Javier Milei es el hit de esta temporada electoral. Una conjunción de factores mediáticos hizo posible semejante milagro, más allá de que él se presente a sí mismo como el hombre que vino a “despertar leones”. Habría que preguntarse entonces qué resortes del destino lo convirtieron en chusquero de la pretendida “batalla cultural”. Porque de la nada –y aquello incluye programas de TV que solían invitarlo sin otro motivo que su impronta bizarra– ese tipo pasó a ser la nueva “voz de los sin voz” o, simplemente, el cerebro de quienes no lo usan demasiado. Sin embargo, hay en su figura algo no del todo espontáneo; algo que lo revela como un producto de laboratorio; como una criatura amaestrada para atizar las llamas de la antipolítica. En este punto se desliza la sombra del partido Vox, la actual vanguardia de la ultraderecha española, cuya estructura internacionalista tiene por puntera local a Victoria Villarruel, nada menos que la escolta de Milei en su lista de candidatos. ¿Cuál habría sido su papel en la construcción de este Golem?
No tan rústica como Cecilia Pando, esta abogada de 46 años sobrelleva con empeño su epopeya en defensa de la última dictadura cívico-militar desde el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), su propia ONG. Asimismo ha publicado dos libros al respecto, además de trajinar programas de TV, tipo Intratables. Esta militancia a favor de lo que ella llama “memoria completa” le ha brindado una módica celebridad. De manera que su debut electoral junto a Milei no asombró en demasía al espíritu público, en un escenario donde también compiten panelistas, neurocirujanos y vedettes.
Ella lo explica con notable sencillez: “Cuando Javier me propuso ser la segunda en la lista de La Libertad Avanza, me pareció algo muy interesante y adecuado. Compartimos algo muy fuerte con la ciudadanía porque no somos políticos profesionales”.
Pero su salto electoral no evitó que ella se permitiera una vanidad: subir a su cuenta de Twitter un video en el que un individuo manifiesta, con acento madrileño y tono marcial, su beneplácito por aquella candidatura. Se trata de Javier Ortega Smith, nada menos que el secretario general de Vox.
Lo cierto es que entre ambos hay un vínculo de larga data.
La probeta
Fue en agosto de 2019 cuando Ortega Smith aterrizó en Buenos Aires para dar una conferencia en el lujoso Palacio Paz, situado frente a la Plaza San Martín, sede del Círculo Militar. El tema: “Desafíos de la batalla cultural”. El insigne visitante compartía el estrado con la señora Villarruel ante una sala colmada por gerontes conservadores (muchos, oficiales retirados del Ejército) y jóvenes libertarios. La actividad había sido organizada por la filial criolla de El Club de los Viernes, una usina española de ideas ultraderechistas que también tiene sucursales en Uruguay, Colombia y Venezuela. Cabe destacar que este think tank fue coptada por Vox. Tanto es así que, por aquel entonces, lo comandaba Javier Jouvé, uno de sus dirigentes.
En Argentina, aquel cenáculo congrega cavernícolas tan heterogéneos como el influencer Juan Doe; el ex dirigente de la Ucedé, Carlos Maslatón; el diputado macrista Francisco Sánchez y el economista Roberto Cachanovsky. Ese día, todos ellos estaban presentes, para satisfacción de Alejandro Watters, su cacique local. Entonces, Ortega Smith cerró su discurso con el siguiente bramido:”¡Viva España e Hispanoamérica! ¡Bienvenidos a la reconquista y a la resistencia contra la imposición del totalitarismo!”.
Desde la primera fila, Milei aplaudía a rabiar.
Minutos después, Villarruel se lo presentó Ortega Smith.
–Así que tú eres mi famoso tocayo. Me han hablado mucho de ti –fue la frase del dirigente español, en medio de un cálido apretón de manos.
Villarruel ya le había informado que Milei fue quien inauguró ese ciclo de conferencias ante más de 500 personas. Los ojos de Ortega Smith brillaban. Y ella sonreía de oreja a oreja.
Su vínculo político con la ultraderecha de la Madre Patria se remonta a los primeros años de la década pasada, a través de actividades que compartía el Celtyv con organizaciones que nucleaban a familiares de gente asesinada por la ETA.
En 2013, el vasco Santiago Abascal Conde fundó Vox, que ahora posee 52 representantes en el parlamento español.
Desde aquel momento, Villarruel, revolotea en torno a su figura.
Ya en 2018, una vez consolidado aquel espacio en el territorio ibérico, este antiguo integrante del Partido Popular (PP), se volcó a la cristalización de un ambicioso anhelo: armar una suerte de Internacional Negra. De tal proyecto no fue ajena la Fundación Disenso, otro think tank de Vox nutrido con cuadros de varias naciones. Recién entonces le echó el ojo a la negacionista argentina.
En el presente hay agrupaciones de Vox en 22 países latinoamericanos, todas con denominaciones que no delatan su pertenencia a dicha casa matriz. En México y Colombia se encuentran las más fuertes, a las cuales ahora se le suma La Libertad Avanza de Milei.
El camino para llegar a eso no fue fácil.
Nace una estrella
Es imposible saber hasta qué punto Milei haya olfateado, al retirarse durante esa ya remota tarde de 2019 del Círculo Militar, que su destino acababa de dar un vuelco.
Es también imposible saber hasta qué punto la buena de Villarruel tenía entonces conciencia de sus dotes como descubridora de talentos. Lo cierto es que ella tenía ciertas batallas por delante (además, claro está, de la “cultural”).
En este punto hay reparar en otra mujer: la periodista Karina Marini, de 52 años, una vieja pasajera de la ultraderecha local, también bendecida por el aprecio de Ortega Smith.
Tal vez él advirtiera cierta rivalidad entre ambas.
Marini había estado al frente de El Club de los Viernes, y aún continúa circulando por sus pasillos. También suele publicar artículos y entrevistas en el portal La Derecha Diario y son habituales sus columnas en el sitio español La Gaceta de la Iberosfera, financiado por El Disenso. No es una exageración decir que ella se tutea con todo político local que esté a la derecha de Atila y que no pocos elementos sub25 fueron atraídos por ella a las filas “libertarias”.
Pero mientras Villarruel apostaba por el carisma de Milei, Marini ponía sus fichas por quien ella consideraba un caudillo en ciernes: Darío Lopérfido, cuyas columnas en Infobae le parecían sublimes.
Ya se sabe que la pobre Marini no ganó la partida.
Entonces, con sigilo, empezó la mutación del estrambótico economista en boom electoral. Y con Villarruel haciéndole de Pigmalión.
Tan compenetrada estuvo ella en dicha tarea que, sin mencionar a Milei, hasta publicó un artículo con sus ideas al respecto en Infobae con un título explícito: “Las lecciones de Vox que los argentinos podemos aprender”.
En uno de sus párrafos, señala: “El número no importa. Basta que haya un grupo de personas, incluso pequeño, que esté preparada y convencida para llevar adelante un mensaje que será tildado de políticamente incorrecto o de fascista o de ultraderecha, solamente, por contradecir los postulados pétreos y omnipresentes de la visión de izquierda en nuestro país”. Doctor Goebbels en estado puro.
Los “banderazos” de los sectores anticuarentena le sirvió como campo para instalar al personaje más allá de los estudios de televisión.
Milei fue minuciosamente adiestrado ante un gran espejo para aullar frases apocalípticas a la multitud. También le encajaron una campera de cuero negro y hasta le fabricaron una novia. Los resultados están a la vista.
Fuente: Contraeditorial