Somos testigos de la propagación de ataques, agresiones, atentados, homicidios, femicidios, intentos de asesinato, golpes de estado, genocidios, promovidos desde el exterior, con la participación de medios de comunicación locales, internacionales, dueños de redes sociales y el poder judicial. Lo mismo ocurre desde México hasta la Antártida. Estados Unidos invierte en investigaciones comportamentales, consciente de la posibilidad de condicionar las conductas. Los humanos somos sistemas abiertos. Tenemos cinco canales abiertos a través de los cuales recibimos información y las percepciones producen emociones y comportamientos involuntarios. Las emociones condicionan nuestra conducta, nuestras elecciones. Los medios de comunicación promueven el malestar social, para combatir el Estado del Bienestar, único modelo dentro del republicanismo que pone límites a la voracidad liberal. Asistimos a una disputa global entre empresas transnacionales con intereses financieros y estados soberanos. Conscientes de esta realidad ¿Nuestras facultades de psicología preparan profesionales para prevenir y combatir estos ataques?
En nuestra región, la psicología está hegemonizada por la clínica. Preparamos profesionales para ser terapeutas. En nuestras universidades, la disciplina Psicología del trabajo prepara a los estudiantes para Recursos Humanos. ¿O es que nuestras facultades están enseñando cuáles son las causas estructurales del sufrimiento en la región? Estudié seis años en la facultad de psicología de la Universidad de Buenos Aires y nunca nadie me habló de Frantz Fanon. ¿Por qué nunca nadie me ofreció leer “Los condenados de la tierra”, donde el militante del Frente Nacional de Liberación de Argelia, formado en psiquiatría y psicoanálisis, describía la psicología de los colonizados? Sino fuera porque en la facultad tuve la opción de cursar Criminología, con Raúl Zaffaroni, uno de los mayores referentes del derecho penal en el mundo, y uno de los más grandes pensadores de esta región, quién sabe nunca hubiera sabido que los medios repiten la misma estructura del discurso inquisidor: hay una amenaza, hay que acabar con ella, el riesgo es tan grande que se permiten los excesos, el estado de excepción. Eran las brujas, los comunistas, los terroristas, es la juventud de la periferia, el peligro populista.
Los tiempos de guerra son propicios para pensar. Después de la primera gran guerra europea, Sigmund Freud cambió su teoría sobre el trauma. No todos los traumas tenían origen sexual. Al ver a sus hijos despertarse en la noche, soñando con lo que vieron en la guerra, murió el origen sexual como única causa de los sueños. El desarrollo de las técnicas psicométricas es consecuencia de la necesidad del Estado estadounidense de filtrar quién podía trabajar después de la guerra y quién podía recibir una pensión. Crecí en Argentina antes de Néstor Kirchner, con excombatientes de la guerra de Malvinas mendigando en el colectivo, en el tren, en la calle. Con la recuperación del Estado de Bienestar, pasaron a recibir pensiones dignas, se les reconoció el derecho a recibir un diferencial en sus salarios.
Después de la segunda gran guerra europea, cuando aparecieron a público los campos de concentración, los que trabajaban en psiquiatría y eran de izquierda, miraron los manicomios y dijeron: no son tan diferentes. La reforma psiquiátrica comenzó en Italia, en Trieste, dirigida por un comunista: Franco Basaglia. Basaglia consideraba que el manicomio era la representación del Estado burgués. Los médicos los opresores, los pacientes los oprimidos, y quienes trabajaban en enfermería la clase obrera alienada. En Inglaterra la reforma psiquiátrica fue más poética. Hija del marxismo y el psicoanálisis, consideró la esquizofrenia un síntoma, lo socialmente reprimido se hacía oír.
Hace cinco siglos que intereses extranjeros actúan en nuestra región. Durante cinco siglos, por la fuerza, impera una forma: la de los colonialistas, el modelo europeo, la república, Grecia como origen. En Brasil mandaron al manicomio a uno de los mejores escritores de su historia. Llamó al manicomio “Cementerio de los Vivos”. Tenía seis años cuando se abolió legalmente la esclavitud. Cuestionó el silencio de la intelectualidad brasilera sobre el origen esclavista de la producción intelectual griega. Lima Barreto anticipó la unidad latinoamericana frente a Estados Unidos. Tengo para mí, después de haber investigado su obra, y el contexto de la época, que fue marginado por las verdades que no podía callar. Eso lo llevó al alcoholismo.
Hace doscientos años se escribe en esta región que nuestras repúblicas no son como deben ser por culpa nuestra. Somos el problema. Los primitivos, los bárbaros. “El problema de Brasil son los brasileros”, escucho todos los días. Nuestras psicologías se constituyen sobre la base de la diferencia entre cómo son las cosas y cómo deberían ser. Pero no nos dicen dónde es que funcionó el modelo propuesto. ¿Alguien preguntó en África por la fraternidad, la solidaridad y la libertad francesa? ¿Qué dirán los jóvenes franceses negros y árabes sobre la república francesa? ¿Son tratados como un iguales? ¿Qué tienen para decir los ingleses sobre el modelo neoliberal de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que fue exportado a América Latina, comenzando por Chile? No es casualidad que el ministro de economía de la mayor potencia de la región participó de la implementación del modelo neoliberal en el gobierno de Pinochet.
