• 21 de noviembre de 2024, 6:57
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Argentina: la secta que condiciona a Milei

Por Denis Warrior*

Nada espiritual como no sea un fuerte snobismo y la necesidad de construir relaciones con lo que el propio Javier Milei, en su singular y alucinada cosmovisión geopolítica, considera fuente de poder.

Quienes conocen bien “la colectividad” saben que el vínculo de Javier Milei con “lo judío” nace a partir de su relación con Carlos Maslatón, de quién en este tiempo estaría aparentemente distanciado. Maslatón que ahora cuenta con la celebración del kirchnerismo mediático, fue el principal dirigente universitario de la otrora poderosa ultraliberal Unión Para la Apertura Universitaria de los años 90 en pleno menemismo.

Maslatón es descendiente judío marroquí, sefaradí, y los judíos marroquíes tienen su sede donde funciona todo junto; templo, club social y deportivo, y mutual, en la zona de San Telmo de Buenos Aires, la sede que llaman ACILBA por su sigla, y también en Palermo ahora frecuentada más asiduamente por el presidente, para visitar a quien define (además de a su hermana) como su guía espiritual, el Rabino Axel Wahnish.

Su fanatismo por la sesgada historia que conoce a cerca del Estado de Israel lo ha empujado a relacionarse con lo judío en una confusión que termina hermanándolo con la secta Lubavitch, presentado por el propio Wahnish, ortodoxa pero no sionista tampoco antiisraelí como lo es Neturei Karta, con la cual intentará, si es que lo hace en su ciclotimia manifiesta, su conversión.

Este coqueteo obsceno de Milei con el judaísmo preocupa a algunos dirigentes de la colectividad respecto de que pueda identificarse las acciones del presidente con el judaísmo.

En Argentina están prohibidas las conversiones al judaísmo desde principios del siglo pasado, por lo cual suele ensayarse la preparación y luego consagrarse la ceremonia en Uruguay, Nueva York o Estados Unidos. Y hay variadas congregaciones que propondrán distintas ritualidades de conversión, aporte económico mediante, y más o menos perentorio según la necesidad de judaizarse, por ejemplo, ante un casamiento. Pero cualesquiera de las vertientes ortodoxas son muy rigurosos con la cuestión, e incluso el método consiste en debates eternos donde sabios y rabinos experimentados intentan que el candidato desista de sus intenciones, se lo desalienta.

La conversión es dificilísima. Dura más de un año, y tiene que estudiar, tiene que aprender hebreo, porque ahí todos los principios ortodoxos señalan que, si alguien se quiere convertir, los religiosos tienen que tratar de convencerlo para que no se convierta. Obviamente, por supuesto que hay conversos, no muchos. Suelen ser bastante exigentes y, por supuesto, sí o sí, un converso tiene que circuncidarse.

Un converso tiene que ser observador de los preceptos religiosos, justamente ese es uno de los argumentos que ha esgrimido Javier Milei en círculos de confianza para argumentar su “demora” en el proceso; “no puedo dejar de presidir el país porque es shabat”, dice el ignorante sin comprender, limitado por su aprendizaje cristiano de escuela secundaria del viejo testamento, que se pueden aceptar excepciones a la observancia del reposo por razones de responsabilidad comunitaria que pueden derivarse de la consideración de otros principios éticos y morales presentes en la Torá y en la literatura rabínica. Pero sobre la ética judía, uno que aprende judaísmo desde la catequesis cristiana y con consultas fugaces a un rabino que hace terapia de parejas es probable que no lo conozca.

Viviana Canosa (Boreztein) o Victoria Vanucci (Garfunkel) se convirtieron a un judaísmo ligth haciendo un cursito de tres meses una vez por semana como una catequesis, y, previo aporte voluntario financiero, listo, ya eran hijas del pueblo de Israel. Nunca supe de su derrotero identitario posterior una vez que se divorciaron de sus millonarios consortes judíos.

Esta impostura religiosa le ha servido a Milei para llegar a diferentes empresarios. Tzvi Grunblatt, director de Jabad Lubavitch en Argentina desde hace varias décadas se ha acercado mucho al presidente y termina siendo el puente con su jefe el poderoso Elstein.

