"No hay verdadera democracia cuando el poder de las sombras y su ocultismo impiden que todo se sepa. La publicidad y su luz permitirán que las prácticas mafiosas desaparezcan. Hoy la población no puede enterarse acerca de lo que sucede", afirma el autor. Apuntes para recuperar un país después de la ceocracia.
Lo primero es lo primero, Refrán popular
¿Cómo salir de la noche doliente?
En su noche toda mañana estriba: de todo laberinto se sale por arriba.
Leopoldo Marechal (1)
En ningún momento hay más oscuridad que un segundo antes de morir;
les prometo que el amanecer se acerca.
Dos Caras (2)
La posible disolución (nacional) la advertimos en otras oportunidades
(…) esto sigue amenazándonos (…)
No tenemos que esperar todode los que nos gobiernan sólo falta del deseo gratuito,
puro y simple de querer ser Nación.
Jorge Bergoglio (3)
Las democracias realmente existentes no parecen encontrar respuestas a la explosiva concentración de la riqueza
y a los pronósticos de catástrofes climáticas.
Adam Przeworski (4)
También en los países del primer mundo con democracias más fogueadas, subraya el thriller [Secret City], hay grupos de presión que manejan desde las sombras los hilos del poder… Todo lo que importa en Secret City ocurre donde no se ve… En la cúspide del poder formal los primeros ministros aparecen como los menos enterados de lo que sucede.
Raquel Garzón (5)
Comenzamos con una sentencia refranera común en guaraní, castellano, inglés y otras lenguas: “lo primero es lo primero”. La idea consiste en reafirmar que lo importante debe prevalecer sobre lo secundario, y lo original a lo imitado. La manipulación de intereses de Cambiemos hace todo para que lo secundario se haga hegemónico imponiéndose a lo primordial.
Desde siempre se ha distinguido el poder Real, el poder importante, el poder mayor del formal, secundario que muchas veces logra consagrase en forma institucional.
Hay múltiples conceptos que se pueden comparar dando escalas de valoraciones a los términos: el poder espiritual e intelectual prima sobre el material, la ética sobre la moral, el gobierno del pueblo sobre formas republicanas, y así muchísimos ejemplos de escalas valorativas (axiológicas, nos dicen los especialistas).
Cuando un país pierde lo primero (el poder real propio, su democracia indomesticada ni amputada, el real gobierno del pueblo) pasa a vivir una formalidad propia de la dependencia y decadencia. Cuando no se tienen decisiones propias sino impuestas desde afuera, lo segundo prevalece sobre lo primero. El refrán pasa a transfigurarse en “lo segundo es lo primero”.
Lo primero y lo segundo puede darse en las palabras y en los hechos. La palabra es importantísima: si se la pierde no conocemos el principio ni el final. “Al principio era el Verbo”, dice una versión de la Biblia.
El verbo y la comunicación son parte del poder real de las grandes concentraciones de capital. El verbo y su manejo no son neutros acerca del ejercicio de los poderes, ya sean formales o reales. Dice el mexicano Volpi que para algunos “…el lenguaje ha sido un reflejo del poder… y de ahí la necesidad de reacomodar el lenguaje para que éste refleje la igualdad natural entre los seres humanos”, y agrega “Como cualquier lengua el español refleja la desigual repartición del poder…” (6)
Cuando los hechos secundarios prevalecen sobre los fundamentales estamos en una crisis, ya sea de identidad o de dependencia (en realidad, ambas crisis se unen, conviven). Es muy scalabriniana la idea que primero debemos alcanzar la identidad nacional. La dependencia cultural arrastra a las demás, que vienen por añadidura.
