La reciente noticia de que la
Cancillería Argentina solicitó dejar sin efecto la Decisión del Consejo del
Mercado Común Nro 32/00 es el último eslabón para cumplimentar el plan de
desintegración regional que lidera Mauricio Macri.
En efecto, dicha decisión, más
conocida como el mandato 4 + 1, es la
que establece el compromiso del Mercosur de negociar los acuerdos comerciales
con otros Estados o bloques regionales de manera conjunta e integrada. Es sin
dudas uno de los instrumentos jurídicos del Mercosur más trascendentes en
materia de relaciones económicas internacionales ya que consolida el espíritu y
la voluntad política de los Estados Partes de actuar en el escenario
internacional, en materia comercial, como un bloque compacto frente a terceros,
uno de los objetivos fundacionales del Tratado de Asunción.
Derogar esta Decisión es dictar
sentencia de muerte al Mercosur como bloque regional y como instrumento
contundente de negociación internacional en un escenario global multilateral
cada vez más complejo
SI bien la desesperación del gobierno
de Mauricio Macri de mostrar algún resultado concreto en materia de relaciones
internacionales es parte de sus tantas frustradas obsesiones, tal conducta se evidencia en la posición Argentina en el proceso negociador del Tratado con la Unión
Europea en el otorgamiento de innumerables concesiones.
En mi opinión esta estrategia va más
allá de la firma de un TLC.
Macri es en la región uno de los
líderes de la derecha al que no se le puede negar legitimidad de origen,
Argentina es un actor relevante en la subregión y su opinión y envergadura
tienen un peso específico definido en América del Sur.
No es casualidad que a partir de la
asunción de Macri a la Presidencia Argentina se hayan sucedido numerosas
acciones que confirman el espíritu de desintegración regional del actual
gobierno argentino, cuyo giro de 180° respecto al gobierno anterior ha sido
evidente, en su política de “inserción inteligente en el mundo” promoviendo un alineamiento acrítico con las políticas y estrategias de los Estados
Unidos de América, que hasta el momento le han dado muy magros resultados
concretos, no más allá de algunas toneladas de limones.
Macri ha sido y es uno de los
promotores del hostigamiento regional permanente al gobierno de Venezuela. No sólo promovió la suspensión del hermano
país caribeño del Mercosur, dicho sea de paso por causas insólitas como fueron
los argumentos de no haber incorporado la normativa regional a su ordenamiento
jurídico interno, si no que no cesa de agredir al gobierno electo de Nicolás
Maduro desde todos los foros posibles, Grupo Lima mediante, grupo de países que
demuestran tener más interés en aportar dificultades que soluciones a la compleja
situación venezolana.
En su última intervención en el marco
de la 73 ° sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas anunció que
Argentina va a denunciar a Venezuela ante la Corte Penal Internacional, una
acción que demuestra un grado de agresión inédito en tiempos de paz en América
del Sur.
Continuando con el accionar del
gobierno de Macri dentro del proceso de esmerilización del Mercosur, recordemos
que ha tomado la decisión de no realizar más Cumbres Sociales, en el marco de
las actividades oficiales de las Cumbres de Jefes de Estado, restándole entidad
y apoyo a la dimensión política y social del bloque. Tal es así que el otrora
activo Consejo Consultivo de la Sociedad Civil que opera en el marco de la
Cancillería Argentina, es hoy parte de un buroducto.
Recordemos que Mauricio Macri fue el
primer presidente en visitar a Michel Temer en Brasilia luego del vergonzoso
proceso de juicio político que terminó con la destitución de la presidenta
electa Dilma Rousseff.
Los ejemplos son varios, pero no
quiero dejar de mencionar uno en particular. El gobierno de Macri ha
desobedecido una sentencia de la Cámara Nacional Electoral que obligaba al
Estado Argentino a hacerse cargo de las remuneraciones que deben percibir por
ley los Parlamentarios del Mercosur electos por la República Argentina. Si el
Parlasur funciona bien, mal o regular es otra discusión, pero la ley 27120
establece que los parlamentarios electos deben percibir una remuneración, lo
cual no es cumplido por el actual gobierno.
El Gobierno de Macri también ha sido
uno de los impulsores de la prácticamente disolución de la UNASUR al promover,
junto con otros países, la suspensión de
participar en dicho foro subregional. Comunicación que se hizo pública ni bien
concluyera la Presidencia Pro tempore Argentina la cual no promovió una sola
Cumbre de Jefes de Estado. La excusa esgrimida por el gobierno de Macri
(encaprichado en que el Secretario General fuera José Octavio Bordón) es
inverosímil y denota una falta de apego total a los procedimientos de consenso
que rigen las instituciones regionales sudamericanas.
Resta el otro bloque continental
creado en la década pasada, la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, cuyas acciones están bajo la línea de flotación y cuyo mayor logro
en los últimos tres años son los pocos encuentro ministeriales con representantes de la Unión
Europea, sin convocarse a ninguna Cumbre de Jefes de Estado, ni por ende tomar
alguna decisión trascedente.
En algo más de dos años el proceso de
desintegración regional promovido por el gobierno de Macri, en el actual
contexto de avance de la derecha sudamericana, ha tenido una eficacia notable.
Tal vez sea el mayor logro que pueda exhibir como líder regional.
Asesor
del Opeir (Observatorio Parlamentario y Electoral para la Integración Regional
del Bloque FpV-PJ Cámara de Diputados de la Nación)