• 28 de marzo de 2024, 14:58
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Paro camionero, Petrobrás y la recesión económica en Brasil

Por Lucía Converti / CELAG


Lejos de activar la economía, el gobierno de facto de Michel Temer profundizó las condiciones de recesión de la economía brasileña. El crecimiento económico del 1% en 2017, con el que los organismos internacionales predijeron la recuperación del gigante sudamericano, hoy es calificado por algunos economistas como un “vuelo de gallina”[1].

La crisis política[2] que vive Brasil, con su principal candidato presidencial en prisión, se extiende a otros aspectos de la vida social, junto con la crisis económica en curso. Pueden encontrarse, para esta afirmación, varios argumentos:

  • hay crecimiento, pero muy escaso; no alcanza para reactivar la economía y las medidas de ajuste han afectado más a los que menos tienen;
  • el modelo contractivo y antipopular llevado adelante por Temer no permitirá revertir la imagen del Gobierno ante las elecciones de octubre; 
  • la búsqueda de no intervención del Estado en asuntos de “mercado” ha logrado la reacción de sectores económicos estratégicos en contra de esta política y ha puesto en jaque la “recuperación”.

El vuelo de gallina y el modelo económico

Como mencionábamos anteriormente, la noticia de un crecimiento económico del 1% para 2017 activó mejores predicciones para el desarrollo de la economía brasileña para el corriente año. El Ministerio de Planificación apostaba por un crecimiento del 3%, y los mercados financieros del 2,7%.

Sin embargo, durante el primer trimestre el crecimiento del PIB se ubicó en 0,4% -por debajo de las proyecciones- y las predicciones tuvieron que corregirse a la baja. El paro de transportes y de trabajadores de Petrobrás, debido al deterioro de las condiciones laborales implementados por el Gobierno, traerá un nuevo ajuste de cifras para finales de mes.

Pero, más allá de jugar con la bola de cristal, es importante contextualizar este crecimiento. Como puede verse en el gráfico 1, este fenómeno es relativo a la enorme caída del PIB de años anteriores y, como se distingue en el gráfico 2, el indicador de empleo no acompaña la idea de la “recuperación”, sino todo lo contrario.

 

En cuanto a los indicadores sociales, lamentablemente no fue posible hallar la evolución de la pobreza durante los años analizados; sin embargo, un estudio basado en la encuesta de rendimiento del IBGE[3] menciona que la pobreza extrema, en 2017, aumentó un 11,2% [4],  reafirmando el cuestionamiento a una posible mejora.

Siguiendo con esta línea, la perspectiva de recuperación y concreción de las metas de crecimiento económico del gobierno de Temer para 2018 son: la aplicación de la reforma previsionaleliminar el programa Bolsa Família y, hasta antes del paro de transportes, continuar con la política de no subsidiar el combustible. Todo esto acompañado del congelamiento del gasto público por 20 años -que tiene como objetivo “reducir el déficit”- supuestamente “activará la economía gracias a la llegada de inversiones”.

Sin embargo, estas políticas sólo profundizarán las consecuencias sociales que reflejan el malestar económico y social. Esto, además, no sólo es evidente en el Brasil de Temer, sino en el gobierno de su par, Mauricio Macri, en Argentina.

La reacción económica

Lejos de responder a una maniobra política, los sindicatos de transportes de Brasil durante la última semana de mayo pararon el país. La decisión de quitar el subsidio al combustible y dejar que el precio varíe con el precio internacional y el movimiento del tipo de cambio, despertó la reacción de los transportistas haciendo sentir su peso en la economía local.

Desde la liberalización del mercado, a mediados del año pasado, el diésel aumentó un 56%. Sólo en mayo el precio de la nafta aumentó un 12% y el diésel un 9,3%. Pese a que la inflación ha bajado fuertemente debido a la recesión económica, el aumento del combustible tendrá un efecto importante en el indicador, reduciendo aún más el poder de compra de los salarios.

Asimismo, el paro en sí provocó una fuerte caída de la producción ya que los insumos no llegaban a destino. Las ventas en el mercado nacional y las exportaciones cayeron debido al desabastecimiento que se generó. Se estima, según el Ministerio de Industria y Comercio, que la caída en las exportaciones alcanzó un 36% y que esto repercutirá, también, en las previsiones de crecimiento económico del año.

Al paro de los camioneros se sumó el paro de trabajadores de Petrobrás. El Gobierno de Temer, con la excusa de recuperar el reconocimiento internacional de la empresa que fue insignia de la crisis política desatada en el país, aplicó la medida de liberalizar tarifas esperando inversiones. Sin embargo, se encontró con todo lo contrario. Renunció el presidente de Petrobrás y, a pesar de las dificultades que el paro causó a la población, ésta apoyó mayoritariamente el paro, dejando boquiabierto tanto al Gobierno como a sus posibles inversores.

Finalmente, el gobierno de Temer retrotrajo el aumento de precios en un 13% por 60 días, y amenazó con solventar el subsidio con una nueva medida contractiva, como el aumento de impuestos.

Los sindicatos brasileños proponen a los candidatos presidenciales que, para mejorar la actividad económica, deben desandar las políticas aplicadas por Temer con respecto al congelamiento de la inversión pública y la reforma laboral.

En conclusión, las políticas económicas de Temer, y de su ex-ministro de economía y actual candidato presidencial Henrique Meirelles, mantienen y mantendrán en paro al pueblo brasileño.

 

[1] Este dicho conocido en Brasil, se relaciona con la rápida caída del vuelo de la gallina.
[2] http://www.celag.org/entre-el-paro-camioneros-militares-candidaturas-tiempos-crisis-estructural/
[3] Instituto Brasilero de Geografía y Estadística
[4] https://www.brasildefato.com.br/2018/04/12/pobreza-extrema-aumenta-11-no-ultimo-ano-economistas-culpam-trabalho-informal/

Fuente: Pájaro Rojo

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