Las Personas y las Naciones que no dan prevalencia a lo Importante sobre lo Secundario no pueden crecer y perfeccionarse: en esa situación las naciones no están en condiciones de dar felicidad a sus pueblos. Serán gobiernos sin objetivos de Estado. Distinguir gobierno del Estado es fundamental en estas reflexiones, y lo lamentable que en nuestro país pocos son los políticos que saben diferenciarlos. Hay que reconocer que los presidentes del país que gobernaron durante el siglo pasado y que hemos mencionado, lo supieron hacer y, además, lo enseñaron. Incluso uno de ellos hizo de la distinción el eslogan electoral de la elección presidencial puso fin a su exilio: ¡Cámpora al gobierno, Perón al Poder!.
La soberanía deviene del ejercicio del poder real.
Es obvio que importa más el poder real que el formal. El poder real es el que realmente impone su decisión; o sea, el que tiene soberanía.
En nuestra historia de democracia incompleta e indirecta se impone la manipulación del poder real externo. Nacimos como colonia, supimos de independencia, y ahora cada vez más sufrimos el neocolonialismo. Pero hasta que no logremos construir una democracia real no tendremos poder real propio. Argentina es un país que logró avances democráticos debilitando a pequeños grupos de poder (grupos de presión, se los llamó muchas veces) imponiendo su voluntad mayoritaria. Esos grupos de poder son los que gobernaban y obtenían la renta que producían las mayorías con su trabajo, pero por su posición de dependencia, la renta, como hoy, se iba afuera.
Vencieron al Régimen (Yrigoyen) y a la Oligarquía (Perón). Ambas derrotas no fueron no para siempre. Pero esas elites minoritarias vieron perder su poder, y debilitadas, quedaron reemplazadas por el poder real externo al que, en muchos casos, sirvieron. Este poder hoy está en manos manipuladoras y ocultadoras, como poder formal: el poder real lo entregaron a la financiarización internacional. Para el escritor Ortiz, después de la Segunda Guerra Mundial hubo períodos de moderación del poder financiero internacional. (7)
Ahora, controla los mecanismos más importantes del poder formal con sus CEOS en el gobierno (8)
La danza de ciertos políticos.
El poder formal permite que los políticos dancen como en un ballet de la dependencia en el silencio de lo que verdaderamente pasa. No se trata solamente de la grieta de políticos enriquecidos que no representa la voluntad popular, como bien afirma Finchelstein: “Este es el problema de las notorias diferencias de ingresos entre los representantes y representados: la brecha entre políticos cada vez más ricos y ciudadanos cada vez más pobres. (…) Esta es la grieta entre una clase política de millonarios y una población que obviamente no lo es”). Esta grieta existe pero verdadera fractura es la pérdida de la decisión democrática. La grieta que separa al pueblo de la decisión del poder financiero mundial, que Estados Unidos mantiene con su poder real, de carácter financiero y tecno-militar. (9)
En el presente, el poder agropecuario terrateniente fue sustituido por la actividad agropecuaria financiera (Gustavo Grobocopatel es más poderoso que algún propietario de tierra con apellido pero con poca renta que mantiene su capital en paraísos fiscales. El poder bancario está como el energético prácticamente extranjerizado, el poder sindical desintegrado por la acción deliberada que desindustrializó al país en los últimos 40 años, el poder exportador también extranjerizado a través de la actividad financiera, etc.
Conclusión: solo se sale por arriba
En el estado de crisis que vivimos, no se puede creer que con elecciones, limpias o sucias, se superará la situación (10). Los actores deben cambiar y la práctica de nuestra seuda democracia también. No hay verdadera democracia cuando el poder de las sombras y su ocultismo impiden que todo se sepa. La publicidad y su luz permitirán que las prácticas mafiosas desaparezcan. Hoy la población no puede enterarse acerca de lo que sucede.
El camino para lograr ser nuevamente un país integrado no está en reconstruir el poder real externo sino en pasar a ser una democracia verdadera, con mayor participación directa de la población y que el titular de la democracia sea el poder real verdadero.
Es decir, salir por afuera del sistema que quiere limitar la democracia. Son las palabras esperanzadoras de Marechal las que indican el camino, no las falsas promesas presidenciales cuando hace suya la frase del delincuente Dos Caras, villano de película, que espera que el mañana lo proteja.