• 19 de marzo de 2024, 4:08
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Una ancha avenida para regalar la energía y la transición

Por Alejandro Marcó del Pont

Las colonias no dejan de serlo por más que sean independientes (Benjamín Disraeli)

Platón dejó instalada una enseñanza a través de una descripción llamada “El mito de las cavernas”. En su representación, un grupo de prisioneros fueron amarrados con cadenas al cuello y las piernas, desde su nacimiento hasta su muerte, de forma tal que únicamente podían ver la pared del fondo de la caverna sin poder girar la cabeza. Detrás de ellos se encontraba una hoguera por donde circulaban hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectaban en la pared que veían los prisioneros.

Los hombres encadenados aceptaban como verdaderas las sombras de los objetos que se reflejaban en la pared, como si esa fuera la realidad. Las circunstancias obligaban a tomarlas como ciertas al no poder mirar lo que acontecía a sus espaldas. La idea de la narración es imaginar lo que ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado y pudiera volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una nueva realidad. Esa es la prisión de los países pobres, las falsas creencias de lo que sucede a su alrededor se deben a la percepción reflejada de la realidad.

América Latina, y una parte importante de los países en vías de desarrollo, sufrieron esta alegoría. Mientras los imperios se llevaban los metales, especies y todo tipo de materias primas e introducían sus bienes, esclavos y opio, entre otras cosas, el reflejo en la pared daba la idea de una gran contribución por parte de los imperios al desarrollo de sus colonias, aunque se ayudaban ellos mismos, aumentado la diferencia con sus protectorados.

A la postre resultó que los culpables de tener recursos naturales y empobrecerse eran los propios pueblos, que quedaron, por diferentes desgracias, sujetos al imperio. Ya sea por tener una oligarquía amante de las colonias, por adquirir deudas para construir la infraestructura que facilitara sacar los bienes producidos localmente o para amortiguar algunos ciclos de caída en el valor de las exportaciones que afectaban al poder establecido.

Tal fue la distorsión en la batalla cultural, que hasta se acuñó una expresión para soportar el mal de poseer recursos, «la enfermedad holandesa» un fenómeno que afecta, principalmente, a los países con estructuras productivas dependientes de la explotación de recursos naturales, es decir, creadas por el imperio acorde a sus necesidades. Pero que en realidad, como dice Mark Fisher, las colonias aportan su impotencia reflexiva para liberarse o introducir un modelo alternativo a semejante estupidez. El modelo descrito se llama extractivismo y es definido como la explotación de grandes volúmenes de recursos naturales que se exportan como productos básicos en manos extranjeras.

Es posible que ahora la enfermedad holandesa no sea invocada ya que, por el bien de la humanidad, el primer mundo asumió la responsabilidad de modificar el calentamiento global y dar una solución a un problema, por cierto, producido por él mismo. De todas maneras, la apuesta por las energías renovables es un hecho sin discusión y no importa quién sea el gran contaminador.

Nuevamente primó el olvido en el desarrollo de la propuesta, ya sea por descuido o superioridad; en la transición se omitió que los principales minerales sobre los que recae esta transformación, cobre, litio, níquel, manganeso, cobalto, grafito, zinc y las tierras raras, no se encuentran ni por asomo cercanos a su morada, pero sí en sus antiguas colonias las que, a dios gracias, habitan un mundo basado en reglas y por ello no tienen la potestad de decidir.

La transición global de los combustibles fósiles a las energías renovables conduciría, sin lugar a duda, a un cambio geopolítico en el tablero internacional. Durante muchos años las estrategias basadas en combustibles fósiles han ido dando forma al mapa político mundial. Los llamados Estados petrolíferos, naciones cuyas economías dependen en gran medida de la extracción y exportación de hidrocarburo y gas natural, han obtenido un gran poder utilizando su capacidad de reducir o incluso eliminar las exportaciones de petróleo, gas natural y sus derivados. Además, los ingresos obtenidos por dicha exportación han permitido influir en las políticas de otras naciones y afectar así a las sociedades en su conjunto.

