• 21 de noviembre de 2024, 6:30
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La Anónima, los Braun, y las manos llenas de sangre.

Por Ricardo Luis Mascheroni*

En el último tiempo muchos se pueden haber anoticiado de la existencia de la empresa “La Anónima”, a través de la intensa campaña publicitaria en medios de comunicación, páginas y portales de internet. La cual es quizás la mayor cadena de comercialización de la Patagonia y la cuarta en importancia a nivel nacional.

Menos conocido era su titular Federico Braun, hasta que aquél, por obra de su incontinencia verbal, se pasó de listo y cometió un sincericidio, burlándose de las necesidades y angustias de los argentinos, manifestando que ganar plata en épocas de inflación era muy fácil, el secreto, remarcar los precios todos los días. Lo que generó una catarata de repudios generalizados y justificados.

Pero todavía es casi desconocida la historia de esta familia y el rastro dejado por sus manos manchadas de sangre, que los tuvo como responsables del genocidio de indios onas y tehuelches y de obreros sureños, desde el fin del siglo XIX, hasta entrado el siglo XX.

La llegada a estas latitudes es incierta para mí, pero se los menciona como rusos o rusos chilenos, si se sabe por crónicas de la época que desde su arribo, se dedicaron con ahínco a matar hasta casi hacer desaparecer a los pueblos originarios de la región, para proteger sus negocios y enriquecerse a manos llenas.

En sus correrías no estuvieron solos, ya que contaron con la inestimable cooperación de sus parientes los Menéndez Behety (hispano-ruso-chileno) y otras familias de notables “primeros pobladores” extranjeros, como les gustaba autodenominarse, la Sociedad Rural, grupos parapoliciales a los que se les pagaba una libra por cada cabeza de indio y las brigadas enroladas en la Liga Patriótica Argentina.

Esa alianza funesta y asesina, les permitió alzarse con las riquezas del país y acaparar cientos de miles de ha. de propiedad del fisco, que fue la base de su fortuna.

Para dicho objetivo, el veneno, el cuchillo, las armas de fuego, los incendios y los asesinos a sueldo fueron las herramientas elegidas para transformarse en amos y señores de las tierras frías del sur, ante un silencio que aturdía, producto de la complicidad de muchos y en otros casos por ignorancia de lo que ocurría.

Sólo un hombre, un radical olvidado, llamado José María Borrero con su libro “La Patagonia Trágica” cuyo subtítulo es: “Asesinatos, Piratería y Esclavitud” (1928), el Comité de la U.C.R., el Juez Letrado Dr. Ismael Viñas, y pocos más en Río Gallegos, alzaron su voz y actuaron en contra de estos crímenes de lesa humanidad, sumando en su lucha a los diarios El Radical y la Verdad, ambas de aquella ciudad.

Por su parte los diarios de Buenos Aires tergiversaban, ocultaban o negaban estas tropelías.

Dice Borrero en su libro: “Sed de oro” debió tener quién concibió como única solución para fomentar la cría del ganado lanar, la matanza de indios de Tierra del Fuego y Santa Cruz”. Y sigue: “José Menéndez “el último conquistador”, resolvió poner manos a la obra”; “La política del último conquistador se cumple a través de los años, siguiendo al pie de la letra los sabios consejos…los hijos son dignos del padre…En cabo Domínguez se hace matar en masa. En la Anita se mata en masa. Allá eran indios hambrientos. Aquí eran obreros.

No es casual que en la Estancia La Anita, de propiedad de la familia Braun Menéndez, cerca de El Calafate, se fusilaran cientos de obreros, donde existe un cenotafio que recuerda la masacre.

Muchos años más tarde, Osvaldo Bayer retoma estas denuncias sobre la crueldad inhumana de estos personajes, en su libro “Los Vengadores de la Patagonia Trágica”, en el que profundiza las denuncias sobre las tropelías, asesinatos y piratería de estos “PRO” hombres y que fueron retratados en la excelente película “La Patagonia Rebelde”.

Lamentablemente hoy, la dirigencia radical camina a la par de los asesinos de la Patagonia, guardan silencio y no se inmutan por los dichos de Braun, no sea que se malquiste con ellos y les quite apoyo a sus sueños neoliberales.

Dicen los que saben, que las huellas de la sangre no se borran nunca y ahí tenemos esas fortunas incalculables amasadas con manos sangrientas.

Pero no toda su actividad era la muerte, la misma tenía otros fines, como la apropiación de grandes territorios en Santa Cruz y la evasión contumaz e inveterada de impuestos.

Tan grande fue su cinismo, hipocresía e impunidad que pocos días después y cuando los miles de cadáveres todavía estaban insepultos, le piden, estos “patriotas”, en fecha 17 de Abril de 1922 en un documento imperdible, al Gobernador de esos territorios, con la firma de las 73 familias de extranjeros que cometieron estos crímenes, que les autorice a izar la bandera de la patria los días domingos y los festivos.

De ese linaje proviene el dueño de “La Anónima”, el amigo del alma de Macri, Marcos Peña Braun y Miguel Braun ex secretario de comercio de esa gestión y seguramente muchos más que siguieron saqueando al país.

*Docente

Portada: Mauricio Braun y Menéndez Bethy. Prontuarios X

Fuente: Liliana López Foresi

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