El papel de la prensa libre es hacerle rendir cuentas al poder, especialmente cuando aquellos poderes están involucrados en una guerra. Sin embargo, es la propia libertad de prensa la que está siendo juzgada actualmente en Londres mientras Julian Assange, fundador y editor en jefe del sitio web de denuncia Wikileaks, lucha contra la extradición a Estados Unidos por una serie de cargos de espionaje y piratería informática que van cambiando constantemente. De ser extraditado, Assange enfrenta una condena casi segura de hasta 175 años de prisión. Su injusto encarcelamiento también encadenaría a periodistas de todo el mundo y serviría de crudo ejemplo para cualquiera que se atreva a publicar información filtrada que critique al gobierno de Estados Unidos.
Los fiscales estadounidenses alegan que Assange conspiró junto con Chelsea Manning, una soldado raso del ejército estadounidense, para descargar ilegalmente cientos de miles de registros de las guerras de Irak y Afganistán, junto con una gran recopilación de cables clasificados del Departamento de Estado de Estados Unidos.
La primera divulgación de este gran archivo de documentos filtrados fue un video que Wikileaks llamó “Asesinato colateral”. El video fue grabado a bordo de un helicóptero de artillería estadounidense Apache mientras patrullaba los cielos de Bagdad el 12 de julio de 2007. La tripulación del Apache grabó video y audio de la masacre que llevó a cabo contra una docena de hombres que se encontraban en la calle, justo debajo del helicóptero, entre los que estaba un camarógrafo de la Agencia Reuters, Namir Noor-Eldeen, de 22 años de edad, y su chofer, Saeed Chmagh, de 40 años de edad y padre de cuatro hijos. Tras el ataque inicial con ametralladora de alto calibre, una camioneta llegó al lugar para ayudar a los heridos. La tripulación del Apache recibió permiso para “entablar combate” contra la camioneta, abrió fuego y destrozó la parte delantera del vehículo. Dos niños que iban en la camioneta resultaron heridos. Reuters había estado reclamando sin éxito durante años el video del ataque.
En poco tiempo, los periódicos The New York Times, The Guardian y Der Spiegel se pusieron a trabajar con Wikileaks y Assange para publicar artículos basados en los documentos filtrados. Detallaron crímenes de guerra cometidos por las fuerzas estadounidenses en Irak y Afganistán, la tortura infringida a los prisioneros en los centros clandestinos de detención de la CIA, los abusos en la prisión estadounidense de la Bahía de Guantánamo y los inescrupulosos cables diplomáticos de los funcionarios del Departamento de Estado.
Jennifer Robinson, una de las abogadas de Julian Assange, recientemente fue entrevistada por Democracy Now! frente al tribunal de Londres: “Es un claro caso de libertad de prensa. Y los intentos del Departamento de Justicia de llevar el asunto hacia un caso de piratería informática, cuando no hay absolutamente ninguna evidencia de este acto por parte del señor Assange, creo que demuestran su deseo de alejarse de los temas importantes sobre la libertad de prensa. Es claro que la Primera Enmienda protege a los medios de comunicación en el hecho de recibir y publicar esa información en pos del interés público, que es exactamente lo que hizo WikiLeaks”.
Las autoridades británicas han mantenido a Julian Assange en aislamiento casi completo en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en Londres, desde que lo arrestaron en abril de 2019, tras sacarlo a la fuerza de la embajada de Ecuador. Con asilo político concedido por Ecuador, vivió dentro de la oscura y pequeña embajada durante más de siete años. Cuando un presidente de derecha tomó el poder en Ecuador, revocó el asilo de Assange, lo que permitió el arresto.
Nils Melzer, relator especial de Naciones Unidas sobre la tortura, visitó a Assange en Belmarsh y luego informó: “Hablé con él durante una hora, suficiente para tener una buena primera impresión. Luego nuestro experto forense realizó un examen físico durante una hora y por último se hizo un examen psiquiátrico de dos horas. Y los tres tuvimos la misma impresión y todos llegamos a la conclusión de que [Assange] mostraba todos los síntomas típicos de una persona que ha estado expuesta a tortura psicológica durante un período prolongado”.
Las condiciones en la prisión de Belmarsh donde se encuentra detenido Julian Assange no han hecho más que empeorar durante la pandemia de COVID-19. Assange habló públicamente ante el tribunal solo una vez, cuando gritó “¡Tonterías!” en respuesta a una de las muchas afirmaciones sin fundamento del fiscal estadounidense. El presidente del tribunal amenazó con sacar a Assange de la sala. Muchos expertos se han alineado para defender a Assange, incluido el legendario denunciante de los Papeles del Pentágono, Daniel Ellsberg.
En 1971, Ellsberg publicó los Papeles del Pentágono, la historia secreta de la guerra de Estados Unidos en Vietnam, que documenta cómo los sucesivos gobiernos le habían mentido a la población estadounidense sobre la guerra. Tal como Assange, Ellsberg proporcionó los documentos filtrados al periódico The New York Times. También como Assange, Ellsberg fue acusado bajo la Ley de Espionaje y podría haber pasado su vida tras las rejas. Finalmente, un juez desestimó su caso cuando se reveló que el entonces presidente Nixon había ordenado allanamientos ilegales en busca de información negativa sobre Ellsberg.
En una declaración en defensa de Assange que presentó al tribunal de Londres, Ellsberg reflexionó sobre la importancia de las revelaciones de Wikileaks. “Considero que se encuentran entre las revelaciones veraces más importantes sobre el comportamiento criminal oculto del Estado que se han hecho públicas en la historia de Estados Unidos”. Ellsberg agregó: “El pueblo estadounidense necesitaba saber con urgencia lo que se hacía de forma rutinaria en su nombre, y no había otra forma de saberlo que mediante la divulgación no autorizada”.
Ellsberg se explayó al respecto en una entrevista para Democracy Now!: “Si este juicio tiene éxito, si la extradición tiene éxito, eso ya tendrá un efecto intimidatorio en los periodistas de todo el mundo y será un ataque directo a la Primera Enmienda de Estados Unidos”.
Muchos de los crímenes de guerra expuestos por Wikileaks, en cooperación con organizaciones de prensa de todo el mundo, ocurrieron bajo la presidencia de George W. Bush. El proceso de enjuiciamiento de Assange comenzó durante la presidencia de Barack Obama. El entonces vicepresidente Joe Biden calificó a Assange como un “terrorista de alta tecnología”: “Yo diría que está más cerca de ser un terrorista de alta tecnología que de los Papeles del Pentágono”.
El presidente Trump dijo durante la campaña presidencial de 2016: “WikiLeaks, me encanta WikiLeaks”.
Ahora el mismo presidente Trump quiere encerrar a Assange y tirar la llave al mar. Ningún presidente, de ningún partido, debería poder amenazar la libertad de prensa. De hecho, esta es esencial para el funcionamiento de una sociedad democrática.
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Fuente: Democracy Now