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25 de Mayo de 1810: dos modelos de país.

Por Araceli Bellota

Diversas fuerzas en pugna actuaron en los sucesos de la Revolución de Mayo de 1810, y aún entre los revolucionarios existieron diferencias que se enfrentaron en el seno de la Primera Junta y que terminaron con la expulsión de Mariano Moreno y de sus partidarios, dando nacimiento a la primera “grieta” en los tiempos iniciales de la Patria.

Por un lado, existía un partido integrado por los que defendían a los españoles como los miembros de la Real Audiencia, del Cabildo, de la jerarquía eclesiástica, la burocracia conducida por el Virrey y las familias ricas ligadas al monopolio comercial, entre las que se destacan los apellidos Martínez de Hoz, Pinedo, Ocampo, Lezica, Sáenz Valiente, Arana, entre otros.

Frente a este sector, se agrupó una coalición democrática integrada por los que admiraban al liberalismo revolucionario francés y eran antiabsolutistas como los abogados Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano, médicos como Cosme Argerich, sacerdotes como Manuel Alberti, José Grela y Juan Aparicio, y el ejército conducido por Cornelio Saavedra, partidario de un liberalismo moderado y conservador.

La otra parte de esta alianza fue la nueva burguesía comercial surgida del contrabando y del libre comercio instaurado por el virrey Baltasar de Cisneros en 1809, entre los que se pueden distinguir, a su vez, a la burguesía nativa y a los comerciantes británicos. Entre los primeros aparecen los apellidos Riglos, Sarratea, Escalada, Rivadavia, García, Aguirre, entre otros. Entre los segundos estaban los Miller, Parish, Billinghurst, Wilde, O’Gorman, Robertson. Muchas de estas familias se entrecruzaron por vía del matrimonio. Para los nativos, la libertad de comercio con los ingleses era fundamental para sus negocios. Para los comerciantes británicos también, sobre todo porque tendrían que suspender sus actividades comerciales si se terminaba el permiso de Cisneros.

Inicialmente, la revolución no se planteó la separación de España. Recién en 1814 —cuando fracasó la revolución democrática española y en Europa se estableció la Santa Alianza— creció el espíritu independentista ante la amenaza del restablecimiento del absolutismo. Además, es interesante observar que las tropas españolas que enfrentaron a las patriotas estaban integrada mayoritariamente por nativos, en tanto que muchos de los oficiales de las tropas americanas habían nacido en España. Juan Antonio Álvarez de Arenales, mano derecha de San Martín en el Perú, era natural de España, mientras que los generales José Manuel de Goyeneche y Pío Tristán llegaron al mundo en Arequipa.

Tras los sucesos de mayo de 1810, triunfó la coalición encabezada por el sector más radicalizado liderado por Mariano Moreno, a quien la Junta le encargó la redacción de un Plan de Operaciones para fijar los objetivos y las forma de implementarlos. En cuanto a lo político, Moreno propuso aniquilar al absolutismo en forma drástica mediante fusilamientos, deportación y confiscación de bienes. En la política exterior planteó la necesidad de apoyarse transitoriamente en Inglaterra para enfrentar al absolutismo español o francés si triunfasen, pero advirtió que debían tener cuidado de no cambiar de opresor.

En lo económico, el Plan de Moreno contemplaba que ante la inexistencia de una burguesía fuerte, el estado debía ocupar ese lugar: “Se pondrá la máquina del estado en un orden de industrias, lo que facilitará la subsistencia de miles de individuos. Alrededor de 200 o 300 millones de pesos serán empleados, poniéndolos en el centro mismo del Estado, para desarrollar fábricas, artes ingenios y demás establecimientos, como así la agricultura, navegación, etc.”. Cuando se lo interrogó sobre de dónde iba a salir ese dinero, Moreno propuso apropiarse de 500 o 600 millones de pesos de los mineros del Alto Perú. “Esto descontentará a 5 o 6 mil individuos pero las ventajas habrán de recaer sobre 80 o 100 mil”.

Y agregó como argumento: “Es máxima aprobada que las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no solo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad”.

Seguidamente, insistió en la prohibición absoluta de la explotación minera de plata y oro por parte de los particulares, la limitación de las importaciones sobre todo de artículos suntuarios y se pronunció contrario al comercio libre sin aranceles aduaneros.

La burguesía comercial porteña reaccionó rompiendo la alianza inicial y acordó con el grupo más moderado del ejército —de donde surgió el liderazgo de Cornelio Saavedra— que terminó enfrentando a Moreno, lo desplazó de la Junta y lo envió en misión diplomática a Europa.

Junto con Moreno, también cayeron en desgracia sus partidarios. Guadalupe Cuenca, la esposa del secretario expulsado, le escribió en una carta sin saber que su marido había muerto en el viaje, sobre la suerte de los “morenistas”: “Los han desterrado. A Mendoza, fue Azcuénaga y a Posadas, Larrea; a San Juan, Peña; a la punta de San Luis, Vieytes y a la misma French. Beruti, Donado y Cardoso a Patagones. Del pobre Castelli hablan incendios: que ha robado, que es borracho, hasta han dicho que no los dejó confesarse a Nieto y los demás que pasaron por las armas en Potosí. Ya está visto que los que se han sacrificado son los que salen peor que todos”.

En otra carta relató: “En el día el que es tu amigo es reo y perseguido como tal, sin más delito que ser tu amigo. A habido partidarios de Saavedra que ha dicho delante de tu tío don Martín que tu partido se ha de cortar de raíz”. Y en una siguiente escribó: “Salen con que es preciso que se le haga Consejo de Guerra a Belgrano, así se están portando estos señores con el pobre Belgrano”.

Cosas de “la grieta”, que es tan vieja como la Revolución de Mayo.

Fuentes:

Fuente: Presente de la Historia

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