Dos frases sintetizaron un clima destacando un
rasgo, una característica de esta época en nuestro país: “la historia
juzgará como imperdonable la indiferencia y hasta el goce sádico por el
sufrimiento ajeno que estamos presenciando”, sentenció Kicillof en la
apertura de las Sesiones Ordinarias de la Provincia de Buenos Aires, y “la
crueldad se puso de moda”, expresión de Martín Kohan.
En primer
lugar, debemos realizar algunas aclaraciones, entre ellas que el goce no
es el placer. Si bien la pulsión se impone, es compulsiva, no racional ni
manejable por el yo, hay mecanismos para defenderse de ella, como la sublimación,
la represión, la inhibición y la transformación en lo contrario.
El goce de la crueldad también llamado sadismo.
Freud
descubrió que la sexualidad infantil es pulsional, y que hay una etapa de la
libido –energía de la pulsión sexual– que denominó anal sádica,
de dominio o apoderamiento, donde hay un predominio de la satisfacción
anal y el objeto son las heces. Los niños juegan con el capricho, el poder, te
doy, te quito, retengo, te regalo, etc. Los padres y educadores enseñan la
renuncia pulsional, el límite a través de diques civilizatorios como el pudor,
la vergüenza y la moral.
De tal modo
que no es lo mismo jugar con las heces que con plastilina o masa, tirar mierda
con violencia verbal “voy a orinar a los diputados”, que discutir
o debatir. La pulsión es perturbante y, en consecuencia, tanto el sujeto como
la cultura aplican límites.
Tenemos un
presidente desinhibido carente de límites, que además afirma una
contraproducente libertad ilimitada para el mercado (Freud propone una
equivalencia simbólica entre dinero y heces) o los lazos sociales, donde
también interviene la pulsión ilimitada sin diques civilizatorios. La ausencia de diques da como resultado un
sadismo sin vergüenza y sin culpa, una satisfacción en la crueldad, en
infringir daño o indiferencia ante el sufrimiento del prójimo. Los
mensajes del presidente siempre articulan agresión y sexualidad, una injuria o
amenaza y un contenido sexual. Una voz sádica que dice que hay
que sufrir, que amenaza con que falta lo peor y que no se compadece con
enfermos sin medicación, discapacitados sin ayuda social, inquilinos sin techo
asegurado.
Como
dijimos, la pulsión sádica también se define como de apoderamiento. El
presidente Milei, ubicándose
como el dueño del poder absoluto, se enoja con los límites que ofrecen las
instituciones y los poderes de la democracia, pretendiendo ser la excepción del
sistema.
En el
psicoanálisis hay dos referencias para pensar el tema de la excepción que
coinciden en encarnar un carácter ilimitado y la atribución de un poder absoluto.
Por una parte, el padre de la horda primitiva, poseedor del goce absoluto e
irrestricto al que nunca tuvo que renunciar, y por otra lo que Freud define
como personas que se ubican en el lugar de “las excepciones”.
En su artículo Tótem y Tabú, para dar
cuenta del origen de la civilización, Freud inventó un mito respecto de los
tiempos primordiales de la humanidad, donde los hombres y las mujeres vivían en
hordas salvajes gobernados por un padre violento, poseedor de todos los bienes
y todas las mujeres, que imponía su voluntad al resto. Un día los hermanos,
cansados de ese estado de cosas, se confabularon de común acuerdo y decidieron
asesinarlo; luego de cometer el crimen fueron ganados por la culpa y el
arrepentimiento. Para que no se repita el homicidio, acordaron entre todos que
ninguno ocuparía el lugar del padre y realizaron un pacto que establecía dos
prohibiciones: el incesto y el parricidio. Todos
se someterían a dicho contrato, que en resumen consistía en una ley de renuncia a la satisfacción
pulsional a cambio de obtener la cultura.
La segunda referencia freudiana está en el
artículo Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico.