Estos países hicieron posibles los petrodólares, el auge del sistema financiero y sus estafas, el endeudamiento de las naciones menos desarrolladas, entre otras cosas. Ahora, con la guerra en Ucrania, la transición a las nuevas energías se encamina a un tema obviado en la agenda por su precio y su localización. Las energías renovables son más caras y la estructura mundial de producción está asentada sobre las energías no renovables. El mundo está en vilo, modelos de negocios como el alemán, exportador y competitivo, dependen de la energía barata de Rusia; sin Moscú el modelo no funciona. Nuevamente el crecimiento y la productividad se apoyan en las materias primas de otros, además, por cierto, el complejo militar no puede mover tanques, aviones, misiles, etc., ninguno tiene tracción a energía solar.

Ahora bien, el modelo de energía barata parece haberse terminado, la inflación más alta parece haber arribado para quedarse, la sustitución por energía limpias es una alternativa, pero aun así falta una parte. Un sistema energético impulsado por energía limpia difiere profundamente de uno alimentado por hidrocarburos tradicionales. Las plantas solares fotovoltaicas, los parques eólicos y los vehículos eléctricos generalmente requieren más minerales para construir que sus contrapartes basadas en combustibles fósiles. Un automóvil eléctrico típico requiere seis veces más minerales que un automóvil convencional y una planta eólica terrestre requiere nueve veces más recursos minerales que una planta a gas. Desde 2010, la cantidad promedio de minerales necesarios para una nueva unidad de capacidad de generación de energía ha aumentado en un 50% a medida que crece la participación de las energías renovables en las nuevas inversiones.

Suele rondar en los países pobres la peregrina idea de que algún bien o conjunto de bienes nos salvarán, como esta nueva oleada de necesidad de minerales. Nos ilusionamos con podernos desarrollar y que las futuras generaciones puedan disfrutar de una vida más placentera. Pero cuando pasa el tiempo, el petróleo, los cereales, los aceites y los minerales se quedan en la cuenta de alguna multinacional y el país se queda solo con la contaminación de todo tipo, y con las fallas del mercado, pero nunca nos convertimos en Noruega.

Hay un simple hecho central en este relato. El petróleo y el gas noruego y sus beneficios son noruegos. El excedente de la riqueza producida por los ingresos derivados de la extracción de petróleo, que son principalmente impuestos a las empresas, aunque también del pago de licencias para exploración, y dividendos de la petrolera estatal StatoilHydro, la mayor empresa extractora de petróleo y gas en el mundo y la más grande por ingresos en la región nórdica, se quedan en ese país. Todos los ingresos van al Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega, que también es noruego, manejado por el Banco Central, que especula, obtiene rentabilidad, desequilibra mercados mundiales, en nombre de sus abuelos. 

Bueno, como se verá, estas entregas están pasando en Vaca muerta, donde Argentina tiene la segunda mayor reserva de petróleo y gas no convencional del mundo, después de China, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), donde se pueden ver los datos. A diferencia de Noruega, en la Argentina cuando el petróleo, de abril a mayo de 2020, se hundió entre 17 y 22 dólares, el Gobierno estableció hasta el 31 de diciembre de 2020 un valor del petróleo crudo a nivel local de U$S 45, es decir, usuarios, empresas y Estado tenían que abonar el petróleo a ese precio, la sociedad entera subsidiaba el riesgo empresario, en lo que se dio a llamar el “barril criollo”. El objetivo era reactivar la industria hidrocarburífera, garantizar la continuidad de los puestos de trabajo y promover el autoabastecimiento. Lo hizo a través del decreto 488/2020.

Cuando el barril pasó a 110 dólares por la guerra comenzó la disputa con las compañías por la mayor cantidad de dólares por el aumento del precio, las mismas que habían recibido el subsidio social. El Banco Central carecía de reservas, el mismo discurso que se utilizó para arreglar con el FMI ahora sirvió para permitir a las empresas petroleras gozar de un “Régimen de Acceso a Divisas para la Producción Incremental de Petróleo” y del “Régimen de Acceso a Divisas para la Producción Incremental de Gas Natural”, creados por el Decreto N° 277/22. Para ponerlo simple, el 30% de los incrementos de la producción que se exporte de gas y petróleo no tendrán obligación de ingreso y liquidación en el país, según Decreto 484 de 12 de agosto del 2022.

