• 21 de noviembre de 2024, 6:55
Inicio | Política

La trampa de “La Grieta”

Por Jorge Elbaum

1.       El concepto:  la “grieta” la idearon los intelectuales orgánicos del neoliberalismo depredador local para escindir al pueblo en su beneficio. En su nombre se instaló el odio contra quienes lideraron el proyecto que –durante más de una década—instauraron políticas de equidad, ampliación de derechos y desarrollo económico, social, científico y tecnológico.

2.       Frontera: La “grieta” les sirvió a los sectores hegemónicos par disimular, eludir y/o ocultar la contradicción real de nuestra sociedad entre el pueblo y los sectores oligárquicos, articulados internacionalmente al modelo que impone Estados Unidos. 

3.       Motivación: Su objetivo deliberado fue trazar una frontera artificial al interior de la sociedad argentina. Un límite ajeno al trazo real que separa a dos sectores claros: aquellos que viven del trabajo versus los que se enriquecen con variadas formas de la lógica rentista.

4.       Los beneficiarios: Pero dentro de ese universo quien usufructuó más eficientemente con las divisiones y el odio que produjo fue el sector más concentrado y monopólico de la sociedad.  Más allá del lógico rechazo, la persistente siembra del odio beneficia a quienes son minoría (las oligarquías rentistas, financieristas) porque logran imponer un división ajena a la contradicción entre proyecto nacional y modelo neocolonial.

5.       Demografía: la contracción real entre ambos grupos ubica a un 10 % de la población argentina de un lado, expresados en las diversas formas de oligarquías parasitarias, sean tributarias de improntas financieras, cerealeras, mineras, energéticas o adscriptas al dispositivo trasnacional sustentado en las patentes. Del otro lado se encuentra agrupado el 90 % restante. En la medida que esta delimitación objetiva aparece como evidente, los sectores oligárquicos no tienen ninguna posibilidad de ofrecer el proyecto electoral tentador a las grandes mayorías. Solo puede/pudieron irrumpir desde “Cambiemos” inventando una grieta artificial, basada en un odio irracional y un racismo acendrado, sedimentada con una gigantesca operación simbólica digitada por los medios de comunicación y las agencias de inteligencia, articuladas con los mismos prejuicios que sus auspiciantes e impulsores.

6.       Los usuarios: Quienes consumieron activamente esta grieta (de los dos lados del mostrador) no superaron en estos tres años y medio el 50 por ciento de la sociedad. Eso significa que no todos los ciudadanos fueron alcanzados por la contaminación de la violencia simbólica desplegada básicamente por los medios hegemónicos. Esta cuantificación subraya aún más la necesidad de plantear territorio de disputa elegidos desde el campo popular, no tributarios de planificaciones tecnocráticas estipuladas por las oligarquías.

7.       Deslizamiento: correr el límite les ha permitido que sectores del pueblo odien a otros conglomerados del mismo pueblo. Y esto ha sido logrado a través de la invisibilización de los proyectos en pugna. Hablar de nombres (ejemplo CFK, después de mancharla cotidianamente) les permitió eludir el debate de fondo de proyectos en disputa: Colonia especulativa o Patria asociada al trabajo y al mercado interno.

8.       Agenda: sumarse a la agenda propuesta por la oligarquía implica (con)cederle territorio a una aglomeración forzada y estigmatizante que le es mucho más funcional a los sectores dominantes que al pueblo, para darle continuidad a los esquemas de dominación. Por el contrario, plantear una agenda que se autonomice de la grieta (impuesta) deja a los sectores minoritarios sin basamento eficaz de sectorización apócrifa.

9.       Miedo: La utilización de la “grieta”, por parte del macrismo, tiene como destino la sedimentación del pánico social.  Han impulsado –con bastante éxito—la dicotomía forzada (civilización/barbarie) que los instituye como los pacifistas republicanos opuestos a una horda de salvajes (el pueblo) que se niega a respetar reglas del juego institucionales. Salirse del guión deseado por el poder supone también separarse de ese etiquetamiento. Las banderas de Tierra, Seguridad, Techo, Trabajo Educación, Salud y Comunidad --junto al permanente y sistemático llamado a la Paz Social (congruente con la imagen del Papa)--  despedazan cualquier intento de imponer la contradicción cultural planteada por el duranbarbismo.

10.   Esperanza: Con grieta solo hay conflicto. Eso es lo que buscan. Quebrar desde adentro al pueblo. Con entusiasmos y convergencia hay optimismo y fe en las propias fuerzas necesarias para superar (una y mil veces) las ofensivas foráneas asociadas a los CEOs locales. Salir del discurso de la grieta y enfrentar al 10 % ante el espejo de lo que realmente son, no solo permite afrontar el próximo periodo electoral; supone la responsabilidad de que nos impongan divisiones que siempre les han sido funciones a quienes (todavía) detentan el poder concentrado, en alianza con lógicas geopolíticas. Como suscribiría, sin dudas, el autor de “Los Discursos sobre la Primera década de Tito Livio: “vale todo, menos la ingenuidad”.

 

Fuente: Liliana López Foresi

Política