Los programas de estudio en las universidades latinoamericanas han cambiado después del último período de dictaduras. Antes del golpe, en la Facultad de Psicología de Buenos Aires, enseñaban sobre medios de comunicación, propaganda, manipulación de masas. ¿Hoy las facultades forman profesionales que entienden esos procesos? Estados Unidos financió una investigación para analizar la psicología de las personas en un país, en base a lo que la gente escribe en las redes sociales. Miden emociones, por eso pusieron emojis en Facebook, para saber el sentimiento que nos producen las publicaciones. Quienes trabajan en agencias de publicidad lo saben, trabajan con ello. ¿La psicología latinoamericana está dejando el estudio del comportamiento en manos de los publicistas?
No se puede negar la hegemonía del psicoanálisis dentro del campo de nuestra psicología en Sudamérica. Aún así, nuestra intelectualidad mira más hacia Francia que hacia cualquier otro país de la región. El psicoanálisis hizo un gran aporte al pensamiento occidental, pues invitó al mundo a reflexionar sobre nuestra relación con el lenguaje. Pero no sólo el psicoanálisis hizo esto. Lev Vygotsky, en Rusia, publicó en 1934 “Pensamiento y lenguaje”. Un libro que todo el mundo debería leer, así como Psicología de masas y análisis del yo, de Sigmund Freud. No se puede negar que somos 70% agua, que por nuestro cuerpo circula electricidad, que los estímulos producen corriente eléctrica, que tenemos un núcleo que procesa esa información, así como que ese núcleo está formateado por el lenguaje.
En 1845, Simón Rodríguez, pedagogo de Simón Bolívar, dio consejos para la construcción de una escuela, en la que el problema colonial ya estaba colocado en la constitución de nuestra psicología. “Leer es el último acto en el trabajo de la enseñanza. El orden debe ser… Calcular-Pensar-Hablar-Escribir y Leer. No… leer- escribir y contar, y dejar la Lógica (como se hace en todas partes) para los pocos que la suerte lleva a los Colegios: de allí salen empachados de silogismos, a vomitar, en el trato común, paralogismos y sofismas a decenas. Si hubieran aprendido a raciocinar cuando niños, tomando proposiciones familiares para premisas, no serían, o serían menos embrollones. No dirían (a pesar de su talento): 1º Este indio no es lo que yo soy; 2º Yo soy hombre; Conclusión: Luego él es bruto; Consecuencia: Háganlo trabajar a palos”.
A medida que aprendemos a hablar, incorporamos la organización social y la forma de dar sentido a las cosas, del lugar donde nos criamos. Generalmente, la primera palabra que decimos es mamá, lo que representa que nuestra sociedad está organizada jerárquicamente. Con la incorporación de los pronombres posesivos, incorporamos una sociedad ordenada por la propiedad privada. No todas las lenguas tienen pronombres posesivos. Encarnamos los valores de nuestra cultura. En nuestra región, los valores occidentales han prevalecido durante siglos en la mayoría de los países, aunque son resistidos por las culturas originarias y afrodescendientes. Particularmente, no creo que el pueblo brasilero occidental, aquí nadie discute por la razón.
Otra cosa sobre la que enseñan las guerras es sobre el alcance de las palabras. Jacques Lacan decía que el asunto del psicoanálisis era el alcance de las palabras. Napoleón escribió que “el destino de una batalla depende de un instante, de un pensamiento”, pero también compartió que “En toda batalla llega un momento en que los soldados más valientes, los que han hecho el mayor esfuerzo, se sienten listos para correr. Este miedo proviene de la falta de confianza en su valor; Sólo se necesita la ocasión más insignificante, un pretexto para devolverles esa confianza; el gran arte consiste en hacerlo renacer”. Para devolverles esa confianza, la palabra es fundamental.
Guerra psicológica
En El arte de la guerra, Sun Tzu habló de la importancia de desmoralizar a la fuerza enemiga. ¿Quién va a la guerra siguiendo a un general en el que no confía? Generar miedo en la población enemiga permite ganar sin tener que entrar en una confrontación abierta. Tras las filtraciones del ex agente de inteligencia de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) de Estados Unidos, Edward Snowden, tuvimos acceso a los manuales de guerra psicológica, hoy llamada “operaciones psicológicas”, de Estados Unidos y la OTAN. Supimos que para hacer guerra psicológica hacen el mismo tipo de investigación que para una campaña de marketing: estudiar la cultura local, conocer los valores de la población, sus ideas, cómo son sus sentimientos, qué tipo de elecciones hacen. ¿Para que? Para operar sobre ello.
