• 21 de noviembre de 2024, 6:55
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El cuerpo de la política

Por Daniel Rosso*

Los cuerpos de los dirigentes gubernamentales fueron fotografiados y televisados en el instante en el que les inyectaban la vacuna Sputnik V. Lo que se vio, en una secuencia de unos pocos días, fue el primer plano del ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán, con la camisa desabrochada y el torso desnudo a punto de ser vacunado. Antes y después, se observaron, entre otros, los brazos del gobernador Axel Kicillof y del Presidente Alberto Fernández cuando eran inoculados con la vacuna rusa. Finalmente, vimos el instante en el que a la Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, le era inyectada en su brazo la Sputnik V.

De ese modo, ese líquido sospechado fue puesto en circulación en sus propios cuerpos: la sustancia, considerada un vehículo de la peligrosidad geopolítica y de la ideología “no occidental”, se deslizó en sus organismos como el único límite al aluvión destituyente de los medios opositores.

 La Sputnik V, a partir de entonces, navega dentro de los entrañas de la política argentina: lo que suceda allí será lo más parecido a un “discurso verdadero”. La refutación de lo que dicen los medios opositores ya no depende de los discursos políticos sino de las mismas vísceras del elenco gubernamental. Allí donde las palabras no alcanzan irrumpen tácticas supradiscursivas. Es como un pequeño éxodo estilístico: el deslizamiento desde los argumentos y los datos a las imágenes definitivas de una aguja entrando en los brazos desnudos de la política. De este modo, el cuerpo de los líderes gubernamentales funda una especie de epistemología definitiva. 

Por supuesto: esos cuerpos gubernamentales fueron inoculados con sustancias a la vez inoculadas. Un sistema concentrado de medios ha utilizado el desequilibrio comunicacional a su favor para introducir en esas vacunas una serie de atributos negativos. Es lo que ha conducido al gobierno a prácticas comunicacionales situadas más allá de lo verbal: en este caso, a colocar a los cuerpos como la continuidad de la defensa de la vacuna por otros medios. Es decir: como discurso de última instancia.

Según la última encuesta nacional de Analogías, un 52,4 por ciento del universo evaluado a través de una muestra de 2665 casos confía poco o nada en la seguridad y eficacia de la vacuna Sputnik V. Por eso, lo que ha ingresado en los organismos de los funcionarios es una sustancia peligrosa o ineficaz para una parte de la población. Lo que esos cuerpos deben producir con sus reacciones positivas es una desmentida final de toda esa semiótica aterrorizadora. 

La cadena estigmatizante no tiene fin

En los medios opositores, mientras tanto, la argumentación en contra de la vacuna rusa y del proceso de vacunación continúa por sucesivas sustituciones argumentales. En una nota en Clarín titulada “Los estudios de la vacuna Sputnik: el rechazo de Brasil y por qué la ANMAT no puede difundir información” se preguntan: “¿Por qué si la ANMAT, el Ministerio de Salud, científicos de renombre y las principales sociedades de médicos de Argentina le dieron su visto bueno a la vacuna rusa Sputnik V, todavía hay voces que, sin cuestionar al fármaco en sí, insisten en una falta de información, en que la vacuna vino “floja de papeles” y que debería difundirse el informe técnico con datos preliminares de fase 3 para darle transparencia al proceso?”. Es decir: reconocen que la vacuna rusa tiene aprobación científica pero, sin embargo, continúa siendo cuestionada. Es la crítica después de la crítica.  Es la continuidad de la sospecha por la sospecha. Los medios opositores avanzan por sustitución de argumentos. Los que caen son reemplazados por otros pero la cadena estigmatizante no se cierra: se transforma y continúa. Por eso, el cuerpo es el único lugar de detención de esta cadena de estigmas. Es el último recurso. 

Los cuerpos globales

Desde hace años, los cuerpos globales son objetos de las estrategias de marketing de las trasnacionales globales. Un alto porcentaje de las publicidades televisivas, en los horarios centrales, suelen estar dirigidas a  “cuidar” los organismos de los consumidores y consumidoras a escala planetaria. 

