La decisión del equipo de campaña
electoral del macrismo, dirigido por el jefe de gabinete Marcos Peña y
monitoreado por el sociólogo ecuatoriano Durán Barba, busca imponer un modelo
de acumulación político basado en la (a) segmentación y la (b) presentificación.
Conocer ambas estrategias es el primer paso para enfrentarlas, acotarlas o
–incluso—utilizarlas a favor del proyecto nacional que encarnan Les Fernández.
La segmentación es una operación
destinada a detectar grupos de interés precisos que se identifican con demandas
específicas. Se busca interpelar dichos requerimientos ofreciéndoles una
solución o respuesta “sensible” a su petición: a los amantes de los perros, se
les contactará a través de candidatos que evidencian pasión por las mascotas. A
los deudores de UVA se los alentará con próximas leyes de refinanciación de su
deuda. A los veganos con el emplazamiento de mercados diferenciados en donde
estén prohibidos los alimentos provenientes de animales. Y así sucesivamente.
La obtención de la información
imprescindible para localizar a esos grupos está disponible a través de la
inteligencia artificial cuyos datos provienen de los celulares que utilizamos a
diario. Eso significa que al buscar información en al WEB o poner un “me gusta”
en alguna página nos adscribimos a un grupo de interés detectable. Con esas
trayectorias virtuales se nos agrupo y se nos dirige información personalizada.
En la campaña electoral que ya
estamos transitando existen “paquetes orientados” que buscarán por acción u oposición
aprovechar esta potencialidad: por acción, se dirigirán los mensajes
edulcorados a gusto del receptor. Pero por oposición se buscará generar
emociones de rechazo a los oponentes de los cambiemitas. Los paquetes dirigidos
a los amantes de los animales postularán a algún prominente dirigente
kirchnerista maltratando animales o una conversación telefónica privada donde
algún conocido de Les Fernández vociferan la necesidad de matar a las palomas.
En el caso de que los grupos operativos no lograsen obtener dichas evidencias
–para convertirlas en Hashtags y lograr que alcancen el sitial de agendas
públicas debatibles— los diseñadores de realidad virtual contratados ad-hoc
serán capaces de imitar voces de conocidos políticos del Campo Nacional y
Popular para hacerlos circular como fidedignos.
El otro gran eje de campaña se
basará en “el cara a cara”, acostumbrado modelo ya utilizado en las dos
campañas anteriores de 2015 y 2017. El esquema se sustenta, según los analistas
del PRO, en el consuetudinario déficit que pose el discurso público ideológico
(atribuido al nacionalismo popular y a la izquierda) de instaurar vínculos
horizontales. Según los analistas contratados por Marcos peña, el peronismo
posee una gran debilidad en ese terreno dada su necesidad de “bajar línea” y de
recurrir (discursivamente) a enemistades. En ese diferencial –deducen los
voceros del márketing político— la derecha posee amplias ventajas porque puede
establecer vínculos horizontales sin contaminar los encuentros con proyectos
políticos que enreden al votante con esfuerzos de comprensión o compromiso. El
lenguaje de la esperanza genérica, superficial y ficticia, la credibilidad
maquillada con simpatías videograbadas, la sonrisa impostada, la cotidianidad
vaciada de contenido, el deslizamiento frívolo por los acuciantes problemas y la
apelación humorística a las pasiones futbolísticas o culinarias.
Los Think Tank del macrismo consideran que en ese territorio tienen
primacías y que esas ventajas podrán ser activadas a la brevedad para recuperar
el espacio perdido por el caos socioeconómico instaurado desde el primer día
que asumieron el gobierno. Más allá de que esta hipótesis pueda ser errada,
existe algo de verosimilitud en la tarea encarada (“presentificación”) planeada
por el duranbarbismo. La militancia y los diferentes referentes políticos del
campo popular deberán diagnosticar con precisión –sin dogmatismo—cuándo es
dable una charla historiográfica sobre los dos proyectos en disputas desde hace
200 años y cuándo se debe tomar mate, escuchar, receptar demandas y expresarse
con abrazos y empoderamientos varios.
Los tecnócratas contratados por
la derecha argentina han instituido una lucidez perversa orientada a
interactuar ante las “casuales cámaras” para graficar escenas “libres de
pesadumbre ideológica”. El PRO se autoproclama como sujeto modernizador de las
relaciones políticas constituyéndolas en vínculos más apacibles, menos tediosos
o soporíferos (globos, colores,
sonrisitas) y desde ahí busca encuadrar el debate político, la ideología o los
proyectos de Nación en un territorio dispuesto por las traiciones populares para
justificar la corrupción. Lo simple –sugiere Duran Barba—es menos pasible de
resultar engañoso que lo complejo.
La segmentación y la presentificación también deben estar disponibles en la “caja de herramientas” de la militancia popular. Por supuesto que pueden (y deben) tener otros contenido explícito o latente. Pero ningún pertrecho favorable hay que dejarle a quienes tiene como únicos objetivos el enriquecimiento propio y la reducción de los derechos conquistados.
*Sociólogo. Periodista. Escritor. Director del Centro Latinoamericano de Estudios Estratégicos.
Imagen tomada de https://marcianosmx.com/panoptico-social-vigilado-por-amigos/
Fuente: Liliana López Foresi