Reconozco que hay cosas que me cuestan mucho entender. Es evidente que los sentires, las expresiones culturales y las vivencias profundas de “otros” no son fáciles de comprender. No es fácil poner en palabra las experiencias vitales o existenciales más profundas. La gran mística y mártir judía Etty Hillesum, cuando hablaba de los campos de concentración, Westerbork y Auschwitz decía que para explicar tanto horror haría falta un poeta. ¡Y uno muy bueno!, refuerza. Es así que desde mi ignorancia se vuelve muy difícil, si no imposible, comprender lo que está pasando en Chile. Nada parecía indicar que esto iba a ocurrir. Si hasta les habían dejado claro a “los cabros” que se vayan porque “no prendió”. Y de golpe, en el país más ordenado, prolijo y equilibrado de América Latina “pasaron cosas”. Y siguen pasando cosas.
Desconozco lo que ocurre, por no tener la lucidez de Cecilia Morel, que como buena orientadora familiar “orienta” la reflexión y a la gran familia chilena, nos explica que se trata de una invasión alienígena. Complementando con lo dicho por su amadísimo esposo Sebastián, sabemos que se trata de una guerra. ¡Y estamos muy lejos del 4 de julio!, que es cuando nos liberan… ¡Es de esperar, entonces, que los pacos estén preparados para esto tan difícil! Los que pudimos ver cargando televisores LED en una camioneta de carabineros seguramente lo han hecho para poder seguir en tiempo real los pasos de la invasión.
Pero lo que no logro entender es por qué los alienígenas insisten en perjudicar nuestros países latinoamericanos. No les bastó con asesinar al probo fiscal Nisman cerrando las puertas interiores que sólo ellos pueden atravesar; no les bastó con introyectar la mono-neurona coja del dizque presidente del Brasil para poner sus palabras en boca de este en las Naciones Unidas; no les bastó con impulsar indígenas ecuatorianos a las calles o con disfrazarse de monja uribista para reclamar la no-justicia del derechista de centro, tirano democrático. No, no les bastó, y ahora invaden a nuestro hermano trasandino (teniendo en cuenta que los argentinos somos trasandinos para los chilenos, por cierto). Pero menos mal que hay personas lúcidas de uno y otro lado de la cordillera. No nos olvidamos que en Chile hay mapuche, y sabemos cuán terroristas estos son (ya fueron ellos los que llevaron a Santiago a su propio suicidio para perjudicar a nuestros “pacos” locales). Por suerte, además, el equilibrio encarnado que ostenta el candidato oficial a la vicepresidencia nos ilustra que estos alienígenas simulan nacionalidades venezolanas y cubanas. Ya nos aclarará la pitonisa, ausente por oración por la Patria, que viajaron en un buquebús. Y la mejor prueba de que lo hicieron, acotará el fiscal Deltan Dallagnol, es que no figuran sus nombres en las listas de pasajeros, como no figura el nombre de Lula en la compra del departamento. Por suerte hay gente que sabe poner esto en palabras claras y distintas y podemos entender cosas tan complicadas. La senda está trazada, y, seguramente, mañana Joaquín lo hará público. Santoro está ocupado.
*Teólogo. Integrante del Grupo de Curas en Opción por los Pobres.
Foto: http://cuandofuimoslosmejores.com/la-serie-alf/alf-y-el-gato/
Fuente: Blog 1 de Eduardo de la Serna