Esa globalización de las trasnacionales farmacéuticas y cosméticas es previa a la globalización del virus. Pero hay un elemento en común: tanto el virus y las vacunas para detenerlo, como los miles de productos de esas industrias destinados a proteger o reparar los organismos humanos buscan ingresar a los cuerpos de los millones de habitantes del planeta. Mediante un sofisticado aparato de marketing y propaganda estos productos son instalados en la mente de los consumidores como herramientas disponibles contra el dolor. Por eso, a esos cuerpos posnacionales entran permanentemente y sin resistencias millones de sustancias orales e inyectables.  De allí que la estigmatización de la vacuna rusa es simultánea al sostenido impulso del consumo de las mercancías de las industrias farmacéuticas occidentales. Las tandas de la televisión local alternan publicidades diversas de esos productos. Algunos son comunicados con estilos vinculados al saber médico, otros con formatos más asociados al mundo del espectáculo. Pero todos hacen una promesa común: interceptan dolores en el cuerpo o eliminan sus imperfecciones. Los habitantes del mundo se diferencian entre los que pueden suprimir esos dolores y los que están por fuera de esta analgésica planetaria.

En la publicidad de Geniol, por ejemplo, protagonizada por Guillermo Francella, hay un genio que aparece y desaparece. Con cada una de sus irrupciones los dolores son eliminados. Con Cicatricure se reducen las cicatrices. Piecidex hace desaparecer los hongos de los pies. Alikal, doble acción y doble alivio, también combate todos los dolores. Además, te permite jugar al paintball nada menos que con Bruce Willis. Tafirol, con un mayor predominio del discurso médico, es presentado como un medicamento avalado por la Sociedad Argentina de Medicina con triple acción analgésica. Bengue desinflamante, es imparable contra el dolor. Bagohepat digestivo, elimina los malestares estomacales. Y hay muchas más de estas publicidades en el prime time de la televisión argentina. La vacuna rusa, por supuesto, no es parte de ese aparato trasnacional y local de producción farmacológica liderada por empresas como Roche, Bayer, Pfizer, Abbott, Merck, Sanofi, Novartis y Genomma Lab junto a un grupo de laboratorios nacionales que trabajan, la mayoría de ellos, con insumos externos. 

 Por eso, a la par de la maquinaria de marketing que promueve el ingreso de los productos occidentales en los cuerpos, hay una operación antimarketing para que la vacuna rusa sea resistida por los consumidores y consumidoras globales.

Los cuerpos nacionales

A esos cuerpos globales,  lugar de ingreso de la farmacología trasnacional y local, los dirigentes gubernamentales antepusieron sus propios cuerpos nacionales: en ellos ingresó la vacuna rusa, cuestionada por una serie de comunicadores que defienden el monopolio del mercado  para los fármacos occidentales y son, a la vez, voces orgánicas del establishment político y económico local.  

El éxodo desde los discursos verbales hacia los cuerpos de la política fue una buena táctica. La vacuna estigmatizada va perdiendo definitivamente su estigma cuando ya en el interior de esos cuerpos va exhibiendo sus beneficios. Pero es una táctica, no una estrategia. La operación y gestión de la vacuna supone traerla, distribuirla e inyectarla. Pero también comunicarla: decir qué es, quien la produce, los certificados que la autorizan, que especificidades tiene. Al aparato de marketing trasnacional y de las fuerzas conservadoras locales es necesario enfrentarlo con una gestión gubernamental integrada de la comunicación. 

Tiene razón el gobernador Axel Kicillof cuando afirma en la última entrevista en Página 12: "Yo tenía alguna inquietud cuando lanzamos la pre inscripción para la vacunación, sobre qué llegada había tenido la campaña anti vacunas. Y la verdad es que en poco menos de un mes, y sin hacer ninguna acción comunicacional fuerte, superamos el millón de inscriptos. Yo creo que la campaña anti vacunas está liquidada". Pero ello no debería conducirnos a suponer que no es necesario gestionar integralmente la comunicación. La táctica de poner los cuerpos de la política como alternativa a los cuerpos globales es un buen ejemplo de gestión comunicacional. Pero es necesario recordar, una vez más, que estamos ante aparatos de comunicación trasnacionales y locales de incidencia en toda la agenda. No hay proyecto nacional sin estrategia comunicacional. 

Una última cuestión: si efectivamente, como dice el gobernador, “la campaña antivacunas está liquidada” quedará pendiente hacer la historia reciente, objetiva y rigurosa, del columnismo antinacional que difamó la Sputnik V. Hay que hacerlo por una razón política: para que no mantengan intacto su capital simbólico para próximas campañas estigmatizantes. Las políticas de la memoria tienen que ser, también, políticas de la memoria del presente. 



Fuente: Liliana López Foresi

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