Aquí me pongo a payar
al compás `el calendario:
pa´ estrañarla, no hay horario;
bajo su sol, nunca llueve…
¡Hoy cumple noventa y nueve,
Evita… la del sagrario!
Le tocó morirse joven,
y a la vez ser inmortal,
dejando abierto un caudal
`e amor y agradecimiento…
¡Diosa `e los Cuatro Vientos,
Alma Tridimensional!
Si dentro a lo personal,
y debo hablarles `e Evita,
ya la risa se marchita,
me viene gana ´e yorar,
tan sólo por ricordar
lo que Eya jue en mi vidita.
Primero, Dama del cuadro
colgao en la habitación:
Evita con Juan Perón,
`e áhi la casa gobernaban…
¡Cuánto más los contemplaba,
más me latía el corazón!
Dispués, la Santa nos daba
juguetes por todos laos,
éramos privilegiaos
los niños, por tanto amor…
¡Hasta que un día `e terror
nos quedamos enlutaos!
Yo tenía cuatro años
cuando Evita se murió,
mi mente ansí se enteró
que morirse es cosa `e todos…
¡Frente a eso no hay acomodo,
Mendieta, que lo parió!
Nosotros vivíamos lejos;
unas diez horas `e tren
`e mi pueblo hasta el andén
`el Once, por el Sarmiento…
¡Viaje `e entristecimiento,
lo rimemoro muy bien!
Mi padre y mi madre estaban
totalmente acongojaos;
yo, más bien sobreesitao,
por ver yorar tanta gente…
¡Parecían todos parientes
los pobres descamisaos!
Por ser yo privilegiao
hicimos cola cortita,
mate cocido y masitas
a los niños convidaban…
¡El cielo también yoraba,
por esa muerte maldita!
Hasta que la tuve a Evita
adelante `e mis ojos…
¡Pero no vi sus despojos,
sino una novia serena!
Angelito y Azucena,
-mis padres-, en infrarrojo…
Al lao `el cajón `e Evita,
que era todo de cristal,
estaba el gran General,
que me dio un beso en la frente…
¡Y me dentró una corriente
que evoco cual vendaval!
Cuando volvimos a Cuenca,
cargando esa nueva herida,
con La razón `e mi vida
papá me enseñó a leer…
¡Y Eva me enseñó a aprender,
todo lo que hoy en mí anida!
Áura los istoy dejando,
via seguir mi derrotero;
todos portando el caldero
que encendió la Capitana…
¡Se los firma, a salto `e rana,
Payador Perecedero!