Esa frase
generalmente va acompañada por un tono ominoso e insultos variados, de acuerdo al particular
estilo tanto del líder como de los seguidores. En los grupos que sigo en las
redes sociales, es muy frecuente sobre todo las mujeres relatar casos de este
tipo,en la calle,en el
colectivo,atravesados por una violencia inaudita.
Cierto
es que algunos “ya vieron”, como atestiguan los más de 300 incidentes con
homosexuales, negros y mujeres sospechadas de feministas o activistas…uno de
los casos más comentados en estos días fue el de una joven en tratamiento oncológico y escaso cabello
que ,tomada por homosexual fue objeto de
una paliza por parte de una patota de electores del “mito”.
El
acelerado desmonte de la riqueza
amazónica –en los últimos tres meses se desmató más que en un año, los ataques
renovados a las comunidades indígenas
nos hablan de una atmósfera pesadillesca que muchos sectores sociales-la
grande mayoría que no votó en la
opción fascista- observan con la suerte
de asombro extático reservado justamente a lo onírico siniestro….
No
me detendré aquí en rigurosos análisis políticos que entiendo ya se han escrito con claridad y profundidad. Me
interesa pensar en algunos trazos de esta realidad que aparecen como novedosos pero en realidad son
muy antiguos, casi diría estructrales.
Uno
de ellos es la violencia que caracteriza la formación social brasilera,
violencia que si bien entiendo es común
a la formación de las sociedades en este continente, en Brasil está profundamente imbricada con un hilo conductor de la trama hasta hoy profundamente vigente: el régimen esclavista
y sus marcas.
El
presidente electo ha hecho de lo soez y
brutal una de sus formas de llamar la atención hacia su pobrísima persona.En una entrevista realizada en un
programa de gran audiencia de la TV
Globo, hace ya varios años el conductor del programa Jô Soares ,le pregunta si era cierto que el
proponía el fusilamiento sumario del ex
presidente Fernando Henrique Cardoso en razón de procesos de privatización
realizados en su gobierno,a lo cual Bolsonaro responde que si,que era verdad
.Ante esto,el conductor le dice “pero eso es una barbaridad!”.Bolsonaro,muy
sonriente ,suelta esta frase, bien significativa de su estrategia: “ Si,pero si
no fuera por esa barbaridad,yo no estaría aquí”lo cual es probablemente muy
verdadero.En 27 años de pertenecer a lo que se llama “el bajo clero”,o sea esa
parte de la cámara de diputados
caracterizada por la mediocridad y la inoperancia,generalmente electa
por componendas ,este señor presentó dos (si,dos) propuestas de poca monta y se
ocupó de obstruir cualquier iniciativa progresista que caia en su mano.
Sin
embargo,ese recorrido lo interiorizó profundamente en los mecanismos utilizables en uso propio
existentes en los corredores de la baja política .Tal es así que instaló dos de
sus hijos en la diputación y planea iniciar el ultimo ,que a la sazón cuenta
con 19 años.El modo de moverse de Bolsonaro es el de un “coronel”,sin que su
raigambre lo indique como tal,porque los llamados coroneles eran los barones
del azúcar y el café que adoptaban esa
nominación para marcar su poder. Sin embarog,él se ha movido con una impunidad
aceptada y tolerada por aquellos que debían advertirlo-por decir lo mínimo-de
sus frecuentes ataques a las leyes
vigentes.
Los
hacedores de la política brasilera, en las últimas décadas, el Partido de los
Trabajadores y el PSDB, jamas lo tomaron en serio. Era una “figura
folclórica”-y aquí recuerdo la figura del malhadado canalla riojano- que
lentamente fue concitando alrededor suyo un conjunto de fuerzas extremamente
reaccionarias en una construcción que
resultó en su candidatura y posterior triunfo.
Ciertamente, ese estilo brutal supo interpretar el trazo latente y actuante en los vínculos de una sociedad que asesina a la juventud pobre de la periferia, que practica hace siglos la política del gatillo fácil, que ostenta el triste privilegio de ser primero en femicidios en el continente y donde es muy frecuente en una discusión callejera que alguien –generalmente a los gritos- profiera el conocido ”usted sabe con quien está hablando? En mis muchos años de Brasil coleccioné innúmeros ejemplos de esa violencia, que, curiosamente también está naturalizada en el cotidiano por los mismos que la denuncian y la combaten… pero esto nos abre otra puerta. Para después.