Apuntes de sociología militante
Alrededor del 90 por ciento tiene decidido su voto. Entre un
5 y 10 % aún duda. Estos números están acotados a las PASO. El resultado de
esta elección condicionará indefectiblemente la primera vuelta electoral. Si la
diferencia entre el Frente de Todxs es amplia (más de 7 puntos) se producirán
dos fenómenos: por un lado una presión sobre el peso, motivado por los especuladores
que están acostumbrados a jugar a la bicicleta, y por el otros una
repolarización de “voto opuesto” en el que muchos de los votantes a las
terceras fuerzas (Lavagna/ trotskistas, Espert) reubicarían sus preferencias
por oposición, polarizando aún más el voto.
El primero de los fenómenos supone una posible corrida bancaria porque
las entidades financieras querrán “salirse” de las LELIQ (bonos especulativos
que el gobierno inventó para evitar que el ahorro público se derive hacia el
dólar). La segunda de esas consecuencias –en el caso de que la diferencia sea
amplia en las PASO-- ahondará más la distancia y las terceras fuerzas se
repartirán en partes iguales entre Fernández y Macri, poniendo al primero en un
posible triunfo en primera vuelta.
Para que este escenario suceda (o se consolide) se requiera
la voluntad de sobrevivencia de un colectivo (pueblo, sectores populares y
agrupamientos ligados al mercado interno: pymes, profesionales, jubiladxs) que
contribuyan con su parte. Efectivamente lo que está en juego es la
supervivencia de un modelo de organización de la vida ligada al trabajo como
valor fundamental de lo social. Frente a
ese designio se encuentra el modelo de primarización agropecuaria (donde lo
relevante son las inversiones ajenas al empleo), la producción energética y
minera (con mínima participación laboral) y –sobre todo—la financiarización
especulativa (que habilita la permanente pérdida de esfuerzo nacional
compartido a través de la fuga de capitales). Estos tres ejes productivos aparecen
durante la etapa macrista como los más dinámicos condicionando al resto de la
estructura social de nuestro país. Ese trípode es donde los CEOs, devenidos en agentes gubernamentales, tienen
sus máximas inversiones. Y son esos mismos sectores, curiosamente, los que se
adaptan con mayor coherencia a las demanda de los sectores transnacionales que
agrupan alto nivel tecnológico y capacidad de ampliar su capital mediante la
espiralidad de los fondos de inversión. Al FMI y la Reserva Federal le conviene
una América Latina resquebrajada y dependiente del valor agregado depositario
en sus fronteras. Esa es la precondición del sometimiento y de la extorsión: si
América Latina se uniese y planificara un desarrollo integrado ubicaría los centros
de poder en una situación de mayor debilidad: requieren con urgencia las
materias primas y los flujos de capital que anualmente se depositan en sus
centros financieros.
Lo que está en juego, como bien dice el macrismo (representante local de los poderes concentrados) es el alma de la Nación. Ellos pretenden 2/3 de la población acostumbrados a su pobreza con pocas capacidades de reacción frente al poder del Capital. El Proyecto Nacional (los jacobinos morenistas, los caudillos federales que defendían las economías regionales, el yrigoyenismo y el peronismo) le viene ofreciendo resistencia desde hace 2 siglos. Y el domingo ofrecerá otra de sus batallas históricas. El más entero de nuestros padres lo sintetizó mejor que nadie: seamos libres, que lo demás no importa nada.
*Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, escritor, periodista, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).