Cuando se cumplen 60 años del primer acuerdo que la Republica Argentina firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y cuando hacía 12 que nos habíamos liberado de su tutela, otra vez el gobierno nacional decidió volver a endeudarse con este organismo por 50 mil millones de dólares y lo presenta como un logro y una esperanza de un futuro mejor. La historia demuestra lo contrario. Cada vez que el FMI concedió un préstamo a la Argentina se impusieron en el país políticas de ajustes que perjudicaron a las industrias locales y, sobre todo, trajeron desgracia y sufrimiento al pueblo trabajador.
El primer préstamo que el FMI concedió a la Argentina fue en 1958, durante la presidencia de Arturo Frondizi y con la gestión del ministro de Economía, Adalbert Krieguer Vasena. Se recibieron 42, 5 millones de dólares, cuando el año anterior, al afiliarse al Fondo, el país había pagado una cuota en oro equivalente a 37, 5 millones de dólares. Es decir, que por sólo 5 millones de dólares, la autoridades aplicaron el plan recomendado por el organismo que consistía en el despido del 15% de los empleados públicos, la postergación de las obras públicas, el aumento del 150% en tarifas de transporte, el despido del 15% del personal ferroviario y la eliminación de ramales, el aumento de las tarifas eléctricas y del 200% del precio del petróleo, la eliminación de los controles de precios, el congelamiento de salarios por dos años y la liberación del valor del dólar. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia porque esa es la receta que el FMI aplicó en todos los países –y lo sigue haciendo- desde su creación hasta el presente. El resultado: el Producto Bruto Interno (PBI) bajó un 5%, aumentó el desempleo y disminuyó el salario.
En 1959, bajo la misma presidencia pero con Álvaro Alsogaray en el ministerio de Economía se pidieron 100 millones de dólares, al año siguiente otra vez la misma cifra. En 1961 se recibieron 125 millones y en 1962 otros 100 millones de dólares.
Con Arturo Illia en la presidencia y con Juan Carlos Pugliese en el ministerio de Economía, las autoridades sostuvieron que era necesario que la Argentina no se endeudara ni se sometiera a las presiones externas evitando nuevos convenios con el FMI que atentaran contra nuestra soberanía. El entonces presidente del Banco Central, Félix Elizalde , explicó: “En materia de cambios se estableció un sistema flexible con reajuste periódico, de acuerdo a la evolución de los precios internos e internacionales. Quiero aclarar que esto produjo horror en el FMI, porque si bien nosotros no teníamos ningún convenio stand by con el Fondo, cada seis meses alguien de allá venía para acá o nosotros íbamos para allá. Teníamos comunicación fluida, por supuesto nos llenaban de consejos que, desgraciadamente para ellos, casi nunca los podíamos acepar, porque teníamos filosofías totalmente distintas. El resultado: la deuda externa que era de 2.100 millones de dólares al asumir Illia, se redujo a 1.762 millones cuando lo derrocaron. No se contrajeron nuevos empréstitos con el FMI y se abonaron amortizaciones con los saldos positivos de la balanza de pagos.
Con el gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía y otra vez en el ministerio de Economía Adalbert Krieguer Vasena, en 1967 se pidieron al FMI 125 millones de dólares y al año siguiente una cifra similar. El resultado: devaluación del 40%, congelamiento de salarios, apertura de la economía bajando los aranceles aduaneros e importación libre. Se aumentó en cinco años la edad para que los trabajadores pudieran acceder a la jubilación y se modificó la ley de alquileres y se autorizaron los desalojos. Con estas medidas, además, quebraron las pequeñas y medianas empresas. Entre 1966 y 1973 se calcula que cerraron en la Argentina 11.600 empresas de capitales nacionales y en un año, entre 1967 y 1968, 32 empresas argentinas fueron absorbidas por capitales extranjeros en su mayoría norteamericanos.
En 1973 y 1974, con los gobiernos de Héctor J. Cámpora y Juan D. Perón no se tomaron préstamos con el FMI, pero un año después, luego de la muerte de este último, el gobierno de Isabel Martínez recibió 76,09 millones en 1975, y 110 millones en 1976. En ese año el valor del dólar saltó de 37,70 a 68,99 pesos.
Durante la dictadura cívico militar de 1976, con José Martínez de Hoz en Economía se firmó un acuerdo stand by por 260 millones. En 1977, se recibieron 159 millones, y en 1983 se sumaron dos préstamos por 520 y 1.500 millones de dólares respectivamente.
Con el regreso a la democracia, durante el gobierno de Raúl Alfonsín se tomaron en 1984 dos créditos por 1.419 millones de dólares cada uno. En 1987 otros dos por 388,7 y 1.113 mil millones de dólares, y al año siguiente otro por 233,15 millones dólares.
En la década del 90, con la presidencia de Carlos Menem se produjo el “festival de la deuda con el FMI”. En 1989 se tomaron 1.104 millones de dólares; en 1991, 780 millones y 2.149 millones; en 1992, 720 millones y en 1996, 2.080 millones. En el nuevo siglo, el gobierno de Fernando de la Rúa recibió 7.200 millones de dólares en el año 2000. Por último, Eduardo Duhalde tomó en 2.110 millones de dólares.
Entre 1958 y 2003 la República Argentina se endeudó con el FMI por 22.681,94 millones de dólares, con el costo de desocupación, flexibilización laboral recesión, congelamiento de salarios y jubilaciones, aumento de la edad jubilatoria, cierre de empresas nacionales, paralización de la producción nacional e incremento de la pobreza.
En 2006, el gobierno de Néstor Kirchner decidió saldar con reservas del Banco Central el total de la deuda con el FMI por 9.800 millones de dólares al mismo tiempo que el presidente del Brasil, Luíz Inacio Lula da Silva, hizo lo mismo en su país. La presidencia de Kirchner terminó en 2008 con superávit fiscal, con aumento en las reservas, con la disminución a menos del 10% de la desocupación que superaba el 20%, con el retroceso de la pobreza que había llegado a superar el 55%, con un crecimiento económico entre el 7 y el 9% y con una reducción del 50% de la deuda externa.
Los resultados de cada política están a la vista y el bienestar en la vida real está en la memoria de quienes ahora terminan de leer esta nota.
Fuentes:
- Galasso, Norberto. Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner. Tomo II. Editorial Colihue. Bs. As. 2012.
- Brailovsky, Antonio E. 1880-1982 Historia de las crisis argentinas. Editorial de Belgrano Bs. As. 1982.