La persecución, la intimidación, la destrucción, el miedo, los peores métodos del nazismo son las formas utilizadas para el golpe en Bolivia. Lo que nos exige pensar en instituciones más efectivas para defender los intereses de nuestros Pueblos. La batalla por el poder popular va de la mano de la batalla cultural. Muchas formas del pasado parecen agotarse y deben ser remplazadas por formas más efectivas de ejercicio del poder popular. De lo contrario, el poder financiero y militar y el monopolio comunicacional terminarán no sólo con nuestro patrimonio social y nuestra comida, sino también con nuestra ilusión. Toda América Latina tiene que ayudar a que Evo Morales vuelva a ser, más temprano que tarde, el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Para ello tenemos que poner nuestros cuerpos unidos en las calles, pero también nuestro intelecto a pensar en esas nuevas instituciones democráticas que son indispensables.
La construcción de esos nuevos y más efectivos institutos verdaderamente, y no sólo formalmente democráticos, debe apoyarse sobre algunos fundamentos que nos lleven a recapacitar sobre algunas de nuestras asignaturas pendientes.
*Primero, debemos ir a fondo en la democratización de la matriz productiva y comercial de carácter monopólico. La justificación de no hacerlo es el evitar una reacción violenta del poder, reacción violenta que, como vemos en todo el continente, llega de todos modos.
*Segundo, politizar la conciencia de la mano del ascenso social, de modo de afianzar la pertenencia a las mayorías populares y los valores colectivos. El ascenso social sin politización de la conciencia lleva a los ascendidos a compartir la ideología individualista de las clases dominantes, desentendiéndose de las políticas públicas que son precisamente las que permitieron ese ascenso social.
*Tercero, construir una fuerza política/social organizada y movilizada de modo de resistir la penetración cultural financiada por el imperio a través de múltiples formas, sostener las políticas populares aplicadas y ocupar los espacios públicos cuando las circunstancias lo demanden.
Primero pidieron auditoría sobre los comicios. Cuando Evo lo concedió no fue suficiente y exigieron nuevas elecciones. Cuando Evo las convocó no fue suficiente y forzaron su renuncia. Es decir, las convicciones democráticas son una mera excusa. Ya no tiene ninguna legitimidad la fachada de democracia con que se disfraza el poder. Agotados todos sus artilugios, recurren a las peores prácticas del nazismo. La violencia sobre los cuerpos, domicilios y pertenencias personales, el secuestro intimidatorio, el copamiento de medios. No es una lucha política civilizada, es un tremendo retroceso civilizatorio que nos llama a una profunda reflexión.
Fuente: Liliana López Foresi