¡Fantástico, amigas, amigos, deudoras y deudores! ¡Me embarga la emoción (además de otras cosas)! Derramo mis lágrimas a falta de otros derrames prometidos. ¡Vamos a pagarle al FMI! Nuestros queridos inspectores del benefactor organismo internacional de crédito vendrán a visitarnos trimestralmente, con lo que la nostalgia no nos invadirá (serán otras invasiones, menos melodramáticas).
¿Qué le vamos a pagar? Yo no soy “cantor letrau”, como dice Fierro, pero de las profundas explicaciones académicas de nuestro preclaro ministro de Economía y Finanzas Públicas, Martincito Guzmán, deduje que vamos a pagar un crédito que tomamos para pagar otro crédito del que seguiremos pagando sus vencimientos o moriremos.
Ustedes, queridos deudoras y deudores me dirán que eso pasa por haber tomado más préstamos de lo que el país, o sea la Argentina, o sea nuestra Patria (perdón) está en condiciones de pagar. También me dirán que la deuda venía de antaño, que no hemos cumplido nunca con nuestros bondadosos y desinteresados acreedores foráneos.
Pero, mis amada/os chichipía/os (Tato dixit), la verdad de la milanesa es que por tercera vez le estamos pagando la deuda a Mauricito, tan tranquilo en su merecido descanso barilochense. ¡Es un grande! Ninguno de nosotros le llega a la suela de sus zapatitos. Con su equipo de colaboradores (iba a decir banda de fascinerosos asaltantes de camino estafadores malhechores de puertos sombríos) nos viene metiendo la mano en los bolsillos y en otras partes pudendas desde su más tierna infancia.
Dejó el agujero en Boca con algunos fideicomisos que nunca se investigaron y con transferencias de jugadores transadas con mafiosos internacionales como Borís Berezovski, se cansó de mejicanear con SEVEL y casi funde a Peugeot y FIAT, todo lo cual se blanqueó cuando el benemérito Mingo Cavallo nacionalizó la deuda privada. Luego, más perfeccionado en su gestión, se quedó con el Correo, hizo negocetes bien aspectados entre SOCMA (Sociedades Macri, por si no lo descifraron) y algunos encumbrados compañeros sindicato-constructores. También se lo perdonamos, pobrecito, almita de Dios, siempre preocupado por nuestros desatinos.
La banda, digo, su equipo, llegó a niveles dinámicos y operativos de calidad insuperable cuando, encabezada por el hermano Niki Caputo, les pagó a los fondos buitres el doble de lo que se estaba negociando durante el horrendo, malo, muy feo gobierno del “kircherismo apátrida y subversivo”, criminales cuyo principal delito fue mandarlos a pasear a los queridos hermanos del Fondo. Lo primero que hizo cuando asumió la presidencia fue pedir perdón en Washington DC y pagarles a los buitres religiosamente, sin ninguna contraprestación, sin siquiera un “gracias, Mauricito”.
Pero el título de master total, international, lo logró cuando, de la mano de su socio Donaldo, hizo que el FMI le prestara… 57.000 palitos verdes. Único en la historia. Contra el propio estatuto del Fondo. ¡Aprendan, giles de cuarta! Bueno, sí, el crédito lo firmó nuestra Patria, es decir la Argentina. Con absoluta impunidad, anunció que era para … “pagarles a los bancos comerciales” por los préstamos contraídos con… la Argentina. Bueno, una partecita fue para su campaña electoral. ¡Quién no lo hubiera hecho!
Así que ahora, mis estimada/os, apreciada/os (o despreciada/os) deudora/os, ¡a pagar se ha dicho! ¡Flor de negocio el de este muchacho! Sí, claro, debe estar muy dolido en ese country barilochense tan elegante por las críticas que le llegan, aunque sus secuaces, digo, amigos, seguramente intentan disimular. Es esta misma banda, digo, equipo, que con total desenfado exige que el… acuerdo… con el FMI (perdón) pase por el Congreso, algo que evitaron cuidadosamente cuando esta organización mafiosa, digo, financiera, internacional capitaneada, digo dirigida mayoritariamente, por los EE.UU., le tiró esos pocos miles de millones de dólares.
Así que, si ustedes, miserables amiga/os deudora/os, tienen algo que reclamar, exigir, condenar, criticar, observar y demás… ¡a llorar a la iglesia, che! Míster reposera seguirá firme en sus posiciones de escruchante, chorro, afanancio y demás verborrágicos calificativos ya demodée, propios de tangos décimonónicos y no del stream actual, ni de los podcast, ni de los couchings… Como dije, mis amable/as chichipía/os, acordarse de cómo hacen los perritos cuando practican el amor… miran para otro lado…
O, caso contrario y como decía un Viejo inolvidable, “que truene el escarmiento”. De ustedes, increíblemente pacientes, incauta/os e ingenua/os aborígenes, depende la elección.
Foto: Diario Jornada
Fuente: Facebook