Así como las diversas teorías psicológicas, psiquiátricas y psicoanalíticas, pueden hacer diagnósticos a partir de lo que dice la gente, es posible establecer perfiles psicológicos a partir de lo que escriben las personas. Cuando hablamos, cuando escribimos, exponemos la forma en que se organiza nuestro pensamiento. Estados Unidos, Inglaterra, financiaron investigaciones psicológicas para construir perfiles a partir de la recopilación y análisis de información de las redes sociales. La máxima expresión de ello fue el caso de Cambridge Analytica, un proyecto que estudió perfiles y respuestas de las personas ante determinados estímulos. Consiguieron personalizar el envío masivo de mensajes, para condicionar el resultado electoral en Estados Unidos, Brasil, el Brexit y Argentina. No se puede negar que los medios de comunicación pueden condicionar nuestra conducta, lo que no quiere decir que la determinen. Como ya dijo Lula: atacaron al PT con corrupción desde el 2003, sin embargo ganó las elecciones de 2006, 2010 y 2014. Fue necesario que el pueblo perdiese poder adquisitivo, a partir del segundo mandato de Dilma Rousseff, para que el malestar social creciera. Los medios condicionan, pero no determinan.
La guerra psicológica contra las fuerzas nacionales y populares de la región, que defienden y proponen el Estado de Bienestar, se basa en el liberalismo extremo. Los intereses liberales ingleses, franceses y holandeses, promovieron guerras y divisiones entre nuestros países durante más de dos siglos. Los intereses extranjeros no quieren ningún impedimento para explotar a su antojo nuestros recursos naturales. Consideran que no pagan derechos de exportación, les están robando. ¿Cuántas guerras tuvo este continente por las aduanas? La misma narrativa se repite en toda la región, pero las corporaciones transnacionales que se benefician de la especulación financiera han ganado un poder que antes no tenían. Hoy el presidente de los Estados Unidos no puede imponer su voluntad a Wall Street.
El problema para los liberales es hasta dónde puede llegar el Estado en sus vidas. Pueden meterse con lo público, pero lo público no puede meterse con lo suyo. “El Estado es un peligro porque te puede quitar lo que es tuyo”, dicen. Cuestionan: "¿Qué tienen que meterse sobre cuánto le pagás a un peón, eso es un asunto privado?”. Los liberales están en contra de los sindicatos. Después del golpe de estado en Brasil, los derechos laborales fueron eliminados. Nadie más tiene derecho a meterse en el acuerdo entre patrón y empleado. “La persona elige libremente”, repiten. Todo el relato liberal se estructura sobre esta base: no te metas con lo mío, lo privado hay que respetarlo, cada uno elige libremente. “Son un peligro para la ciudadanía”, dicen de los proyectos nacionales y populares que defienden los derechos de las mayorías.
La guerra jurídica contra las referencias políticas de la región, el llamado Lawfare (condensación de law, ley, + warfare, guerra) que la defensa de Lula, Valeska Teixeira y Cristiano Zanin, junto a Rafael Valim, popularizaron en la región, no puede ser pensada sin considerar la guerra psicológica. Acusaciones de violar la república, de haber cometido delitos contra el Bien superior de la república, el bien común, mientras se financian ataques en los medios de comunicación para desacreditar a las referencias políticas nacionales. Cristina Fernández de Kirchner y Lula fueron acusados de encabezar una organización criminal, que hace más de treinta años comenzó a desarrollar un plan para llegar al gobierno para robar.
La narrativa de supremacía moral, “somos mejores que ellos”, “son un peligro para la sociedad”, llevó a que en 2018 disparen contra la caravana de Lula, que en 2019 diera un golpe a Evo Morales, que tuvo que exiliarse para garantizar su vida, y que en el 2022 intentaran matar a Cristina, por suerte la bala no salió. El mismo día que atacaron a Cristina, golpearon a Simón Boric, hermano del presidente chileno. Una semana antes, dispararon contra la caravana del presidente colombiano Gustavo Petro.
Las condiciones sociales en las que vive nuestro pueblo son caldo de cultivo para el discurso del odio. La mayoría de la población la está pasando muy mal y los medios de comunicación nombran a los “responsables”. Estados Unidos está considerando el extremismo supremacista blanco como la mayor amenaza para la seguridad interna. ¿Las facultades de psicología latinoamericanas están formando profesionales para prevenir y combatir lo que hace sufrir a la población? ¿Las fuerzas nacionales y populares de la región entienden la importancia de financiar investigaciones en psicología, que trabajen en conjunto con facultades de ciencias de la computación, de estadísticas, ciencias del lenguaje? Si algo no le falta a América Latina son profesionales de excelente calidad profesional. Es necesario que América Latina haga un estudio a fondo de nuestras psicologías, porque en Estados Unidos nos están estudiando y operando en nuestra contra.
*El autor es Psicólogo, Magister en Literatura y miembro del Instituto Lawfare
Fuente: Agencia Paco Urondo