Publicado el 1 ene. 2020 | Política
Si bien Mauricio Macri no pudo llevar a cabo su idea de convertir a los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas, para que las pudieran comprar sus amigos de acá (por ejemplo el representante de jugadores Christian Bragarnik o el inefable Fernando Marín) y del exterior (recordemos que la familia Macri le vendió a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, los peajes y que muchos empresarios españoles anduvieron rondando por aquí). Decía, si bien no pudo privatizar los clubes, creó junto a su amigo Daniel Angelici un ente llamado “Superliga”, para desfinanciar a la AFA y dividir la plata de la televisión y los sponsors al estilo Cambiemos, es decir el 90% para los más ricos y lo que sobra (digamos el derrame) para los demás.
Lo cierto es que con la devaluación post- PASO, el fútbol argentino es el que más barato cobra los derechos de televisación del fútbol cuyos favorecedores son dos empresas norteamericanas (casualmente), Fox, que ahora fue comprada por la Disney y TNT, la empresa de Turner y la mayoría de los clubes amenazan con no empezar a jugar en el 2020, si no hay un arreglo económico.
Recordemos que todo empezó con el insólito 38 a 38, en una elección que votaban nada más que 75, es decir sobraba un voto y la elección entre Luis Segura y Marcelo Tinelli, quedó postergada, en lugar de repetirse en el instante, con lo que se hubiera maquillado el papelón. Siguió con un juicio ridículo hecho por la jueza María Servini ante una denuncia de Graciela Ocaña, que se muñequeó políticamente para presionar dirigentes y terminar interviniendo la AFA, donde casualmente se puso de interventor al presidente de Belgrano de Córdoba, Armando Pérez (que decía que Macri era su jefe) y como segundo al abogado del Boca de Macri, Javier Medín designados por el presidente de la Confederación Sudamericana, el paraguayo Alejandro Domínguez, hijo de Osvaldo Domínguez Dibb, un empresario que hacía negocios con las empresas de Macri.
Allí apareció con mucha viveza un candidato que no tenía nadie, Claudio “Chiqui” Tapia, en ese momento cuñado de Hugo Moyano y hombre de Barracas Central, que supo juntar todos los votos del ascenso con un agrupación que se llamó “Ascenso unido” y del interior y empezó a convencer a los clubes chicos de primera para que lo votaran. Macri no lo quería, pero le temía menos que a Marcelo Tinelli, a quien consideraba un enemigo político y por eso tras una reunión con Moyano en Olivos aprobó su presentación en AFA, pero con la condición que el vicepresidente sea su operador judicial, Daniel Angelici.
La otra condición fue formar la “Superliga” a imagen y semejanza de la “Liga española” y para eso trajo a su presidente Javier Tebas, un costarricense que es dueño del club Huesca y tiene varias cuentas off-shore en Panamá (condición ineludible para ser parte del proyecto). Tebas les trajo los estatutos para que los adapten y les cobró por sus servicios y allí empezó está Superliga, donde Tinelli pudo poner a Mariano Elizondo como CEO, pero Angelici armó todas las comisiones legales y las económicas, con “amigos” del Gobierno y algunos fiscales y jueces que siempre ayudaron. Si no se creaba la Superliga, no se pagaba la deuda de Fútbol para Todos y no se liberaban los derechos, donde se hizo una licitación que ganó ESPN, pero que terminaron dándoselos a Fox y TNT, tras una intervención del Grupo Clarín, amenazando hacer un juicio por los viejos derechos, que ya no podían hacer porque habían pasado más de 10 años y que de hacerlo era muy difícil que lo ganaran. Por eso lo que ofrecieron menos, fueron los que se lo llevaron. Fox trabajaba con Torneos (que casualidad) y recordemos que Turner había estado en la delegación de la visita de Obama y era un secreto a voces que venía por el fútbol y un canal de aire (Telefé) que terminó perdiendo con Viacon, es decir la Paramount.
Así las cosas, llegamos a la actualidad, con Macri perdiendo no solo la presidencia de la República, sino también Boca y con Angelici que no se quiere ir de AFA, aunque no represente a nadie. Con los clubes queriendo disolver la Superliga, pero sabiendo que es muy difícil hacerlo a corto plazo porque se armó un circo muy grande y legalmente difícil de destrabar y con un montón de dirigentes pagos, que no van a querer soltar su presa. Esta es la pesada herencia futbolística, algo que también se va a tener que solucionar de alguna manera.
Imágen: Guioteca
Fuente: Liliana López Foresi