Los Lubavitch son una secta ortodoxa y reaccionaria, misógina y anti-palestina, del judaísmo. Tienen sede en Nueva York. No son sionistas, pero tampoco anti-israelíes. Su capital no está en Jerusalén. está en New York. Especialmente en Wall Street. Y son partidarios (al igual que los neo-pentecostales) de una teología de la abundancia. Es decir, si sos rico es que Dios te benefició. Y la pobreza es por culpa del pobre: Dios lo castigó.

Como con los perdones del catolicismo de la época de los cismas, este grupo ha amasado grandes fortunas con el negocio del perdón.  En Argentina, el empresario y tesorero del Congreso Judío Mundial, sionista él, Elstein, de IRSA, es principal contribuyente a esta secta. Por sus contactos con el poder económico, puede compararse este grupo con lo que en el catolicismo es el Opus Dei. Los Werthein, la familia sionista que comanda un holding poderoso de inversiones en medios, agro, alimentos y finanzas, destacados dirigentes del Congreso Judío Latinoamericano tienen bastante vínculo con ellos, además de Elstein. Gerardo, uno de ellos autonomizado últimamente, será el embajador de Milei en Estados Unidos.

Ambos poderosos empresarios con intereses en Israel y en Argentina, fueron los que acompañaron a Javier Milei y su consorte hermana al lugar de peregrinación de los Lubavitch, «El Ohel», la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson, mejor conocido como «el rebe de Lubavitch», fallecido en 1994. Casi el mesías para algunos.

El viaje sirvió para además visitar Washington donde los empresarios y su amigo embajador estadounidense en Argentina lo reunieron con importantes dirigentes del Departamento de Estado para atemperar el programa de Milei y hacerlo sustentable.

La lectura de Mis gloriosos hermanos de Howard Fast, un escritor judío norteamericano de novelas épicas que le permitió ahorrarse el largo libro Macabeos de la Biblia, es de donde rescató una cita que se convertirá en consigna y con la que pretenderá congraciarse con un electorado espiritual; «En una batalla, la victoria no depende del número de soldados, sino de las fuerzas del cielo».

Antes de emprender su periplo neoyorquino, el presidente asistió a una tradicional celebración judía, la havdalah, ceremonia de separación del Shabat del resto de los días que componen la semana. Allí recibió la bendición del rabino David Pinto Shlita que le dijo en perfecto inglés en Balvanera, Argentina; “I celebrate this beautiful country, Argentina, and I pray to God to protect the Argentine Nation so that it may return to what it was before. I am confident that with God’s help, you will assist the Nation, and with the people of Argentina, you will achieve it”[1], a lo que Milei respondió; «Thank you, thank you, rabbin».

Una rápida lectura de los cargos importantes en sectores claves de la economía y las finanzas permitirá inferir el marco de alianzas que está construyendo el pretenciosamente mesiánico Milei.

La presencia de Zelenski en la ceremonia de traspaso, la intención de visitar Israel a penas asumido en sus funciones, los alineamientos sin cortapisas con la diplomacia norteamericana, exponen un gobierno claramente comprometido en el redespliegue norteamericano y un país expuesto al saqueo, la depredación y la recolonización.

Como en 1806-7 el fracaso militar redundó en una victoria política para Gran Bretaña que más tarde colonizó la economía y el músculo nacional. Ahora estos actores, devotos discretos de Herzl y sus planes alternativos de ocupación patagónica, supremacistas, no necesitan más que concretar negocios para consolidar su colonización de la economía, las finanzas, los medios de comunicación y el territorio y músculo nacional. Y Milei es su facilitador a cambio de su sosiego en la inquietud y curiosidad por una cábala o alguna que otra ceremonia.

* Periodista y analista internacional

Foto de portada: bairescentromedios.com/

Referencias:

[1] «Celebro a este hermoso país, la Argentina, y pido a Dios que proteja a la Nación Argentina para que vuelva a ser lo que fue antes. Estoy seguro que con la ayuda de Dios ayudarás a la Nación y, con el pueblo de la Argentina, lo lograrás»

Fuente: PIA Global

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