El Jueves Santo, el obispo “cura villero” a cargo de la arquidiócesis de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, en su homilía hizo mención a Carlos Mugica. Además de algunas nada felices referencias, nsistió en que – pareciera – Mugica fue “secuestrado” (¿por quién? ¿cuándo? ¿por qué? ¿para qué? ¿cómo?). Su acento – como es razonable en esa fecha – fue puesto en que “Carlos Mugica era sacerdote”. Aparentemente, los secuestradores habrían pretendido ocultar o negar esta dimensión de Carlos.
En estos días, en las rejas de la Catedral se han puesto importantes gigantografías de Mugica, y – para ser coherentes con lo dicho por el arzobispo – casi todas son fotos de Mugica en “actitud sacerdotal”. Incluso, además, el grupo de los curas villeros y los hogares de Cristo han puesto, en la parroquia donde Carlos fue asesinado, una cerámica, que inaugurarán hoy 11 de mayo, con motivos de los 50 años del martirio de Carlos, con una foto claramente “sacerdotal”.
Ante esto, quisiera señalar una serie de cosas:
1.- Solamente una persona con una ideología tan secular que negara la realidad ignoraría que Carlos se veía a sí mismo, se presentaba y amaba ser “sacerdote”.
2.- Pero sería anacrónico (o secuestrador a su vez) ignorar lo que Carlos decía, y cómo presentaba él su sacerdocio. Él se presentaba como “sacerdote”, pero lo que él decía sobre el “sacerdote” es lo que entendía él por eso, no lo que otros quisieran – ayer u hoy – que fuera. La cosa no es qué entendemos (o qué entienden los “difusores”) por “sacerdocio” sino qué decía Carlos sobre eso.
3.- Señalemos un elemento evidente: Carlos fue asesinado hace 50 años, es decir, la Iglesia, la teología, los estudios no dicen hoy lo mismo que decían ayer, e ignorarlo es, o bien necio, o bien fundamentalista. Por cierto, no sabemos qué diría hoy Carlos sobre los nuevos estudios teológicos, bíblicos, pastorales, sobre la Iglesia de hoy, etc. No lo sabemos ni podríamos saberlo, pero es evidente que Carlos no lo sabía. Dos ejemplos sencillos: (1) Cuando Carlos es asesinado, los estudios sobre el “Jesús histórico” eran prácticamente inexistentes porque se entendían como imposibles, cosa que – ciertamente – no ocurre hoy. Por eso no extraña que Carlos – al presentarlo – hable más de “Cristo” cuando hoy se suele hablar de “Jesús”, precisamente por su historicidad. (2) Los estudios bíblicos y teológicos contemporáneos han avanzado mucho sobre el tema del “sacerdocio”, obviamente Carlos no podría conocerlos. Por ejemplo (aunque lo intuye al hablar del “Sacerdote hoy”) en nuestros días es evidente que en el nuevo Testamento Jesús es presentado como el único y eterno sacerdote; en ese sentido, guiándonos por el NT, es difícil hablar de los ministerios como “sacerdocio” (eso no niega ni un poco el sacramento del orden, y el rol del presbiterado… el tema es si hablamos de “sacerdocio”); es por eso que en nuestro grupo preferimos entendernos como “curas” (OPP).
Juan Pablo II dio un paso importante cuando volvió a destacar el ministerio presbiteral como de “pastores” (Pastores dabo vobis). La cuestión es que el rol del “pastor” separa un poco al ministro del “altar” (lo “sacro”, el “sacer-docio”). Como “pastor”, el cura enseña, como pastor alienta la caridad, como pastor habla proféticamente… y no exclusivamente es algo que ocurre en el “altar” (en el espacio “sagrado”). Entender el ministerio presbiteral exclusivamente en función del altar es verdaderamente reduccionista y parcial. Y el Mugica “sacerdote” – que ciertamente celebraba la Eucaristía – era verdaderamente un ministro ordenado cuando iba a la TV, en las reuniones del MSTM, en las charlas – aunque el tema fuera originalmente político – él era un “ministro de Cristo”, y eso sólo puede negarlo un necio (o un secuestrador), pero reducir a Carlos al altar (como se ve en tantas de las fotos mencionadas) también es otro tipo de secuestro. Entender el “sacerdocio” en función del altar me hace preguntarme dónde cabe Cristo – Jesús en todo esto; un Jesús que nunca estuvo en un altar, un profeta rechazado y asesinado, un pastor que arriesgó su vida – como tantos lo hicieron, y Carlos entre ellos – y al que se la arrancaron por su compromiso militante en favor de los pobres. El pastor, que siente misericordia (característica central del rol del pastor en la Biblia), es el que guía y alimenta, sana y acompaña, reúne y apacigua. No hay altar en este pastor (este vendrá después y es insensato negarlo; pero no menos insensato es reducirlo a eso). Mugica hablaba – como era propio en su tiempo – de “sacerdocio”, pero entender cómo vivía él su ministerio podría ayudarnos a cambiar algunas fotos (bastantes) para “dejar a Mugica ser Mugica” y no acusar a otros de secuestro, ¡secuestrándolo! a su vez.
Fuente: Liliana López Foresi