En paralelo, el equipo económico y la Secretaría de Minería están trabajando en la forma de habilitar un régimen de disponibilidad de divisas para el sector minero, o sea, al igual que en el caso de las petroleras, una devaluación y fuga de dólares a su medida, por eso se llama régimen de disponibilidad de divisas. Esas facilidades no deben ser entendidas como un tipo de cambio diferencial, sino un esquema de alivio en materia de acceso a las divisas, de modo que las empresas puedan girar dividendos a sus casas matrices, ubicadas en diferentes partes del mundo. Según quedó establecido en algunos medios, a las empresas del sector minero “se les otorgará un porcentaje (10%, 20% o 25%, según corresponda) de acceso a divisas de las exportaciones que generan, según distintos criterios.

En menos de un mes, el ministro les aseguró el beneficio a las petroleras, a las automotrices, a las mineras, y está en discusión con el agro para encontrar otro tipo de cambio más beneficioso para el sector. Siempre pensando en aumentar reservas, hecho que nunca sucede más allá de los beneficios otorgados a cada sector, pero los aumentos de precios, que destruyen la capacidad de compra de los argentinos, quedan para el final, los salarios van a la cola si no podemos resolver el tema de las reservas.

Como queda claro, los recursos no renovables están en oferta, al menos en Argentina y Brasil, y quedaría una incógnita en torno a la apuesta por las energías renovables, que recae principalmente en la demanda de una serie de minerales que serán centrales para la transición energética. La idea, y me persigno, es si podrían ser tomados como recursos ciudadanos, estratégicos o defendidos de alguna forma para que no les apliquen las múltiples formas de entrega ya implementadas con los recursos no renovables. 

Se estima que la demanda del litio va a aumentar 40 veces para el 2040, seguido del grafito, el cobalto y el níquel (que se estima crecerán de 20 a 25 veces). La construcción de las redes de carga de energía para vehículos eléctricos también requiere de grandes cantidades de cobre que, se estima, se duplicará durante este mismo periodo. En términos de generación de electricidad, la energía eólica es la que más minerales demanda, en particular cuando las turbinas están instaladas en alta mar, donde pueden requerir hasta tres veces más cobre para transmitir la energía a lo largo de los cables que las plantas en tierra, y su construcción también requiere aluminio, zinc y tierras raras. 

A la sombra de la promesa de la energía limpia, están los impactos negativos de la obtención y procesamiento de los minerales de la transición energética. La explotación en las minas genera estragos ambientales difícilmente sostenibles en el largo plazo, al igual que el petróleo y gas no convencional. En el caso del litio, por ejemplo, por cada tonelada extraída, se requieren hasta 2 millones de litros de agua, lo que agota los recursos hídricos subterráneos y no es reutilizable por todos los desechos tóxicos y radiactivos que le quedan. 

Bien, ahora, como sabemos, y con la mentalidad enfocada en la necesidad de exportar para ganar los dólares requeridos para tener reservas y pagar al FMI, tenemos que darles a los privados que exploten, contaminen y se lleven una parte de los dólares, para que nosotros tengamos las migajas para pagar la deuda. Se entienden las imágenes, los privados se quedan con las ganancias, les suplicamos para que dispongan dólares para el país, ya que ellos manejan el sector externo. Si pudiéramos liberarnos y mirar a la hoguera, veríamos que en realidad nosotros tendríamos que explotar nuestros recursos y podríamos ser Noruega. Lo que indica que los nórdicos no son tan geniales, solo miran hacia el lado correcto o nuestros dirigentes miran demasiado los reflejos de la pared, al fondo de la caverna.

Imagen: Caverna platónica

Fuente: El Tábano Economista

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