Freud se interroga allí sobre ciertas personas que se
ubican en el lugar de “excepciones”, se aferran a privilegios y se
niegan a resignarlos sin culpa alguna, se sienten víctimas y creen que
la vida les debe algo. Demandan, reclaman, exigen, no están
dispuestos a renunciar, aunque sus satisfacciones tengan como
consecuencia un perjuicio para los demás. Hacen padecer a los otros y se
sienten justificados en alcanzar sus objetivos por cualquier medio. Sus
demandas son compulsivas, sus exigencias desenfrenadas, sin
ley ni culpa. Pueden transformarse en verdugos de sus hermanos y sienten
que tienen derecho a ser excusados y a tener privilegios: se consideran
excepciones.
En el
gobierno del presidente Milei, la práctica de la crueldad se ha convertido en el modo habitual de gestionar, una moda en la
Argentina. “Luce bien, cae bien", sentenció el escritor Martín Kohan en una entrevista para
Futurock.
La moda
La moda es un fenómeno social, históricamente situado, que refiere a la industria de la indumentaria, los objetos, las empresas y mercados vinculados a ella. La sociología de la moda estudia la influencia social de la misma y la forma en que se relaciona con la economía, la política y la identidad, como afecta la cultura, la subjetividad y de qué manera al mismo tiempo es afectada por ella. La moda crea identidad, homogeniza, aporta pertenencia.
En su aspecto sociológico, la moda es un fenómeno social que aglutina aspectos psicológicos, políticos, económicos y de otra índole, así como de gusto y estilo. Según Georg Simmel (Filosofía de la Moda, 1905), la moda es "una continua emulación de los grupos prestigiosos", por cuanto las clases inferiores buscan emular a las superiores.
La moda, como expresión cultural y social, se manifiesta
a través de diversos componentes que conforman la apariencia personal y
contribuyen a la creación de estilos individuales y colectivos. Estos
componentes representan tanto una funcionalidad práctica como un medio de
expresión y comunicación visual. La
difusión de la moda ha corrido por diversas vías a lo largo del tiempo. Los medios de comunicación de masas, como los medios audiovisuales y la
revolución de internet, ayudaron cada vez más a la masificación de la moda, la
identificación y el contagio.
A lo largo de los años 2000, tomó fuerza el
concepto de las tribus urbanas y con internet
tenemos las burbujas identitarias, grupos cerrados homogéneos cuya
característica principal es el contagio. En la burbuja de la ultraderecha que
se fue configurando como La Libertad Avanza, encontramos un fenómeno que creció
en el suelo de las redes.
Las redes sociales estimulan un pensamiento muy limitado basado en los “like”, prestándose para la expresión asocial del odio sin límites y sin riesgos, porque en ellas no se expone el cuerpo. Las redes, Twitter, Facebook, etc., son dispositivos de imposición de la desinformación y de la reproducción de los discursos de odio, las teorías del complot y el culto de la mentira, en sus variantes de posverdad o fake news. Milei es el líder de los trolls.
Para que algo se convierta en moda debe ser aceptado por parte de los consumidores, de lo contrario no se podrá hablar de tendencia. Siendo que la moda constituye un fenómeno colectivo, se debe incluir la pregunta sobre lo social, el análisis de los votantes de Milei. También en esta masa en kla que confluyen un conjunto de factores como la decepción, la bronca y la catársis, hay un sadismo infantil y peligroso: como fuimos víctimas, tenemos la libertad de romper todo. Milei y sus votantes son el retorno del caótico y antipolítico "que se vayan todos".
Esta conducta social asume una forma sádico-sacrificial poco inteligente, que Freud teoriza como masoquismo moral: satisfacción en el autocastigo y el padecimiento. La venganza contra el otro especular es imaginaria y, fundamentalmente, implica que el sujeto se hace daño a sí mismo. La agresión es introyectada, interiorizada, reenviada a su punto de partida, vale decir: vuelta hacia la propia persona. Ahí es recogida por una parte del yo, que se contrapone al resto como superyó y entonces, como "conciencia moral", ejerce contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho de buena gana en otros individuos. Por es es sacrificial y masoquista. Lo que se debe alterar en una democracia que no está a la altura, son intereses, mecanismols, economías, distribución de poderes y jerarquías, no personas."El odio te vuelve", con toda razón dicen en el barrio.
Las modas no son eternas, por el contrario, cambian, son dinámicas… ¿Cuánto durará la tanática moda de la crueldad? Respuesta: el tiempo que nos lleve la construcción política y contracultural de la creación de límites.