de una escala espantosa: unos 80 departamentos destrozados, todas las carreteras del campo arruinadas y las cloacas —con la infraestructura destruida— hace correr las aguas servidas por las calles y el olor apesta. En ese entorno se encuentran los niños del campamento de Jenin.

En el otro extremo de los territorios ocupados, miles de niños están siendo asesinados. Las últimas fotos de [del campamento de refugiados] Jabaliya muestran que ni Dios ni las FDI tienen piedad de los niños de la guardería: cada cuarto de hora un niño es asesinado en Gaza. Cada pocos minutos, un niño es llevado de urgencia a lo que quedó en pie de algún hospital y recostado en el suelo sucio, a veces sin nadie que lo acompañe.


Con frecuencia, algún sobreviviente se queda con la mirada fija en lo que sucede a su alrededor, con ojos llorosos y sin saber si quedó vivo alguien de su familia. Lo rescatan de entre los escombros, con su cuerpo y su cara llenos de polvo. Estas escenas se transmiten en secuencia en todas las cadenas de televisión que saben lo que es el periodismo, excepto en la televisión israelí, que no muestra ninguna de ellas porque están movilizadas al servicio de la guerra.


Todos estos niños —los muertos, los moribundos, los que sangran, los que gimen, los heridos, los discapacitados, los huérfanos, los aterrorizados, los sin hogar y los indigentes— tienen hermanos y amigos que crecen y crecerán con ellos. Son la próxima generación, y nunca olvidarán. Mientras tanto Israel está ocupado con su terrible y justificada ira por lo que Hamás le está haciendo y curando sus heridas y daños, lo que las FDI están haciendo en Gaza y Jenín a casi nadie le molesta. Nadie piensa en el trauma que sufrirán los niños de Gaza, en el sufrimiento inimaginable de miles de niños que ahora deambulan impotentes, aterrados, en medio de las calles destruidas. No tienen refugio, ni centro de asistencia, ni asesoramiento psicológico y menos un hogar.


Quizás esté permitido y sea natural que un vpueblo se concentre únicamente en su dolor e ignore el dolor mil veces más terrible que asesta a otra pueblo. Es muy dudoso. Pero este desprecio también tendrá un precio que los israelíes deberán, algún día, pagar y el precio —este al menos— debería molestarles. Un ataque tan salvaje y brutal contra la Franja de Gaza genera odio hacia Israel a niveles que nunca hemos conocido, en Gaza, en Cisjordania, en la diáspora palestina, en el mundo árabe y en todo el mundo que ve lo que los israelíes no ven. Y no quiero ver. Y lo que es aún más terrible: este odio será justificado.


Vean el odio que un ataque bestial [el del 7 de octubre] sembró en los corazones de casi todos los israelíes. Destruyó los restos que quedaban del campo pacifista, generó que el llamado de “muerte a los árabes” se conviertiera en anacrónico y moderado. Ahora la expresión es: “Muerte a todos los árabes”, en la boca y en el corazón. Ahora, expuestas las atrocidades, brotan por todas partes las semillas de odio, desde Jaiya hasta Manhattan pasando por Ammán.

¿Ver las atrocidades en Gaza y no odiar a quienes las cometen? ¿Experimentar lo que está sucediendo en Gaza y no soñar con venganza? Generaciones de palestinos heredaron el odio hacia Israel después de la primera Nakba, y otras generaciones ahora heredarán un odio aún más intenso, después de la prometida segunda Nakba.


“La próxima generación duerme en la habitación de al lado/ Oigo su respiración/ La próxima generación sueña en la habitación de al lado/ y murmura miedos desde su sueño”, canta Hanan Yoval las palabras de Ehud Menor. La próxima generación de palestinos murmura sus temores mientras duerme, pero no está en habitación de al lado… ya no tiene habitación.

Y dentro de unos meses, los buenos israelíes viajarán una vez más a París, Londres, Dubai o Nueva York y se sorprenderán de lo mucho que nos odian. Y preguntarán: ¿Por qué? ¿qué hemos hecho?


*Gideon Levy es un periodista israelí, colaborador habitual de Haaretz y especializado en la ocupación de los territorios palestinos.

Traducción: Larry Levy

Fuente: Haaretz

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