• 21 de noviembre de 2024, 7:13
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El alto precio de cambiar Dirigentes por Candidatos

Por Carlos Caramello

“El elector goza del sagrado privilegio 
de votar por un candidato que eligieron otros”.
Ambrose Bierce 

Dirigentes sociales, políticos anche sindicales advierten, desde los diarios, la TV, las radios y las redes sobre el clima de desestabilización que enfrenta hoy el Gobierno. Diputados del Frente de Todos (FdT) se rasgan las vestiduras como Caifás frente a las "maniobras y expresiones de neto corte golpista"; sindicalistas de alto rango y diferentes ramas de la producción expresan su inquietud por los sectores que intentan "desestabilizar" al Gobierno con "corridas financieras y suba de precios" y hasta desde los movimientos sociales se alzan voces advirtiendo sobre “sectores económicos concentrados que intentan avanzar en un proceso de desestabilización política”. Incluso algún miembro del gabinete presidencial se ha sentido compelido a recordarnos que el presidente fue votado para que gobierne hasta 2023.

Todo bien. Sin lugar a dudas es relevante que sus dirigentes adviertan a la sociedad sobre lo que acontece. Ahora bien, el hombre, la mujer de a pie espera y aspira a acciones, además de advertencias. Y es allí donde surge la pregunta: ¿qué nos pasó? ¿cuándo fue que perdimos a aquellos líderes capaces de conducir el conflicto y colocarlo en vientos favorables y cuándo que recibimos estos comentaristas endogámicos de la situación?

Bueno, la verdad es que no podría determinar el momento preciso. Pero sí aventurar el porqué: los Partidos dejaron de formar dirigentes para inventar candidatos. Porque la política dejó de hacerse en la calle y empezó a hacerse en la TV, las radios, los diarios y, ahora, para completarla, en las redes. Y porque se dejó la vieja costumbre de llevar soluciones al barrio para hundirse en la pegajosa tibieza del slogan. 

Si a eso le sumás la “corrección política”, la necesidad de “unir la grieta”, la decisión de avanzar por “la ancha avenida del medio” y la falta de toda épica, de todo desafío, de toda convocatoria a la lucha porque eso hoy “no garpa”, ahí aparece el más absoluto desencanto social que, como no puede ser de otra manera, comienza a prender en los jóvenes. 

Prisionera como está, la clase política, de un “conservadurismo” que nada tiene que ver con lo ideológico sino más bien con lo que creen, o entienden, o les explican es su sistema de supervivencia, la “anti-política” (esa asociación ilícita armada entre pocos para saquear más y mejor al Estado que muchos apoyan), seguirá ensoberbeciéndose, trampeando, paseándose sin ropa, haciendo cualquiera sin pagar ningún costo. Sencillamente porque saben que “no somos ellos”… 

Lo que, a esta altura, no sé si es bueno o es malo para el Pueblo.

Imagen: 123RF

Fuente: Liliana López Foresi

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