Publicado el 13 abr. 2019 | Política
Hay una serie de hechos, vividos esta semana, que me han llamado la atención y quisiera pensarlos en voz alta. Me detengo en tres, aunque seguramente haya más.
1.- Hace ya muchos años escribí sobre “el felpudo”. Y pensaba – y aludí – a una diputada, lacaya de Clarín, que decía y hacía solo lo que el patroncito le encargara, pero que cuando llegó la hora de elegir candidato de gobierno de Buenos Aires, Clarín apostó por otro y la dejó en el bote de residuos, o el cajón de la cocina; aunque ahora la reflotó para que sea su vocera en la reforma de la ley de servicios de comunicación audiovisual que Clarín quiso (¡y logró!) voltear. Pareciera que hay gente que tiene vocación de felpudo, y siente placer de ser pisada, y limpiar los zapatos del patroncito bien desde abajo. “¡Píseme!” Y estos días recordaba la imagen del felpudo y pensaba en Lenin Moreno, Assange, Trump y me parecía que la imagen seguía siendo válida. Parece que al imperio no le gusta que muestren sus trapitos sucios, y que la libertad de prensa sólo vale cuando de difundir sus mentiras se trata, pero si de ellos se ocupan, ¡cállese la boca! y listo. Y Assange cometió la osadía de hablar, ¿a quién se le ocurre? Para “mejor” (mejor para “ellos”) se sacaron de encima a Correa y parece que un Moreno se vende a bajo precio, y todo lo anunciado se tira por la borda (al fin y al cabo, ¿quién recuerda las promesas de campaña?, ¿a quién le importan? (¿No, Mauricio?). Y ahora, para consagrar el felpudismo, entrega a Assange. ¡Bien ahí! Eso de que el antecesor (que se robó todo, yo lo sé) se plantara con dignidad ante los poderosos como EEUU, Gran Bretaña y Suecia resultaba demasiado. La dignidad es lo contrario del felpudo, es la actitud del que se planta ante los demás de igual a igual. ¿A qué presidente de un país chico se le ocurre semejante osadía? ¡A Correa, por ejemplo! Pero bueno, para entrar a una casa hace falta un felpudo, tiene su aporte… sobre todo si el que entra es Donald, ¿no, Lenin? ¡Qué pena ver un país que se mostraba ante el mundo con la dignidad de un hermano verlo ahora – como tantos otros, por cierto, ¿No, Jair? ¿No, Sebastián? ¿No, Iván? ¿No, Martín? ¿No, Mario? ¿No, Mauricio? ¡¡¡No, Evo!!! verlo, literalmente, “por el piso”.
2.- Un hecho llamativo ha ocurrido en la Iglesia romana en estos días. Por suerte en estas regiones no ha sido demasiado visibilizado. Pero quiero comentarlo. Una cosa que yo decía (antes) pensando en los papas anteriores a Francisco era que si bien yo creía (y creo) que Benito XVI era mucho más conservador (seguramente por temeroso) que Juan Pablo II, al menos era una persona honesta (cosa que no creo del predecesor). Un ejemplo, que me parece valioso de esto fue la publicación de los 3 tomos sobre “Jesús”. En la Introducción, él decía que era un libro “del teólogo Joseph Ratzinger” no un escrito papal.
“Ciertamente no necesito decir que este libro de ninguna manera es un acto magisterial sino solamente expresión de mi búsqueda personal “del rostro del Señor” (Cfr. Sal 27,8). Por consiguiente, cualquiera es libre de contradecirme. Solamente pido a las lectoras y lectores un anticipo de simpatía sin el cual no se puede dar ninguna comprensión” (tomo I, pag. 9).
Dejo de lado que pareciera que si se tratara de un texto magisterial no es posible “contradecirlo” para detenerme es que honestamente Ratzinger supo distinguir un texto del “teólogo Ratzinger” de un texto del “Papa Benito XVI”. Lo curioso es que en estos días en Alemania se hizo público un texto de Ratzinger sobre el tema de los abusos de menores en la Iglesia. Raudamente fue difundido, como era de esperar, por todos los sectores de la derecha eclesiástica (por ejemplo, ACI prensa y EWNT). Dejo de lado su lectura, con la cual coincido en muy pocas cosas (es decir, me permito “contradecirlo”) y me quiero detener en un tema. El texto aparece firmado por “Benito XVI”. No he podido acceder al artículo alemán, en la revista Klerusblatt, para ver si está en el original. Por ejemplo, seguramente por cuestiones de marketing, las ediciones del libro “Jesús de Nazaret” decían “Benedicto XVI” en tipos más grandes que “Joseph Ratzinger” a pesar de lo que expresamente el teólogo había dicho en la introducción. Y – en honor a la honestidad – le concedo (aunque me permito dudar) que la carta la haya firmado “Joseph Ratzinger” y los editores (¿alemanes?, ¿los traductores?) hayan puesto “Benedicto”, pero lo cierto es que Benito ya no existe más, es pasado. Desde que renunció a la “cátedra” ya no existe como Benito (el problema que tenemos es la falta de costumbre en Papas renunciantes; hasta ahora, era evidente que un Papa muerto no escribía). Es evidente que un Fulano antes de ser Papa era simplemente Fulano. Los escritos y dichos del cardenal Bergoglio, por ejemplo, son de él, no del papa Francisco. Y Benito XVI ya no es papa. Mal que le pese a ACI prensa, a EWNT y a muchos nostálgicos de la restauración wojtiratzingeriana. Por tanto, el escrito, además, innecesario y menor, no es de “Benito XVI” (aunque él así lo hubiera firmado).
3.- Mi papá decía que “el que grita es que no tiene razón”. Ya hemos escuchado los gritos de Macri en el Congreso, luego los de María Eugenia, más tarde los de Martiniano Molina, el innecesario intendente de Quilmes, y ahora los gritos del Jefe de Gabinete de Ministros también en el Congreso. Es evidente que quieren hacerse oír, y las obras no los acompañan. Como no tienen qué mostrar (ninguno de los cuatro) hay que hacerse oír. Mintiendo, obviamente (porque no saben otro modo de hablar), escupiendo cifras de cosas dizque hechas que cualquiera que quiera mirar sabe que son falsas, pero gritando, así al menos “aparecen” (ya dice el lema de Martiniano: “cueste lo que cueste”, lo cual es temible visto el poco afecto por las instituciones que Cambiemos manifiesta. Es de temer qué será lo que “cuesta” para ellos (salvo que cuesta hambre, desocupación, escuelas y centros de salud ausentes, y demás lindezas que a todos “nos cuestan” menos a ellos). Es evidente que la estrategia ecuatoriana (Durán Barba es ecuatoriano, como Lenin Moreno) en este momento es “el grito”. A lo mejor para tapar los gritos de los que sufren por este modelo genocida. Lo cierto es que gritan (bueno, algunos, cuando no pueden gritar, como en el timbreo santafesino, optan por la fuga… la cosa es no escuchar), la cosa es que, para escuchar a alguien, para eso está Christine, que ya le dijo a los futuros candidatos que no deben dejar este plan maravilloso. Es decir, tampoco escuchar a la gente y a sus gritos silenciosos del dolor y el hambre, la cosa es escuchar a los poderosos, no al pueblo (¿No, CGT?). Es decir, volvemos al felpudo. Y todo tiene que ver con todo (menos con el pueblo y sus dolores, con “ese” todo).
* Sacerdote católico. Dr. en Espiritualidad. Teólogo. Sec. del Grupo de Curas en Opción por los Pobres
Fuente: 2° Blog de Eduardo de la Serna