Apuntes de La Pedrera, Villa Mercedes, Sal Luis.
El encuentro de San Luis motoriza una de las secciones simultáneas desde donde se pretende conformar un polo de oposición unificado contra el neoliberalismo. Paralelamente en la Provincia de Buenos Aires y en CABA de desarrollaron iniciativas convergentes que van en esa misma linea. El congreso de PJ provincial y las jornadas que se desarrollan hoy domingo 18 de marzo en la UMET, son actividades que privilegian una suerte de unidad frente al total espanto que produce el macrismo.
Existen tres ideas fuerza que marcan este proceso de “barajar y dar de nuevo” donde diferentes actores asumen claramente la necesidad de evitar las exclusiones cariocinéticas. Por un lado la evidencia que tres peronismos es la explicación de toda derrota. En segundo término que se requiere un programa aglutinador para despues definir candidaturas. Y, por último, que la tarea electoral debe incorporar a sectores populares que no se encuentran dentro del PJ.
Urtubey fue el único que planteó un límite —CFK— y fue Alberto Fernández quien lo puso en caja. Quedan un año y siete meses para las elecciones y la campaña electoral genérica se estaría iniciando luego del Mundial de Rusia, o sea dentro de veinte semanas.
Desde distintos enclaves del actual arco opositor, se empieza a aceptar que cualquier candidato proveniente del interior de las filas nacionales y populares —por mas antipatía que pueda generar entre sus pares— siempre será infinitamente mejor que cuatro años más de un gobierno que se empecina en llevar al país al 2001.
El rótulo de Frente Patriótico de Salvación Nacional, o sucedaneos que hagan referencia a la noción de arraigo de la soberanía (abandonada por las doctrinas ceocráticas) y al peligro de una disolución nacional producto del endeudamiento y la entrega de recursos naturales, aparecieron como dos de los límites mas extremos y probables de una continuidad neoliberal desbocada, en tiempos de creciente militarización de EEUU.
El sólo planteo de la noción de unidad —y la respectiva foto de familia— consiguiente, se encargó de mostrar que los enfrentamientos fratricidas son el caldo de cultivo de la derrota, y que ese es el combustible en la posibilidad de conceptualizar qué hay del otro lado. El elemento central del neoliberalismo es (a) la destrucción de la capacidad de los trabajadores para mantener niveles salariales medios, (b) la destrucción del aparato productivo que no sea funcional a las trasnacionales (c) la articulación de un esquema de represión interna capaz de enfrentar las luchas sociales y la marginalidd que los dos puntos anteriores generan.
La posposición del debaate de candidaturas pone el foco en lo programático y obliga —al futuro candidato— a responder frente a esos compromisos. El caso de Menem, que traicionó el mandato popular, aparece en los temerosos imaginarios de muchos. Pero la desestimación contemporanea e inocultable del caudillismo, la articulación conjunta y fragmentaria con que se origina el proceso, y la pluralidad parlamentaria en la que derivaría, dejarán con menores posibilidades —al candidato hipotético— para desatender acuerdos previos.
El escarnio al que el PRO somete a los sectores mas vulnerables y la destrucción del mercado interno, encorsetado bajo dispositivos comunicaciones mediatico-judiciales, establecen urgentes debates prospectivos: se supone que un potencial gobierno de signo popular cometerá errores (es imposible no cometerlos). Solo se tratará —quizás— de que no sean los mismos. Y que si la ola neolioberal vuelve a sacudir (con su carga de desprecio e inequidad) nuestras tierras, hayamos logrado por lo menos, instaurado algunas regulaciones legislativas, constitucionales o políticas que no les permita, como en estos años, destruir tanto en tan poco tiempo.