• 21 de noviembre de 2024, 6:44
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El trabajo con los indecisos

Por Jorge Elbaum*

                                                      Apuntes de Sociología militante

El resultado de las próximas elecciones está muy vinculado al voto de los que hoy son indecisos e indiferentes. Esos dos grupos no son lo mismo. Los primeros van a ir a votar. Los segundos no es seguro. En ese marco, el activismo político popular tiene que conocer las características de cada uno de esos grupos porque una gran parte de su decisión estará condicionada o motivada en términos de cercanía.

Una gran parte de los actuales indecisos (que rondan el 20 por ciento) tiene características demográficas precisas: son mayores de 40 años, de sectores económicos de clase media y media-baja. Entre ese colectivos existen más mujeres que varones. Además, entre los indecisos e indiferentes, aparece una alta frecuencia de adultos mayores. Es imprescindible conocerlos para poder interactuar con ellxs, escucharlos y lograr interpretar sus demandas y en forma simultánea no provocar su antipatía en relación al proyecto del Frente de Todxs. 

Esos dos subconjuntos se encuentran indecisos porque están “tironeados” entre dos discursos contrapuestos: por un lado su realidad económica (empeorada desde la llegada del macrismo al poder) y por el otro por la corrupción (instituida como relato) por los medios hegemónicos.

Frente a esta realidad es imprescindible –sobre todo para quienes busquen contribuir a la victoria popular--, posicionar los intercambios y los diálogos en la situación de deterioro salarial, jubilatoria, en la inflación y en la potencialidad de que este escenario sea aún más decadente si continúan 4 años más.

Con estos colectivos el debate no debe ser sobre el pasado sino sobre el vínculo del presente con el futuro. Con continuidad del macrismo implica mayor caída del salario, reducción de al edad jubilatoria y incremento de la pobreza. Ese escenario prospectivo deteriorará las redes sociales, barriales y comunitarias, haciendo más vulnerables a los trabajadores, a los jubilados, los pensionados y los discapacitados.

En este grupo es donde hay que ser más atento y receptivo a las críticas, intentando no caer en situaciones defensivas del pasado. Hay que instalar la agenda en el presente y en el futuro. Y si para eso hay que conceder cuestionamientos que suponemos discutibles, hay que ejecutar la famosa “suspensión hermenéutica”, consistente en evitar que la agenda sea construida en forma ajena a los temas centrales que impactan en la vida cotidiana de la gente. Una vieja forma de empobrecer el debate es jerarquizar mal los intercambios: discutir el pasado, la corrupción o las características de tal o cual organización es contraproducente. El presente es el sufrimiento y las privaciones. El futuro posterior al 10 de diciembre una oportunidad de reconstrucción basada en la recuperación del trabajo y el consumo.

La contracara del modelo macrista implica –y es lo que hay que trabajar en términos de interacción-- beneficiar a los que se esfuerzan, a los que fortalecen los lazos familiares, a los que buscan una Argentina en crecimiento y sin recesión. Se trata –y debe insistirse en este punto—de poner a caminar la máquina de la productividad nacional hoy trabaja por la impericia y el fracaso del proyecto neoliberal.

Hay una Argentina deprimida y frustrada como producto del fiasco macrista. Se trata de sustituir la especulación y los tarifazos por el mercado interno y la ampliación de la capacidad de trabajo de los argentinos. Ese puede/debe ser el punto de partida de la ilusión: volver a creer en la capacidad (muchas veces demostradas) de que es posible irse de vacaciones, ahorrar para refaccionar la casa o para sacar un crédito. En síntesis: que las familias pueden proyectarse al futuro. Que los beneficiarios de las políticas no pueden ser unos pocos sino las mayorías sociales comprometidas con el esfuerzo laboral.

Eso implica cumplir con las deudas que esta sociedad tiene con los jubilados. Eso deber asumir un lugar prioritario en relación a otro tipo de deudas. Los adultos mayores no tienen tiempo para esperar. El FMI no se funde si pospone sus cobros o renegocia sus acreencias debido a la situación social de los grupos más vulnerables. No se trata de abandonar las responsabilidades de pago, sino de priorizar a qué deudo se va privilegiar.

El debate n o debe ser de nombres propios. No se trata de denigrar a quienes lideran el macrismo. Se trata de oponer plataformas: desocupación versus empleo / tarifazos versus cargas para los que más tienen. La serenidad y la firmeza son más convincentes que la agresividad, el resentimiento y la pretendida superioridad. 

Otro de los ejes de interés de este segmento es la inseguridad. En relación a esta temática hay que postular (y luego cumplir) con esquemas más eficientes de lucha contra el delito, que integren tanto la inclusión como la prevención sin ocultar el mando político riguroso sobre las fuerzas de seguridad para que utilicen variantes de inteligencia criminal capaces de evitar aquello que diariamente sufren –sobre todo—los más pobres, que carecen de propiedades con seguridad privada ni territorios custodiados en forma sistemática.

No hay que enredarse en la agenda macrista de campaña: evitar las agresiones y las provocaciones. Discutir proyectos de país y no nombres. Monitorear al propia soberbia es uno de los preceptos más relevantes. Eso significa señalar con claridad que “la corrupción está mal” como está mal robar, no importa quien lo haga. Debe instalarse algo refundacional en el discurso de campaña.

Si somos inteligentes, calmos y persistentes, y logramos transparentizar la diferencia entre la continuidad del presente y la posibilidad de reconstruir un mercado de trabajo, de consumo y de producción (donde la desocupación quede de lado) la posibilidades de vencer son más altas. Estar focalizados y saber que la victoria depende de miles de charlas minúsculas pero trascendentes implica asumir lo que está en juego en estas elecciones: el paso al abismo o la reconquista de la esperanza popular. Nada más ni nada menos.

 *Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, escritor, periodista, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).

Fuente: Liliana López Foresi

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