Apunte de Sociología Militante
La debacle macrista abre las
compuertas a dos desafíos colosales. Por un lado juntar los escombros del
proyecto neoliberal, sobre todo privilegiando a los más vulnerables, y por el
otros iniciar un proceso de riguroso seguimiento político de quienes (al otro
día de la asunción presidencial) va a empezar a taladrar los cimientos de toda
la reconstrucción democrática.
Lo que se suele silenciar en los
análisis políticos se refiere a la piedra de toque de la distribución de la
propiedad y la riqueza. De la propiedad porque uno de los grandes secretos del
modelo neoliberal es la apropiación de factores claros de la economía al
servicio de su intereses particulares. Si los resortes del desarrollo económico
y productivo –como por ejemplo el sistema nacional de energía— es del propiedad
del Estado, sus decisiones no estarían, como lo están hoy, orientadas al lucro.
Si el sistema financiero tuviese una disposición al crédito social y productivo
sus beneficios no serían robados al resto de la sociedad en formato fuga de
capitales. De la riqueza, el eje central pasa por el poder adquisitivo del
salario y la capacidad del movimiento obrero para debatir su valor en las
negociaciones con los empresarios y con el Estado. Cuando se abren las
importaciones y al mismo tiempo se privilegia la tasa de interés (con el
objetivo supuesto o real de bajar al inflación) se aumenta la desocupación y se
deteriora la capacidad de los sindicatos para discutir aumentos salariales.
Cuando, en forma paralela, la inflación supera los incrementos salariales, nos
ubicamos en el escenario buscado por el neoliberalismo: reducir lo que ellos
llaman el “costo laboral” y garantizarse una porción mas significativa de la
riqueza social acumulada, generada por el valor agregado del trabajo.
Si esta estructuración se combina
con el control de los sectores que tienen acceso a las divisas externas (es
decir que exportan y que logran obtener una porción mayor de la riqueza con
cada devaluación), nos encontramos con grupos que establecen una estrategia de
pinzas similar a un expoliación genérica: despojan hacia el interior del
mercado interno porque logran pagarles menos a sus trabajadores (que temen
perder el empleo y por ende negocian sus salarios a la baja), y –en forma
paralela— acrecientan sus recursos mediante devaluaciones sistemáticas.
El futuro gobierno popular tendrá
el doble desafío de combatir estos dos desfalcos, amparados por el modelo
neoliberal. Y eso significa que deberá enfrentar a facciones muy poderosas.
Sectores que durante todo el kirchnerismo socavaron la gobierno popular de
todas las formas posibles. Y que hoy, 4 años después, cuentan con más riqueza
relativa que antes debido al ajuste estructural que los benefició (“por
arriba”, en relación al blindaje de la devaluación y “por abajo” ajustando el
salario). A eso hay que agregarle el posicionamiento brutal de quienes los han
amparado en los dos últimos siglos: las lógicas imperiales. Eso implica que una
vez que Alberto y Cristina asuman empezará la repetida tarea de minar al
gobierno popular mediante la conocida estrategia de tijera, fundada en socavar
la imagen internacional del gobierno acusándolo de populista y –de ser
posible—ubicándolo en el lugar de lo antidemocrático, salvaje o autoritario.
Sus socios locales, los grupos monopólicos (sobre todo los del complejo
agroexportador, las mientras, el sector financiero y las energéticas) se
encargaran de combatir cualquier forma de distribución de la riqueza o control
de la política cambiaria.
Frente a esta realidad, será necesario abroquelar la Unidad
conseguida, evitar peleas fratricidas al interior del campo popular y priorizar
el enfrentamiento a esas dos posiciones (externa e interna) que el macrismo
consolidó e incluso amplió. Como estrategia de interacción con esas posiciones
habrá que intentar que no logren –sobre todo a través de dispositivos mediáticos—
dividir al Frente de Todxs.
La ingenuidad ha sido una las
características que más han debilitado al movimiento nacional. Desde el 1º de
diciembre la antipatria va a trabajar para destrozar la Unidad y resquebrajar
su potencial transformador. Hacer un seguimiento continuado y sistemático sobre
su comportamiento, sus estrategias, sus procedimientos y sus mecanismos de
cooptación de actores políticos, será una de las tareas más relevantes de
quienes creemos que no es posible perder más oportunidades de construir una
Patria para Todxs. Esa disposición no garantiza --de por sí--, nada. Pero no puede obviarse. Es demasiado
lo que está en juego.