La Asamblea
general de la AFA de Octubre promete no ser una más. Una de aquellas asambleas
en tiempos de Julio Grondona que duraban 10 minutos, con un guión escrito
previamente y con gente que se levantaba leyendo un papelito y decía: “Por el
artículo tal, propongo que se apruebe…” y todo se aprobaba sin discusión, sin
ninguno que se opusiera o que argumentará por qué.
En esta asamblea
se puede llegar a ver las diferencias enormes que hay entre las huestes de
“Chiqui” Tapia (para algunos una estudiantina del ascenso, pero una
estudiantina que volteó una intervención e hizo que eligieran de presidente a
su líder) y las del “Tano” Angelici, un representante genuino del gobierno de
Cambiemos, que te apura con denuncias y jueces amigos que las llevan a cabo.
La pelea de fondo
va a ser el intento de estos últimos de imponer las sociedades anónimas
deportivas para que muchos clubes de fútbol dejen de ser “Sociedades civiles
sin fines de lucro” y se conviertan en “sociedades anónimas” de los amigos de
Angelici y Macri. Ya hay más de un empresario que se frota las manos con este
nuevo negocio, que no es ni más ni menos que administrar una de las pasiones
más grandes de los argentinos. Agrandados porque ya se volvieron a quedar con
la televisación de los partidos y otra vez nos muestran las tribunas con un
relator, para demostrarnos lo perdedores que somos porque no tenemos plata o
nos negamos a pagarle el codificado, ahora van por el negocio completo, que es
la compra y venta de jugadores, un negocio que sirve para “lavar dinero” y que
deja pingües ganancias. Ya lo tienen a medias con intermediarios,
representantes de jugadores y de técnicos que son multimillonarios. En épocas
Kirchneristas cuando Ricardo Echegaray le dijo a Grondona que iban a investigar
a los dirigentes de fútbol, porque los pases se hacían a un dinero, pero se
firmaban a otro, este le dijo “porque no investigan a los intermediarios, a los
empresarios de jugadores, fíjese que Fernando Hidalgo tiene una avión privado y
yo no y lo hizo con el fútbol y él no juega, no dirige ningún club y no se
expone a ninguna puteada, es casi desconocido”. Hidalgo era en esa época, lo
que es hoy Eduardo Gamarnik, un exjugador de primera C (jugó en JJ Urquiza) que
se relacionó muy bien con el mercado futbolístico mexicano y después se quedó
con casi todos los directores técnicos y jugadores importantes del fútbol
argentino. Hay clubes que tienen casi todo su plantel representado por
Gamarnik. Por supuesto, Gamarnik es un gran amigo de Angelici.
Las huestes del
Tano ya ganaron una partida al imponer la Superliga, un ente que se superpone a
la AFA y que está copiado de España tanto que el presidente de la Liga
Española, Javier Tebas (un costarricense que fue a “hacerse la europa”) vino
varias veces a la Argentina a venderle su idea a Macri, que la impuso por
intermedio de Fernando Marín y del propio Angelici, mientras amenazaban que a
la AFA no le iban a pagar la deuda que tenían del Fútbol para Todos si no se
creaba este ente, que está para organizar el torneo de primera y conseguir
sponsors y que por orden de FIFA depende de la AFA, aunque tenga sus
autoridades propias (Un Ceo Mariano Elizondo, un empresario puesto por Marcelo Tinelli)
y representantes de clubes. Mientras siga este gobierno, esta Superliga tendrá
poder, pero en AFA la mayoría quiere suprimirla.
Lo cierto es que
la Superliga les hizo abortar a los del ascenso una restructuración que
buscaban hacer, elevando el Nacional B a 40 equipos en dos zonas, metropolitana
y federal y aunque la idea era un poco alocada, eso hizo enojar mucho a los
muchachos de Tapia que prometieron venganza y como tienen mayoría en la
Asamblea, además de tratar de abortar las sociedades anónimas deportivas,
intentarán imponer un proyecto de restructuración también en la Superliga,
donde quieren bajarle los equipos a 18 (actualmente son 26, pero en dos años
deben quedar 22), lo que ganará el odio de muchos.
Por eso la asamblea de octubre no va a ser una más y seguramente no durará solo 10 minutos, a menos que en estos dos meses firmen una pipa de la paz que está muy lejana, hay que tener en cuenta que Macri ordenó que aprueben las sociedades anónimas sí o sí este año, porque el próximo van a estar sumidos en las elecciones nacionales y si no consiguen la reelección se acabó el negocio.